DIEZ
Ángel Gavidia
Una vez, caminando por mi huerta, escuché un gemido muy triste que venía del suelo. Agucé el oído y descubrí que salía de una mata de papa de flor morada. Puse más atención y todo me llevó a escarbar debajo de la tierra. Cogí una lampilla, hice un hoyo cerca de la mata y saqué varios tubérculos. Todos estaban aún verdes. Y de uno de ellos partía el desgarrado lamento. Dividí esa papa en dos y salió un gusanito que era el que lloraba.
- Lloro por lo que están haciendo con la madre tierra-me dijo-, no puedo aguantar la pena…
Al día siguiente oí quejarse a los tréboles y al otro día a los pájaros y el otro a las poquísimas truchas que aún quedan en el río Plata y que son mudas.
Solo los hombres permanecemos felices, sordos a este clamor que suena tanto que ya no deja ni dormir.
Fuente:
Del libro Papeles sustraídos al viento
Paisaje de Santiago de Chuco