sábado, 10 de septiembre de 2016

10 DE SEPTIEMBRE: MISTURA, FERIA GASTRONÓMICA - FOLIOS DE LA UTOPÍA: EN DEFENSA DE NUESTRO CASHALLURTO, PROCLAMA Y BANDO PÚBLICO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


 
 CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2016 AÑO
CONSTRUCCIÓN DE CONCIENCIA
Y CONCRECIÓN DE SOLUCIONES
 
SEPTIEMBRE, MES DE LA PRIMAVERA,
DE LOS DERECHOS CÍVICOS
DE LA MUJER, EL NIÑO Y LA FAMILIA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO

 
SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL

 
*****
 
EL LENGUAJE QUE ENCONTRÉ CUANDO CONOCÍ A VALLEJO

Creo que la inteligencia de Vallejo, también enigmática, también misteriosa como la inteligencia del genio del idioma, ha sabido recoger la voz de los muertos. Parece como si los seres que alguna vez han existido permaneciesen bajo la tierra pidiendo limosna, pidiendo socorro, pidiendo compasión. La compasión de Vallejo es cosa sabida: era mesiánica, era ecuménica, era universal. Todo el mundo ha dicho que Vallejo se compadecía por lodos los hombres vivos, por todos los seres humanos vivos; creo también que se compadecía por todos los seres humanos muertos. Creo que en su lenguaje hay algo dicho en español que no había existido nunca en la lengua española; por ejemplo el uso de los diminutivos. Yo sé y ustedes se han dado cuenta de que los diminutivos que tienen una apariencia casi insignificante en realidad son vocablos casi monosilábicos, tremendamente majestuosos. Siempre parece que están caminando de rodillas, ustedes han visto que los diminutivos también están arrodillados, parece que les sale sangre de las rodillas, parece que nos están pidiendo limosna, que nos están pidiendo piedad, que nos están pidiendo camaradería, que nos están pidiendo fraternidad, que nos están pidiendo amor, incluso que nos están pidiendo pan, talvez ese pan muerto y velado por dos cerillas. En la historia de la poesía en lengua española no existe un sólo poeta que haya tenido la genialidad de usar los diminutivos con la fastuosidad, con la majestad, con la riqueza con la que los usaba César Vallejo.
Sólo hay un instante en la historia del lenguaje poético castellano en donde aparecen los diminutivos casi con la misma propiedad, con la misma majestad que en Vallejo, y no es casual que esa segunda edición del uso de los diminutivos se haya producido entre la gente más pobre y más perseguida de España, entre los gitanos andaluces. En la poesía gitano andaluza de donde salen las coplas que después se cantan con la música flamenca y se acompañan con la guitarra; en esa historia es muy común el uso de diminutivos. Cuando los escritores normales como nosotros tratamos de usar diminutivos generalmente resultamos dulces, blandos; hace falta una genialidad estremecedora para que el diminutivo resulte estremecedor, esto yo no lo he visto más que en la poesía gitano andaluza, la poesía escrita o recordada por muchos gitanos que a veces no saben escribir, escrita o recordada desde el terror, el hambre, la persecución, el miedo, el desprecio; y en la poesía de César Vallejo. Quiero pensar que el diminutivo en Vallejo es una prueba más de que en su utilización del castellano, en su reinversión del castellano hay algo que no había aprendido de los clásicos, por lo que él se convierte en un clásico. Y es algo, quiero pensar, que no pertenece únicamente a la historia del español, que pertenece a un futuro, a una comunidad, a un imperio que una vez fue imperio, que una vez tuvo una voz continental y ya quizás no tiene más voz que la que dio un poeta como Cesar Vallejo; a veces en sus páginas tengo la sensación de estar escuchando el lento llanto, el lento reproche, el lento desconsuelo de los muertos peruanos del siglo XV, del siglo XVI. Este fue el lenguaje que encontré cuando conocí a Vallejo.

FÉLIX GRANDE

España
(Versión magnetofónica)
 
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES:
 
PRESENTACIÓN
DEL LIBRO
 
“NOSTALGIAS”
DE
PEDRO VARGAS ROJAS
 
VIERNES 16
DE SEPTIEMBRE. 8:00 PM.
 
AUDITORIO:
RECEPCIONES MOYOBAMBA
AV. BOLIVIA 896. BREÑA
 
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AULA CAPULÍ
 
SÁBADO 17
DE SEPTIEMBRE. 1:30 PM.
CASA DE AMELIA MELGAR
 
PROGRAMA:
1. EVOCACIÓN DE CORACORA.
2. HOMENAJE A ZULEMA VÁSQUEZ,
A CARGO DE AMELIA MELGAR.
3. PRESENTACIÓN DEL CD.
“DANILO, CANTO DEL ALMA”
VOZ Y GUITARRA: DOLY
PRÍNCPE Y JULIO HUMALA.
4. ALMUERZO DE CONFRATERNIDAD.
 
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10 DE SEPTIEMBRE
 
 
MISTURA,
FERIA
GASTRONÓMICA
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA

 
EN DEFENSA
DE NUESTRO
CASHALLURTO
 
PROCLAMA
Y BANDO
PÚBLICO
 
 

Danilo Sánchez Lihón
 
 
1. ¿Cuál es
el problema?
 
Ahora que continúa abierta la Feria Gastronómica Mistura es ocasión para aclarar las cosas y poner los puntos sobre las íes.
Y digo esto en relación a una afrenta gastronómica que se perpetra en contra de mi tierra, que es Santiago de Chuco, y que hasta ahora pasa desapercibida e impune. Y que es la siguiente:
1. Que a nuestro cashallurto ominosamente se lo ha cambiado de nombre para denominarlo: shambar. ¿Qué es eso?
2. Que el mal llamado shambar aparece ahora como plato trujillano. ¡Y no lo es!
3. ¡No, señores! Lo que llaman shambar su nombre es cashallurto. ¡Y quede claro: que es plato de mi tierra Santiago de Chuco!
4. Que le han puesto el nombre de otro plato de mi pueblo que es el shambar distinto al cashallurto.
5. Que está bien que ahora todos lo coman pero es plato de peones, de la gente de campo, de pómulos morados y mirada franca.
 
2. Entrecerrando
los ojos
 
Ahora bien:
6. Que el cashallurto luego por su fuerza y su poder se hizo un plato del trabajo colectivo y solidario, del trabajo de la minga en el campo, de la siembra, el deshierbe, el aporque y la tirapa.
7. Y entonces, como en esos saltos de las estrellas, pasó de la pobreza a ser potaje de la fiesta comunal.
8. Respetuosamente exponemos que shambar es otra cosa: es una sopa más ligera de trigo apenas chancado, o a medio moler, al cual llamamos cariñosamente shambarito. Y advertimos que shambar a secas decimos cuando estamos enojados o de mal humor, y queremos ser desdeñosos y hasta despreciativos.
9. El vocablo insólito de estos nombres, tanto de cashallurto como de shambar, es fonética en lengua culle, la lengua de los chucos cuyo último poblador que lo hablaba murió en Calipuy el año 1938.
10. Entonces, lo que se llama shambar su nombre es cashallurto, y no es un plato trujillano. Porque, ¿de dónde acá que Trujillo tiene trigo, habas, arvejas y más cereales de que este plato está hecho? Ni tiene el pellejón de chancho que es básico y fundamental, ¡y que cuando lo comemos lo exprimimos entre los dientes entrecerrando los ojos!
 
3. Usted
alguna vez
 
Ahora bien, dirimir estos asuntos de orígenes y pertenencias regionales es importante y fundamental puesto que se trata de nuestra identidad, y la identidad hay que cultivarla, atesorarla y defenderla. Y hemos de luchar por su respeto porque en ella está nuestra alma y el alma de los pueblos.
El shambar nunca existió en Trujillo sino ahora. En cambio el cashallurto, que es lo mismo, se remonta en el tiempo desde que empezaran nuestros sufrimientos, entonces es comida de pobres que ahora nos la enajenan los ricos.
Está bien, siempre les hemos dado de comer, ¡pero que respeten pues! Este es plato originario y proveniente de Santiago de Chuco. Cualquier persona mayor podría dar fe de ello y atestiguarlo, respondiendo a la pregunta:
– ¿Usted alguna vez comió el plato que ahora llaman shambar en Trujillo? –La respuesta la estoy escuchando:
– No. Nunca. Jamás. –¿Entonces pues? ¡Ahí está el problema!
Y tanto no pertenece a Trujillo que allí aparece con un nombre extraño y adulterado. Lo han confundido con otro plato nuestro que es el shambarito, o shambar cuando estamos enojados.
 
4. Resoplidos
y suspiros
 
Pero, ¿cómo apareció en Trujillo nuestro arisco e indomable cashallurto que ahora tratan de atildarlo poniéndole hasta verduras?
En realidad primero llegó a Chiclayo cuando allí lo preparó sin prevenir lo que iba a suceder después, la señora Manuelita Ravelo hija de la señora Dolores. ¿Se acuerdan de ella? Esto ocurrió, sacando nuestra cuenta, por los años sesenta del siglo pasado. Y de allí pasó a Trujillo. Y en Trujillo como había una numerosa comunidad santiaguina añorante de su tierra el plato pegó.
Y allí se quedó no corrigiendo a tiempo el enredo de los nombres, porque quienes lo sorbían y masticaban más abstraídos por la nostalgia recordando los fogones en penumbra de nuestro pueblo, donde daba lo mismo que se llamara cashallurto o shambar si al final los dos nombres son de nuestro pueblo, siendo shambar palabra más breve y acentuada, con ella se quedó.
Y así se fue perpetrando un desaguisado que tiende a perpetuarse. ¡Pero que dijeran que es trujillano todavía a ellos no les cupo ese dolor! Además, como decía es un plato aldeano, campesino y rural. Telúrico como nuestras parvas, chozas y caminos. Difícil de concebir como nuestras cuestas, bajadas y subidas que hay que dar resoplidos y suspiros para comerlo como es nuestra geografía hecha de cumbres y precipicios.
 
5. Aquí está
este alegato
 
Pero mantengamos su nombre verdadero, porque en el lenguaje está nuestra sangre y nuestro espíritu. Está bien que se lo pruebe en Trujillo y se saboree en todos los lugares del mundo, pero sabiendo de dónde procede y cuál es su raíz y qué aires trae en su entraña. Solo de eso se trata ahora.
Porque lo que está mal es que se olvide ahora su cuna siendo esta tan ligada a nuestra suerte y además de un pueblo egregio y legendario como es Santiago de Chuco. ¡Y que se dé por aceptado que es trujillano y se distorsione su nombre! ¡Eso no! ¡No lo vamos a consentir! Y es la piedra que tengo atorada en mi garganta.
Digamos las cosas tal como son y seamos claros y precisos: ¡Al pan pan y al vino vino! El mal llamado shambar su nombre cabal y verdadero es cashallurto y es plato originario y proveniente de Santiago de Chuco. No son honrados quienes lo llaman shambar y dicen que es trujillano, salvo que no sepan y aquí está entonces el alegato para que desde ahora sea imperdonable.
Salvo que quieran hacer igual a lo que se quiso hacer con Tipishca, que primero se alteraron los nombres y después trataron de apropiarse de ese sitio. ¡Y eso es ya perversidad!
 
6. Plato
de bandera
 
–Tampoco señores es de Otuzco ni de Huamachuco, ¡háganme el favor! ¿Cómo se les ocurre? Ahora que se ha hecho el enredo todos quieren pescar a río revuelto ganancia de pescadores. No señores. Es trigo, arvejas y habas santiaguinas.
¿Alguien recuerda alguna vez haber comido cashallurto en Otuzco o en Huamachuco? Nosotros que hemos visitado siempre esos lugares, ¿alguna vez nos sirvieron y probamos allí nuestro imponente cashallurto que ahora llaman shambar? ¡Nunca! Eso nos consta.
El cashallurto es más santiaguino que el chorro de pichi paccha, o que la pileta de la plaza de armas, o que los balcones de antepecho, o que la mirada de la niña de mi infancia que desde lo más escondido de una puerta aún me mira y sus ojos se han quedado empozados ya para siempre en mis ojos.
Y es un plato de pobres. Y es bueno que así conste y se sepa; antes despreciado por las capas sociales envanecidas, y que ahora se ha hecho potaje de ricos, que hasta se sirve en el Club Central de Trujillo ¡y es allí su plato de bandera! ¡Jajailla! Lo comen allí los gringos para lo cual se ha sofisticado, ha perdido su esencia, su autenticidad y su nobleza que nunca dejará de estar entre nosotros.
 
7. Aunque
sea
 
Los trujillanos incluso lo desestimaban cuando venían a Santiago de Chuco y decían que era comida de serranos, ¡a mucho orgullo por si acaso!
Se sirve ahora incluso como menú cuando el cashallurto es una sola comida, que se repite para alguien que no alcanzó a llenarse, aunque más se repite por el gusto, la sabrosura de su sazón y de su aroma persuasivo y penetrante.
Tanto así que después de saborearlo terminamos con la barriga que revienta, por lo rico que ha sido. ¡Ah dioses del olimpo, qué desdichados seríais sino figurara entre la lista de sus comidas celestiales el cashallurto!
Pero retomando lo que decíamos, paradójicamente es comida de pobres que al final son quienes se dan los mejores gustos, porque cuando ya no hay nada qué cocinar en la despensa, ni plata para ir al mercado, se revuelven ollas y tarros en donde guardamos los cereales o los atados, ¡y encontramos trigo endurecido!, por otro lado garbanzos, más allá un puñado de arvejas, ¡y otro por acá de habas! Y entonces todo lo juntamos y se hace una mescolanza. Por eso, entre nosotros una frase piadosa aunque de hondo aliento es:
– ¡Hagamos pues aunque sea un cashallurto!
 
 
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