CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
2012, AÑO DE LA DEFENSA DEL AGUA PARA LA VIDA Y
.
CONSTRUCCIÓN DE LOS ANDENES NUEVOS
ABRIL, MES DE LA PALABRA,
CONSTRUCCIÓN DE LOS ANDENES NUEVOS
ABRIL, MES DE LA PALABRA,
LA CREATIVIDAD LITERARIA E INMORTALIDAD DE CÉSAR VALLEJO
PRÓXIMAS ACTIVIDADES DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA:
AULA CAPULÍ:
SÁBADO 7 DE ABRIL 7 PM
SEMANA SANTA CON VALLEJO
SEMANA SANTA CON VALLEJO
PROGRAMA
CONFERENCIA:
CONFERENCIA:
CARLOS CASTILLO MENDOZA: "LA RESURRECCIÓN EN JESÚS Y VALLEJO"
HOMENAJE A MARIANO QUEROL
SEMBLANZA: RAMÓN NORIEGA
CONFERENCIA MAGISTRAL
“VIDA, SALUD Y ESPÍRITU”: MARIANO QUEROL
VIGILIA PASCUAL Y CEREMONIA DEL FUEGO POR SEMANA SANTA
FLORENCIA ROLDÁN
LIDIA VÁSQUEZ
BERTHA MORILLO
ASISTIR CON UNA VELA PARA LA CEREMONIA DEL FUEGO
SÁBADO 14 DE ABRIL
HOMENAJE A CÉSAR VALLEJO
CONFERENCIA
LUIS ANAMARÍA: “VALLEJO CRONISTA”
CONFERENCIA MAGISTRAL
JULIO YOVERA: “LA UNIVERSALIDAD DE CÉSAR VALLEJO”
DEL 18 AL 20 DE MAYO, 2012
CAPULÍ 13, VALLEJO Y SU TIERRA
PEREGRINACIÓN A SANTIAGO DE CHUCO TIERRA DE VALLEJO
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CAPULÍ 13, VALLEJO Y SU TIERRA
PEREGRINACIÓN A SANTIAGO DE CHUCO TIERRA DE VALLEJO
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FESTIVAL TRILCE DE LA CANCIÓN, LA POESÍA Y DANZA ANDINASPRIMERA NOCHE
ELEVACIÓN DE TRECE GLOBOS
EN EL CIELO NOCTURNO
DE SANTIAGO DE CHUCO
A CARGO DE LAS DELEGACIONES
VISITANTES Y POR LOS TRECE
AÑOS CUMPLIDOS DE CAPULÍ,
VALLEJO Y SU TIERRA
SEGUNDA NOCHE
QUEMA DE CASTILLO
DE LUCES ARTIFICIALES
DONACIÓN
DE ISABEL NARRO–LLANES
MADRINA DEL FESTIVAL TRILCE
DE LA CANCIÓN, POESÍA
Y DANZA ANDINA
Aula Capulí: Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 3 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República
Teléfonos Capulí:
420-3343, 420-3860
y 997-739-575
capulivallejoysutierra@gmail.com
dsanchezlihon@aol.com
CALENDARIO DE EFEMÉRIDES
7 DE ABRIL
DÍA MUNDIAL DE LA SALUD
PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA
LA NIÑA Y SU CABELLERA
7 DE ABRIL
DÍA MUNDIAL DE LA SALUD
PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA
LA NIÑA Y SU CABELLERA
Danilo Sánchez Lihón
1.
La maestra no le prestaba a ella ninguna atención.
Quizá porque era una niña inexpresiva, que no se dejaba notar, que se ocultaba sentándose en el rincón más apartado y en el ángulo más oscuro del salón.
Casi siempre se escondía detrás del cuerpo de alguna compañera mucho más grande y ancha, ya que ella era más bien enjuta y aparecía empequeñecida.
Quizá por eso la maestra no le daba mayor importancia y ella tampoco la buscaba.
Había niñas inquietas, participativas y simpáticas, que sí le daban interés y hasta emoción a su clase. Aquella en cambio era una de esas niñas, que como casi siempre ocurre, respondería seguramente mal en sus exámenes.
Y mucho peor si es que viniera el supervisor. Si se fijara en ella la haría quedar mal si la preguntara sobre algún contenido o tema del programa de estudios. Y entonces, además de hacerle pasar una vergüenza y hasta reprimenda, podrían amonestarla.
2.
Y si había que aprobarla se tendría que ponerle una nota de conmiseración.
Pero, además, no era ni siquiera puntual; porque hay otras que son feítas pero al menos llegan temprano y se sientan calladamente en su carpeta.
Esta no. Llegaba tarde. No era ni cuidadosa en su vestir ni agraciada. Nada por lo cual tener ninguna contemplación.
Mientras deje de venir, mejor para el salón.
Porque aprobarla sería cargar con ella un año más y desaprobarla siempre era un desasosiego, por haber fracasado en algo.
La maestra concluyó que en realidad: no es que no la tenía en cuenta sino que sentía hacia ella hasta cierto fastidio.
Además, siempre tenía un pañuelo descolorido amarrado a la cabeza, hecho que le daba una apariencia no solo desvalida sino deprimente.
Hasta un día en que la maestra recibió un informe confidencial en la dirección de la escuela, dirigido a ella como a otros profesores.
3.
¿Qué se decía en él? Que la alumna Diana Ayaipoma Sulca había intentado suicidarse.
– ¿Quién es? –Fue la primera expresión de todos los profesores.
Nadie la conocía.
¿En qué salón está? –Fue la pregunta unánime.
– ¿Quién es Diana Ayaipoma Sulca? –Preguntó ya en su aula de clases la maestra–. ¿Es alumna de esta sección?
– ¿Será quizá Elena, señorita? Porque Elena apellida Ayaipoma.
– ¿Pero también se llama Diana?
– No sé. Eso si no sé.
– ¿Y quién entonces es Elena Ayaipoma?
– Es la niña que siempre tiene el pañuelo amarrado a su cabeza.
– ¡Ah, gracias! ¿Y, la han visto?
– Hace varios días que no viene a la escuela señorita.
– Cuando venga me avisan, por favor.
4.
En otro informe, en donde además de explicar que el intento de suicidio había sido grave, y del cual apenas de milagro había podido salvarse, le recomendaban a ella –dado que la niña pertenecía a su aula– ayudarla en lo posible a salir del proceso de depresión por el cual atravesaba.
Revisando su registro comprobó que en ninguna oportunidad había participado, entre los cincuenta alumnos de su aula. Y que hacía varios días que faltaba de manera continua.
Tres días después de recibir el informe y luego de la primera jornada de clases, al salir al patio las alumnas le avisaron que a un costado del mismo y sin haber entrado al salón, sentada al filo del corredor, estaba Diana Elena, como ahora la llamaban.
– ¿Dónde? ¿Dónde está?
– Allá, la que está sentada a un costado del corredor, señorita.
– ¿Dónde, que no la veo?
– Allá. Mire, la del pañuelo en la cabeza.
5.
Terminó de decir esto y la compañera que había dado el aviso desapareció corriendo a unirse con sus demás amigas para seguir jugando.
– Hola Diana, ¿cómo estás? –dijo, ya a su lado, la profesora.
La niña se sorprendió de esta aproximación. Hizo un gesto confuso con la cabeza, como queriendo decir: "No sé", o “¿Por qué me pregunta?”
– ¡Qué lindo es tu nombre Diana! –Recalcó sentándose a su lado
– Gracias, señorita.
Y allí estuvo un rato en silencio, amable junto a ella.
– Diana significa “amanecer”, ¿lo sabías?
– No.
– Sí, significa "Amanecer". También "Luz de la mañana". Hay personas famosas con ese nombre. Una de ellas es la Princesa Diana de Inglaterra.
La niña esbozó una leve sonrisa en su rostro casi cetrino.
6.
Aquel día no hablaron más sino que estuvieron sentadas una al lado de la otra, mirando como las chicas jugaban en el patio.
Y cómo otras correteaban o se entretenían en unos y otros juegos por los corredores.
Al otro día la maestra trajo unos libros sencillos con imágenes y los estuvo leyendo en voz alta al lado de la niña que prestó algún interés en el contenido de las historias.
Ese día la maestra puso sus manos en el hombro de la niña y de ese modo, casi abrazándola, ingresaron al salón de clases.
Así, la maestra la buscaba todos los días en el patio de la escuela donde pasaban juntas, la maestra leyéndole historias.
Descubrió que tenía una linda sonrisa, pues al leerle un pasaje se rieron de las travesuras de uno de los personajes de un cuento.
Y así siguieron leyendo libro tras libro.
7.
En una ocasión, al ladeársele el pañuelo de la cabeza de la niña, la maestra descubrió, con un estremecimiento, que la niña no tenía cabello y que era completamente calva.
– Tu papá en qué trabaja –preguntó con toda naturalidad la maestra.
– Es chofer de una combi.
– ¡Ah, es chofer! ¿Y te quiere mucho tu papá?
– No.
– Pero ¿tú lo quieres?
La niña no contestó nada y por primera vez en la relación que habían establecido pareció sentirse incómoda
– Casi no lo veo, señorita.
– ¡Ah!, entonces tu papá trabaja mucho.
– Cuando lo veo siempre le está pegando a mi mamá.
– ¿Así? ¿La pega? ¿Y, por qué?
– Siempre llega molesto, con cólera. Mi mamá me saca de la casa, pero desde afuera veo por las esteras cómo la pega y la patea en el suelo.
8.
La campana de fin de recreo sonó y tuvieron que interrumpir su conversación, pero la maestra estaba conmovida.
Al otro día la niña le pidió a la maestra releer el cuento De vuelta a casa, que trata de cómo un hermano recupera a su hermana que la habían regalado para que la críe una tía solterona y ya vieja.
De repente la niña se echó a llorar.
– ¿Qué ocurre?
– Mi papá le ha pegado a mi mamá y esta vez casi se ha muerto. Hoy no se ha podido poner de pie. Y yo tengo mucho miedo.
La maestra disimuló su alteración e impaciencia.
– No sufras, –la consoló como pudo–. A veces, cuando uno menos lo piensa, hay una solución.
Sin que la niña lo sepa la maestra habló primero con la madre.
–Ya no sé qué hacer, señorita.
9.
– Si usted se deja maltratar, señora, le está causando un daño irreparable a su hija. Hay dependencias a las cuales usted puede recurrir.
Y después habló con el padre acerca del daño que estaban causando en la niña.
– Reflexione –le dijo–. La niña es posible que nuevamente intente llegar a una decisión desesperada.
– Son las tensiones naturales del trabajo que tengo. –Se disculpó el padre.
– ¿Así? Pues veo que usted toma estas cosas como naturales. Domine pues sus tensiones. Su hija ha intentado suicidarse. Pero le advierto que si esta situación continúa yo misma, como maestra de la escuela, sentaré la denuncia y haré que le pongan en la cárcel. Pero no lo haga por la amenaza sino por amor a una criatura a quien usted si no cambia va a causarle la muerte.
Maestra y niña siguieron con su práctica de lectura en el patio. Indirectamente la indagaba si se volvía a producir una situación violenta en su casa.
– Mi papá se ha vuelto bueno –le confesó un día–.
Ahora nos quiere a mí y a mi mamá. Y mire ¡mi cabello está creciendo!
10.
La maestra vio asombrada cómo el cabello de la niña había crecido abundante y coposo, aunque seguía envuelto en el pañuelo descolorido.
Esto le causó tanta emoción que se puso a llorar. Y lloraba con tanto sentimiento que la niña en un momento se asustó que algo la hubiese hecho daño.
– No me hagas caso. Lloro de contenta, de cómo te ha crecido tu cabello. Y de la mala maestra que era antes de conversar contigo y conocerte.
– Gracias señorita.
– Gracias a ti, Diana. Tú me has enseñado que ser maestra no es dictar cursos. Y quiero hacerte una propuesta.
– Sí, señorita.
– No descubras tu cabello hasta que les demos a las muchachas del salón una sorpresa, ¿qué te parece? Vamos a sorprenderlas del lindo cabello que tú tienes. ¡Nadie se lo espera!
Pronto la muchacha salió de su escondrijo del fondo del salón y la maestra la situó adelante, entre las primeras filas de los asientos.
11.
Prepararon, durante varios días, un cuadro dramático. El guión la maestra lo escribió expresamente para ella.
Se trataba de una niña que siempre tenía un pañuelo amarrado a la cabeza, tanto que una y otra compañera la fastidiaban.
Y la acosaron tanto para que se lo descubra, haciendo mil suposiciones acerca de su cabello.
– Tienes el cabello feo. –Le decían casi haciendo una ronda.
– ¡Es motoso!
– ¡Es trinchudo!
Hasta que una alumna casi gritó diciendo:
– ¡No tiene cabello! ¡Es calva!
Esto causó un estremecimiento general.
Elena, o Diana, actuó de maravillas.
Sus compañeras nunca la habían visto tan linda y atractiva mientras hacía su representación que en ella resultaba casi natural.
El desenlace final de la obra es cuando la niña, provocada por sus compañeras burlonas y malignas, se desata el pañuelo y se descubre la cabeza.
12.
Y ¡oh sorpresa!
Cae un cabello hermoso, negro y brillante como la seda.
– ¡Oh!, qué hermoso cabello.
– ¿Por qué lo tenías escondido?
– ¡Qué brillante, qué negro y qué abundante que es!
Y, luego, en un aplauso largo y resonante que duró varios minutos, todos espontáneamente empezaron a abrazarla.
La maestra entonces dijo:
– Aprendamos a reconocer que detrás de algo aparentemente humilde hay maravillas y tesoros.
Después ella se estrechó en un abrazo largo e interminable con Elena Diana.
La maestra sintió cómo su blusa, a la altura de sus hombros, se humedecía por el llanto de gozo y reconocimiento de la niña.
– Ahora anda con el cabello suelto por la calle. Y enséñales a tu mamá y a tu papá en tu casa.
La maestra no le prestaba a ella ninguna atención.
Quizá porque era una niña inexpresiva, que no se dejaba notar, que se ocultaba sentándose en el rincón más apartado y en el ángulo más oscuro del salón.
Casi siempre se escondía detrás del cuerpo de alguna compañera mucho más grande y ancha, ya que ella era más bien enjuta y aparecía empequeñecida.
Quizá por eso la maestra no le daba mayor importancia y ella tampoco la buscaba.
Había niñas inquietas, participativas y simpáticas, que sí le daban interés y hasta emoción a su clase. Aquella en cambio era una de esas niñas, que como casi siempre ocurre, respondería seguramente mal en sus exámenes.
Y mucho peor si es que viniera el supervisor. Si se fijara en ella la haría quedar mal si la preguntara sobre algún contenido o tema del programa de estudios. Y entonces, además de hacerle pasar una vergüenza y hasta reprimenda, podrían amonestarla.
2.
Y si había que aprobarla se tendría que ponerle una nota de conmiseración.
Pero, además, no era ni siquiera puntual; porque hay otras que son feítas pero al menos llegan temprano y se sientan calladamente en su carpeta.
Esta no. Llegaba tarde. No era ni cuidadosa en su vestir ni agraciada. Nada por lo cual tener ninguna contemplación.
Mientras deje de venir, mejor para el salón.
Porque aprobarla sería cargar con ella un año más y desaprobarla siempre era un desasosiego, por haber fracasado en algo.
La maestra concluyó que en realidad: no es que no la tenía en cuenta sino que sentía hacia ella hasta cierto fastidio.
Además, siempre tenía un pañuelo descolorido amarrado a la cabeza, hecho que le daba una apariencia no solo desvalida sino deprimente.
Hasta un día en que la maestra recibió un informe confidencial en la dirección de la escuela, dirigido a ella como a otros profesores.
3.
¿Qué se decía en él? Que la alumna Diana Ayaipoma Sulca había intentado suicidarse.
– ¿Quién es? –Fue la primera expresión de todos los profesores.
Nadie la conocía.
¿En qué salón está? –Fue la pregunta unánime.
– ¿Quién es Diana Ayaipoma Sulca? –Preguntó ya en su aula de clases la maestra–. ¿Es alumna de esta sección?
– ¿Será quizá Elena, señorita? Porque Elena apellida Ayaipoma.
– ¿Pero también se llama Diana?
– No sé. Eso si no sé.
– ¿Y quién entonces es Elena Ayaipoma?
– Es la niña que siempre tiene el pañuelo amarrado a su cabeza.
– ¡Ah, gracias! ¿Y, la han visto?
– Hace varios días que no viene a la escuela señorita.
– Cuando venga me avisan, por favor.
4.
En otro informe, en donde además de explicar que el intento de suicidio había sido grave, y del cual apenas de milagro había podido salvarse, le recomendaban a ella –dado que la niña pertenecía a su aula– ayudarla en lo posible a salir del proceso de depresión por el cual atravesaba.
Revisando su registro comprobó que en ninguna oportunidad había participado, entre los cincuenta alumnos de su aula. Y que hacía varios días que faltaba de manera continua.
Tres días después de recibir el informe y luego de la primera jornada de clases, al salir al patio las alumnas le avisaron que a un costado del mismo y sin haber entrado al salón, sentada al filo del corredor, estaba Diana Elena, como ahora la llamaban.
– ¿Dónde? ¿Dónde está?
– Allá, la que está sentada a un costado del corredor, señorita.
– ¿Dónde, que no la veo?
– Allá. Mire, la del pañuelo en la cabeza.
5.
Terminó de decir esto y la compañera que había dado el aviso desapareció corriendo a unirse con sus demás amigas para seguir jugando.
– Hola Diana, ¿cómo estás? –dijo, ya a su lado, la profesora.
La niña se sorprendió de esta aproximación. Hizo un gesto confuso con la cabeza, como queriendo decir: "No sé", o “¿Por qué me pregunta?”
– ¡Qué lindo es tu nombre Diana! –Recalcó sentándose a su lado
– Gracias, señorita.
Y allí estuvo un rato en silencio, amable junto a ella.
– Diana significa “amanecer”, ¿lo sabías?
– No.
– Sí, significa "Amanecer". También "Luz de la mañana". Hay personas famosas con ese nombre. Una de ellas es la Princesa Diana de Inglaterra.
La niña esbozó una leve sonrisa en su rostro casi cetrino.
6.
Aquel día no hablaron más sino que estuvieron sentadas una al lado de la otra, mirando como las chicas jugaban en el patio.
Y cómo otras correteaban o se entretenían en unos y otros juegos por los corredores.
Al otro día la maestra trajo unos libros sencillos con imágenes y los estuvo leyendo en voz alta al lado de la niña que prestó algún interés en el contenido de las historias.
Ese día la maestra puso sus manos en el hombro de la niña y de ese modo, casi abrazándola, ingresaron al salón de clases.
Así, la maestra la buscaba todos los días en el patio de la escuela donde pasaban juntas, la maestra leyéndole historias.
Descubrió que tenía una linda sonrisa, pues al leerle un pasaje se rieron de las travesuras de uno de los personajes de un cuento.
Y así siguieron leyendo libro tras libro.
7.
En una ocasión, al ladeársele el pañuelo de la cabeza de la niña, la maestra descubrió, con un estremecimiento, que la niña no tenía cabello y que era completamente calva.
– Tu papá en qué trabaja –preguntó con toda naturalidad la maestra.
– Es chofer de una combi.
– ¡Ah, es chofer! ¿Y te quiere mucho tu papá?
– No.
– Pero ¿tú lo quieres?
La niña no contestó nada y por primera vez en la relación que habían establecido pareció sentirse incómoda
– Casi no lo veo, señorita.
– ¡Ah!, entonces tu papá trabaja mucho.
– Cuando lo veo siempre le está pegando a mi mamá.
– ¿Así? ¿La pega? ¿Y, por qué?
– Siempre llega molesto, con cólera. Mi mamá me saca de la casa, pero desde afuera veo por las esteras cómo la pega y la patea en el suelo.
8.
La campana de fin de recreo sonó y tuvieron que interrumpir su conversación, pero la maestra estaba conmovida.
Al otro día la niña le pidió a la maestra releer el cuento De vuelta a casa, que trata de cómo un hermano recupera a su hermana que la habían regalado para que la críe una tía solterona y ya vieja.
De repente la niña se echó a llorar.
– ¿Qué ocurre?
– Mi papá le ha pegado a mi mamá y esta vez casi se ha muerto. Hoy no se ha podido poner de pie. Y yo tengo mucho miedo.
La maestra disimuló su alteración e impaciencia.
– No sufras, –la consoló como pudo–. A veces, cuando uno menos lo piensa, hay una solución.
Sin que la niña lo sepa la maestra habló primero con la madre.
–Ya no sé qué hacer, señorita.
9.
– Si usted se deja maltratar, señora, le está causando un daño irreparable a su hija. Hay dependencias a las cuales usted puede recurrir.
Y después habló con el padre acerca del daño que estaban causando en la niña.
– Reflexione –le dijo–. La niña es posible que nuevamente intente llegar a una decisión desesperada.
– Son las tensiones naturales del trabajo que tengo. –Se disculpó el padre.
– ¿Así? Pues veo que usted toma estas cosas como naturales. Domine pues sus tensiones. Su hija ha intentado suicidarse. Pero le advierto que si esta situación continúa yo misma, como maestra de la escuela, sentaré la denuncia y haré que le pongan en la cárcel. Pero no lo haga por la amenaza sino por amor a una criatura a quien usted si no cambia va a causarle la muerte.
Maestra y niña siguieron con su práctica de lectura en el patio. Indirectamente la indagaba si se volvía a producir una situación violenta en su casa.
– Mi papá se ha vuelto bueno –le confesó un día–.
Ahora nos quiere a mí y a mi mamá. Y mire ¡mi cabello está creciendo!
10.
La maestra vio asombrada cómo el cabello de la niña había crecido abundante y coposo, aunque seguía envuelto en el pañuelo descolorido.
Esto le causó tanta emoción que se puso a llorar. Y lloraba con tanto sentimiento que la niña en un momento se asustó que algo la hubiese hecho daño.
– No me hagas caso. Lloro de contenta, de cómo te ha crecido tu cabello. Y de la mala maestra que era antes de conversar contigo y conocerte.
– Gracias señorita.
– Gracias a ti, Diana. Tú me has enseñado que ser maestra no es dictar cursos. Y quiero hacerte una propuesta.
– Sí, señorita.
– No descubras tu cabello hasta que les demos a las muchachas del salón una sorpresa, ¿qué te parece? Vamos a sorprenderlas del lindo cabello que tú tienes. ¡Nadie se lo espera!
Pronto la muchacha salió de su escondrijo del fondo del salón y la maestra la situó adelante, entre las primeras filas de los asientos.
11.
Prepararon, durante varios días, un cuadro dramático. El guión la maestra lo escribió expresamente para ella.
Se trataba de una niña que siempre tenía un pañuelo amarrado a la cabeza, tanto que una y otra compañera la fastidiaban.
Y la acosaron tanto para que se lo descubra, haciendo mil suposiciones acerca de su cabello.
– Tienes el cabello feo. –Le decían casi haciendo una ronda.
– ¡Es motoso!
– ¡Es trinchudo!
Hasta que una alumna casi gritó diciendo:
– ¡No tiene cabello! ¡Es calva!
Esto causó un estremecimiento general.
Elena, o Diana, actuó de maravillas.
Sus compañeras nunca la habían visto tan linda y atractiva mientras hacía su representación que en ella resultaba casi natural.
El desenlace final de la obra es cuando la niña, provocada por sus compañeras burlonas y malignas, se desata el pañuelo y se descubre la cabeza.
12.
Y ¡oh sorpresa!
Cae un cabello hermoso, negro y brillante como la seda.
– ¡Oh!, qué hermoso cabello.
– ¿Por qué lo tenías escondido?
– ¡Qué brillante, qué negro y qué abundante que es!
Y, luego, en un aplauso largo y resonante que duró varios minutos, todos espontáneamente empezaron a abrazarla.
La maestra entonces dijo:
– Aprendamos a reconocer que detrás de algo aparentemente humilde hay maravillas y tesoros.
Después ella se estrechó en un abrazo largo e interminable con Elena Diana.
La maestra sintió cómo su blusa, a la altura de sus hombros, se humedecía por el llanto de gozo y reconocimiento de la niña.
– Ahora anda con el cabello suelto por la calle. Y enséñales a tu mamá y a tu papá en tu casa.
PERSONALIDADES QUE ASISTIRÁN A CAPULÍ 13,
VALLEJO Y SU
TIERRA
CARLOS
HUAMÁN LÓPEZ (UNIVERSIDAD NACIONAL
AUTÓNOMA DE MÉXICO), ALFRED
ASÍS (POETA DE ISLA
NEGRA - CHILE), GUSTAVO ROJAS VELA (PRESIDENTE DE EDUCAP), JOSÉ LUIS
AYALA (POETA NACIONAL DE
IDENTIDAD AYMARA), LIDIA VÁSQUEZ RUIZ (ABOGADA Y PROMOTORA CULTURAL,
PODER JUDICIAL), EDMUNDO TORREJÓN JURADO (SOCIEDAD DE ESCRITORES DE BOLIVIA),
FREDERIC SOTOMAYOR (GESTOR CULTURAL UNMSM Y
CAPULÍ, PERÚ),
CÉSAR
VALLEJO YNFANTES (PATRIARCA DEL VALLEJISMO EN EL
PERÚ),
RAMÓN
NORIEGA TORERO (DIRECTOR DE LA CÁTEDRA DE SABIDURÍA ANDINA DE CAPULÍ,
VALLEJO Y SU TIERRA), CARLOS CASTILLO MENDOZA (DIRECTOR
DE RELACIONES
INTERNACIONALES
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA), JAIME
SÁNCHEZ LIHÓN (DIRECTOR DE PATRIMONIO E
IDENTIDAD DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA. USA), LUCINDA MARTÍNEZ ZUZUNAGA
(POETA, PRESIDENTA DE SIPEA-PERÚ), LUIS CARRASCO (DIRECTIVO DE
ACUDES), SAMUEL CAVERO GALIMIDI (PRESIDENTE DE LA ASOCIACIÓN DE ESCRITORES Y
ARTISTAS DEL ORBE, AEADO), HERIBERTO GALINDO (POETA, PROMOTOR CULTURAL DE
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA), MARA L. GARCÍA (PRESIDENTA DEL INSTITUTO DE
ESTUDIOS VALLEJIANOS.UTAH – EEUU). JAVIER DELGADO BENITES (MAESTRO Y ESCRITOR,
DIRECTIVO DE CAPULÍ, VALLEJO YS SU TIERRA, ENCARGADO DE LA FERIA DEL LIBRO
(MAIDÚ DE UGAZ, POETA Y ESCRITORA), VILMACI VIANA (POETA Y ESCRITORA - BRASIL),
CARLOS GARRIDO CHALÉN (PRESIDENTE DE LA UNIÓN HISPANOAMERICANA DE ESCRITORES),
JOSÉ CRUZADO GAMBOA (POETA, DESCENDIENTE DE CÉSAR VALLEJO), ENMA GAMBOA
(MAESTRA, PROMOTORA CULTURAL, DESCENDIENTE DE CÉSAR VALLEJO),
CATHERINE
MASSANA (INSTITUTO DE ESTUDIOS VALLEJIANOS DE PARÍS, FRANCIA), JORGE
ALIAGA (ESCRITOR, MIEMBRO DE AEADO
Y SIPEA, ESPAÑA), JAVIER COTILLO CABALLERO (DIRECTOR SOCIEDAD UNIVERSAL
DE
ARTISTAS Y LITERATOS - SUAL), HUGO DÍAZ PLASENCIA (GRUPO LEONARDO DA
VINCI -
TRUJILLO), WALTER VÁSQUEZ VEJARANO (EXPRESIDENTE DE LA CORTE SUPREMA DE
JUSTICIA
DEL PERÚ). BERTHA MORILLO (MAESTRA, DIRECTORA DE RECURSOS Y BIENESTAR DE
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA), FABIO GALLO GALLO (POETA, DIRECTOR DE
ACTIVIDADES CULTURALES DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA), DETH HAAK (POETA
DOS VENTOS, BRASIL), SARA FRACCHIA (GESTORA CULTURAL, BRASIL), MAIGUALIDA
PÉREZ GONZÁLES (POETA, GESTORA AMBIENTALISTA, VENEZUELA), PERFECTO
RAMÓN CHÁVEZ GARCÍA (ESCRITOR Y POETA. MANTA, ECUADOR), GIANINA PICCIONI
(SOCIEDAD VENEZOLANA DE ARTE INTERNACIONAL DE ESCRITORES), RICARDO
ELÍAS ROSELLÓ (POETA, DECLAMADOR, DIRECTIVO DE LA SOCIEDAD INTERNACIONAL
DE POETAS, ESCRITORES Y ARTISTAS SIPEA-PERÚ), MAVI MÁRQUEZ ALCALDE
(GESTORA CULTURAL DIRECTIVO DE LA ASOCIACIÓN DE ESCRITORES Y ARTISTAS,
AEADO. CHILE), ROLDÁN DEL ÁGUILA GARCÍA (PROFESOR UNIVERSIDAD CÉSAR
VALLEJO. TARAPOTO), ANA MARÍA GUERRERO (MINISTERIO DE SALUD, TARAPOTO),
ETHEL LINARES LOZANO (MINISTERIO DE SALUD), VÍCTOR CONTRERAS (POETA Y
ACTOR TEATRAL, TRUJILLO), RAÚL CHÁVEZ (ESCRITOR. DIRECTIVO DE EDELNOR Y
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA), ADDHEMAR H.M SIERRALTA (POETA, ESCRITOR,
PERIODISTA, PRESIDENTE DE "TIEMPO NUEVO" DE MIAMI, EE.UU).
.
Texto que puede ser reproducido citando autor y fuenteTeléfonos: 420-3343 y 420-3860
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Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
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Instituto del Libro y la Lectura: inlecperu@hotmail.com
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