Danilo Sánchez Lihón
"El sentido más profundo
reside en los cuentos de hadas
que me narraron en mi infancia,
más que en la realidad que -+
la vida me ha enseñado."
Federico Schiller
1. Llama
votiva
La
narración de cuentos no sólo es el don más antiguo del hombre sino, un
arte esencial para nuestra formación como seres humanos, tanto cuando
somos oyentes
asombrados como cuando ensayamos narrar un suceso y organizamos
secuencias y relievamos los significados de un relato.
Así
como alimentarse es una función natural, insoslayable e inherente a la
vida, quizá paralelo a ello y al mismo tiempo que el primer hombre
deglutía
sus alimentos, requería que le contasen hechos, sucesos e historias; o
él narrarlas, acerca de lo que había observado o de lo que le acontecía.
O
que él mismo, con sus sueños y fantasías y su capacidad de transformar
la realidad, lo había perfilado en su alma, inventándolas primero para
sí mismo;
y poco a poco animándose a contárselas a los demás.
Y
tanto ha debido ser así, que es probable que no solo hayamos pasado de
lado por esa hoguera, llama votiva o sementera, sino que es posible que
hayamos
participado atávicamente de sesiones continuas y abundantes en el
relato y narración de cuentos como una práctica ineludible y ancestral.
2. Nacieron
con el mundo
De
este modo nacía esa otra forma de nutrirse o sintonizar con la vida que
es formularse historias, recrear la realidad, imaginar y fabular acerca
de lo
grande y pequeño, de lo lejano y desconocido, como de lo cercano y
entrañable.
¿Para qué? ¿Con qué sentido y propósito? Acaso, ¿por mero deliquio y desvarío? No. No es por nada frívolo, ni ligero ni fútil.
Con
la narración de cuentos estamos entonces acercándonos a un arroyo, a un
río, o ante un inmenso mar que corre o nos llega desde hace miles de
años,
desde que el hombre es digno de llamarse tal.
Estamos
ante un hecho, un bien y un actuar hasta ahora imperecedero; pero, así
como el agua es antigua y cada día es nueva, igualmente la narración de
cuentos cada día se renueva y vuelve a nacer.
Y
lo hace cada vez con la misma lozanía, inocencia y frescor con que
nació el primer día en que el hombre se hizo presente sobre la faz de la
tierra, porque
los cuentos nacieron con el mundo y se hicieron explícitos con la vida.
3. Más que
la realidad
Por
eso, no hay pueblo que no tenga cuentos, relatos y leyendas, así como
tampoco hay hombres que no tengan o carezcan de historias. O aquellas
que les
hayan sucedido o aquellas que las haya imaginado.
Ahora
bien, ¿por qué el hombre necesita de estas representaciones para seguir
viviendo? La respuesta es sencilla: porque hay muchos dilemas,
angustias
y preguntas que nos atenazan.
Cuestiones
que no son menudas o superficiales sino problemas profundos, hondos y
abismales; algunos de vida o muerte, situación en la cual las historias
fantásticas, la narrativa popular, los cuentos universales sirven de
asidero y dan respuesta a esas inquietudes esenciales del hombre.
Por eso Federico Schiller tenía razón cuando hablando de sí mismo decía que:
"El
sentido más profundo reside en los cuentos de hadas que me narraron en
mi infancia, más que en la realidad que la vida me ha enseñado".
4. Por herencia
biológica
En
uno de los cuentos de "Las mil y una noches" que Jorge Luis Borges
tradujo y cuyo título específico es "Los dos que soñaron" -cuento en
donde se superponen
los sueños de dos personas y luego se alían sueños y realidades, hay
allí una frase que bien definiría al narrador de cuentos, en donde se
dice:
"Has ido errando de ciudad en ciudad bajo la sola fe de tus sueños".
En
el fondo, narrar cuentos es ese ir de uno a otro lado con la fe de
nuestros sueños; oficio éste aparentemente olvidado pero que todos
tenemos impreso
con huellas indelebles en el fondo de nuestra alma.
Porque
por herencia biológica hemos sido narradores de cuentos alguna vez, y
también degustadores refinados de la palabra y la frase henchida de
belleza;
porque así era desde antes el vínculo que nos unía más estrechamente a
los hombres.
Fenómeno
cultural de los pueblos que ha dado precisamente lugar a acuñar el
término cuento, con lo que se refiere en un principio a llevar la
cuenta.
5. Etimología
latina
Es
decir, alude al encadenamiento, a la sucesión y a la herencia de
narraciones que se iban dando, y lo cual da paso a la formación de la
identidad de
los pueblos. Y es porque en las reuniones en las cuales se recreaban o
volvían a presentar, se "contaban" los relatos que se hacían, es decir
tenían una secuencia.
Y
había un orden numérico que ocupaban dentro de ella, mención que se ha
impuesto a los vocablos con que se los denominaba antes, como son:
fábula, parábola,
relato, ficción, apólogo, leyenda, narración, historia.
Ahora
se ha impuesto un término numérico y hasta matemático como es el de
cuento, y que alude al conjunto y al legado, como si se tratara de un
patrimonio
inalienable.
Pero
"cuento" tiene también relación con la etimología latina "computar",
que es la misma raíz de computación. Con lo cual se asocian dos
elementos y dimensiones
aparentemente contrapuestas.
Esto
es: el relato considerado como una composición maravillosa y
fantástica, de otro lado computación que nos vincula a técnica, a
mecánica, a electrónica.
6. La gracia
de la palabra
Sin
embargo, en el fondo hay una profunda correspondencia entre esos dos
significados: Porque a todo el que narre le será necesario, además del
dominio
que supone conocer profundamente al hombre, a su cultura y a su medio, y
haber acumulado una gran experiencia, ser además de poseedores de la
gracia de la palabra, a todos se les hará indispensable manejar
recursos, técnicas y estrategias para una adecuada
narración, asimilando esa relación de la etimología que nos vincula a
lo que es "computar".
Sea
el narrador de cuentos el trovador trashumante, el demiurgo redivivo,
el que personaliza la tradición, la herencia cultural y el ancestro de
su raza;
o sea el mismo líder de la comunidad quien asume ser el transmisor, el
relator, el que tiene la memoria del grupo que representa, y a través de
los cuentos convoca, organiza y orienta…
O
sea, el payador que con la guitarra y su forma se filosofar nos narra
sucesos y remata en proverbios; o sea acaso el "hablador" como llaman al
narrador
de cuentos en la región amazónica de mi país, ese hombre investido de
prestigio, de honra y de poder; todos ellos quienes asuman ese rol, ese
atributo y ese don, el de transmitir sabiduría a través de los cuentos,
requieren de técnicas, recursos y prácticas
para cada vez hacerlo mejor.
7. Como
lo hizo Cristo
Ahora
bien, ¿no es una maravilla que el niño tenga tanta predilección por los
cuentos? ¿No causa asombro y admiración esta inclinación que nos hace
pensar
que con ello el ser humano trae una marcha sublime, de naturaleza
divina o sagrada? O por lo menos supone estar flechados por todo lo que
es incógnito, misterioso y el enigma de la vida y de nuestros destinos.
Porque
los cuentos son puro incógnita y espíritu, no hay nada allí que sea
material, y casi siempre es misterio puro, son arcanos e infinitos
presentes
en el aire. Y el niño es su principal oyente, espectador; alma y
conciencia abiertas y asombradas a estar atentos a sus resonancias,
símbolos, pendones y banderas en el alba.
Así
como sorprende la fascinación por el lenguaje y la palabra que son
igualmente puro aliento, aire vivo, pájaros y presencias aladas. ¿No es
acaso un
prodigio que los niños sientan esa fuerza? Y finalmente, ¿sea todo ello
lo que los haga dejar sus asientos, los arrebate y terminen dejando
todo por esa fuente de sabiduría? ¿No es una maravilla que ellos tengan
esa predilección?
Tanto
que nos hace pensar en realidad, acerca de: ¿quiénes somos? ¿Qué
traemos como designio? Somos hijos de dioses y hemos venido a fundar
reinos verdaderos.
Y un sendero para ello son los cuentos, como lo hizo Cristo con sus
parábolas, a través de las cuales no dio certeza y testimonio de un
reino verdadero.
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CONVOCATORIA