CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
2013 AÑO
EVANGELIO VALLEJO DE LA SOLIDARIDAD
Y UNIVERSALIDAD DEL MUNDO ANDINO
SEPTIEMBRE, MES DE LA PRIMAVERA,
DE LOS DERECHOS CÍVICOS
DE LA MUJER, EL NIÑO Y LA FAMILIA
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
VALLEJO
EN EL ALMA
CARTOGRAFÌA
DE UN VIAJE COSMOCÈNTRICO
A LA TIERRA DE CÈSAR VALLEJO
RÓGER RUMRRILL
RECITAL
DE FREDERIK
SOTOMAYOR CARRANZA
MIÉRCOLES 2 DE OCTUBRE
6.30 PM.
CASA DE LA LITERATURA PERUANA
ANTIGUA ESTACIÓN
DESAMPARADOS
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PRESENTACIÓN
DEL LIBRO DE POESÍA
ALHELÍ
DE
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
SÁBADO 2 DE NOVIEMBRE
6 PM.
CASA DE LA LITERATURA
PERUANA. ANTIGUA ESTACIÓN
DESAMPARADOS
7.30 PM.
AULA CAPULÍ
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CONVOCATORIA
XV ENCUENTRO INTERNACIONAL
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
TELÚRICA DE MAYO, 2014
LIMA:
MARTES 20
Y MIÉRCOLES 21
TRUJILLO
JUEVES 22
SANTIAGO DE CHUCO
VIERNES 23
SÁBADO 24
Y DOMINGO 25
DEL MES DE MAYO
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PÁGINA WEB
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http://spanport.byu.edu/faculty/GarciaM/new/CapuliXV.htm
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Teléfonos Capulí:
420-3343 y 420-3860
99773-9575
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SEGUNDA SEMANA
DE SEPTIEMBRE
SEMANA
DE LA FAMILIA
PERUANA
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
VUELVEN
LOS TÍOS
LEJANOS
Danilo Sánchez Lihón
…de padre a padre,
familiar,
de tu hijo a tu hijo…
César Vallejo
1. Cascabel
de alegría
La casa de mi abuela Sofía queda al lado de la nuestra, pasando por dentro una puerta que llamamos La Puerta de en Medio, en donde vive también mi tía Carmen con mi tío Leoncio y sus hijos y a la cual viene frecuentemente mi tía Miguelina cuando se amasa el pan.
Se hace una sola casa con la nuestra cuando vuelven, por ejemplo mis tíos, desde tierras lejanas; hijos de mi abuela Sofía y hermanos de papá, que es cuando reina el contento, el gozo y el regocijo general.
Se abre entonces La Puerta de en Medio de par en par. Y todo ocurre en nuestra cocina, y en nuestra casa, donde papá prepara las camas para que mis tíos duerman y en donde se sirven los desayunos, los almuerzos y las meriendas que son verdaderas fiestas.
Pero eso sí, fiestas del alma como debiera ser. Estos son entonces días bellos en donde la casa es un cascabel de alegría y una almendra de dulzor.
2. Ronda
de niños
Ha venido con ellos algún hijo suyo y primo nuestro. Y entonces todo nos parece nuevo: lo que ellos traen y lo que nosotros les podemos mostrar y enseñar. Nuestra misma casa: los cuartos, las camas y hasta las frazadas donde van a dormir. Ya fuimos y volvimos de la plaza, del mercado, de la Piedra Bruja y del Pozo Sagrado.
Ya fuimos y volvimos de seguir a la banda de músicos que pasaba viniendo de la iglesia de un bautizo con los padrinos que arrojan sencillo por los aires y que los niños se arremolinan para poderlo coger. Por la tarde cruzaremos los ríos e ingresaremos a las cuevas de Huacapongo. Nos atreveremos a rodear El Infiernillo, sin que ninguno intente cruzarlo, pues no se vaya a caer a sus aguas y desaparecer.
Se fusiona toda la familia. La cocina es una sola. Y se come ya no en el comedor ni en la cocina sino en los corredores, bajo los aleros y a plena luz del sol. Sube mi tía Miguelina con sus hijos que también son primos nuestros. Y el patio, el callejón y los cuartos se tornan en una ronda inmensa de niños.
3. Mi tío
Baltazar
Aquí está mi tío Baltazar, de pie en el patio, con su inmensa capota y su atildado uniforme de sargento de la Guardia Civil, quien vive y ha venido desde Otuzco.
Antes de salir de Santiago de Chuco, en junio del año 1935 fue mensajero del telégrafo. En Lima trabajó en una tapicería antes de ingresar a la policía. A los seis meses de preparación lo embarcaron a luchar en la frontera con Ecuador, en el conflicto del año 1941. Cruzó a nado el río Tumbes y estuvo en el frente de guerra, pero de eso no quisiera contar más.
Ha traído un cuadro enmarcado de la Virgen de la Puerta que mamá al recibirlo ha llorado porque dice que ha soñado con ella que venía a bendecir nuestra casa. Y poniendo un clavo la entronizamos en la parte central del dormitorio, junto al cuadro de la Virgen de Guadalupe que flota apenas posando los pies en una media luna.
Mi tío Baltazar tiene para nosotros un cariño que se le dibuja en la comisura de los ojos.
4. Mi tío
Ángel
Aquí en la cocina al lado de mi abuela está mi tío Ángel sonriente, sentado cerca del fogón, con su terno plomo a rayas, de solapas cruzadas y con una fina corbata de rayas oblicuas rojas y gualdas, todo un caballero, de hablar pausado y armonioso y siempre gentil.
En Santiago de Chuco era ayudante de joyería en el taller del esposo de la tía Genoveva. En octubre del año 1937 salió para Lima con el único equipaje de conocer el lenguaje del telégrafo. Portaba una recomendación del tío Justo Montoya para don Fermín Málaga Santolalla, magnate de la minería, que vive en el Paseo Colón a quien ni siquiera visitó.
Más bien rinde un examen que consiste en una larga trascripción telegráfica ante don Pedro Urdanivia sin cometer ningún error, hecho que no había ocurrido nunca antes. Ese mismo día entra a trabajar en la Oficina de Correos y Telégrafos de Lima, para después pasar a Casma, luego viajar a Puquio, en el año 1940 ya como Jefe de Telégrafos y Correos de esa ciudad donde se casa con Laly Tomasto cuyos hermanos eran dueños de empresas de transportes. Ahora ha llegado desde lejos devorando caminos y cruzando ríos caudalosos y puentes que dan miedo.
5. Mi tío
Jorge
Ha llegado también mi tío Jorge desde el sur de Ayacucho donde trabaja. Él dejó Santiago de Chuco en el año 1939. En Lima ingresó a la nocturna del Colegio Hipólito Unanue. En el año 1945 ya estaba trabajando en Cerro de Pasco.
Son legendarios los amores de mi tío Jorge con las chicas más guapas de este mi pueblo. Y es que era un gran deportista, aunque creo que esa no era una razón suficiente a tal punto que le pregunto:
– Tío, en qué radica el secreto de haber conquistado a tantas chicas bonitas de Santiago de Chuco. –Primero se atora y después ríe a grandes carcajadas, que pese a que estamos lejos todos voltean.
– ¡Qué ocurrencia de este niño! –Comenta–. Mira, te voy a decir una cosa. No importa la pinta ni el dinero ni la ropa, porque yo no tenía nada de eso, sino que a una mujer la hagas reír.
Siempre he pensado en esas palabras misteriosas que me dijo mi tío cuando yo era apenas un niño.
6. Tierras
lejanas
La abuela Sofía feliz como nunca desde temprano luce su cabello separado en dos desde la mitad de su frente, con una raya pareja y derecha en su centro que yo me empino en la silla y vigilo para ver si alguno por si acaso se pasó de la orilla opuesta, pero no, todo está en su lugar.
Ella me aprieta con sus brazos. Y yo juego con sus trenzas mojadas que tienen un olor a lavanda y a miel. Luce su vestido a cuadros que es su mejor traje y que la cubre hasta los pies. Y su rostro al centro de la mesa es dulce pues todos sus hijos están aquí, alrededor de quien todo son risas y alegría de vivir.
– Sírvanse ya, por favor. –Es la voz de mamá. Y se escucha el ruido de cucharas y tenedores en los platos, un rumor de voces que se eleva como el oleaje de lo que es un día de felicidad en una familia grande, inmensa, inabarcable y que hoy se ha juntado viniendo desde tierras lejanas.
7. Puede
llover
En los desayunos y lonches la cazuela chirria con todas las frituras posibles y las comidas son verdaderos banquetes.
Toda la parvada de niños tenemos una mesa aparte en donde se improvisan las sillas hasta jalando barriles y cajones, sin sentarnos tranquilos sino correteando por aquí y por allá.
Mi padre todos estos días tiene el rostro dulce desde que amanece. Y cuando llega la noche junto a mis tíos saca su guitarra.
– ¡Qué hermoso está el día! –Dice¬–. Aprovechemos para ir al campo.
– Sí, vamos, vamos.
– Sí, vamos porque por la tarde puede llover.
– ¡Pero yo quisiera volver a sentir la lluvia de mi tierra! –Dice uno de ellos.
– ¡Pero ahora vamos! ¡Vamos todos! –Dicen tías y mamás. Y todos nos ponemos sombreros y alistamos canastas y canastas llevando cosas.
8. No
sé qué
Salimos por las calles y después por los caminos. Nos detenemos en cada esquina, al borde de cada acequia, a admirar un árbol, una pared, los rastrojos encima de los corrales
A contemplar a una vaca con su ternero. a una borrega con su cría, a las nubes de mariposas.
Bajamos al río, subimos a una colina cubierta de flores. Mis tíos van adelante o atrás.
Todo les traemos a ellos a que lo miren. Y todo lo aprecian, para todo tienen una palabra de cariño y reconocimiento.
Por la noche pasan la voz a viejos amigos. Pasan la voz a Virgilio y a Francisco Rojas que viven en la casa de al pie y con quienes fueron y son amigos desde la infancia.
Papá bordonea y canta en el corredor del patio canciones antiguas que los demás corean emocionados, hacen palmas y no sé qué de infinito y de verdad se alcanza a esbozar que nadie sabremos lo que es o lo que será.
9. Las saetas
del misterio
Corren entonces moderadamente las copas de vino. Nunca hasta la embriaguez. Jamás vi una borrachera en mi casa.
Evocan a maestros, amigos, a las muchachas de su época. Con ellos tocan guitarras, cantan y recuerdan tiempos pasados, con risas y brindis:
Llora, llora corazón,
llora si tienes por qué
que no es delito en el mundo
amar a una mujer
Mi padre acompaña con la guitarra y mis tíos alzan la voz cantando alto en el corredor de la casa.
Son noches en que los chiquillos jugamos libres y se tejen mil historias entre primos y primas casi de la misma edad:
Noches en que se abre el arcano y los corazones son flechados para siempre con las saetas del misterio.
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