MADRE MÍA
Por Walter Vidal Tarazona
Hoy que tengo en mis manos
este geranio de mis venas,
hoy que he quitado
este pan nuestro a otro hijo,
hoy que espero
la cristalina epifanía
de tu silencioso cuerpo,
madre, madre mía,
estás más ausente que nunca.
Hoy que vine a escuchar
tu “sé bueno y fuerte hijo mío”,
estás más callada que nunca.
Hoy que quería besar
el color de tus ojos preocupados,
están más vacíos que nunca.
Ese color de tus ojos
que naufragaban en un mar
de tibia luz, madre;
este geranio de mi sangre,
este pan robado
y esta pena en mis manos,
madre, madre mía
están más tristes que nunca.
Seguro que tú también
sientes pena a esta hora,
pero nada sabes
del ramo de mi sangre
ni sabes de esta mi pena
por el pan nuestro
robado cada día.
Walter Vidal Tarazonaque naufragaban en un mar
de tibia luz, madre;
este geranio de mi sangre,
este pan robado
y esta pena en mis manos,
madre, madre mía
están más tristes que nunca.
Seguro que tú también
sientes pena a esta hora,
pero nada sabes
del ramo de mi sangre
ni sabes de esta mi pena
por el pan nuestro
robado cada día.