Danilo Sánchez Lihón
1. Integrar
saberes
En relación a los métodos para el dominio de la
alfabetización podemos concluir que se puedan ordenar en tres modelos
distintos:
Los silábicos o llamados también sintéticos, porque la
operación mental a la cual más recurren es la síntesis. Los globales,
ideovisuales, naturales o analíticos, porque apelan más a operaciones de
identificar cuáles son las partes del todo; y por último los interactivos en
donde texto y lector transan y negocian.
Esto nos introduce en realidad en el problema de la
percepción, respecto a la cual hay puntos de vista contrapuestos entre quienes
afirman que los niños reconocen con más facilidad el todo que las partes y
otros que sostienen precisamente lo contrario.
De acuerdo a esta nomenclatura hay variedad de posturas,
modelos, métodos o postulados acerca de cómo iniciar a un niño en el proceso
del dominio lector, pudiendo sintetizar esta gran diversidad de enfoques, y a
veces posturas irreconciliables, en tres modelos: los ascendentes, descendentes
e interactivos.
2. Es importante
el texto oral
Entre estos distintos puntos de vista existe una gama
muy amplia de enfoques con variantes en uno y otro sentido, por lo que se
podría concluir que la actitud más amplia es de quienes se ubican en una
posición abierta y utilizan aportes y elementos de unas y otras metodologías.
En estos tiempos en que en muchos campos se integran
disciplinas para mejor comprender y explicar un fenómeno de la realidad, en el
campo de la lectura en vez de cegarnos y querer explicarlo todo desde un ángulo
unilateral más bien hay que integrar saberes, reconociendo que el proceso de la
lectura está inmerso en un contexto sociocultural, socio-histórico y
sociopolítico sobre el cual actúa como también recibe su influencia.
Sin embargo, la lectura no debiera desestimar otros
aportes valiosos de otras ciencias y artes, como es el que ofrece la literatura
que no solamente es texto escrito sino también en ella es importante el texto
oral y principalmente el contexto humano puesto que la belleza, el encanto y el
significado, fundamentalmente, están en el mundo y en la realidad social.
3. Hombres
capaces
Para propiciar todo ello hemos de crear un ambiente
que motive y estimule a la lectura en el hogar, y en el vecindario y en la
ciudad; así como en el contexto de una nación.
Esto último mediante campañas, jornadas de
sensibilización, toma de conciencia sobre aspectos básicos; eventos que cuenten
con la participación variada y plural de profesionales de distintas áreas, y en
la participación ciudadana de distintos actores sociales.
Ellos deben recoger en su planeamiento la
complejidad de las interacciones que se
tejen en la lectura, y que son microsociales unas como también macrosociales
otras.
Para trazar bien y a cabalidad actividades en el campo
de la lectura hay que tomar en cuenta la realidad sociocultural del niño, sus
necesidades, intereses, problemas, posibilidades y el conjunto de
significaciones familiares y comunitarias que entran en juego en este se4nsible
y delicado campo del desarrollo personal como también comunitario y social.
4. Sonido,
compás y ritmo
Un docente no podrá desarrollar adecuadamente un
aprendizaje de la lectoescritura si es que no conoce suficientemente el nivel
de desarrollo del dominio del lenguaje oral, en su correcta dimensión
fonológica, por parte del niño. Condición básica para iniciar este aprendizaje
es entonces percatarse hasta qué punto y con qué características el niño
pronuncia las palabras y construye las oraciones en su lenguaje verbal
espontáneo y natural.
Y cada niño a este respecto tiene características
propias y un grado distinto a sus compañeros que el docente debe tener en
cuenta en todo momento de su acompañamiento al niño en el dominio de este
aprendizaje.
Ahora bien: ¿cómo lo ha de conocer, detectar y a la
vez situar? Lógicamente desarrollando experiencias en las cuales los niños se
expresen y utilicen su propio lenguaje oral.
La conversación, el diálogo, la libre expresión,
tienen que ser estimulados en el aula de clases como base de sustentación para
orientarnos en las características del lenguaje oral del niño. Reconociendo en
él niño tierno una lengua materna bella, cálida, con grato sonido, compás y
ritmo sobre cuya base ha de acoplarse la enseñanza del signo gráfico del código
de la lengua escrita.
5. El importante
rol del maestro
A todo ello hay que agregar el rol de la escuela como
organización y el factor más importante dentro de ella que es y será siempre el
maestro respecto a lo cual se podría aplicar este pensamiento de Thiago Di
Melo:
“Es el agua
quien da a la
planta
el milagro de la flor”
Debemos medir la autenticidad de un maestro en la
medida en que se proponga y logre hacer a un niño un lector espontáneo, gozoso
y rico en otorgar significados a las sugerencias que devienen y se derivan de
la escritura.
¿Cómo ello ha de lograrlo? Siendo un profesor que se
interese por las lecturas personales, autónomas y libres de sus alumnos.
Y establezca una amistad profunda con los niños en
relación a libros y a lectura y sea todo ello una suerte de búsqueda apasionada
del destino que le corresponde realizar a ese niño o a esos niños sobre la faz
de la tierra.
6. Leer es
un acto de amor
Esto es lo que todo maestro verdadero debe imponerse
alcanzar, interesándose en hacer niños lectores, que asuman esta función como
una forma de ser en el mundo, que estén constantemente confrontados con
lecturas que los iluminen y los hagan crecer.
Pero es también en los padres de familia en quienes
reside gran parte del problema, y en donde ha de depositarse la mayor de las
expectativas para apoyar este proceso, ya que es el hogar la clave en la
formación de niños lectores.
Ya que los maestros muchas veces se ven limitados en
ser solamente quienes enseñan "la técnica de cómo leer" sin tener
tiempo para las acciones posteriores ni anterior de formar al niño como lector
asiduo y permanente.
Al niño hay que interesarlo por la lectura e
inculcarle que la práctica constante de la lectura es importante y fundamental
para la vida, que ahora todo en el mundo pasa por ese canal. Reconociendo que
leer es en el fondo el más hondo y sublime acto de amor.
7. Ser
libres
De ese modo seremos capaces de tener el coraje de
mirar nuestra propia realidad y enfrentarla con entusiasmo transformador. De
esta manera tendremos nuestra propia manera de sentir y de pensar, de ser
seguros, confiados y legítimos. Y esto será importante para hacerle frente a lo
que nos salvará de la maquinaria montada en función del consumo.
De la maquinación en la cual está montado ahora el
sistema imperante que trata de enajenarnos para ser compradores compulsivos.
Es el “homus cliente”, lo que los centros de poder han
diseñado que seamos y no solo de cosas sino también de conceptos y actitudes,
aparato donde se parapetan quienes se han reservado el derecho de ser los ricos
de siempre y que nosotros seamos los pobres eternos.
En el terreno de la lectura entonces es donde se
decide nuestra capacidad de ser libres y de asumir la historia con verdadera
dignidad. Y hacerla a nuestra manera que será ser libres y con ellos nuestra
consagración y nuestra gloria.
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