POR EL DÍA DE LA MADRE
Por Fransiles Gallardo
Por Fransiles Gallardo
Ah, nos olvidábamos, mama Beca.
Alguna vez; usted se quejó de que el viejo Joshua no le compró, aquel rosario con crucifijo de plata bendecido por el cura don Vigo; al año siguiente de la fiesta, que la Florcita se dejó robar.
-¿Siacuérdaste usté?.
-Si, se lo compró.
Sucede; que como estaba medio achispado, tomando cañazo con su compadre don Rojas, el faite de don Murrugarra y otros más de la Lomada; me lo dio para que se lo entregara a usted, mama Beca.
Muchacho de siete años, inquieto y destructor; sacamos una a una esas bolitas blancas píldoras, pareciendo para después pegarlas con su gomita de espino y amarrarlas con su pabilo de costalillo; pero por más intentos que hicimos, no pudimos unirlas más y el temor a su enojo mama Beca; nos hizo guardarlas en una bolsita, que escondimos celosamente; en un huequito de la pared de la cuadra.
Lo hemos llevado siempre con nosotros mama Beca.
Por los caminos, por donde Dios nos ha enviado en esta vida. Inhóspitas trochas que hemos construido a punta de barreno, tractor y dinamita, cholo hermano desconocidos senderos abiertos a machetazo limpio si te pierdes, huesos nomás te encuentran en medio de las granizadas onde se te enfría hasta el alma en los arenales de febrero sudando manteca por paisajes distintos y diferentes de esta nuestra patria; que ustedes no alcanzaron a conocer.
Esas bolitas de rosario, fueron nuestro amuleto y protección.
Tenerlo significaba, tenerlos a ustedes dos juntos. A toda hora, en todo instante guardadito en nuestra mochila verde de mata perro, sin dueño, sin destino.
Nuestra compañía en estos más de veinte años de ausencia.
Esas bolitas blancas, mama Beca, saben de nuestros sufrimientos malora el día que me vine por estas tierras de desconsuelos y extravíos levanten sus petates y envuelvan sus tristezas, que nos vámonos pa otra obra de nuestras esperanzas cuando regresaré pa la Playería, canijo alegrías y desencantos ojalá los viejos biencito nomás, estén.
Ahora, se lo devolvemos mama Beca sin ustedes, paque ya pue lléveselo al viejo Joshua y talvez vuelvan a rezar juntos; por nosotros, por sus hijos, sus eternos guaguas.
Como lo hacían noche a noche; arrodillados ante un cristo crucificado, orando por todos, rogando por nosotros; porque nos vaya bien, para que no nos suceda nada malo, para que seamos gente de bien y que su mano generosa, no nos abandonara nunca.
Perdóneme mama Beca, el viejo Joshua nunca le falló.
Nosotros sí.
Como entonces, como ahora, como siempre.
Fuente:
Fransiles Gallardo
Poeta y narrador cajamarquino