Danilo Sánchez Lihón
Empuña el libro, hambriento:
es un arma.
Estás llamado a ser un dirigente.
Loa al estudio
Bertold Brech
Introducción:
Continuidad y cambio
Los
libros existen en la civilización humana a partir del siglo III antes
de Cristo y nacen casi inmediatamente a la invención de la escritura.
Esta
función de la cultura humana cual es escribir existe apenas hace cinco
mil años, período que es una brizna de tiempo en el decurso de la
presencia del hombre en la faz del planeta tierra.
Pero
veamos a continuación de manera muy sucinta cuál ha sido el proceso de
desarrollo del libro, vinculado todo ello a nuestra historia social y
cultural.
En
primer lugar, tendríamos que decir que eran bienes en manos de las
élites, de un grupo muy reducido de personas privilegiadas por su
educación o fortuna, casi siempre pertenecientes a los grupos de poder.
Y
en su aspecto exterior y en sus características físicas el libro en
cierta forma sigue siendo análogo a como se lo conocía antes y ahora los
conocemos. En realidad, no ha cambiado, lo cual es un signo de su
cabalidad. Sin embargo, lo que han cambiado sustantivamente son los
procesos de su elaboración.
1. Dimensión
social
Antiguamente
y hasta el Siglo XV el libro era fabricado en base a un paciente
esfuerzo de artesanía que, en la parte de elaboración del texto lo
cumplían unos laboriosos artistas manuales denominados copistas.
Y
así como en esta faceta, y en todas aquellas que implican su
confección, lo que ha cambiado radicalmente no es la presentación en sí
del libro como objeto que sigue teniendo la misma estructura y
apariencia, siendo el fenómeno de su producción, distribución y variedad
de uso lo que se ha modificado sustancialmente.
Gregorio
Marañón en ocasión de visitar la Exposición del Milenio del Libro
Español, manifestó que nada da idea de la excelencia del libro, aunque
parezca paradójico, como su inmutabilidad o su incapacidad para no
cambiar o no progresar como lo hacen otros artefactos.
Pero
con la difusión de la imprenta adquiere una dimensión social antes casi
inimaginable, porque en la Edad Media los únicos que frecuentaban la
lectura era la gente de claustro o una minoría ilustrada que se contaba
con los dedos de la mano. Los demás tanto nobles o villanos no sabían ni
siquiera leer.
2. Ha hecho
del hombre
Pero
he aquí el libro, este objeto verbal físicamente sencillo, menudo, tal
vez incluso, en su apariencia, insignificante, y de quien se recela
tanto, sobre todo el poder que se hace espurio e ilegítimo; tenazmente
perseguido, quemado en hogueras en las plazas públicas y, del cual, en
muchas ocasiones se ha entonado su responso fúnebre. Helo aquí forrado
en pasta oscura o levemente clara, más bien pálida, y que no se parece
en nada a los aparatos modernos de comunicación que hacen su aparición
para avasallar al mundo.
He
aquí un producto de la monarquía y de los claustros conventuales ahora
popularizado y en manos de los sectores populares para su definitiva
liberación. He aquí un hallazgo del ocio ahora situado en un puesto de
suma laboriosidad. He aquí un ser callado que se ha vuelto protagonista
de ferias y festivales internacionales y masivos.
Este
pequeño objeto ha hecho posible los avances más extraordinarios de la
civilización humana, como las inmersiones más profundas y raigales en la
sensibilidad y conciencia de nuestro ser. Es por ahora el resorte que
empuja el carro de la historia hacia adelante. Es la palanca de
Arquímedes que ha elevado la civilización a la altura en que se
encuentra, que ha hecho del hombre el portento y la maravilla que es.
3. Desarrollo
y bienestar
Pero
hay un aspecto fundamental y es el relativo a su elaboración editorial,
función compleja y de enorme trascendencia para el desarrollo de un
país.
Tal
importancia se justifica porque los factores que la condicionan y los
poderes que la gobiernan, afectan el contenido y la esencia del libro y
el de la lectura, que es el nivel en el que se fragua, en gran medida,
el ser de la cultura y la sociedad.
Ya
en uno de los primeros libros impresos en Alemania se elogiaba a esta
nueva actividad como la "madre común de todas las ciencias", es decir a
la actividad editorial. Y se tenía razón pues es a partir de la edición
de libros que las inquietudes se renuevan y los hallazgos y
descubrimientos en el campo del conocimiento se revelan.
Razón
por la cual debemos poner más desvelo en confeccionar los libros que se
requieren para nuestro desarrollo y que debiéramos editar cada vez más y
mejor en los más diversos campos y disciplinas del saber humano.
Así
como es importante conocer y dominar las características básicas de la
actividad editorial, fundamental para dotar de estímulo a la edición de
libros que a su vez impulsen nuestra realidad hacia escaños superiores
de desarrollo y bienestar.
4. Quizá
incluso
El
libro ha sido el motivador de sorprendentes y extraordinarios
adelantos, y propulsor dinámico de la modernidad. Sin embargo, en su
índole es hoy exactamente el mismo que cuando apareció en el mundo.
Por
esta razón, por ser imposible cambiarlo o sustituirlo Jorge Luis Borges
lo definía como la máquina perfecta, que se inventó exacta, plena,
cabal y completa.
Permaneciendo
así, tal cual se la concibió en un inicio, de tal modo que él creía que
el libro no era una invención cultural sino fruto de la naturaleza y de
la vida, tal cual es un árbol o el hombre mismo.
Ciertamente,
existen objetos paralelos similares al libro que son presencias muy
modernas y complejas, pero el libro como tal sigue siendo el mismo hace
milenios.
Quizá
incluso en su proceso histórico y en algunos aspectos de su devenir el
libro se ha deteriorado. Ello, si se lo mira en relación a su
sofisticación; habiéndose entonces hecho más simple, ordinario y llano.
5. El arte
gráfico
La
historia del libro es la crónica de un proceso en cuyo desarrollo hay
hitos destacados en los cuales han intervenido personajes célebres como
Johannes Gutenberg, el de los caracteres móviles, hacia el año 1450.
Pero son registros fundamentales a ser tomados en cuenta en este devenir de hechos fundamentales:
Frederick Ivés, a quien debemos el fotograbado.
Otto Mergenthaler, quien inventó la máquina del linotipo que moldeaba líneas enteras de letras con plomo caliente.
Ira
W. Rubel, quien aplicó en 1900 el proceso básico del offset, y con ello
se daba un vuelco de tuerca decisivo en su abaratamiento y masificación
del libro.
Kris Colmes impulsor a partir de 1985 de la tipografía digital.
Y
muchos otros que dieron su aporte en los múltiples detalles y aspectos
del arte gráfico, sobre todo ofreciendo contribuciones de base para la
función editorial.
6. Aunque
a la fecha
Tampoco
puede dejar de reconocerse que, como toda creación humana es más bien
la sociedad la inventora y propulsora del libro, de la imprenta y de la
función editorial.
Todo
es el resultado de una cadena de realizaciones cuyos eslabones se
enlazan con el anónimo hombre de la China, allá por el año 102 de
nuestra era.
Fue
en esa ocasión que se logra conformar un material que no solo subsiste
hasta ahora, sino que cada vez se lo usa con mayor frecuencia como es el
papel.
La
historia también pasa, por ejemplo, por el fundidor que logró el metal
adecuado por su resistencia para hacerse tipo de imprenta que tenía que
resistir una fuerte presión.
Esta
etapa de la tipografía ocupa un período bastante considerable en el
proceso de elaboración de los libros, aunque a la fecha dichos procesos
estén ya totalmente descartados.
7. Casi todo
lo ha cambiado
La
historia del libro transcurre por muchas actividades hasta
inimaginables como la del hombre que tala los árboles para fabricar la
pulpa que es la materia prima en la elaboración del papel. O por la del
químico que en su laboratorio produce la tinta para la impresión de las
páginas, sean intimistas, confesionales y temblorosas. O bien, sean
libres, vibrantes y arrolladoras.
Tanto
para la invención y fabricación de los aparatos como para la perfección
de los materiales e insumos se ha requerido de la participación
ingeniosa y devota de numerosos hombres en distintos tiempos y lugares.
Todos estos hechos cambiaron las condiciones del acceso al libro que
antes de la aparición de la imprenta, a decir de Voltaire, el libro era
“más raro y más caro que las piedras preciosas”
Así
como el libro casi todo lo ha cambiado, y han cambiado también los
procesos de su elaboración, él sin embargo sigue siendo él mismo e
igual; ante el vual nos inclinamos en la práctica sencilla y a la vez
devota de leer en sus hojas ante un árbol íntimo o ante una flor aún más
interior todavía, hecho que prueba su extraordinaria virtud, pues
pareciera que con él la lectura se hace única y a la vez eterna.
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CONVOCATORIA