Danilo Sánchez Lihón
1. Conjunción
en el todo
Enereida es un poema del libro primigenio Los heraldos negros, que revela el anhelo profético de Vallejo, de señalar nueva vida.
Y
cuando es así en brote y en gestación hay un evangelio de la esperanza
que es importante reconocer, evidenciar y preconizar a los cuatro
vientos.
Evangelio
que se desarrollará plenamente después en Poemas humanos y en España,
aparta de mí este cáliz. Y en la vida de César Vallejo como ejemplo de
coherencia y consagración
Evangelio
también porque la suya es palabra de culto, de fe y adoración. A la
cual se le sigue, se cree en ella y mediante la cual se guía la vida y
el destino del hombre.
Evangelio con algunos preceptos de base o inicio, como son:
El amor bondadoso.
El amor a la tierra.
El espíritu de infancia.
El hacernos padres del mundo.
El mundo matinal y de alborada.
El amor como haz de ternura.
En
su dimensión máxima es el evangelio de la solidaridad, de la esperanza y
de la conjunción de lo fragmentado que somos, y de la vida y el mundo
en el todo.
2. Desposorio
con la muerte
Es
el amor de Enereida el que traspasa barreras y llega a la eternidad,
que une la vida y la muerte. Es amor esencialmente inocente; puro e
ingenuo. Es amor rodeado de niños:
Una broma de niños se desbanda.
Es amor que se representa en la siguiente imagen de una limpidez conmovedora:
...a la borda de sus alas blancas
de hermana de la caridad, ¡oh, padre mío!
Es
amor limpio, sencillo y en la más absoluta paz y tranquilidad. Que está
más allá de la pasión que arrebata y del fuego que fulmina y que
calcina. O del agua henchida en turbión o avalancha que inunda y en
avasalla. O del viento hecho ciclón o vendaval que arrasa y dilapida.
Es amor de tierra hechizada, que hunde su raíz en la caridad que es la sabiduría suprema.
Sino
recordemos los primeros versos de este poema misterioso, cuyo título es
el primer mes del año, pero dicho como épica de enero, es decir:
Enereida:
3. Inmortales
rosas
Mi padre, apenas,
en la mañana pajarina, pone
sus setentiocho años, sus setentiocho
ramos de invierno a solear.
El cementerio de Santiago, untado
en alegre año nuevo, está a la vista.
Cuántas veces sus pasos cortaron hacia él,
y tornaron de algún entierro humilde.
Hoy hace mucho tiempo que mi padre no sale!
Una broma de niños se desbanda.
Otras veces le hablaba a mi madre
de impresiones urbanas, de política;
y hoy, apoyado en su bastón ilustre
que sonara mejor en los años de la Gobernación,
mi padre está desconocido, frágil,
mi padre es una víspera.
Lleva, trae, abstraído, reliquias, cosas,
recuerdos, sugerencias.
La mañana apacible le acompaña
con sus alas blancas de hermana de la caridad.
Día eterno es éste, día ingenuo, infante,
coral, oracional;
se corona el tiempo de palomas,
y el futuro se puebla
4. Mundos
tras mundos
Donde
el padre se prepara para viajar y unirse en ese desposorio con la
muerte llevando el amor caritativo que es la dulzura decantada en los
alambiques más acrisolados del ser.
Donde
lo que predomina y resalta son los afectos, el cariño puro, el
querernos y amarnos devotamente. Que al final es lo único que
prevalecerá de esta vida, o de este mundo, o de lo que es nuestra
experiencia en la tierra.
Porque,
¿qué es lo que nos llevaremos de aquí sino la capacidad o al menos el
recuerdo de lo que amé? No de lo que me amaron a mí, porque esa será la
capacidad de aquella persona que amó, sino de lo que yo pude amar, así
sea sin ser correspondido.
Que
es lo único que sentiré más allá de todo. La capacidad que tuvimos para
querer, la sabiduría que tuvimos para amar. Y amar bien. Y el ser seres
compasivos, capaces de sentir identificación con el otro, por el
hermano y prójimo.
Poema
donde el trasfondo es la esperanza de una vida que se proyecta y no
acaba. Esperanza de lo trascendente del espíritu, de encontrarnos otra
vez en una dimensión más acrisolada, en los mundos tras mundos en que aún permaneceremos.
5. Otro
don
Y
crea hacia otro ámbito y dimensión un mundo diferente con la
comprensión de esa alianza. De ese arco que vincula mundos, y de ese
contenido que lo sustenta y justifica, cuál es el amor.
Amor
que es lo único que puede prevalecer después de toda esta contingencia
y, si lo queremos dramatizar, catástrofe que es la vida en la tierra.
Como igual, es aquel que permanece después de todas las maravillas, milagros y portentos, por ver y por hacer.
Es el amor convertido en hermana de la caridad, en vaso de agua y en pedazo de pan, en leche y miel.
Amor después de todas las tragedias y descalabros; que hace al ser dulce, piadoso, y devoto.
Amor de hermandad suprema, de solidaridad que solo un genuino representante del mundo andino lo puede preconizar con autoridad.
Porque
solo en aquel ámbito se plasmó y es vigente, medalla y pendón de una
cultura que lo acrisoló y lo hizo práctica social y cotidiana.
6. Digna
vergüenza
Como otro don inherente a lo expuesto y que Enereida lo contiene es la ligazón a la infancia y a la ternura:
De
ternura pegada a la cuna, a la leña, al humo de la cocina o del fogón. Y
a la piedra tutelar de la puerta, o a la grada de la escalera, o al
alero que nos cobija y consuela en la añoranza de la casa nativa.
Que es ternura que no sé cómo se da en el mundo andino, que Vallejo contiene, comporta y trasunta.
Ternura
que late en la hilacha de la frazada pobre, en el rebozo y el poncho de
madre y padre que aún en el recuerdo nos abrigan y protegen.
Así:
Aún reirás de tus pequeñuelos.
Aún será año nuevo. Habrá empanadas
y yo tendré hambre.
Y eso sucede, ¡aunque ellos hayan muerto hace años y hace mucho tiempo!
Ternura
que es una especie de renuncia, de tristeza y de digna vergüenza. Y
confianza de que este es un mundo que da lugar a la dicha de sentir lo
que queremos: “y yo tendré hambre”, que solo quien pertenece a una
cultura sublime como es la andina lo puede expresar de ese modo, tan de
mohín, de gesto y detalle, y hasta de querer ocultar lo que siente.
7. Volver
a florecer
Don
que es un tesoro. Un bien lamentablemente amenazado, la ternura, por un
modelo de sociedad cruenta que se impone a sangre y fuego. Y por el
mercado en acciones de compra y venta.
Por
eso, hagamos que esa cultura que ofrece alternativas a ese
avasallamiento viva y no muera nunca. Y que prevalezcan dones como la
ternura, como se lo constata vivo en este poema.
Donde
el padre está desconocido, está ya en otra dimensión. Es parte ya, o
pertenece, a otro mundo. Donde se lo siente leve y evanescente:
Mi padre está desconocido, frágil
mi padre es una víspera
Víspera
que es lo que antecede a algo. El padre está en ese puente, o en esa
cornisa, o en ese quicio desde donde se mira o se cruza hacia otra
orilla, en ese anonadamiento que es la muerte.
Y
eso es un misterio. Donde al final se toca un mundo atravesado por los
dardos de lo incognoscible e incógnito. Y otros mundos posibles.
Pero
es enero, es el Año Nuevo frente a la vida vieja. Es el nacer de la
vida. Es la vida que se renueva. Y donde todo vuelve a florecer. Y que
es el sentido más hondo de la vida que a cada instante comienza de
nuevo. Y que sí, cada uno lo podemos testimoniar, que esto es una ley de
cambio y transformación constantes.
*****
CONVOCATORIA