MATADA
DE
CHANCHO
Danilo Sánchez Lihón
“Bajo el techo de tejas donde muerde
la infatigable altura
y la tórtola corta en tres su trino!
César
Vallejo
1. se lo besa
en los cachetes
Hoy día es que la casa burbujea de contento. Y es que
hemos matado el chancho que hace un año pusimos al engorde.
La cabeza del animal ya sacrificado preside la fiesta.
Es el protagonista de este festejo. Es el héroe y el mentor principal de esta
jornada y acontecimiento.
Luce sonriente, complacido y satisfecho. Ya pelado con
agua hirviente y hasta rasurado con navaja de afeitar.
Alguien le ha colocado hojas de laurel y lechuga en la
cabeza y dos ajíes amarillos en las fosas nasales. Y se le ha amarrado una
corbata al grueso cuello.
Y quien pasa por la mesa lo palmotea. Otra vez lo
acaricia, se lo vuelve a palmotea y hasta se lo besa en los cachetes.
¿Por qué tanta distinción?
2. Ya
ves
Porque a diferencia de los políticos, el chancho pese
a serlo, nos devuelve todo lo comido. Porque en días como este todo del chancho
se aprovecha, hasta su sangre para hacer morcilla.
– ¿Cómo estás, compadre? ¿Contento? –Le dice a la
cabeza del chancho puesta en una bandeja uno de mis tíos ya chistado por las
copas.
Y se lo queda mirando.
– Ya ves, –le regaña–, ¡esto te pasa por cogotudo!
¡Has engordado tanto que ya no te podías parar! Como si fueras congresista,
juez, o gerente de algún organismo del Estado! ¿No te dabas cuenta?
Y se detiene a imputarle:
– Así vamos a hacer con todos los políticos, para que
devuelvan lo robado, y recién cumplan lo mucho que han prometido.
3. ¡Es
solidario!
En eso se acerca una señora que le ha estado oyendo ya
amoscado y le dice, toda fruncida:
– ¡No le inculpe eso al animalito! ¿Él qué le ha
hecho? –Le retruca.
– Es que señora, se me figura a uno de los políticos
de turno.
– Pero este chancho o cualquier otro de nuestros
chiqueros, ¿qué nos han hecho de malo?
– En verdad, nada nos han hecho señora.
– Entonces, ¿qué culpa tiene de que haya tanto sinvergüenza
y mala hierba entre los hombres?
– ¡Nada! ¡Voto a Dios! ¡Pero en algo se parecen!
– Este animalito, ¿qué nos ha robado?
– ¡Nada!
– Este animalito, ¿en qué se aprovecha de los demás?
– ¡En nada! Al contrario, ¡es solidario!
4. La culpa
es nuestra
– Totalmente conforme.
– ¿Y qué vicios tiene? ¡Ninguno! ¿Acaso solo piensa en
enriquecerse a costa de los pobres? ¡No! Al contrario, todo nos lo da,
generosamente.
– Es cierto, mi estimada. Es cierto todo lo que dice. Al
compararlo a los políticos lo he insultado al pobre chancho.
– ¡Claro!
– ¡A ti te pido mil perdones, hermano! ¡Te he
ofendido! Pero algo de relación te encontraba.
– ¡Pero ya no le siga diciendo eso!, porque en
realidad lo ofende.
– Tiene usted toda la razón del mundo, señora. ¡Esa especie
que he mencionado, qué se va a comparar en honestidad al chancho! Tiene usted
toda la razón, señora.
– ¡La culpa es nuestra, señor, por hacerles tanto caso
a esos sujetos!
5. Y
yo
tiemblo
¡Pero, ¡aquí está, es ella, Irene, quien ha llegado!
Es la jovencita más linda, y vecina nuestra; quien ha
venido con su mamá. Cambiadita y preciosa.
– ¡Hola, Irene! –Le digo–. ¡Pasa!
– Gracias. ¡Muchas gracias!
– ¿Cómo estás? ¿Bien?
– ¡Sí, bien!
Pero sus labios vibran ligeramente. Le digo que se
siente, y nos miramos.
– ¿Y, tú no comes, hijo? –Me pregunta mi madre cuando
pasa.
– Ya comí, mamá. –Le miento.
Porque, ¿cómo voy a comer, si ella está aquí, al
frente? Y me mira.
Y ella tiembla y yo tiemblo.
6. Quisiera
confesarte mi
cariño
Mientras, bordonean las guitarras y las voces cantan:
Quisiera
confesarte mi cariño
quisiera
que comprendas mi dolor
no sé
cómo podré explicarte
mi
afecto, mi pasión, mi amor
más
temo el llegar a fracasar.
Tal
vez sea por falta de optimismo
que
me haga rehusar mi confesión
no
puedo soportarlo más
presiento
que me aceptará
y
entonces por mi triunfo cantaré.
Y las notas musicales se desgranan tan bien que hasta
la cabeza del chancho en el azafate, afeitada y límpida, tiene una expresión
donosa, jaranera y de veras satisfecha.
En verdad se parece en algo a los políticos
profesionales y a los dignatarios del Estado.
7. Donde el amor
se estremece
Pero es injusto para el chancho compararlos, puesto
que el puerco es un verdadero héroe del pueblo, magnánimo y altruista. Por eso
se lo ve exultante y lozano, de darnos él ocasión de esta fiesta, con una hoja
de laurel o lechuga que alguien le ha puesto en el hueco de la oreja y dos
ajíes que le salen de las fosas nasales como mostachos.
Sonríe de este sano jolgorio que él ha propiciado. Y
se siente alegre de haberse sacrificado, de ser cariñoso y solidario. Siendo
así, es cierto: ¡qué se va a comparar a los políticos! ¡Cuándo el chancho nos
llena la casa de comida! Pero también de otras presencias y esencias, como es
esta de la sana alegría de la gente que se aprecia y que se quiere. Mientras
los otros nos la quitan.
¡Ah, días, tardes y noches hermosas, en que en
nuestras casas aldeanas coinciden tantas personas con su presencia generosa, en
que se canta y se baila con la ilusión en los ojos! Y, sin que se lo note, como
ocurre al mirarnos con Irene, donde el amor se estremece.
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