Imagen: J. Aless
guió la temblorosa escritura de mis primeros versos, y de
todo lo demás.
La pampa
Húmeda era la pampa como un sueño de garza
y los relinchos eran sonajas verdes sobre su tibia piel,
y mis pies y los cascos y los grillos
una suerte de danza con la lluvia y las primeras sombras.
La laguna
Los niños,
los patos
y las vacas
llegaban con el sol.
Al final de la tarde
-hora que se marchaban los pastores-
la laguna era triste
como una herida grave
o como el ojo
de un monstruo hecho de pasto
que lloraba.
Cerro Huarana
Niño de barro y piedra sobre la inmensa pampa,
cachorro de los mansos gigantes que murieron
¿con quién juegas ahora?
¿quién te defiende?
¿quién te presta una madre en tanta soledad?
Otra vez la pampa
Gallinazo verde
con tus alas al sol,
como en mis sueños.
Paloma intensa
compartiendo los últimos trigos
de mi pequeña mano.
Los caballos del retorno
Los caballos del retorno
despiertos,
oscuros,
intranquilos,
golpean la pared,
y no saben
que el último aguacero ya no cayó en la pampa,
fue en la ciudad de arena
borrando toda huella.