CONVICTO
Y
CONFESO
CRÓNICA DE UN SUPLICIO
Danilo Sánchez Lihón
1. La causa
que defiende
En
la mañana de hoy, 29 de junio del año 1823, los captores realistas de
José Olaya, caído preso hace dos días en Lima, proceden a destrozarle
los pulgares
lentamente martirizándolo con las llaves de un fusil. Pero en vano. ¡No
confiesa nada!
A
las 7.30 de la mañana ha recibido la visita de doña Melchora Balandra
su madre, traída especialmente por sus apresadores para que pudiera
persuadirle
de que salve su vida, revelando nada más que los nombres, o dónde viven
¡nada más!
¡Que
diga quienes le han encargado las cartas para Sucre y los rebeldes
acantonados en el Real Felipe del Callao! Para los españoles saber cómo
está tejida
la red es crucial.
Pero
es, ¡inútil! La señora intenta persuadirle bajo la expectativa de sus
vigilantes, pero su hijo no se rinde. Llorando le suplica para que salve
su
vida. Y le vuelve a insistir, por presión de los custodios para que
declare y viva.
Al
contrario, con palabras entrecortadas la madre es fortalecida por su
hijo para que tenga entereza y valentía. Al final ella grita a los
esbirros, que
ellos son los malos, convencida de la causa que su hijo defiende.
2. En plena
plaza
Él
apenas puede pedirle que ella le dé cristiana sepultura, que visite de
vez en cuando su tumba donde han de reposar sus restos. Y le pide que
abrace
la causa del Perú. Ella asiente con la cabeza y se impulsa hacia él. Y
puede darle la última caricia maternal deslizando sus dedos por su
mejilla tumefacta posando por un momento sus yemas en sus labios
sangrantes.
Los
agentes españoles que son sabuesos de la guerra han concluido que de un
ser así no se puede entresacar nada. Que basta verle la mirada para
saber que
es invencible. Nada obtendrán de ese hombre, así lo destrocen a
pedazos. Y eso mismo ha repetido Rodil al verlo.
Y
como lobo de guerra que es, sabe que la única ventaja que aquel
enigmático indio puede depararle, es que sirva de atroz escarmiento
presentándolo al
público torturado y despedazarlo hecho a un guiñapo sangrante. Concluye
que nadie más ideal para soportar los suplicios que un indio.
Y
ordena que sean crueles y despiadados en las torturas que le inflijan.
Pero, además, el gobernador ha dispuesto que luego que acaben con el
suplicio
se monte un espectáculo con su ejecución inmediata, fusilándolo en
plena Plaza de Armas de la Lima virreinal.
3. De manos
y pies
Hecho
que ocurre apenas dos días después de haber sido capturado, sin esperar
más trámite ni voz de arrepentimiento que nunca ha de llegar.
Sabe que aquello jamás va a ocurrir, porque es indígena.
Es
de esa raíz salvaje e incomprensible de la tierra que él no alcanza a
comprender, pero que sospecha y presiente que debe ser porque tiene un
componente
cósmico de materia primitiva.
Al
gobernador de la ciudad de Lima le ha bastado verlo ahora para saber
que será imposible e inútil esperar alguna delación, pese a reconocer
que sería
estupendo, pero él mismo ya es una rica presa, aunque debe saber mucho
de quienes conspiran contra España.
Menos
aún hablará ahora si ha soportado ser suspendido de los pulgares que
ahora cuelgan descoyuntados de sus manos y pies. Jamás ha visto soportar
con
estoicismo tanto dolor.
Y
pese a haber sido arrancadas con tenazas, y de cuajo, también las uñas
de sus manos y sus pies. Y sin que emitiera gritos de dolor, quizá como
máxima
rebeldía por estar delante de él. ¡Ah, indios! ¡Indios!
4. Llama
votiva
Entonces
ha decretado su fusilamiento, de ejecución sumaria e inmediata.
Idéntica a la decisión que tuviera hacia él Sucre, pero a la inversa, el
uno de
darle toda su confianza espontánea. El otro, Rodil, solo de ver su
mirada lo ha condenado sin plazos, demoras ni dilaciones.
Es
así que hoy 29 de junio de 1823, José Olaya será fusilado a las once de
la mañana en la Plaza de Armas de Lima, exactamente frente al Palacio
de Gobierno,
día de San Pedro pescador y patrón de su Chorrillos nativo.
Para
ello se ha alzado un patíbulo en el Callejón de Petateros. Acabamos de
verlo salir arrastrado, pero en el momento en que iban a cegarle la vida
se
ha erigido y ha alcanzado a gritar con voz ronca, decidida, aunque
lastimada, una arenga que, pese a lo deforme de su boca por las
torturas, se lo ha alcanzado a oír claramente:
Si mil vidas tuviera, las mil
gustoso las daría por mi Patria.
Ha
hablado de Patria. ¿De cuál patria? En realidad, muere un iluso. Porque
aquella Patria en este momento todavía no existe, es una quimera
tambaleante.
Apenas una llama votiva.
5. La misma
causa
Sin
embargo, hay seres que vienen muriendo por ella, cuando aún es una
ensoñación, un desvarío y hasta una utopía. ¡Y acaba de morir por ella
un pescador
artesanal! ¡No un filósofo ni un intelectual!
¡Qué
increíble! ¡En un hombre tan humilde una fe tan inquebrantable en el
alma! Indudablemente es un don excelso y supremo su heroísmo patriótico.
Acabamos
de contemplar su fusilamiento, y estamos conmovidos. ¿Qué pensamientos
se agolpan ahora en nuestro ser a partir de esto que acabamos de
contemplar? ¡Muchos!
Que
tener fe, que creer en algo es acrisolar la vida en un emblema o en un
símbolo. Es pensar que hay algo superior a la vida misma. Y es esto lo
que hace
a alguien inmenso, trascendente y valedero.
José
Olaya ha vibrado con algo que ni siquiera todavía existe., y que forma
parte de una ilusión. Él es un peón en los surcos de los sueños.
Y,
en su condición, esos surcos recién son esbozos pergeñados en las olas
del mar, que ha surcado llevando las cartas a Sucre acantonado en la
Fortaleza
del Real Felipe, en el Callao, y de quienes alientan la misma causa en
esta ciudad virreinal.
6. No tuvo
dudas
Pero
su alma estaba encendida con una luz. Y esa luz es cálida y ardiente. Y
es fuego puro conteniendo valores como la libertad para todos, la
capacidad
de forjar nosotros mismos nuestro destino, la justicia social como
enseña y compromiso histórico.
Lo
que conmueve en José Olaya es que la ha asumido no desde una posición
acicalada, conveniente para sí mismo, calculada para su bienestar, sino
como anhelo
puro del ser que quiere para su pueblo la libertad.
Desde
su condición de pescador artesanal avizoró y dio su sangre por la
entelequia que todavía es el Perú, que tenemos palpitante en nuestras
manos y,
ojalá, en nuestro corazón emocionado. Indudablemente, esta muerte me ha
conmovido, y he pasado del estupor a las lágrimas. Mil disculpas.
Ahora bien, y su elección ha sido autónoma, espontánea y soberana, para soñar la patria que algún día ojalá veamos concretada.
También conmueve el hecho de que él no tuvo dudas, no se mostró dubitativo ni pusilánime, ni mucho menos engañado o defraudado.
7. Y punto
final
José
Olaya al morir ha sido convicto y confeso. Y no se quebrantó ni ante su
madre que le ha rogado que se salve, que viva; sino que a ella le ha
pedido
más bien que milite en la causa del Perú.
Así
como que vele al pie de su túmulo mortuorio. Y que lo acune y rememore
en su sepultura, como si su tumba fuera un vientre o una cuna.
José
Olaya es de esos seres con sueños indestructibles e imperecederos que
las balas no traspasan ni menos pueden matar y ni siquiera acallar como
es el
Perú que ahora anhelamos. Un pescador, como lo fue San Pedro del lago
Tiberíades, que es el día que ahora celebramos, y cuya procesión ya
empieza a salir de la Iglesia Catedral.
En
quien albergaba la misma llama del espíritu que ahora se levanta. A
partir de quien ha sido apaleado, colgado de los pulgares, destrozadas
sus articulaciones
con llaves de fusiles.
¡Y
no se ha rendido! Ni tampoco han logrado que se arrepienta, sino al
contrario, ¡ha muerto proclamando libertad para todos! Y punto final,
señores, estoy
emocionado y llorando, pero de coraje.
*****
Los textos anteriores pueden ser
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Editorial Papel de Viento:
papeldevientoeditores@hotmail.com
Editorial Bruño, Perú:
ventas@brunoeditorial.com.pe
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
Ediciones Altazor:
edicionesaltazo@yahoo.es
*****
DIRECCIÓN EN FACEBOOK
HACER CLIC AQUÍ:
*****
Teléfonos Capulí:
393-5196 / 99773-9575
capulivallejoysutierra@gmail.com
Si no desea seguir recibiendo estos envíos
le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.