martes, 24 de septiembre de 2013

24 DE SEPTIEMBRE: NACE JOSÉ LUIS AYALA - FOLIOS DE LA UTOPÍA: DESTINO DE UN LIBRO PARA NIÑOS - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2013 AÑO
EVANGELIO VALLEJO DE LA SOLIDARIDAD
Y UNIVERSALIDAD DEL MUNDO ANDINO
 
SEPTIEMBRE, MES DE LA PRIMAVERA,
DE LOS DERECHOS CÍVICOS
DE LA MUJER, EL NIÑO Y LA FAMILIA
 
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PRÓXIMAS ACTIVIDADES
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
 
VALLEJO
EN EL ALMA
 
CARTOGRAFÌA
DE UN VIAJE COSMOCÉNTRICO
A LA TIERRA DE CÉSAR VALLEJO
RÓGER RUMRRILL
 
RECITAL
DE FREDERIK
SOTOMAYOR CARRANZA
 
MIÉRCOLES 2 DE OCTUBRE
6.30 PM.
CASA DE LA LITERATURA PERUANA
ANTIGUA ESTACIÓN
DESAMPARADOS
 
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PRESENTACIÓN
DEL LIBRO DE POESÍA
 
ALHELÍ
 
DE
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
 
SÁBADO 2 DE NOVIEMBRE
6 PM.
CASA DE LA LITERATURA
PERUANA. ANTIGUA ESTACIÓN
DESAMPARADOS
 
7.30 PM.
AULA CAPULÍ
 
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CONVOCATORIA
 
XV ENCUENTRO INTERNACIONAL
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
TELÚRICA DE MAYO, 2014
 
LIMA:
MARTES 20
Y MIÉRCOLES 21
 
TRUJILLO
JUEVES 22
 
SANTIAGO DE CHUCO
VIERNES 23
SÁBADO 24
Y DOMINGO 25
DEL MES DE MAYO
 
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24 DE SEPTIEMBRE
 
NACE
JOSÉ LUIS
AYALA
 
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
DESTINO
DE UN LIBRO
PARA NIÑOS
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
El niño
es el padre del hombre”.
Holderlin
 
 
1. Justa
razón
 
José Luis Ayala declara que la obra que más quiere y con la cual se siente más identificado es Cocolín, conjunto de poemas que dedica y ofrece a los niños del mundo.
 
Y yo sé por qué Cocolín, este libro, es el fruto más apreciado por José Luis. Lo sé porque conozco desde hace muchos años al autor, con quien nos une una amistad probada a golpe de los micros que unen nuestras casas.
 
Probada en las coincidencias y divergencias que tenemos en nuestras visiones del mundo y de la vida
 
Probada en nuestra emoción del Perú como un país en donde creemos que el sentido, la voz y la esperanza son de raigambre andina.
 
Probada en los desengaños y en los anhelos compartidos, en lo que creemos y no creemos. 
 
De allí que pueda hablar con conocimiento de causa de por qué José Luis valora tanto, y con justa razón, a Cocolín.
 
2. Un mundo
mejor
 
Primero porque es el libro en el cual su autor se realiza no sólo como poeta, que fundamentalmente lo es, sino porque plasma y concreta también otras vocaciones, u otras dimensiones esenciales que lo caracterizan y lo definen, como es el ser maestro de Educación Primaria, de aquellos que tuvieron que igualarse al campesino en abrir surcos, aunque esta vez surcos en la sensibilidad y la conciencia del hombre.
 
Pero no sólo eso, sino el de ser bibliotecario encargado de llevar la luz del saber y la paz de los libros a los niños del altiplano. Pero, además, el de ser un comunicador y un amante de su pueblo, cautivado por su identidad y su destino, por su dolor, como por sus esperanzas y sus fiestas. Todas estas vocaciones e inclinaciones de su personalidad están plasmadas en este libro. 
 
Aunque eso no es todo, también concreta su temple de guía y conductor, es decir: de padre, que en el caso de José Luis, lo es de varios que ya son grandes. Y su tremenda y enteriza inclinación a ser un hombre que anhela un mundo mejor, más justo, más humano. Este libro le ha dado a él la oportunidad de ser todas estas cosas que complementan y superan la de ser solamente un excelente poeta.
 
3. El
arco iris
 
Pero también es el libro que José Luis más estima por otras razones; aparte, claro está, de sus méritos literarios, formales y técnicos; y ellas son las circunstancias en que este libro fue escrito, que fueron cuando él enfermó gravemente, en 1974, en París, y tuvo que ser internado durante largos meses en un hospital.
 
Estar enfermo en París, en invierno, y ser un aymara o un puneño, es algo muy grave y muy serio. Mirar por los ventanales de esos edificios vetustos de París, sentirse solo, lejos de la mujer y de los hijos, a quienes se recuerda y añora es algo que rompe el corazón; ver el cielo gris, opaco, salado y evocar las lluvias y nubarrones de junio que aureolan el lago, todos podemos imaginar que ¡eso es algo insufrible y atroz porque el alma se cae a un pozo del cual después es muy difícil sacarla!
 
¿Pero qué hechizo o extraña brujería es ésta de irse a París a pensar en las tejas o en las goteras de las paredes derruidas de nuestra infancia y allí desvelarse por el destino de nuestros pueblos andinos, como para él es Huancané? O para hacer memoria de la luna bogando por el cielo, enredada en los magueyes de nuestra casa aldeana, contemplando la nieve caer lentamente en los campos de maíz o de trigo ¡y el arco iris posarse en el alero de nuestros pueblos sufridos!
 
4. Viene
desde muy lejos
 
Pero no fue solamente esta estadía en el hospital, sino que de allí fue trasladado a los Alpes para hacer una larga convalecencia en una pequeña localidad francesa llamada Combloux, en la cual tuvo que soportar la tremenda melancolía de ocupar un piso alto de una casa de campo en donde, abajo, en el primer nivel, funcionaba un Jardín de Infantes para niños de una edad en la cual todo es inocencia cuando nosotros ya nos sentimos culpables de todo.
 
Y, en esas horas largas de reposo, tener que escuchar los ruidos de vajilla y de juguetes, los cantos, las campanas las voces de niños y de maestros, ¡y recordar todo lo que se ha ganado y se ha perdido en esta vida! ¡Ah, eso es duro de pasar! ¡Es algo tremendo!
 
Tener todo ese peso de los recuerdos y la nostalgia de la tierra natal, ubicada a orillas de un lago increíble, que en la geografía del alma es algo muy hiriente por lo infinitamente hermoso y feliz que allí se fue pese en verdad a haber sufrido; y que viene desde muy lejos, es algo que sólo cantando se puede disipar.
 
5. Tanto
así
 
Por eso Rainer María Rilke decía que sostener la belleza, o el abrazo del ángel, era terrible. Este libro es hijo, hechura y producto de esas horas.
 
Es decir, éste es un libro escrito con una cercanía muy fuerte de la lejanía. De la naturaleza, de los niños y de la vida. Pero también con una lejanía muy cercana y muy honda, más lacerante y opresora todavía. Cuál es el recuerdo de uno mismo como algo que apenas si se rescata o se salva; la evocación de las propias imágenes del niño que uno ha sido, pero ubicadas en un espacio y tiempo tan anterior que uno duda que hayan existido jamás.
 
Por eso es que hay detrás, como música de fondo de este poemario, cierto ritmo de aldea cósmica, se escuchan las voces de los niños, los arrebatos de las campanas, las voces de los muertos, pero también la vida de la escuela.
 
De aquella casa de la cual a veces racionalmente se despotrica tanto, pero que es un espacio de vida interior en cada persona que los pasos de la vida lo han llevado muy lejos; tanto así que debiéramos cuidar mejor su evocación, porque representa mucho en el mundo que llevamos dentro y con el cual sencillamente morimos.
 
6. Capaz
de redimirlo
 
Pero también es el libro chochera de José Luis porque ésta es una obra escrita para Cocolín, que es lo mismo a decir Jorge Luis el hijo mayor de nuestro amigo, personaje que sin embargo no conoció estos poemas hasta que fueron publicados cuando él era ya un hombre mayor, hecho y derecho.
 
Y aquí en este asunto yo sorprendo algo terrible que pasa a los seres que tienen más que cosas, herramientas o materiales en las manos, tienen abierto allí su propio corazón, expuesto y vulnerable, como lo tiene José Luis Ayala.
 
Porque, ¿qué desgracia es ésta, que no leamos los poemas que alguien como nuestro padre ha escrito para nosotros, y que pudo contener la mano, el soplo o el aliento para ayudarnos a cruzar lo que teníamos que cruzar: el río, mar u océano que tuvimos qué cruzar?
 
¿Cuántos viven o han muerto sin haber leído o conocido los poemas que alguien –hincada el alma, dichosa o acongojada– ha escrito para él o ella y que pudo ser aquello capaz de redimirlo en un momento supremo?
 
7. Tanto tiempo
callado
 
Cocolín, el destinatario de estos poemas, e hijo de José Luis Ayala, no conoció de niño este mensaje, porque su padre, y he aquí el capricho de que a veces somos juguete quienes tienen el corazón en la palma de la mano, quería entregarle estos poemas como libro editado, en letras de imprenta, seguramente con pasta en cartulina foldcote y refilado de tal modo que los dedos se deslicen suaves por su borde como por las cuerdas de un violín estupefacto. En el tiempo que tardó en conseguirlo pasaron muchas cosas. ¡Y muchos años!
 
El hechizo es que los poemas aún lo siguen siendo. Pero su destinatario en la vida real ya no es un niño, sino que ahora es un hombre adulto.
 
Pensemos brevemente en este significado: de ¡cómo un libro de poemas tiembla tanto tiempo callado en el fondo de los cajones de un escritorio! ¡Cómo la voz de un padre –y que es la voz más conmovida y conmovedora– demora tantos años para llegar hasta el alma de un niño que es su hijo!
 
8. Pese
a que
 
Y es que en el Perú no hay tiempo lógico, racional o cronométrico. El tiempo aquí es mágico, endiablado, absurdo. Tanto es así que uno de los asuntos que más me han impresionado en la vida ha sido la entrega que hizo el Alcalde del Cuzco de la carta o Nueva crónica y buen gobierno que escribió Guamán Poma de Ayala, que por el apellido puede ser pariente de José Luis Ayala, al propio Rey Juan Carlos de España, cuando visitó el Perú y viajó al Cusco en 1972.
 
Dicha crónica que fue escrita entre 1600 y 1615 en forma de carta perentoria y urgente denunciando males y crímenes de lesa humanidad, sin embargo demoró 360 años en llegar a su destinatario, pese a estar escrita de manera sollozante además de aconsejar al Rey medidas inaplazables que se debían tomar para el buen gobierno. Entonces, ¿qué ocurre aquí?
 
Esa misiva demoró más de tres siglos y medio en llegar a su destinatario, pese a que su contenido era compulsivo porque se trataba del sufrimiento, de la vida y supervivencia de la gente, del destino individual y colectivo de todo un pueblo ¡demoró esa eternidad!
 
9. Salto
de mata
 
Pero es el libro que más ama José Luis porque ésta es una obra feliz, dedicada a los niños; pero escrita por un poeta que no ha sido un niño feliz, ni alegre, ni dichoso. Y no ha sido un niño a quien la suerte le sonriera, porque:
 
Nació y vivió su infancia en Puno, en una época, como es también ahora, atravesada de violencia, que se traducía hacia él en maltratos, acosos y vejaciones.
 
Es una obra feliz de un niño que fue infeliz, porque prácticamente no tuvo ni la protección ni el abrigo paterno.
 
Porque su padre fue un perseguido político, porque él era hijo de un hombre que anhelaba y luchaba por la justicia social, buscado por la policía.
 
Era hijo de un hombre que figuraba en las listas negras de todas las comisarías de la región. 
 
Era el hijo de un fantasma que andaba a salto de mata. Y por eso tuvo que vérselas solo.
 
10. Es
decir
 
No fue feliz porque de niño no tuvo jamás un libro entre las manos, y en realidad no ha tenido acceso a ellos sino a partir de los trece años. Y para conocer y ver un libro infantil ha tenido que ser un hombre ya adulto o maduro.
 
La suya no fue una infancia feliz, porque fue sistemáticamente marginado, por así decirlo. Primero, por los mismos niños de la comunidad, porque para ellos era un mestizo venido a menos, que estudiaba en la escuela de los pobres y desarrapados, a quien odiaban porque tenía zapatos.
 
Y por eso, para jugar fútbol, lo ponían en el arco, a fin de que no pise los dedos de los demás chiquitos que jugaban descalzos y que ya sangraban de por sí con el frío que hacía en el altiplano. 
 
Y segundo, porque para los niños mestizos él era uno de la comunidad, es decir un indio despreciable pese a que era blanco. Un “guanaco”, un “pata rajada”, un “chuño”, como le gritaban en las calles.
 
11. Es
más bien
 
Es un libro feliz de alguien que creció en la desdicha, porque en el mundo en que vivió –hosco, tirante, despiadado– ser niño era falta grave, un error mayúsculo, una provocación difícil de tolerar. Entonces había que hacerse lo más pronto “hombre” y negar lo tierno que tenemos dentro para poder defenderse y seguir estando vivos.
 
No conoció ni lo grato, ni lo fácil ni lo suave, porque tuvo que arriesgar mucho en la vida; como acompañar a su padre, por ejemplo, a esconderse y pasar la noche en las cuevas, a servirse con él los alimentos crudos –muchos de ellos plantas silvestres–, a dormir agarrando el lazo del caballo o de la balsa, para escapar huyendo de madrugada.
 
Pese a todo ello, el libro que él dedica, ofrece y destina a los niños del mundo, es un libro lozano y fresco, donde se canta a la vida, donde resplandece el amor, donde tiembla, palpita y florece la ternura.
 
Es un libro en el cual no aparece la queja porque es más bien una respuesta a la queja, está más allá de ella, de vuelta o de regreso del rencor, de la tristeza o el resentimiento.
 
12. Ciudades
descorazonadas
 
Yo comprendo, además, por qué es el libro que más atesora José Luis: porque es un libro escrito conscientemente, con una reflexión previa, meditando con rigurosidad, y en el cual se plasman ideas alumbradas con toda la fuerza de la razón y de la pasión. Y tanto es así, que Cocolín es el trabajo que más ha rehecho José Luis, escribiéndolo y volviéndolo a reescribir una media docena de veces. Y le ha costado mucho darle la forma definitiva que ahora tiene, tanto que él piensa que es lo más difícil que ha escrito hasta ahora. Y esto es cierto, porque escribir algo simple y sencillo es el máximo sacrificio al que puede llegar un artista, tan tentado de adornarlo y hermosearlo todo. 
 
Es el libro que más quiere José Luis, porque es un libro humano, generoso, universal; escrito no solo sobre la base de la propia infancia, o la infancia de un hijo que uno ve crecer, sino concretado después de haber vivido, gozado y sufrido mucho. Después de haber mirado largamente a los ojos a los niños africanos, asiáticos, chinos, coreanos por cuyos países él ha viajado. Los niños que duermen en el atrio de las catedrales, como en los umbrales de los bancos o financieras, o en los túneles de los Metros de las ciudades descorazonadas.
 
13. Tornarse
eternidad
 
Es la madeja y la textura que más aprecia José Luis, porque es un libro secreto. En verdad la vida de este artista siempre ha sido una red muy fina de secretos, pero de secretos luminosos, como lo es la región altiplánica, Puno y el lago Titicaca.
 
Porque el aire, sobre esa planicie de montes suaves como pechos de doncellas extasiadas, es límpido, lúcido, elemental; pero es el más intrincado de los secretos, es la absoluta transparencia que lo abarca y lo contiene todo.
 
Tanto que de ese aire, de esa luminosidad y sosiego nacieron nuestros civilizadores e Hijos del Sol: Manco Cápac y Mama Ocllo. Y muchos otros fantasmas y metáforas que hoy pueblan nuestro mundo.
 
¡Qué extraña magia y extraña coincidencia ve uno desde el avión cuando divisa la Isla del Sol y la Isla de la Luna, apenas rozadas por las aguas verde turquesa del lago sagrado, en donde el tiempo deja de serlo para tornarse eternidad.
 
14. Valor
supremo
 
Es el libro que más quiere José Luis, además, porque es la urdimbre donde el poeta teje su concepción de la literatura infantil, que para él tiene que tener tres niveles de realización:
 
a)   Ser un prodigio del lenguaje directo, sencillo, cabal; hasta alcanzar la belleza con autenticidad, con inocencia, con juego limpio, cosa que abunda muy poco en la literatura actual.
 
b)   Ser un universo en donde se plasme una visión del mundo y de las cosas, con plenas y desarrolladas categorías ontológicas, hondas y totales; como el niño quiere y exige. Porque es completamente falso que él prefiera lo soso, lo banal o lo superfluo.
 
c)   Tener una dimensión axiológica, de valores expresados y puestos a flor de piel, como son en este libro: la identificación con lo nativo, el aprecio por las cosas buenas y sencillas, pero sobre todo el rescate de ese valor supremo que es lo único que podrá salvarnos en la hora tremenda del presente y del futuro: la solidaridad.
 
15. En ningún
otro reino
 
Finalmente, es el libro que más quiere José Luis Ayala porque redondea su destino, le completa una travesía y un transcurso poético.
 
Porque, no hay que olvidar que José Luis se inició en la carrera de las letras escribiendo para los niños con el poemario La canción de junio, que enseñaba cómo aprender a escribir, a leer y dibujar, recitando precisamente los poemas de aquel libro.
 
Pero no sólo eso, sino porque su tesis de profesor fue sobre el rol de la literatura infantil en la educación.
 
Por eso, Cocolín cierra un círculo, entona la “pirhuala, pirhuala” de la brillante carrera literaria del poeta, narrador, ensayista y periodista cultural que tiene y es José Luis Ayala.
Porque con este libro José Luis nos corrobora lo que hemos hecho doctrina y prédica de nuestra vida, cual es que si en la infancia no conocimos la eternidad entonces no la encontraremos en ningún otro reino del universo.
 
 
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