Danilo Sánchez Lihón
Querrán romperlo y no podrán romperlo.
Querrán matarlo y no podrán matarlo.
Al tercer día de los sufrimientos
cuando se crea todo consumado,
gritando ¡LIBERTAD! sobre la tierra,
ha de volver. ¡Y no podrán matarlo!
Alejandro Romualdo
1. Penden
ya sus cuerpos
Esta
mañana del viernes 18 de mayo del año 1781, en la Plaza de Armas del
Cuzco el cielo luce encapotado, con nubes que se arremolinan en el
cielo. Corre un viento frío y se han escuchado algunos truenos broncos,
cercanos y lejanos. El ambiente es húmedo y con ganas de llover, cuando
en días anteriores los días eran serenos y el sol lucía radiante.
Desde
tempranas horas se ha dado muerte a capitanes y familiares que han
participado en la rebelión encabezada por el cacique de Tungasuca,
Surimana y Pampamarca, de 43 años, nacido el 19 de marzo de 1738, José
Gabriel Condorcanqui Noguera, descendiente directo de Túpac Amaru I,
último Sapa Inca ejecutado por los españoles en el siglo XVI, quien ha
estremecido el gobierno colonial de España en su Virreinato del Perú y
del Río de la Plata y repercutido fuertemente en el Virreinato de Nueva
Granada, pero más conocido ahora con el nombre simple de Túpac Amaru.
Han
sido sacados en zurrones y jalados por caballos José Verdejo, Andrés
Castelo, Antonio Oblitas, Antonio Bastidas, Francisco Túpac Amaru,
Tomasa Condemaita cacica de Acos, Hipólito Túpac Amaru, hijo del jefe de
este levantamiento. Luego de quitados los grilletes y esposas que los
tenían sujetos penden ya sus cuerpos de la horca levantada arrimada
junto al cadalso. Y después le llega el holocausto a la copartícipe y
cónyuge del jefe de todo este movimiento, Micaela Bastidas.
2. Pero
más temen
Y
ahora toca la ejecución a Túpac Amaru. La macabra y espeluznante manera
de cómo debe cumplirse la condena para él ha sido diseñada
especialmente por el Visitador General José Antonio de Areche, quien
ahora observa desde un balcón de la plaza el linchamiento.
¿Por
qué tanta saña y crueldad en este castigo a Micaela, sus hijos, su
esposo, sus parientes y capitanes de parte de las autoridades españolas?
Primero, porque ha sido el iniciador de pedir la libertad de toda
Hispanoamérica de cualquier dependencia, lo cual implica no solo un
arreglo de su jurisdicción sino de todo un continente, lo cual implica
una independencia política, (Bando del 14 de noviembre de 1780).
Segundo: Eliminación de todas las formas de explotación indígena: mita
minera, obrajes de los corregimientos, pagos de alcabalas y aduanas,
(bando del 14 de noviembre de 1780). Tercero: Ha decretado por primera
vez en la historia humana la esclavitud negra en todas Hispanoamérica,
(Bando del 16 de noviembre de 1780), por lo cual se ha emitido la orden
judicial que se le atraviesen tres fierros candentes desde el cerebro y
le salgan por la boca exponiéndolo así en la plaza pública durante todo
un día, castigo que se cumple literalmente.
Pero
más para dejar constancia de que nadie cuestione los hechos que se
cometen y perpetran. Que nadie ose quitarles su botín, su medio no de
vida sino de ser viciosos y holgazanes. Por eso, el suplicio estuvo a la
medida del miedo y el susto que pasaron. Está a la estatura de las
imágenes que sus reflejos han elucubrado de lo que les va a suceder,
porque en su subconsciencia ellos mismos ya se han condenado a los
suplicios más horrendos del infierno. Y, sobre todo, han logrado
entrever qué les sucederá en relación a sus comodidades y beneplácitos.
¡Que todo lo perderán! Pero más temen en relación a las sanciones
morales que merecen ellos mismos.
3. Subirán
las colinas
Ya
tienen configurada en su mente esos castigos, por la infamia en la cual
están sumidos si triunfa la revolución. Por eso, Areche ha dibujado con
minucia, y hasta ha trazado en planos y figuras, y ha dejado solazarse
sus bajos instintos acerca de cómo debe ser la ejecución del sublevado.
Nunca
antes en la historia humana hay un antecedente que se parezca a este
bestial y monstruoso espectáculo. Así: Sus miembros serán arrancados por
cuatro caballos que tiran hacia las cuatro esquinas de la plaza,
briosos y espoleados por jinetes y palafrenes que irán arrastrando los
pedazos cercenados y sanguinolentos convertidos en muñones y en barro
por las calles empedradas y atravesando las esquinas con el sonido
bronco de la carne humana rebotando en las piedras algunas salientes de
las veredas.
Y,
sobre todo, dejando el rastro sanguinolento en todo adoquín que toquen,
para que toda la gente después registre esas huellas en sus vigilias y
en sus sueños, pesadillas, conciencia y subconsciencia, sea en su calma o
su delirio y jamás ya piensen ni en ese concepto ni en esos mundos que
hay debajo, arriba o al fondo de la palabra libertad.
Subirán
las colinas arrastrando los miembros extirpados, para luego ser
quemados en una pira. Y la cabeza del caudillo puesta en una picota para
ser devorado por los cuervos, los cernícalos y las águilas.
4. Con
un hacha
En
estos momentos a él sí logran cortarle la lengua, lo que no han podido
hacer con Micaela viva, sino que para cumplir el edicto tienen que
hacerlo cuando ella ya no tiene ni respiración ni aliento. Ahora,
amarrado como está de pies y manos se tienden riendas sujetas a las
monturas de los caballos.
Se
lo jalona el cuerpo que flota en el aire y a cada arremetida de los
caballos azotados y espoleados al unísono se eleva en el aire, y vibra
haciendo resbalar y retroceder a los corceles cuyos cascos chirrían en
el empedrado, pero de ningún lado pueden arrancar ni un brazo ni una
pierna.
Tiran
una y otra vez en que se tiempla, subiendo y bajando su cuerpo por
sobre los techos y cayendo a tierra con golpes sordos y secos. Mientras
lo hacen la gente con un rumor sordo y contenido aúlla, grita, chilla,
vocifera, entra en paroxismo; pero hacia adentro, no hacia afuera que
más parece que se estuviera celebrando un acto solemne.
Solo
de los contornos se alza un sordo rumor de los indios apostados en las
laderas. Aún está vivo en el suelo, y aprovechando que la cuerda está
tendida en el suelo, alza la mano, dirigida a su gente que permanece
expectante en los cerros, ordenando a sus huestes que se calmen, que
reconocen que aún está vivo y él los dirige.
Pero los ejecutores del suplicio concluyen que no pueden arrancarlo a pedazos jaloneando sus miembros. Y desisten.
5. Son muchas
las delicias
Entonces
Areche, dicen, que se apiada, y ordena que le corten la cabeza y los
miembros con un hacha. Y por la tarde sus miembros son divididos y
enviados a las colinas hasta donde iban a ser arrastrados por los
caballos.
A
su hijo Fernando, de 12 años que ha querido agachar la frente y
esconder la mirada para no ver morir primero a su hermano Hipólito,
después a su madre Micaela y luego a su padre José Gabriel Condorcanqui,
Túpac Amaru II, lo golpean.
Un
soldado español le alza la cabeza tirándole de los pelos para que vea, y
le dan de culatazos en la nuca y en el cuerpo cuando cierra los ojos,
obligándole a mirar para que se cumpla la consigna estipulada en el
mandato, de que él vea.
Y
surgen las preguntas: ¿por qué los matan así? ¿Por qué tanta saña,
atrocidad y vileza? Hay razones ineludibles que lo explican. Sí. Y una
es: ¡porque es mucha la riqueza que explotan y que se llevan de este
reino!
¡Porque son muchos los privilegios, placeres, posiciones, gangas y ventajas; situación que para ellos no debe peligrar nunca! Porque son muchas las delicias, los halagos, la soberbia de los españoles. Y no quieren que de ello se les despoje jamás.
6. bajo la luz
del sol
Porque
es mucha la fastuosidad. Y unos miserables no van a venir a querer
arrebatárselas ni hacer peligrar esas ventajas. Y les enfurece otro
hecho peor: saben íntimamente que esos indígenas tienen razón. Que ellos
son los legítimos dueños de estas posesiones. Y eso les duele mucho más
en su conciencia.
Y
si refuerzan su identidad como este movimiento lo viene logrando,
entresacándola de las ruinas, la inquina y el desprecio con que se los
trata a los nativos y naturales de aquí, sentimiento y emoción que
podría alzarse y que sería devoradora. Estas son tierras de ellos, que
los han arrebatado con perfidia, negándoles incluso su condición de
seres humanos, de lo cual han hecho, incluso, doctrina de fe.
Por
estas razones, la desmedida crueldad y el ensañamiento de parte de
ellos son lógicos, tanto que lo han escrito y emitido como órdenes y
mandatos de carácter judicial, porque quieren escarmentar para que nadie
ose jamás volver a pensar siquiera en ello; y ahogando así, con la
crueldad máxima, todo grito de rebelión.
Porque,
¿dónde se ha visto que el público presencie el descuartizamiento de un
cuerpo humano hecho por caballos desbocados, y la sangre salte
inatajable bajo la luz del sol? ¿En qué lugar de la Tierra y en qué
tiempo, jamás fue concebible? No hay antecedentes en ningún pueblo ni
civilización en el mundo.
7. El Perú
valía mucho
Lo
revela además la pena que se sentencia, que abarca no sólo a los vivos
sino a los que nacieran después, que ni siquiera son muertos, puesto que
ni han nacido. Y que con este edicto jamás nacerán, porque se los
elimina de la vida y también se los cercena. Es decir, no habrá ningún
descendiente directo de la sangre de Túpac Amaru jamás. Es decir, a
Fernando su hijo que quedo vivo, y de niño se lo capó. Dice literalmente
la resolución:
“que se extinga toda su descendencia, hasta el cuarto grado”
Perdieron
toda cordura estas bestias enmascaradas de nobleza y señorío, de
religión y catecismo. De predicar el evangelio de la paz, la no
violencia y el perdón como lo sustentó Jesús. Porque lo curioso es que
antes de ejecutar estos crímenes estuvieron en la iglesia, participaron
de la misa, se confesaron y comulgaron con la hostia sagrada. Y de ahí
salieron.
Es
decir que, si por algún descuido la descendencia siguiera y alguien
naciera de los Túpac Amaru, sería victimado. Este es un derecho y una
justicia que sentencia a los que aún no han nacido. Y derruyeron su casa
y todas sus propiedades, no quedando ni una piedra encima de otra. Y
sembraron los terrenos de sal, incluyendo los contornos.
¿Qué
los hacía tan delirantes? La riqueza, las prebendas, la concupiscencia.
Este suplicio fue a la altura de su codicia. El Perú valía mucho en
oro, en tierras, y en judicaturas. Y castigaron ferozmente este
movimiento porque venía a cuestionar toda esa riqueza en base a la
muerte de los indígenas y a impugnar en el fondo de sí mismos su fe y
sus conciencias.
*****