Danilo Sánchez Lihón
1. Ingenio
y creatividad
El
oro abundó siempre en el antiguo Perú, pero la mayor riqueza de los
incas y de sus predecesores no fue el dorado metal. Fue su concepción
del mundo y la vida. Sus principios
morales y de organización. Como en el arte su extraordinaria capacidad
para transformar materiales humildes en verdaderas joyas y obras de
arte. Dos muestras las tenemos en los mates burilados y en las Tablas de
Sarhua.
El
mate burilado es, entre nosotros, una expresión artística popular más
antigua que la cerámica, que emplea como materia prima la calabaza que
se cultiva en la costa y climas
cálidos de algunas partes de sierra y selva, y que es un fruto redondo
cuya corteza es más o menos blanda.
Sobre
ella, con un pequeño instrumento puntiagudo y cortante llamado buril,
es posible grabar escenas, figuras, paisajes y motivos decorativos en
base al ingenio y creatividad
de los artistas.
En
los mates burilados están plasmados la vida, el amor, el trabajo, el
goce espiritual y el sentimiento de los hombres y mujeres de los andes
de nuestro Perú ancestral.
2. Retrato
del mundo
Sobre
esta corteza se narra gráficamente pasajes de la vida cotidiana, sean
la faena del campo, como son la trilla con sus fiestas o el pastoreo;
sean las danzas, el amor
a la tierra y al trabajo; sean también bautizos y matrimonios; sean los
carnavales, la alegría de las corridas de toros o las procesiones de
Semana Santa.
Su temática es pues muy vanada y siempre está ligada a las vivencias del artista del buril vividas en su comunidad.
La
técnica de confección del mate burilado comprende algunas fases o
etapas básicas; como son: el lavado y pulido del mate, haciendo que la
superficie de la calabaza quede
tersa para que el buril corra libremente.
Una
segunda etapa es el burilado mismo, en donde los artistas hacen uso de
su imaginación y de su pericia para recrear la vida más genuina y
estamparla directamente en sus
obras.
La
etapa siguiente es el quemado, mediante el cual se han de lograr los
contrastes de color que adquieren las figuras, hecho que se consigue
utilizando un listón de eucalipto
encendido, el mismo que es aplicado sobre las áreas deseadas.
3. Inventario
moral
En
lo que corresponde a los mates burilados, otro aspecto muy importante
es el calado, que consiste en limpiar los vacíos que han quedado entre
uno y otro personaje y que
sirven de fondo a las imágenes, permitiendo así una mejor definición de
los contrastes y los elementos de toda la obra.
El
resultado final es una obra de arte original y de trazos personales que
evoca, exalta y sugiere, que constituye el inventario moral de la vida
rural y urbana de un pueblo
o de cada región del Perú.
El
burilado de mates se desarrolló inicialmente en la región norte del
país, estableciéndose luego y más en la sierra central del país,
especialmente en Ayacucho, Huancayo
y Huancavelica.
Uno
de los más virtuosos buriladores ayacuchanos fue don Mariano Flores,
quien trasladó su arte a Cochas, pueblo cercano a Huancayo, donde se
formaron generaciones de buriladores
de renombre, sobresaliendo las familias Flores, Medina, Dorregaray,
Aquino y Seguil.
4. Las Tablas
de Sarhua
Trasladándonos
a otro espacio y a otra manifestación artística, encontramos que en el
vallecito de Sarhua, pueblo ubicado en la provincia Víctor Fajardo del
departamento de
Ayacucho, se viene practicando desde tiempos inmemoriales otra rica
tradición artística y artesanal.
Ella
consiste, además de la fabricación de tejidos multicolores, de bastones
de madera burilados y del cultivo de la música popular andina, el de
las afamadas Tablas de Sarhua.
En
donde se revela, a través de toda esta creación, las actividades
cotidianas del campo, las fiestas, las costumbres, el alma del pueblo,
así como las labores de sus artistas
populares.
Siendo
Sarhua un pueblo que siempre vive de fiesta, pues la música y la poesía
reina en las chacras, en el pastoreo y en las casas de los pobladores;
como el aprendizaje de
cualquier tarea artesanal que se hace de una manera espontánea, natural
y festiva.
5. Seres
queridos
Donde
los niños ven a sus mayores dedicarse a estas labores y colaboran de
alguna manera en sus faenas, naciendo en ellos el entusiasmo por el
trabajo tradicional de las diversas
manifestaciones artísticas, y entre ellas el de las Tablas de Sarhua.
Que
no son sino la representación de las vivencias mismas de la comunidad,
de sus leyendas, mitos y cuentos populares; como la manifestación de sus
propios anhelos, y en donde
plasman también su memoria de los hechos, y hasta su propia genealogía
familiar.
En
ellas perennizan los rostros de sus seres queridos como de sus
familiares más antiguos y los personajes actuales de su comunidad,
principalmente de la persona que va a
ser obsequiada con la tabla.
La
madera es el elemento principal en la confección de las Tablas de
Sarhua, pudiendo ser ésta de eucalipto, de aliso, o de cedro; o de
cualquier otra madera silvestre y de
la región.
Su forma por lo general es rectangular, siendo las medidas tradicionales de 2.50 metros de largo y 30 centímetros de ancho.
6. Ambiente
festivo
Una
vez que se ha definido el tamaño se procede a trabajar con maestría,
embadurnando primero la superficie frontal de la tabla con una especie
de yeso o tierra blanca cocinada
como mazamorra y dejándola secar durante tres días, para posteriormente
iniciar el trazado de los dibujos con tintas y pinceles.
Los
tintes que se emplean son tierras de colores naturales con tonalidades
de color café claro, café oscuro, amarillo, negro, plomo, verde; y que
se mezclan con un elemento
propio de la región que permite fijar la pintura sobre la superficie en
la cual se ha perfilado.
Actualmente también se usan anilinas multicolores y pinceles hechos de palitos de retama o plumas de ave.
Estas
artísticas tablas pintadas sirven como obsequio de los compadres a las
familias que techan sus casas recién construidas, y su entrega se hace
en medio de un
ambiente festivo.
7. La vida
misma
La
entrega de las Tablas de Sarhua de los oferentes a los obsequiados, son
ceremonias animadas por conjuntos musicales del lugar en donde abunda
la rica chicha y los buenos
potajes.
Así:
la patasca, el cuy, el chicharrón. Donde no faltan la humita ni el
tamal. Tampoco faltan la papa, la oca y las habas verdes, así como los
reventones de cohetes y las
infalibles melodías musicales acompañados por el waqrapuko, la
guitarra, la tinya; el arpa y el violín.
La
entrega de las Tablas de Sarhua es pues una ceremonia de retribución
andina tradicional, en la que se celebra la terminación de una
importante faena, por ejemplo, el techado
de una casa, en donde las tablas describen los pasajes más
sobresalientes de ese clan.
En
el pueblo de Sarhua no puede haber casa nueva sin tabla de Sarhua y no
hay mejor ocasión que la de esta ceremonia para la reafirmación de los
lazos de amistad, de unión
y solidaridad entre las familias.
Siendo así, creemos que no hay arte más auténtico que aquel que se liga a los aconteceres de
la vida misma.
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CONVOCATORIA