Danilo Sánchez Lihón
1. El Apu
Ticsi Wiracocha
El
Inca Pachacútec ha ingresado al salón de la Asamblea. Viste un luengo
manto escarlata sobre una túnica verde, ambos colores imperiales. En su
frente una fina cinta dorada sostiene dos plumas verde-azuladas de
corekenke.
Los
dignatarios se han puesto de pie inclinados levemente en señal de
reverencia. Frisa 25 años. Es alto y apuesto. Venció a los chancas en la
sangrienta batalla de Uchubamba, la tercera y definitiva de toda la
campaña.
Mirando con afecto uno a uno a los miembros de su consejo, les confía y exhorta:
– ¡Auquis, curacas, amautas! ¡Guerreros! ¡Sumo Sacerdote! ¡Valedores de los Cuatro Suyos! Los saludo y abrazo a todos.
Habla
con voz trémula. En su semblante se trasluce la emoción, el temple y la
fortaleza de ánimo de un hombre a su edad ya venerable y singular:
–
Hoy día, hacia el amanecer, he tenido una revelación: El Apu Ticsi
Wiracocha, el espléndido me manifiesta su alegría y su contento por los
logros que venimos alcanzando en bien de nuestro pueblo.
2. La distribución
de las parcelas
Amaro, el más viejo de los amautas poniéndose de pie se expresa de este modo:
–
¡Oh noble emperador! A ti se debe este esplendor. A tu prudencia,
sabiduría y valor. Gracias a tu sagaz inteligencia y a la fuerza de tu
brazo se ha eliminado el peligro chanca que década tras década se cernía
sobre nosotros. Y ahora hay paz, prosperidad y bienestar en nuestra
heredad y población.
Mientras habla todos asienten y miran complacidos al monarca.
–
Gracias, venerado Amaro –responde Pachacútec. El Dios Supremo también
está agradecido, sobre todo por la distribución equitativa de los bienes
y la rectitud de quienes estamos gobernando la nación.
Allí todos se ponen de pie y es unánime la consigna:
– ¡Que esto se afiance, consolide y enaltezca! –Proclaman todos.
–
Está contento nuestro padre, por la distribución de las parcelas y la
magnificencia del templo Corincancha erigido al Sol, su amado hijo.
– ¡Ajajailla!
3. Morada
del amanecer
Sin
embargo, nos pide la suprema divinidad que construyamos un lugar de
encuentro de los dioses y los hombres, donde ellos frecuenten y
constantemente nos visiten y nosotros vayamos a recibir consejo e
inspiración.
Hablan
luego cada uno de los orejones allí presentes, dando rienda suelta a su
manera de entender dicha propuesta, aportando cada quien una y otra
idea:
–
Un lugar para hablar con los dioses ha de ser la unión entre el cielo y
la tierra; a fin de que nos digan su palabra y nosotros decirle la
nuestra.
–
Ha de ser un lugar donde degusten los primores de la tierra, ofrecidos
por sacerdotisas con devoción y gratitud. Y los humanos gocemos del
efluvio de lo sagrado.
–
Ha de ser donde nos revelen los secretos de la naturaleza, y podamos
tener mejores alimentos y mejores plantas que curen los males del cuerpo
y del alma.
– Ha de ser un lugar prodigioso, grato para los dioses y excelso para nosotros los hombres. Un lugar de ascensión y éxtasis.
– ¡La morada del amanecer, donde el Sol amanece es su razón y su esencia!
4. Ciudad
sagrada
Pachacútec escucha atento cada intervención y asiente. Pero luego pregunta:
– Dónde, ¿cómo y en qué tiempo prometemos construirlo?
Del diálogo animado que prosigue a esta pregunta, se extraen algunas conclusiones:
–
Ha de situarse en la cadena de montañas sagradas, que se inicia con el
nevado Salcantay y termina en el promontorio de Huayna Picchu.
– Se situaría en la región del bosque de nubes, por ser estas propicias a los dioses.
– Ha de ser de estructura ascensional, como corresponde a toda aspiración por lo sagrado y eterno.
–
Ha de ser un lugar magnificente en cuanto a su plano monumental,
nomenclatura y construcción como corresponde a la investidura de los
dioses.
–
Estaría representado en ella el hanan, el kay y el uko pacha, que es
nuestra concepción del mundo en la triada: serpiente, puma y cóndor.
– Ha de ser una ciudad secreta, inaccesible y etérea.
5. El bosque
de nubes
Corre
el año 1435. Después de esta Asamblea Pachacútec convoca a las
autoridades pertinentes y a los dos arquitectos más connotados del
reino, Huaytapuma y Choketarqui, geniales y consagrados remodeladores
del Cuzco monumental y constructores del insigne Templo del Sol o
Corincancha, hablándoles así:
–
A ustedes encomiendo la construcción de la ciudadela en donde el Sol
Amanece, lugar de encuentro entre dioses y hombres. A partir de ahora
disponen de todos los recursos en hombres, provisiones, herramientas,
medios de transporte. Y todo lo que fuere necesario y ha de menester.
Días
después 6,000 obreros calificados parten del Cuzco en dirección del
valle del Tampu. Las instrucciones que se les han dado han sido las
pautas establecidas por la Asamblea, explicándoles además que el lugar
que se escoja ha de ser de clima templado, extraño de obtener en esa
región del antisuyo, salvo con el auxilio de los dioses.
Además,
que sea el lugar ideal para observar el movimiento de la luna y las
estrellas. Que sea cristalino de aguas. Que esté rodeado de profundos
acantilados. Que se ubique en el bosque de blancas y vaporosas nubes,
tan caras a los dioses. Que alrededor florezcan las orquídeas amadas por
las divinidades. ¿Un lugar así? ¿Dónde?
6. La gradiente
no permite
Aún
no se ha cumplido un solsticio y regresa una comitiva vencida y
humillada. Y pide hablar con el Inca y su consejo. Ante él se expresan
Huaytapuma y Choketarqui alternadamente, diciendo:
–
Excelso y magnánimo Inca, hemos ubicado el lugar solo con el concurso
de los dioses, pero en el intento hemos perdido un enorme contingente de
hombres. Es el lugar, pero es imposible edificarlo:
– Pese al inmenso cariño que todo hombre te depara, las piedras ruedan y vuelan por los aires.
–
Por más ánimo y entusiasmo puesto por los constructores, hemos perdido
ya quinientos hombres en el intento, los mismos que han caído por los
barrancos.
–
La gradiente no permite que pudieran subirse los inmensos bloques de
granito, al lugar empinado donde los dioses han pedido que se edifique
su morada.
Y prosiguen ambos arquitectos, febriles y demacrados, en harapos y hechos unos guiñapos:
–
Allí es inimaginable construir soberano; los materiales no existen, el
agua es escasa y hay que traerla de fuentes subterráneas, no hay
canteras que están distantes y flanqueadas por precipicios.
7. Las aguas
del río Urubamba
–
Es quimera construir en terreno que se erosiona y es utopía construir
una ciudad que signifique ascensión a la eternidad y al infinito,
–
En dicho lugar todo es belleza extasiante y salvaje, pero no hay
alimentos que como seres humanos mortales, comunes y corrientes,
necesitamos.
– Sin embargo, los augures han consultado y todas las señales coinciden en que ese es el sitio elegido.
– Mas, nosotros somos hombres de este mundo y no del otro que es un sueño.
– Las estructuras que manejamos son concretas, terrenales y mundanas. Y no divinas.
Después
de esta audiencia los dos arquitectos voluntariamente se quitaron la
vida, arrojándose a las aguas del río Urubamba, a cuya vera a ellos no
les fue posible construir la ciudad sagrada.
Pachacútec
se entristece por este final desdichado de sus más amados, geniales y
admirados constructores, además de ser sus entrañables amigos.
*****
CONVOCATORIA