LOS BROCHAZOS DEL VROCHA
Por:
Fransiles Gallardo
Cuando
nuestro buen amigo Guillermo Bazán nos habló del paisa
y pa’mas señas del shilico VROCHA una ligera e irónica sonrisa se hizo latente
en mis labios “es un seudónimo, claro” murmuré; pero al enterarme que se llama
Víctor Ramón Ortiz Chávez, la sorpresa borró esa inicial concepción.
“Si
pues, los artistas nacen con nombre propio”.
Y
aquí estoy, regodeándome con sus trazos y sus rasgos, sus rasgos y expresiones,
sus expresiones y sus sentimientos, sus sentimientos y sus dibujos, sus dibujos
convertidos en caricaturas de su libro ”Perdón Cajamarca Histórica”.
Entonces,
¿que es una caricatura?.
La
caricatura creo yo, no es sólo la exageración o deformación de lo bello o
grotesco de la anatomía humana; sino básicamente es la vibración de los rasgos
emocionales y vivenciales del momento del personaje y su entorno.
Es una
instantánea. Una fotografía. Un detalle preciso captado en el momento justo.
Un retrato de corte humorístico, que exagera o
distorsiona el momento.
Históricamente
la caricatura nació en Bolonia a finales del siglo XVI,
en la escuela de arte fundada por una familia de pintores, los Carracci.
Dicen
los estudiosos que la caricatura política nace en Francia con ilustraciones de personajes como Napoleón III
y Luis Felipe
y la caricatura política se inicia en Inglaterra evidenciando las luchas entre
el Papado y Martín Lutero.
Sin
dudas, dicen los entendidos, el máximo exponente de la caricatura ha sido el francés
Honoré Daumier.
Pero
dejando el viejo mundo, nuestra América tradicionalmente siempre tenido lo suyo:
En México,
José Guadalupe Posada, Eduardo del
Río, Constantino Escalante y
los contemporáneos Miguel Covarrubias y Angel Boligan.
En El Salvador,
Toño Salazar
y en Venezuela,
Hermann Mejía y Pedro León Zapata.
En Argentina
y Uruguay
caricaturistas como, José María Cao Luaces, Alberto
Breccia, Landrú, Oski, Caloi, Hermenegildo Sábat, Andrés
Cascioli, Crist, Lucas y Carlos Nine,
Jorge Sanzol, Daniel Paz, Rudy,
Lang, Napo, Faruk, Langer, Mordillo y el extraordinario Quino con su entrañable
Mafalda y las caricaturas de los periódicos El Mosquito y Don Quijote de fines de siglo XIX; además
las revistas Caras y Caretas.
Que
podemos decir de nuestra patria peruana.
También
tenemos nuestros grandes exponentes: Julio Málaga Grenet, Francisco Gonzáles
Gamarra, Pedro Challe y José Alcántara La Torre, considerados los más grandes
caricaturistas peruanos de los primeros años del siglo XX y revistas como
Variedades, Actualidades y Monos y Monadas.
En
la actualidad, magistrales caricaturistas como Carlín, Alfredo Marcos y Juan
Acevedo “el querido cuy” y el del país de los calatos; a los cuales se suma
nuestro paisano cajamarquino el VROCHA.
Traigo
a la memoria y la nostalgia a John Tenniel,
magistral ilustrador de Alicia en el País de las Maravillas
y que alguna vez, deleitó mis adolescentes lecturas en el colegio nacional de
mi pueblo y la variada colección de
Monos y Monadas de nuestros queridos Nicolás Yerovi, papá e hijo, que alegraron
mis años estudiantiles, allá por años sesenta, sobre el valle del río
Jequetepeque.
El
objetivo final de la caricatura es hacer reír o sonreir al hombre.
Aparte
de la hiena “es el único animal sobre la tierra que puede reír” y esa capacidad
le permite al caricaturista hurgar en los interiores del ser humano y su
entorno; para moverlo y conmoverlo, demolerlo o aliviarlo, entristecerlo o
alegrarlo.
Que
siente, piensa, reacciona o actúa el caricaturizado. No lo sé.
Pero
reírse de uno mismo de vez en cuando, sospecho que es también saludable y de
buena onda, como dicen los muchachos de hoy.
Las
caricaturas del Vrocha sospecho tiene esa gran intención y esa es su ruta.
Sus
cuadros aportan una visión no formal de los personajes pincelados, integrando
elementos heterogéneos a una visión histórica o costumbrista, que han de permitir revivir nuestro pasado
cajamarquino.
Cajamarca: la obra del maestro shilico VROCHA
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