Danilo Sánchez Lihón
Soy extranjero en este mundo.
Soy forastero, y en el inmigrante
la soledad es pavorosa y atroz es
la nostalgia. El exilio me mueve
a soñar en una encantadora tierra
llenándome la fantasía con dulces
imágenes de una Patria quimérica
y remota que mis ojos jamás verán.
Gibrán Jalil
1. Y me quedé
ahí
Yo no pensaba en regresar. Me había resignado a la idea de morir en tierra extranjera, en suelo áspero, indiferente y ajeno.
Y
sentía que no iba a tener reposo jamás. Porque estar mal enterrado, que
es para la eternidad, duele más que vivir mal que es efímero y
pasajero. Era cuestión de vida y muerte entonces volver, asunto
inaplazable y perentorio que tenía que resolver a como dé lugar.
Porque
llegó un día en que regresar se me hizo urgente, compulsivo y
apremiante. Volver a sentir el dulce y profundo aroma a manzanilla,
yerba buena y perejil de mi tierra nativa.
Oír
de nuevo el canto alucinado del piwicho en la enramada del jardín.
Contemplar las flores pequeñas del camino, la fragancia del matico, del
romero y el alcanfor. Sin embargo, para mí la sanción y el dictamen
estaba dado:
– ¡No hay regreso posible! –Era la sentencia.
Y
se me lo dijo de mil maneras y en todos los tonos posibles. ¿Quiénes?
Mis familiares, mi situación laboral, mi presupuesto disponible, como el
no tener ya a nadie aquí. La oposición se había vuelto implacable y el
anhelo igual.
2. Me ataron
de manos y pies
– Te viniste, ¡y ya no hay regreso! –Era la voz ya no de los demás sino de mí mismo, que era quien lo repetía.
– ¡Sí lo hay! –Contesté animado por un extraño coraje, no sé cómo ni de dónde.
Empecé
a reconocer que había tejido redes y barrotes invisibles alrededor mío,
como si yo mismo me alzara una prisión y me encerrara en una cárcel a
cadena perpetua.
Pero esta vez ya no ingresé como un reo a mi mundo interior, ni para quedar ahí, atrapado.
Me rebelé, aunque oí decir desde afuera que había enloquecido.
Ahí empecé a cortar en mi mente las amarras. Y decidí quitarme la vida.
– Si haberme ido de mi tierra había sido un acto suicida, ¡no había nada ya peor!
Y
me corté las venas. Me ataron de manos y de pies. Lo más grave que
podía ocurrir, y eso estaba acaeciendo. Lo curioso es que no podía
morir.
3. Pero,
llora
Entonces, al principio asistí a varias consultas con un psicólogo en una clínica estatal.
Después con un psiquiatra que trabaja libre, en un centro médico particular.
Y quien desde que me vio supo lo que a mí me estaba aconteciendo.
– ¿Hace qué tiempo estás aquí? –Me preguntó.
– Hace más de veinte años, doctor.
– ¿Y nunca has regresado a tu país?
– Jamás, desde que vine a este lugar.
– Entonces vete, regresa inmediatamente. –Fue lo que le oí decir.
– Llega hasta tu pueblo de origen. Me dijo.
– Y, ¿qué hago ahí, doctor? –Fue mi pregunta desesperada.
– Llora. Llora mucho, todo lo que puedas.
– ¿Habla en serio, doctor?
4. Caer
a tierra
– ¡Llora de alma! Y así de repente te puedas sanar. Llora fuerte, y a solas para que te sientas libre.
– ¿Dónde?
–
Cogido a los muros de tu casa antigua, a las piedras caídas, a los
retazos de madera esparcidos por el suelo. Cogido a un árbol. Busca tus
raíces. Pero, llora. No dejes de llorar. Suelta todo el dolor que te
atenaza y aprisiona.
Y mientras lo decía sabía a ciencia cierta que esto que decía era verdad, que esa era la curación.
–
Doctor, ¿por qué no lo dice todo eso a mi familia que está afuera,
esperando el resultado de esta consulta? ¡Porque a mí no me van a creer!
– ¿Están aquí? ¡Que pasen!
– ¿Qué es lo que lo aqueja a mi papá, doctor?
–
Es un sentimiento que tiene dentro y que ha cargado como un nubarrón
que necesita deshacerse en lluvia. Y caer a tierra. Y aquí eso nunca va a
ocurrir.
5. Y aquí
estoy
– Y después de algún tiempo, ¿debo retornar, doctor?
– Quedarte allá para siempre será mejor.
– ¿Hasta morir? –Le dije, pero con júbilo, encanto y efusión.
Mi pregunta recién lo asombró. Y me di cuenta que a mí me salió hasta como un ruego.
Me miró como si fuera a decir por primera vez una verdad, de vida y muerte.
–
¡La sabiduría perfecta es morir en el lugar de origen! Y hazlo también
en mi nombre, porque tú vas a poder hacer lo que yo ya no puedo.
Fue como si me hubiera liberado, como si ese doctor cortara de un tajo todas mis cadenas.
Después de esa receta se aceptó que yo volviera. Y aquí estoy. He regresado.
Y, ¡me siento bien! Soy un hombre nuevo. ¡Y creo que me he salvado para siempre!
Por eso besé esta tierra al volver.
6. Recuperar
lo que somos
– Intuitivo el médico, ¿no?
– ¡Un sabio! Por algo era un hombre viejo.
– ¡Ah!, no es solo ciencia sino experiencia.
– Y me dijo algo más aún: Júntate con tu gente. Canta. Busca una banda de músicos y solázate hasta el alba. Eso sí, ¡no bebas!
– Pero ahora que estás aquí y has podido retornar, ¿cómo explicas todo esto?
–
Es el amor a la tierra, a la naturaleza y al pueblo donde hemos nacido,
hecho fundamental en nuestras vidas. El amor al hogar, a la candela, al
alero. Es amor por todo lo sincero, lo que es verdad, la piedra, el
terrón de adobe, la gota de lluvia y el rayo de sol.
– ¡Que es mucho!
–
¡Básico! Es amor a nuestros ancestros, a todo aquello de dónde venimos,
a los padres y abuelos. Amor hacia adentro y hacia afuera, amor a la
infancia, sea que haya sido o no sido feliz. ¡Es amor ágape!
7. Lo que
somos
Una
corriente de alegría, una devoción incontenible, un cariño y júbilo al
bailar en la plaza embarga al inmigrante que ha retornado.
– Aquí bailo, mientras allá ya era un inválido en silla de ruedas. –Me dice con sus ojos radiantes.
– E igual, veo bailar a otros que han venido. Y después, acercándose me sugiere confidente:
–
Pero hace falta una doctrina, unas ideas nuevas, unas imágenes. Y un
sentido por donde enrumbar nuestros pasos y encauzar nuestras energías.
Porque
si no: otra vez volverá la inercia, la desazón y el tedio. Algo que
encauce esta emoción que no sabe de dónde viene ni adónde va; ni qué
forma adoptar.
Él
ha regresado. De eso se trata. Pero ahora, ¿qué hacer? Quizá recobrar
valores, sin dejar lo conquistado ni renunciar a lo ya ganado.
Tender puentes y recuperar lo que somos. Resarcir lo perdido y proyectarnos a un tiempo nuevo.
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CONVOCATORIA