miércoles, 25 de septiembre de 2013

25 DE SEPTIEMBRE: HACE 500 AÑOS, HALLAZGO DEL OCÉANO PACÍFICO - FOLIOS DE LA UTOPÍA: CREPÚSCULOS DE LIMA SOBRE EL OCÉANO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

 
CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 
2013 AÑO
EVANGELIO VALLEJO DE LA SOLIDARIDAD
Y UNIVERSALIDAD DEL MUNDO ANDINO
 
SEPTIEMBRE, MES DE LA PRIMAVERA,
DE LOS DERECHOS CÍVICOS
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DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
 
VALLEJO
EN EL ALMA
 
CARTOGRAFÌA
DE UN VIAJE COSMOCÉNTRICO
A LA TIERRA DE CÉSAR VALLEJO
RÓGER RUMRRILL
 
RECITAL
DE FREDERIK
SOTOMAYOR CARRANZA
 
MIÉRCOLES 2 DE OCTUBRE
6.30 PM.
CASA DE LA LITERATURA PERUANA
ANTIGUA ESTACIÓN
DESAMPARADOS
 
*****
 
PRESENTACIÓN
DEL LIBRO DE POESÍA
 
ALHELÍ
 
DE
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
 
SÁBADO 2 DE NOVIEMBRE
6 PM.
CASA DE LA LITERATURA
PERUANA. ANTIGUA ESTACIÓN
DESAMPARADOS
 
7.30 PM.
AULA CAPULÍ
 
*****
 
ADHESIÓN Y PRESENCIA:
 
RECITALES EN HONOR A
MIL POEMAS A CÉSAR VALLEJO
 
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PLAZA CÉSAR VALLEJO
URBANIZACIÓN CALIFORNIA
TRUJILLO
 
ORGANIZACIÓN:
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VALLEJIANOS
 
*****
 
CONVOCATORIA
 
XV ENCUENTRO INTERNACIONAL
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25 DE SEPTIEMBRE
 
HACE 500 AÑOS
 
HALLAZGO
DEL OCÉANO
PACÍFICO
 
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
 
 
CREPÚSCULOS
DE LIMA SOBRE
EL OCÉANO
 
 
Danilo Sánchez Lihón
 
 
“Oh, escándalo de miel
de los crepúsculos”.
César Vallejo
 
 
1. Atónito
de tanto enigma
 
No hay crepúsculos más hondos, desgarrados e infinitos que los crepúsculos de Lima, cruelmente hermosos, despiadados y sangrantes.
 
Casi imposibles de vivir, al ver destrozarse el sol en las cúpulas, las torres púrpuras y los alféizares de los campanarios lejanos, entre clarines, tambores y violines fatales.
 
¡Y qué terrible que las casas yazgan al pie de los árboles y sobre los acantilados que se curvan, entenebrecidas bajo la vastedad doliente de los arreboles del ocaso!
 
Y, ¿cómo es que pueden subsistir tan indefensas ante tanto estupor, asombro e infortunio?
 
Tanto que incluso el héroe erguido en el centro de la plaza, tiembla en lo alto de su monumento, atónito de tanto enigma, desolación y malhadada locura en que se desgarra el firmamento.
 
Él mismo, que es grande y valeroso, parece desvanecerse ante esta hora infausta y aciaga.
 
Su corazón estremecido, hecho de tosca piedra y su memoria incólume, sufre y se apena dentro del mármol inerte que lo contiene.
 
2. Apenas
un aleteo
 
Pero, ¿en qué momento, estando el cielo en calma, empieza a latir el corazón de esta avecilla, el crepúsculo que riela en el océano, primero tímida, luego extasiada y después delirante cosmogonía, a tal punto que todo lo abarca, lo inunda y sobrecoge?
 
¿En qué instante ocurre su primer latido, su palpitación primigenia y el germen núbil de su postrera desesperanza?
 
¿Desde qué semilla de la tarde parte su aleteo fascinado, luego frenético y después su convulsión demente y enajenada, hasta el grado del martirio, el descalabro y la agonía póstuma y suprema?
 
Y, me digo: ¿desde qué timbre del día empieza a acumularse su pena, hasta el punto de no poder siquiera llorar lágrimas sino agitar en la orilla apenas un aleteo entre oleajes estupefactos de aguas saladas?
 
3. Chorros
de fuego
 
¡Crepúsculos! Hay una señal imperceptible de la tarde en que todo de pronto se torna lento, innombrable, angustiante, ¡y abismal!
 
Es cuando naces, apareces en el universo y también mueres. Es cuando el cielo se deja invadir de una atroz premonición.
 
Es cuando tú también escondes en tus ojos una lágrima furtiva. Cuando al sol, soberano y todopoderoso, y amando tanto el mundo y la vida, le anuncian que va a morir.
 
Allí empieza este suplicio y esta calamidad. ¡Ahí es que se engendra la demencia que estalla luego en mil crímenes a pleno cielo abierto y sin fin!
 
Hasta producir esta explosión y este incendio donde todo arde y estalla, que hace que el sol astille su corazón en el horizonte y en el atardecer.
 
Y se rompa en mil fragmentos que se esparcen, gualdas y tornasoladas cenizas, en el cielo anubarrado de la tarde.
 
Batallas y despojos que se perpetran al borde de la bóveda sideral y el océano proceloso. ¡Y que mancha el vivir de chorros de fuego!
 
4. Esta
hora
 
Para que luego cada copo de nube solloce en el cielo en cada túmulo, por cada guerrero caído cuyas armas yacen a la vera.
 
Y los cielos se aneguen de sangre. Y lo cubran con un manto de adhesión y de duelo todas las sombras.
 
Y resuenen trompetas, clarines, trombones y un violín sonámbulo. Y truenos de duelo que se extinguen a lo lejos en el mar.
 
Después, todo se sume ineluctable en la penumbra.
 
– ¿Y tú, quién eres? ¿Y por qué lloras escondida detrás de esa puerta al fondo de mi corazón? Ya no te quiero.
 
¡Crepúsculos!, donde la supervivencia es tan tenue, hasta el punto de desaparecer y reinar solo el vacío o el olvido.
 
Es tan débil y a la vez tan poderosa esta hora, capaz de retarse con lo eterno.
 
Y de mirar, sobre todo y descarnadamente al fondo de lo que es la vida y de lo que es desnuda la muerte.
 
5. Se encienden
absortos
 
¡Crepúsculos en donde el alma se hace trizas, se pierde y se sumerge en un fondo inacabable!
 
En donde inmediatamente te evoco y me rescato con ahogos de tu melancolía.
 
Casi siempre el crepúsculo es una muchacha inconcebible que pasa furtiva por entre los recuerdos.
 
Que cruza por el parque, completamente inconsciente de lo que ocurre más arriba de su frente, allá en el horizonte en que ocurre esta desdicha.
 
¿O será que la hondura del infinito a esta hora es ella? Que es ella quien lo absorbe y finalmente lo lleva en su seno, entrando con el crepúsculo en mi vida.
 
Mientras, por los vidrios de la ventana se apaga en las paredes la tarde y los postes se encienden absortos.
 
6. Y la vida
prosigue
 
Es bella la calma y la hondura de esta hora. Vivir es sobreponerse al infinito. Permanecer aquí es vértigo, vasto y misterioso.
 
La tarde ahora muere apacible, profunda, ensimismada. Se extingue en los viejos árboles, en las tapias vetustas y en los mercados silentes.
 
Hay una claridad sin sol, un intenso resplandor moribundo. Sobrevivir cada día a un crepúsculo es un milagro.
 
El anochecer de Lima son puertas, son rasgueos de guitarras, son imperturbables precipicios.
 
Pero también, pese a que un Dios ha sucumbido en su vórtice, todo se vuelve íntimo. Y todo se hace confidente, se arrulla y se recoge.
 
Las voces de los niños en el parque, que juegan indiferentes al holocausto que ocurre sobre sus sienes y cabellos alborotados, hacen surgir cándidas y límpidas sus apuestas.
 
Y la vida prosigue.
 
7. Sanos
y salvos
 
Vividos desde esta esquina los crepúsculos remueven tantas memorias, dejan a flote tantas presencias. Pero más, ausencias.
 
Son atroces. Son malos pasos que acechan en el camino. Y abismos que nos arrojan a lo imperecedero.
 
En Lima cada una de sus calles, de sus esquinas y de sus plazas, a esta hora, es un ave aterida en la actitud de lanzarse a volar al océano.
 
En la decisión irreparable de hundirse en este mar incognoscible, de sucumbir en este naufragio irreparable que es el crepúsculo que estalla.
 
¡Porque con él, qué al borde y expuestos estamos de lo eterno!
 
Porque con él, ¡qué en el límite de caer estamos al vacío!
 
Porque con él, ¡qué arriesgado el vivir, y que se nos muera todo!
 
El milagro es que regresemos de cada crepúsculo, sanos y salvos.
 
8. Por
eso
 
Porque, ¿hay algo comparable en el mundo a los celajes de Lima en cuanto a morir mil veces? ¿Cuando estalla el sol y reina el misterio que nos abarca?
 
Dejando un aura en cada ser, en cada perfil, en cada cosa. Y que es cuando yo más te extraño.
 
¿Cómo vivirlo y cómo soportarlo sin ti?
 
Cuando el sol, anunciado que ha de morir, es destronado por el rey malvado de la noche. Y se desangra.
 
Yo me cojo a tu voz porque no encuentro ya tu mano en esta tormenta.
 
Cuando el cielo y la luna en la playa absorben el alma de los mares, que se arremolinan al borde de su bóveda hechizada. ¡Y yo deploro no saber dónde tú andas!
 
Y solo avizoro en el horizonte el borde de tu pañuelo y el manto escarlata, pero de un rey traicionado.
 
Por eso, ocúltenme a mí en sus arreboles. ¡Y enterradme para siempre en ellos, eternamente!
 
 
Texto que puede ser reproducido
citando autor y fuente
 
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dsanchezlihon@aol.com
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