Lima, 30 de diciembre del 2011
Señor Don: César Abraham Vallejo Mendoza
Santiago de Chuco - París
Estimado señor don Cesítar:
Discúlpeme la impertinencia señor don Cesítar; pero desde que era muchachito, allá en el colegio secundario de mi pueblo de Magdalena en Cajamarca; siempre quise escribir sobre usted, su vida, sus poesías, novelas y cuentos.
Será que en esta vida me he sentido el Paco Yunque de su cuento o talvez una vizcachita asustada en medio del pajonal; orejea para acá, orejea para allá, sin saber que hacer ni a donde ir.
Usted señor don Cesítar, serrano como yo, me entiende.
Ahorita mismo señor don Cesítar, cuarenta años después; estoy como esa vizcachita sin saber que decir ni por donde empezar esta carta.
Hablándole en cristiano y francamente señor don Cesítar; pero desde que publicó sus Heraldos, hace un montón de años y hasta ahora; los mejores y más lúcidos cerebros del mundo han escrito rumas de rumas de papel y blogs informáticos, sobre lo universal de su obra y sobre dizque su triste y atormentada vida.
Pero nosotros sabemos señor don Cesítar, que como buen chuquino, en Lima y en París; usted le entraba de lo lindo a la jarana, cantaba sus tristes y bailaba sus huaynos y seguro con un gustazo, que daba envidia verlo zapatear.
Si no fuera molestia y falta de respetancia señor don Cesítar; yo das das le invitara un cañacito de mi tierra, para aliviar las penas y contarnos nuestras cositas; pero seguro, ya nos habremos de encontrar.
Usted sabrá señor don Cesítar, que se han publicado millones de libros en todos los idiomas del mundo, que se han redactado infinidad de artículos, que existen incontables tesis de investigación, que no hay lugar sobre la tierra donde no haya un poema suyo y todos los días, en todos los lugares los muchachos de colegio y universidad estudian y aprenden su poesía.
Como paisano señor don Cesítar, se me hincha el pecho de orgullo saber que hay un peruano floreciendo por todo el mundo; llevando su poesía como único estandarte para humanizar al mundo.
Que usted señor don Cesítar, es más universal que nuestra papa wayro.
Entonces, que pues tendría que decir yo, señor don Cesítar; si casi todo ya se ha dicho sobre usted y su obra.
Que de nuevo tendría pues que aportar señor don Cesítar; sino repetir lo que los demás ya han dicho.
Que tendría que decir yo, sobre su poesía; si tan sólo soy un ingeniero metido entre números, planos, fierros, ladrillos y cementos.
Que de nuevo diría, si toda repetición es una ofensa o un plagio.
Si no es molestia señor don Cesítar; sólo quiero decirle que en nuestro mundo, siempre habrán los bárbaros Atilas.
Que enmohecidos de nostalgia, preguntaremos siempre, por nuestra andina y dulce Rita de junco y capulí.
Que mañana nos iremos a Santiago; aunque nuestra mamita se haya muerto, viajaremos para remojarnos en su bendición y en su llanto.
Que ojalá, algún día, amanezcamos desayunados todos.
Que hay hermanos, todavía, muchísimo que hacer.
Que al final de la batalla contra la muerte, nos abracemos todos y echemos a andar.
Le cuento señor don Cesítar, que en uno de mis viajes por trabajo a Huamachuco, me escapé a Santiago de Chuco para conocer su corredor, su sillón ayo; jugar a las escondidas con su hermano Miguel y rastrear los cascos de su burro peruano del Perú.
Otra cosita más y sin que se moleste señor don Cesítar; pero por más que leo, releo y vuelvo a leer sus poesías; no logro entenderlo del todo.
Pero eso no es su culpa señor don Cesítar, será que tengo dura la sesera.
“Es que es para inteligentes, dirá usted señor don Cesítar”.
Tiene toda la razón y no me molestaré. Es que me falta tanto para poder comprender la magnitud de su universal mensaje.
Discúlpeme usted señor don Cesítar, por tanta impertinencia junta.
Sólo quiero finalmente, señor don Cesítar, agradecerle por haber existido y por escribir cosas tan lindas, inmensas y profundas.
Donde se encuentre, un gran abrazo
Fransiles Gallardo
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