Danilo Sánchez Lihón
“Volveré
y seré millones”.
Túpac Amaru
1. Valores
ancestrales
José
María Arguedas apu tutelar, testimonio vivo de nuestra identidad, el
inmenso escritor, el Wamán Poma del Siglo XX de nuestra cultura, el
apóstol del Perú redimido y hermano del alma nuestro, nació el 18 de
enero del año 1911.
En
él está viva la chispa y el fuego que arde y se hace incendio del
encuentro de dos puñales que se baten, se juntan y separan en lo hondo
en una herida y una llaga como fue y es la conquista española, donde aún
luchan de vida y muerte.
Es
la lesión que no sana, llaga abierta e incurable; es el desgarro que
sangra constantemente, y que duele y desconcierta. Es la grieta que no
acaba, y el daño irreparable que no cesa. Es el hematoma que no calma,
los huesos que no sueldan. Es la fractura y el descalabro en el centro
del alma.
Por
eso, cuando el poeta César Calvo al encontrarlo un día a José María
después de una convalecencia de un suicidio reiterado, y al preguntarle
condolido y sincero:
– José María, hermano. ¿Qué podemos hacer tus amigos para que no te mates?
Él contestó entonces, serio y concentrado:
– Eviten entonces la llegada de los conquistadores españoles.
2. Horizontal
y tendida
Y
es que en él luchan dos adversarios irreconciliables e inclementes.
Pero aquellos adversarios no son realidades parejas ni paralelas, ni
están en la misma posición.
Ni
su pugna tiene el mismo equilibrio o jerarquía, sino que una abusa y se
vale de la otra. Son mundos enfrentados pero desiguales.
Uno tiene el poder, investido o representado por el varón, o el género masculino.
Y el otro sufre el avasallamiento y la sumisión, representando en esta historia luctuosa por la mujer o el género femenino.
Uno
de esos mundos está posicionado como el amo que maneja el garrote, el
látigo, la horca y el cepo de tortura. Es el violador.
La
otra parte es el mundo indígena que permanece sojuzgado, en condición
de esclavitud todavía, como ocurren con las poblaciones nativas.
A
quienes se le tienen negadas sus más mínimas condiciones de vida, de
justicia social y que son sin embargo aquellas que conservan nuestros
más prístinos valores ancestrales.
En ese mundo prevalece la mujer, horizontal y tendida. Nos dice en el poema: A nuestro padre creador Túpac Amaru:
4. Todavía
somos
Estoy
gritando, soy tu pueblo; tú hiciste de nuevo mi alma; mis lágrimas las
hiciste de nuevo; mi herida ordenaste que no se cerrara, que doliera
cada vez más. Desde el día en que tú hablaste, desde el tiempo en que
luchaste con el acerado y sanguinario español, desde el instante en que
le escupiste a la cara; desde cuando tu hirviente sangre se derramó
sobre la hirviente tierra, en mi corazón se apagó la paz y la
resignación. No hay sino fuego, no hay sino odio de serpiente contra los
demonios, nuestros amos.
Está cantando el río,
está llorando la calandria,
está dando vueltas el viento;
día y noche la paja de la estepa vibra;
nuestro río sagrado está bramando;
en las crestas de nuestros Wamanis montañas,
en sus dientes, la nieve gotea y brilla.
¿En dónde estás desde que te mataron por nosotros?
Padre
nuestro, escucha atentamente la voz de nuestros ríos; escucha a los
temibles árboles de la gran selva; el canto endemoniado, blanquísimo del
mar; escúchalos, padre mío, Serpiente Dios. ¡Estamos vivos; todavía
somos!
3. Amor
entrañable
¿Esto
ha cambiado? ¿Hemos logrado modificar un ápice aquel esquema? ¡No!
¿Acaso no vemos ahora todo el poder político, económico, militar,
mediático, vertical, defendiendo y queriendo llevarse el oro de los
yacimientos asentados bajo nuestras lagunas cuando nunca dichas
explotaciones han beneficiado con un solo adarme al Perú sembrando más
bien pobreza y miseria por todo el ámbito donde se posan? Laguna
yacente, llana y rasante, de agua y luz, como es la mujer indígena.
Donde
debajo está el mismo tesoro o botín de la conquista, sin tomar en
cuenta que son fuentes de vida, maternales y femeninas, sin importarles
que nos proveen de agua para la agricultura y para aplacar la sed de la
gente campesina y aborigen del lugar. Se repite la historia que no
acaba; anales en los cuales la vida de José María Arguedas en todo es
paradigma, símbolo y anagrama de lo que es el Perú.
Su
existencia se forja en esa disparidad, de la pasión desenfrenada por la
posesión por la mujer, la tierra y sus tesoros, y que termina siendo
destrucción de un lado, y de la resignación dolorosa a recoger en las
entrañas una simiente ajena a la cual prodigar amor compasivo, asombrado
y entrañable.
José
María Arguedas nace entre estos dos pedernales que chocan, espadas que
se blanden, relámpagos que asolan, viviendo y sufriendo el testimonio de
la exclusión, de la enajenación del despojo y el aniquilamiento. Nos
dice:
5. Sangres
opuestas
Y
aún más: nace del oprobio de la dominación de una sociedad
deshumanizada que se blande hacia una comunidad que todo lo humaniza
incluso a las montañas, a los ríos y hasta a las piedras.
Discurriendo
entre la sociedad encaramada en el poder, que trata a quienes
pertenecen al mundo indígena con infamia, ignominia e ignorancia.
Víctima que a pesar del abuso conserva su ser incontaminado: su ternura,
su fraternidad y su canto a la vida. Su sentir galano, aquel poder para
maravillarse por lo nimio y que al final es la semilla que colma la
pradera
Él
nace de dos sangres que resumen muchas otras sangres opuestas y
enemigas, pero que él al final conjunciona, aunque arda y explote en él
mismo; emergiendo de entre dos bandos irreconciliables que él junta en
su epopeya aún inconclusa.
Nace
desde una apropiación violenta de las entrañas del mundo sojuzgado,
donde la madre es negada, empobrecida y vilipendiada. Mientras el otro,
el dominador es desvergonzado, inescrupuloso, encaramado en lo
occidental y cristiano.
De
allí las lacerantes y raigales preguntas que su vida en todo instante
genera y plantea, en las manos, en los brazos y en la frente de todo ser
sensible y consciente. Y he allí cómo desde lo más sufrido se incuba lo
más amado.
6. Con él se abre
y se muestra
José
María Arguedas nace en el siglo XX, pero en sus raíces pugnan los
conquistadores españoles y claman las poblaciones indígenas sometidas.
Enarbolan sus garrotes los gamonales y opresores y sus porras y escudos los vencidos.
En
su ser íntimo se muerden a dentelladas el zorro de arriba y el zorro de
abajo. El cóndor imponente y carroñero y el corequenque heroico y
compasivo.
Perfila
su estrategia el lobo insaciable y busca algún refugio el cordero
decantado por milenios para ser alma extasiada y consecuentemente
sagrada, cuya sensibilidad, su conciencia y visión, extraída de tales
agobios, son luz y diamantes imperecederos.
Donde
José María Arguedas es evidencia, revela y da expresión al mundo de los
vencidos. Es la herida y la llaga que no cierra, sino que con él se
abre y se muestra. Porque es un conjunto de preguntas y de desafíos que
aún no se resuelven ni terminan.
Y
quizá no se resuelvan nunca, porque traspasan la historia para
constituir y situarse en una dimensión ontológica, acerca del ser del
hombre y su destino.
7. Aquí
y ahora
Él
mismo, en su ser y en su persona encarna la pelea encarnizada de esos
adversarios inclementes, el zorro de arriba y el zorro de abajo. Siendo
en el ser íntimo de José María Arguedas que se destrozan a pedazos y a
dentelladas esos dos zorros irreconciliables.
De
allí que él se sume para ser tres los baluartes fundamentales en las
cuales se apoya nuestra identidad, nuestra conciencia histórica y
nuestra capacidad de ser en el mundo; base para la construcción de una
sociedad digna, feliz y orientada por valores.
Aquellos
valores que plasmó en nuestro suelo el incario y que perviven gracias a
la resistencia del mundo andino bajo el acoso de la sociedad
occidental. Esos baluartes son César Vallejo, José Carlos Mariátegui y
José María Arguedas.
Este
último en la conflagración de mundos en pugna de los cuales su vida es
síntesis, nudo y cruce de caminos. Es encuentro tanto de las aguas que
corren hacia delante como de las que van hacia atrás.
Documento
vivo de nuestra identidad en lo que hay de sensible, lúcido y
consciente, rescatando referentes para iluminar el futuro que es la
sociedad de justicia y solidaridad que es nuestra responsabilidad
reconstruir aquí y ahora y para siempre.
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CONVOCATORIA