Danilo Sánchez Lihón
1. ¿Qué se hace
hoy?
Hoy
día 1° de mayo se celebra la Fiesta de las Cruces que consiste en que
se velan las cruces de los caminos en las cumbres de los cerros y
colinas donde permanecen; o trayéndolas, si se puede, a las casas en
donde se hace una fiesta.
Para
ello, en un arroyo o quebrada de agua cristalina se lava la cruz. Y
también quiénes van en la comitiva, se echan agua a la cara, o se mojan
la cabeza, y se acicalan el cuerpo.
Se
adorna y se viste a las cruces, cubriéndolas de campanillas, de esas
flores con capullo de amarillo solar, o de rojo bermejo y que cuelgan
como pompones o borlas de estandartes desde sus ramas que no desmayen
por más que hayan sido arrancadas.
Como
también se adornan de sunchos silvestres de color amarillo intenso, aún
con gotas de rocío en sus hojas y en sus corolas y pétalos.
Se las adorna con margaritas que crecen en las cercas de las chacras y con crisantemos de un radiante azul celeste.
2. Al centro
va "el cajero"
Y
luego, al compás del cajero en la amanecida del 1° de mayo, se lleva la
cruz a dejarla en la colina del camino desde la cual domina nuestros
campos, las casas, los sembríos, los caminos.
Aquí está don Santiago Huamán el cajero alrededor del cual la gente baila.
Al
compás de su bombo, hecha la envoltura circular de cáscara de eucalipto
con dos pellejos curtidos de chivo o de perro amarrados a ambos lados.
Los cueros están sujetos y templados con pitas de cabuya sacada de las pencas sin que una sola hebra se haya cortado.
Allí golpea hechizado, marcando el compás con la taitana como si fuera el ritmo con que gira la tierra y da vueltas el universo.
Este
es un palo u émbolo hecho de capulí o molle, con una talega de cuero en
la punta ablandada con lana puesta hacia adentro, enorme como un guante
que remueve los cimientos de esta cabaña y estremece las rocas de
afuera.
3. Nuestra
tierra
Con
la taitana don Santiago aporrea en el cuero y en el aro de la caja o
bombo. O bien con la parte posterior le da en el mero palo de la
circunferencia. Y con lo cual produce el ritmo que hace zapatear a su
alrededor a la gente que se agita, delira y contornea:
– ¡Que viva el primero de mayo, fiesta de las cruces y las flores! –Grita uno.
– ¡Que viva! –Repiten todos.
– ¡Que viva el lucero del alba!
– ¡Que viva!
– ¡Qué vivan nuestros campos y sembríos!
– ¡Qué viva!
– ¡Que viva Santiago de Chuco, nuestra tierra!
– ¡Que viva!
Y
arrancan los huaynitos, las marineras, las cashuas; y los aires de
fiesta de nuestro pueblo, que don Santiago Huamán desprende, eleva y
vuelve a sepultar solo con la flauta.
4. En lomas
y parvas
Flauta
que une su boca con el bombo, en cuyo final tiene los orificios que
tapa y destapa con los dedos renegridos por las labores de labranza. Y
así sopla redivivo, pese a ser ya varias horas en que toca sin cesar.
La flauta esta está hecha de palo de saúco ahuecado en el centro, al cual se le ha labrado una embocadura horizontal y pareja.
También
hay un huequillo detrás para el dedo pulgar, que abre y desabre guiado
por la emoción. Y tres ventanas adelante que pulsa con los otros dedos.
Con
ellos se obtienen todas las tonadas que hacen que vuelen ponchos y
polleras, y se encienda en las mejillas el color del capulí.
Y,
como contornearse, también hace añorar y exaltarse hasta las lágrimas a
la gente que no baila y solo escucha, sea en las plazas como en las
lomas y en las parvas.
O, como ahora, al pie de las cruces adónde vamos. O en los caminos por donde ahora pasamos.
– ¡Salud, por las cruces!
– ¡Salud, hermano!
5. ¿Qué
se come?
Y, ¿qué se sirve en la mesa hoy día?
Hoy se comen choclos humeantes con sus inmensos granos de ámbar transparente enfilados en huestes parejas, lechosas y blandas.
Hoy
se comen papas recién sacadas del surco al borde de la chacra que aún
presenta la tierra removida y fragante, y al costado la planta rendida.
De ella se han extraído los tubérculos prendidos a las raíces, después
de lo cual yace desfalleciente como una mujer que hubiera parido.
Se
comen frutos que aún están en sazón: como son las habas verdes, las
arvejas que llamamos chungares, las caiguas olorosas a agua que corre y a
vientos desatados, arrullantes o dormidos.
Hoy
se prueban frutos en agraz, que recién se cosecharán en el mes de junio
o julio, de esas plantas que aún están en espiga. Y que se miran desde
aquí: como los maíces que se mecen en sus tallos tiernamente mecidos por
la brisa.
Y se comen frutas como las guayabas, las chirimoyas, las granadillas y el hondo y dulce capulí de los valles.
Y se brinda con chicha fermentada de hace doce o quince días.
6. Tu inocente
pollera
De pronto mis ojos se llenan de los ojos de la niña aldeana, linda como una fuente de agua.
Cuando en las faldas de la colina, hasta donde hemos llegado, el aroma del anís se extiende arropando toda la comarca.
–
¡Anís que curas del olvido! –Dices, mientras te agachas a recogerlo,
llevando en tus hombros tu leve rebozo de niña. Y así inclinada coges un
tallo con sus hojas en palillo, y sus dos o tres flores blancas.
Lo frotas levemente entre tus manos finas y morenas y haces un hueco con las palmas para que yo huela en silencio.
Allí
están, en ese olor a tierra y en el golpeteo de tus palpitaciones
núbiles, encerrados los bosques y hondonadas como las cumbres cercanas y
lejanas de los cerros. Los cercos de pencas, las casas de abobe y sus
tejados.
Como
también los valles profundos, los ríos serpenteantes, los riscos que se
elevan, las níveas montañas, como también tu inocente pollera recogida.
Y tu palpitante corazón diáfano y translúcido como estos horizontes.
7. En las palmas
de tus manos
– ¡Piensa un deseo! –Me dices.
Pienso: para que yo nunca deje de mirarme en tus ojos transparentes como la fuente más cristalina, tal como lo hago ahora.
– ¿Ya pediste?
– Sí. ¿Te lo digo?
–
No. No me lo digas sino se pierde. Y nunca más se cumple. Ahora cierra
otra vez los ojos. Sopla tu aliento en mis manos, sin dejar de decirte a
ti mismo lo que anhelas que se cumpla.
Musitándolo con toda mi alma y sin dejar de mirarte, digo:
– Que nunca yo me olvide, ni de esta hora ni de este olor ni de este sitio, ni de ti nunca.
– ¡Ahora abre tus ojos! ¿Ya? ¡Tu deseo se cumplirá para siempre!
Y
era cierto. Así el olor del anís que abunda en las lomas de Santiago de
Chuco, untado en las palmas de tus manos, se quedó en mi memoria del
mes de mayo para siempre, eternidad tras eternidad, iluminado por el
lucero del alba y tu olor que invade mi alma.
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CONVOCATORIA