NECESARIAS
PALABRAS PARA UN GALLARDO Y ESTREMECIDO GATO
MONTÉS
Carlos Garrido Chalén*
Fransiles Gallardo es un
ebanista de la palabra sentida.
El “maestro carpintero/ en
el absoluto medio en la jungla equinoccial” que descubre “el cedro apropiado
sin herirlo derribarlo” “garlopa entre las manos la escofina / golpe a
golpe el cincel letra tras
letra / tatuar / arabescos palabras
frases / unos versos/ cepillarlos / como zapatos de fiesta o fino mueble/
despacio / barnizar (se) el alma
lentamente antes de usarlo/ mucho
antes”.
Y tal vez también, y por
eso mismo, el que más ansia “un mundo
perfecto único/ maravilloso / un palacio real blancos cisnes jardines
sin fin/ en la querencia un río sin agua un huerto agrietado / una casona en soledad
/ automóviles del año deportivos con
chofer de gorrita y corbatín / en el corral el achacoso lucero / corroído el
apero desvencijada la silla lerdo trajín
/ poder dinero gloria figuración / nada de nada todo por hacer / un príncipe
azul montado en blanco corcel al rescate / solo un traficante de
versos un ingeniero
tan solo / un aprendiz de poeta
constructor de sueños”.
Su poesía es un verdadero
oasis en medio del desierto, a través de la cual encontramos a un hombre cabal,
digno e imperturbable, que se contagia de la ternura de un mundo circundante;
perseverante y que ha aprendido a amar como un gato montés, sin cortapisas.
Que también sabe del
tumulto de las caídas que ennoblecen, respaldadas por un corazón que se
levanta.
Por eso dice: “No me
lamento no por las trompadas/ que de los fracasos recibí / no me aflijo/ por
los rectos a la mandíbula ganchos al
hígado / puntapiés en la espinilla / por más que quise propinarles / atrevido /
no pude devolverle / a los fracasos míos
desencantado río / desilusionado / sin el privilegio del toma que te doy /
diente por ojo / moretón contra moradura / quebrantado / el corazón mi corteza
antigua el alma mía / aún “.
En él, hay una búsqueda
inobjetable por “amar lo no amado sin resquemores / re vivir / lo no vivido /
sin tardos momentos sin omisiones /
dolorosas / estremecidos / re editar / historias inconclusas encantos
afónicos cantos / las playas no soñadas
los amores perdidos / sus mares no invadidos / antes del ocaso a toda prisa después del mediodía / urgentemente / el
puerto y su faro sus riveras minadas /
el fuerte / sus torres infranqueables
las quebradas cercadas / amadas sus colinas armadas / espada en mano / habremos de reconquistar”.
Debe ser porque cuando le
apunta el alba, es un “envejecido gato montés entre las grietas / sobre los
roquedales refugiado entre los peñascales / agazapado espero / tenso el cuerpo encrespado el lomo
/ prestos los oídos atentas las
pupilas / las garras afiladas / excitado aguardo / los zarpazos del puma y sus
cachorros / los garfios letales del gavilán / mortales dentelladas de la
cascabel/ del águila real su pico fatal
/ sin resignación desespero / del oeste al norte afinando sonidos / del sur al
este de arriba / descifrando ruidos de
abajo escaramuzas / palpitante el
corazón vibrante / supremo el instante /
esperando espero”.
El transfondo de la poesía de
Fransiles Gallardo es reflexiva, nueva, coherente, con sangre de rey que se
consagra como un aeda de grandes proyecciones.
Por eso escribe “Nuestras
heridas lamemos / con guatopa de acero las cortaduras cosemos / cuchilladas de la
vida / con hilo de cáñamo restañamos /
cicatrizando calamidades / otra
batalla de vida levantando el puño / desafiantes / re
comenzamos”.
Es en esa contextura que
crece para asirse a si mismo, y para fecundar en terreno fértil sus más grandes
conquistas literarias.
“A pecho abierto impetuosos / apostamos la yugular / en un instante / cargados los dados dos ases arteros / saliendo en un tiro / retadores / poniéndolo todo apostando contra el destino / al azar lo no posible la
vida y su bravura / lo
probable estadísticamente improbable / un estandarte blandiendo un clarín de guerra / fatigado / aún con
acezante aliento / la penúltima batalla comienzo”
Es este nuestro poeta Fransiles
Gallardo que también sabe experimentar en los cielos de la desesperanza: “Sobre
el potro de la desesperanza tengo /
instalado el dolor su tragedia / perder(te) es
doblemente doloroso / mis pies
hablan las manos callan / tironeo /
jirones del cuerpo cabestreo camino solo / dos pasos tambaleo entre charcos de
agonía / me derrumbo / está cercenada el alma mía”
Pero
es bueno que el poeta se entienda alguna vez cercenado por lo que más le duele,
habitado por lo que más cree, porque en ese avatar, en la playa en donde se
arrincona el alma, hay un conocimiento que te obliga a crecer en los nogales
MAGULLADO
COMBATIENTE de la vida
herido mal herido destruido
bien herido
conquistando
una
pérdida en el intento una mueca
el
encierro y sus suplicios
culminada la
contienda sobre los campos
tendidos
charcos de
cariño rasgaduras de piel
andrajos de
ternura
combatiente combatido
también estropeado el corazón
Y como el mismo dice: “Aquí
estamos / de cara a la vida a un costado
de la ausencia / de espaldas a la angustia / con un máuser sin balas un machete sin filo / una bandera descocida /
mostrando el pecho la testa enhiesta / cantando un himno / delante un mechero /
que a ciegas deslumbra / nuestro
indescifrable sino”.
Y también, entre los dedos
se escurre / la arcilla de los años / se
agrieta / el verde verde gris /
se resquebraja / el talante más firme
/ el coraje más bravo / en mis manos y su alzheimer / ave de encanto / tu
trinar reposa”.
Y además “a la sombra de un
naranjo apolillado / desciframos oráculos / auscultamos estrellas profecías
marchitas / cumplimos sentencias sin culparnos de nada / sin tirar los
naipes cerrados los ojos / sin
bastón de ciego ni perro lazarillo / no
hay mañanas de luz eterno adagio /
sin previos ayeres sin puestas de sol
/ sin tu regazo almohada sin paz”.
Fransiles Gallardo es definitivamente,
un poeta de gran inventiva, al que no le es difícil bajar como subir las
crestas indómitas de los mares, los picos nevados, los valles majestuosos.
Y por eso no le es impropio
entrar y salir de las posibilidades de un paisaje natural en la que hasta la
fauna trepita y se hace eco de sus palabras pletóricas de gozo.
Como cuando trata a ese:
arisco toro de las laderas / en la línea del surco agachada la testa / ida y vuelta jalando el
arado manso torete / que no embistes más
/ toro matrero de las quebradas / sometido al yugo tus vigores
reprimidos / no templas el
lazo más / vigoroso becerro de las
terneras castas / jubilado padrillo
de las hondonadas / agachada la
testa no arremetes más / son tus bramidos mugidos tan solo / apagado eco del ternero arisco / sosegada / la moceril
ansia de vestir el becerril cuero /
mudarte / al otrora novillo indomable novillo / de las laderas y los
escarpados”.
Al bravío torillo de los
riscos / fiero de las cañadas rebelde
de los montes / toro curtido que el lazo
moldea / el arado amaestra esculpe la
puya / el cuero y sus ataduras / la raya de los surcos los
pastos amontonados / el barbecho de los campos el trajín de los molinos / las pircas de los
corrales / las cornadas esas
torillo las patadas aquellas /
que nunca más nunca volverás a dar”.
Al: Cóndor real majestuoso vuelo /vestido de
nubes habitante de altas cumbres /
imponente / de los andes los valles el mar / de los escombros barrendero / de la carroña / degustador /
minúsculo colibrí vibrante planeo /
ataviado de arco iris a ras del
floredal / pequeñuelo / del parque los
campos el vergel / de los pistilos
vírgenes fecundador / de los jardines
nuevos / humilde emperador” .
Y también a su burro Medardino: habituado / a los
fardos agobiantes molestos costales /
insufribles cargamentos / sobre el lomo / mataduras sangrantes / las
garrapatas jergas deshilachadas /
mezquinos rastrojos que rumiar /
barrizales en las cuestas en los
riscos pleno el sol / clareando la
ida a luz de luna caminando / regresos con el estrellado azul
/ se acabaron / las pircas los espinos tus joviales ardores / tu trote ligero rebuznos de contento / en jamonada convertido estás hoy / mi buen burro Medardino embutido oloroso / acompañando / este
recién pasadito café”.
En esa constante, mientras
invoca el aire de todas las praderas y también el éter del boscaje, Fransiles
se enfrenta: “a la reseca odre del gato montés / oxidado cofre guardián de silenciadas antaras / ajadas canciones descordadas
guitarras / tembloroso odre / seco arroyo
manantial de cauces sin causas / odre reseco de recuerdos pleno / desandando prisas
persiguiendo rastros / borroneadas pisadas trastos / reseco odre tu memoria de harapos cubierto / remendados
vestigios zurcidos / entre las
telarañas / (re) comenzando desmemoriado
/ volviendo a empezar”.
Mientras: “como envejecido
río, el hombre / habla solo / del
mar sin saber que ya es mar / aferrado río a la vida
envejecido / hablas solo / de
inviernos sin saber que las lluvias pasaron ya / río envejecido río / atado a tu bastón caminante / hablas solo / de estancias sin saber
que son rastros tus huellas /
que no alcanzaste no alcanzarás”.
AQUELLOS
SEMBRÍOS DE TERNURA que a mano partida
cultivamos no están más
marchitaron
las heladas consumieron las sequías
ningún
rastrojo queda ya
invaden
los
remiendos lamentos las telarañas
el troje es
soledad
se
resquebraja
el alma las ganas
y sus contentos
la
ternura y sus ansias a pulmón limpio bucean
entre charcos
y correntadas
buscando
una
reivindicación de vida una estaca
clavada
a medio
río los brazos abrazos
que no
llegarán
Para nuestro poeta
Fransiles Gallardo, “son nuestros los miedos nuestros / corajes que huyen despavoridos / heroísmos espantados / como desbocados caballos se van / son los ratones del barco que hundiéndose está / golondrinas anunciantes del tornado / que
embraveciendo mares se acercan ya / corajes en prisa arrojos en fuga / valentías escondidas /
su huída / se estampa en el piso /
indelebles / señales de su furioso
valor / sobre el aterido pelambre humedad visible / tan solo / visible humedad” y no
nos queda mas que aferrarnos a la
ternura a dos manos / firmemente / a
ti mismo al dolor de todos al dolor nuestro / es decir / a nuestro
ensangrentado corazón”.
Y es que “en nuestra
desvencijada carreta tercamente arrastramos / fúnebre el cortejo de los años que se van / viejo oráculo gato montés / adivino de las lluvias de los tiempos buenos / las sequías / de los
fallidos designios de oropel / vestigio heroico
compañero / los vacíos se ensanchan / la guarida es inmensa en el fogón cenizas y unos leños / la soledad
consume / amores eternos que no
regresarán / a media distancia a
distancia y media / camarada aventurero
fisgoneando
quedito / atizando esos leños / lo que pudo haber sido / y nunca fue”.
Entrando
a discernir los matices de esta obra, me doy cuenta que estoy frente a un poeta
de gran valía; que ameritaría un mayor análisis textual para entrar a su herramientario, pero también al virtuosismo
de un arte que él maneja con maestría y genialidad cuando se propone.
Como
cuando imaginariamente le habla a ese gato montés que es errante pero tiene
guarida, y que retrata en su mirada la voz de los tiempos y también ese idioma
que nadie conocía – ni él mismo – que habita en su poesía como un regalo del
Cielo que se acerca.
ERES EL CAUTIVERIO la siempre cierta
guarida del errante gato montés
amor
hembra mujer amor de siempre
vuelvo
abrumado de
encantos y veranos nuevos
otoños en primavera la bella placidez
sin renuncias
a los leños
humeantes raídas las cobijas
las fríadas
la
soledad de a dos
convence a
mis ganas el dulzor de tu abrigo
el siempre retorno
a no prescindir de la caverna
árida amada
tempestuosa
a no
proscribir a las antiguas cobijas
cómplices
los maderos
de siempre la tibieza de a dos
Celebro
por eso este hermoso libro y a su autor increíble; quien hace hablar a las
piedras, a la flora, a los vientos y a esa fauna que todo, absolutamente todo,
lo engrandece.
SOBRE EL POYO
DE LA VIDA el ocaso
un leño un tizón de dicha para la camada
malherido
gato montés
del humeante
pozo de la fogata inmensa
de la
desolación
un resplandor
para los
cachorros y sus incendios de la llamarada
una brizna
para las
granizadas la ventisca los
infames inviernos
que mañana
volverán
Lo importante de todo, es
que como nuestro poeta escribe: “ el campo entiende sus silencios /
austera la convivencia nuestra /
cañadas llenas de noche luciérnagas /
brisas de nocturnidad / en agosto se
siegan espigas crujen molinos /
oportunas en diciembre las lluvias bendecidas / el verde
florece la vida también / calores a destiempo sequías anuncian / no habrán en mayo ni pastores ni pan / soles con aguaceros se aterra el campo / una cruz más
sobre los cansados lomos los
chacareros / perdices en fuga los
recién nacidos / vientos en primavera
mensajeros no son” y es
importante soñar, porque los sueños son agua clara del puquial / donde en cada
aurora / se retrata el corazón”.
En ese recomienzo se agita
para verse, se empina para tocarse y son sus palabras, fermentadas en el
prodigio de su genio creador, las que definen su existencia creadora, el lujo
con el que lanza su caña de pescador al agua fabulosa del delirio.
Termina siendo ese mismo
gallardo gato montés, que crea y se amotina.
*Carlos Garrido Chalén, Presidente
Ejecutivo Fundador de la Unión
Hispanoamericana de Escritores (UHE). Premio Mundial de Literatura “Andrés Bello” 2009 de
Venezuela
http://carlosgarridochalen.ning.com
Carlos
Garrido Chalén y Fransiles Gallardo en Tumbes- Perú
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