4. Santiago de Chuco. Memoria y esperanza
WALTER VÁSQUEZ VEJARANO
5. Convocatoria al
19 Capulí, Vallejo y su Tierra.
CONDUCCIÓN GENERAL
MANUEL RUIZ PAREDES
Centro Cultural
Universidad Alas Peruana.
Av. Cuba 301. Jesús María
*****
VIAJE LEGENDARIO
POR EL OCÉANO PACÍFICO
1.
Por
informaciones dadas por quipucamayocs y ancianos descendientes de los
incas, se sabe que el emperador Túpac Inca Yupanqui, hijo y sucesor de
Pachacútec, en su afán aventurero y marino, se había lanzado con una
gran flotilla hacia la conquista del océano. Aproximadamente durante dos
años no se supo nada de él. Al parecer había llegado en su travesía
temeraria por aquellos mares desconocidos a lugares tan lejanos como la
Polinesia, Melanesia Micronesia, Malasia, Java.
Un
estudioso de los antiguos pueblos de América, el noruego Thor
Heyerdahl, en 1947, se propuso probar la tesis de la posible migración
de grupos humanos del antiguo Perú hacia la Polinesia. Hacía diez años
atrás que había escuchado junto a la luz de una hoguera, algunas
leyendas e historias narradas por un anciano nativo de una pequeña isla
del Pacífico Sur, que hablaban de Tiki, jefe y dios antepasado de
aquellas islas.
Decían
también que antes habían habitado un gran país, lejos, detrás del mar.
Escuchando las voces del mar que parecían provenir de tiempos remotos,
Heyerdahl se sintió por primera vez tentado a descifrar los misterios
del pasado. Investigó con gran afán la cultura, la mitología y el
lenguaje del antiguo Perú, encontrando la leyenda incaica del Rey Sol
Wiracocha, cuyo nombre original había sido Kon-Tiki.
2.
Cinco
barbudos nórdicos lo acompañaron en su expedición, para lo que se
construyó una balsa que era una réplica de las viejas embarcaciones
indias. Estaba hecha de nueve troncos unidos por lianas. La embarcación
partió del puerto del Callao el 28 de abril de 1947, llevando sólo lo
necesario para la supervivencia de sus seis tripulantes.
Durante
toda la travesía se alimentaron de peces, aunque muchas veces ni
siquiera tuvieron necesidad de pescar, pues peces voladores llegaban
basta la balsa. También se alimentaban de las aves que se posaban
tranquilamente en la barda. Algunas veces se cruzaron con ballenas que
de un coletazo amenazaban con hacerlos naufragar. Se toparon con
tiburones, pero con maestría y sangre fría lograban dominarlos,
pescarlos e incorporarlos como parte de su alimentación.
Habían
transcurrido ya más de cien días cuando repentinamente la balsa encalló
en los arrecifes de coral de Raroia. La balsa quedó inclinada durante
varios días soportando el constante azote de las olas marinas, pero los
tripulantes fueron recibidos con gran alborozo por los habitantes de la
isla. Fueron obsequiados con música, frutas jugosas y alimentos frescos,
collares y coronas de flores multicolores. Así culminaría la expedición
de Thor Heyerdahl y su grupo hacia la Polinesia.
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
*****
25 DE JUNIO
DÍA
DE LA GENTE
DE MAR
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
SU LANZA
Y
SU NAVE
Danilo Sánchez Lihón
1. Una señal
en el horizonte
Chucuito,
decidido levantó velas hacia el océano en busca de aquellos esperpentos
y endriagos que asolaban las costas del Callao, y a fin de someterlos a
un orden que permitiera vivir en la costa sin riesgos ni sobresaltos.
Challa
también partió, pero en dirección opuesta, hacia las montañas
encumbradas, a buscar refugio a su orgullo herido, obcecada de despecho y
desengaño, y con ella también se fue la gente que antes poblaba estos
parajes.
Aunque
cuando ascendía no pudo resistir la emoción de voltear y ver aquella
barca que se alejaba y un sentimiento desgarrador de tristeza y
desolación embargó su alma.
Y
pensó que no volvería a ver nunca más a quien hasta entonces había sido
su fiel compañero, su esposo y su amante. Pero, dejó de observar y
siguió su camino.
Tiempo
después Challa asistió a muchas fiestas. Trató de encontrar
distracciones y hasta se envolvió en lances de amor, atenta a los
requiebros de otros dioses y huacas que la asediaban.
2. Alaridos
ululantes
Pronto
descubrió que el único ser a quien amaba era a su esposo. Que nadie
podía remplazarlo en su corazón. Que no había otro ser como él sobre la
faz de la tierra. Y desde el farallón donde vivía miraba el lejano mar
esperando una señal en el horizonte que le avisara de su regreso.
Él,
en cambio, navegó por el mar proceloso e inacabable, hasta poder ubicar
dónde se guarecían las olas furiosas, las pérfidas borrascas y los
maremotos alevosos.
Todos ellos se habían coludido con artimañas y retirado a fin de tenderle una feroz celada.
El
combate con ellos fue en alta mar. Las olas fueron indomables. Sacudían
su bajel intentando romperlo. Lo arrojaron fuera de él varias veces y
lo ahogaban con sus azotes.
– ¡Te haremos añicos! –Vociferaban con gritos y alaridos ululantes.
– ¡Los hundiré en sus propias lavas y espumas! –Respondía él a los ogros y engendros que se revolvían en la marejada.
3. Salió
ileso
Desataron en contra suya un furor implacable, sobre todo queriendo destrozar su nave.
Pero ella estaba sellada con junturas de plata, y no pudieron destruirla.
Siempre
flotaba. Sujeto de manos y pies a sus travesaños él les asestaba dardos
punzantes, flechas ululantes, hundía su lanza y daba porrazos certeros a
los espantajos que salían a enfrentársele.
Poco a poco fueron menos sus enemigos, a quienes los sepultaba en los abismos, dejando un mar completamente en calma.
Fue ardua la jornada y pudo morir en el intento. Pero salió ileso, pudo salvarse y sobrevivió en este combate.
Porque
a todos sometió, la mayoría atravesándolos con su lanza. A todos hirió
con sus dardos. Y finalmente pudo hacerlos desaparecer en lo más
profundo de los abismos submarinos, esfumándose de la superficie de las
olas.
4. Guardián
de estas orillas
En
ese afán habían pasado diez años. Cuando Chucuito inició su retorno,
maltrecho por las heridas y los golpes que había recibido, su amor hacia
Challa se había acrecentado. Navegaba veloz y esperanzado otra vez en
tocar su tierra y encontrar a su familia.
Llegó
al litoral desde donde partiera, pero no encontró ni a su esposa, ni a
su hija, ni quedaba ningún vestigio de vidas. Su desesperación fue
inmensa de no poder verlas. Ciertamente, ellas habían huido dejando abandonado este paraje cuyas construcciones de piedra habían desaparecido.
¿Dónde
buscarlas? ¿Tendría esto sentido? Ahí fue que pidió a los dioses que lo
ayuden en convertirse en guardián de estas orillas, diciéndole a Ticsi
Wiracocha, el padre supremo:
–
Lo que hay que evitar ahora es que otra vez regresen las marejadas, y
con ellas el peligro de que reaparezcan otra vez los seres infernales
que la secundan. He cumplido mi misión. Ya no tengo familia. Conságrame
como baluarte de estas costas.
5. Su lanza
y su nave
Dijo
aquello y acomodó su lanza hacia un lado. Y dios Wiracocha le consintió
el deseo que pedía, de ser erigido como el guardián de estos lares.
Y
presto, dentro de su nave se convirtió en piedra, como su embarcación
se trocó en moles inhiestas, a fin de cuidar y defender este litoral,
como custodios valerosos.
Challa divisó desde lejos su nave detenida cerca de la bahía. Y su corazón se exaltó de júbilo y regocijo:
– ¡Vive! –Exclamó–. ¡Vive! ¡Y ha regresado victorioso! ¡Mi amado ha regresado triunfante! –Abrazó a su hija y le dijo:
–
Tú espérame hasta que yo retorne a buscarte. Mantente entre las nieves.
Si no regreso pide auxilio a alguno de los dioses. Yo voy ahora en
busca de tu padre amado.
Y
corrió a toda prisa. Pero ya era tarde. ¡Él se había convertido en una
isla erizada, junto a otra pequeña, que es su lanza y su nave que lo
acompañan!
6. Y lloró
tanto
Ella,
al verlo en su nuevo estado, desesperada y gimiendo se extendió cuanto
pudo en la orilla, en un esfuerzo supremo por abrazarlo, o siquiera por
tocarle al menos un pliegue de su piel con su mano, diciéndole:
– ¡A ti voy! Hacia ti tiendo mi brazo suplicante. ¡A ti me allego, amor mío!
Que
es lo que ahora se escucha susurrar al viento en los acantilados de
Chucuito, y en las jarcias de todo navío que aquí llega o que de aquí
parte o se adormila al vaivén de las olas. Y fue estirando su brazo
cuanto pudo para alcanzarlo. Y no le fue posible siquiera rozarlo.
Entonces les pidió a los dioses volverse ensenada, o una punta para
estar al menos estirada cerca de su amado. Y allí está, eternizada en la
actitud de tender su mano, su brazo y su pecho hacia él, como la tierra
en esa parte lo ha perpetuado.
Y
lloró tanto que es el único lugar del litoral que a lo largo de todo su
margen tiene millares de cantos rodados y humedecidos de llanto, de
queja y de sollozos. Son las lágrimas de Challa las piedras redondas y
cantos rodados que hay a lo largo del litoral del Callao.
Lloró y clamó tanto que su hija pudo oírla. Y bajó a consolarla.
7. Canto
de amor
Encontró
tan hermosos estos lugares, en donde ella había nacido y vivido junto
con sus padres, que la embelesaron. Le gustaron tanto que se quedó a
vivir aquí, volviendo a poblar estos paisajes.
Y
de esa descendencia se formaron varios señoríos. Y luego el reino de
Maranga, hija de Challa, la diosa arrepentida. Y de Chucuito, el dios
valeroso.
Él
ha quedado para siempre como el protector que nos defiende de las
marejadas, borrascas y maremotos, que antes asolaban estos dominios.
Ella ha dejado como ofrenda sus lágrimas petrificadas en las playas del
Callao.
Por
eso, el golfo con su punta, las orillas y las dos islas de enfrente,
constituyen el himno del adiós y del retorno de todo viajero que de aquí
se ausenta. Y hacia aquí siempre vuelve.
Y
el hondo canto de amor inextinguible que significa la tierra, el aire
impalpable de su cielo, el fuego que late en los corazones y hogares de
su gente y el mar finalmente apacible, que extiende suavemente sus olas
en el Callao que es entrada y salida hacia el mar océano, y a la
trascendencia.
*****
Los textos anteriores pueden ser
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Editorial Papel de Viento: papeldevientoeditores@hotmail.com
Editorial Bruño, Perú: ventas@brunoeditorial.com.pe
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor: edicionesaltazo@yahoo.es
*****
DIRECCIÓN EN FACEBOOK
HACER CLIC AQUÍ:
*****
Teléfonos Capulí:
393-5196 / 99773-9575
capulivallejoysutierra@gmail.com
Si no desea seguir recibiendo estos envíos
le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.