domingo, 29 de enero de 2012

RESPONSO POR UN MAESTRO EGREGIO: JAVIER CASTILLO ANGULO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN

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CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA

Construcción y forja de la utopía andina

RESPONSO POR UN MAESTRO EGREGIO


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Por Danilo Sánchez Lihón


Hoy día domingo 29 de enero del año 2012, a las cinco de la tarde, se entierran en Trujillo los restos del maestro de muchas generaciones de estudiantes, Javier Castillo Angulo.

Fue en su juventud noble e idealista dirigente estudiantil, luego maestro probo, periodista sutil, esposo y padre amoroso, como también ciudadano ecuánime y ejemplar.

He aquí lo que él me dijera alguna vez:


1.

Si bien es cierto que yo he nacido en Cascas tuve que salir del pueblo en que nací a la edad de cinco años y llegar a Santiago de Chuco, pueblo al cual considero mi tierra.

Ahí estudié las primeras letras y tuve la gran suerte de tener a un maestro inigualable, como fue el señor Manuel Encarnación Saavedra, gran amigo de mi padre.

Y entonces de él aprendí mucho, que junto con el desvelo que recibí en mi hogar, la sabiduría de ese hombre consagrado totalmente a la misión de enseñar y servir de guía a niños y jóvenes, complementó totalmente mi formación.

Me sirvió mucho la orientación que él me dio, tanto que la considero como la de un segundo padre.

Por eso Santiago de Chuco para mí tiene y representa un inmenso valor, porque allí aprendí muchas cosas, sobre todo a amar a la tierra que nos cobija y en donde nos hemos forjado.

Porque soy sincero en decirlo: mi personalidad la debo a Santiago de Chuco. Si Cascas a mí me dio el ser y la vida, Santiago de Chuco modeló mi carácter y le dio orientación a mi destino.


2.

Este sentimiento de adhesión por Santiago de Chuco se manifiesta viajando siempre a estar bajo su cielo, sea en las vacaciones de enero, febrero y marzo, o ya sea en la fiesta del Apóstol Santiago el Mayor en el mes de julio.

Tanto es así que para mí Santiago de Chuco es ya una obsesión. Mucho lo he querido y lo quiero. Allí me refugié un año entero cuando estuve perseguido por ser dirigente estudiantil en la Universidad Nacional de Trujillo, año en el cual tuve que suspender mis estudios.

Y para demostrar ese cariño a la tierra y a su gente la prueba está en que contraje matrimonio con una dama santiaguina y tía tuya, mi querido sobrino, hermana de tu mamá, y cuyo nombre es Blanca Rojas Paredes con quien tengo seis hijos a los cuales amo entrañablemente, quienes me hacen sentirme feliz y soy sincero en decirlo.

Por Santiago de Chuco es que también admiro tanto la naturaleza y todo lo bello que ella tiene. De allí que cuando viajo aprecio la cordillera con sus nevados, la vegetación exuberante, los ríos, pero sobre todo la gente con sus costumbres en los diferentes pueblos por donde pasamos.


3.

Y de allí nace también mi vocación de profesor, que se debe por un lado a la influencia de mi padre, que fue inspector de Educación en Santiago de Chuco, Cabana, Pallasca, Huamachuco, Otuzco, y al final director del Centro Viejo 241 de la Plaza de Armas de Trujillo, plantel que con su dedicación ubicó como la mejor escuela del norte del Perú.

Pero se debe también gracias al recuerdo de mis maestros de Santiago de Chuco a quienes admiré y admiro por su consagración, por su rectitud, por su extraordinaria preparación y por la educación en valores que nos impartían.

Y quizá un tercer factor en mi vocación se deba en parte a que cuando yo estuve estudiando en la Universidad Nacional de Trujillo, tanto lengua y literatura como también Derecho, fui considerado para trabajar en varias academias de ingreso a la universidad.

Sobre todo en la academia que fundamos con Luis de la Puente Uceda en la universidad, en el año 1950, que se llamó AUTE y que ahora se llama Academia FUT, o sea Academia de la Federación Universitaria de Trujillo.


4.

Allí me desempeñé bien y eso sirvió en parte también para acentuar mi vocación de maestro.

Pero no solamente mi vocación lo determinó en buena parte Santiago de Chuco como he dicho, sino que también mis grandes amigos son de esa tierra, con quienes formamos una institución que hizo historia en la vida de ese quierido pueblo.

Esos amigos, entre otros son: Luis de la Puente Uceda, Javier Villalobos, Francisco Lescano, Guillermo Rabelo, Marcial Jaramillo, Luis Donet, con quienes salíamos a dar serenatas a nuestras enamoradas aquí en Trujillo, para lo cual utilizábamos la camioneta que tenía Luis.

Con Lucho y todos ellos, algunos todavía estudiantes de Educación Secundaria, nos reunimos el 7 de junio del año 1942 en el Centro Viejo 241 en donde mi padre era director, y fundamos el Club Estudiantil 7 de Junio, también por ser una fecha simbólica, que después cambiamos de nombre para ser Federación de Estudiantes Santiaguinos.


5.

E hicimos una gran labor aquí en Trujillo como en Santiago de Chuco, adonde íbamos en la época de vacaciones y en el mes de julio, y realizábamos actividades culturales, deportivas, sociales.

Hicimos muchas veladas en que presentábamos una comedia o un drama, en donde nosotros mismos éramos los actores y nos autodirigíamos.

Algunas de esas actuaciones las presentábamos en la casa de Lucho las mismas que tenían una gran aceptación, eran un lleno completo de público y constituían acontecimientos inolvidables.

Pero también rendimos homenajes a muchos buenos maestros que había en Santiago de Chuco, como al señor Manuel Encarnación Saavedra, al señor Francisco Haro, al señor Agusto Helí Vejarano.

Regalamos muchos libros para la biblioteca, así como bancas para la plaza de armas y para la iglesia matriz.

Yo tuve la suerte de ser el mejor amigo de Luis de la Puente, porque así él lo dijo. En realidad para mí era un amigo del alma, incluso mucho más que un verdadero hermano.


6.

Me inicié como profesor de Educación Básica en el Colegio Particular de Trujillo, fundado por la profesora Amable León de Flores, en el año de 1948, cuando yo todavía era alumno universitario de tercer año en la Facultad de Letras y Pedagogía de la UNA, y trabajé al mismo tiempo en el Colegio Hermanos Blanco, o más conocido con el nombre de Belén.

También en el Colegio Nacional de San Juan y en el colegio nocturno de la Universidad Nacional de Trujillo, denominado José Faustino Sánchez Carrión; en el Colegio Particular Mariscal Orbegozo y en el Colegio Secundario San Carlos de tanta tradición en Trujillo, colegio antiguo de donde se puede decir que surgió después el Colegio San Juan.

En 1952 el alumnado y el profesorado de San Juan nos trasladamos al local, flamante aún, de la Gran Unidad Escolar Manuel Isidoro Suárez, nombre que perdió para ser Gran Unidad Escolar San Juan, para posteriormente ser denominada Unidad Escolar José Faustino Sánchez Carrión, en donde he realizado mi mayor carrera jerárquica hasta el año 1985, fecha en que cesé.


7.

Hay muchos alumnos que se destacan en el proceso de formación que uno imparte, pero para mí el mejor alumno que he tenido como maestro y como profesor es Teodoro Ribero Ayllón.

Él ahora es un gran escritor, un eminente catedrático, que incluso visita mucho el extranjero, que se ha consagrado en escribir obras y se dedicado también con mucho ahínco al periodismo.

Para mí es uno de los mejores valores que ha salido durante el ejercicio de mi profesión en los diferentes colegios y en la universidad.

Pero en general yo me siento muy retribuido por mis alumnos, que se muestra cuando ya en la vida profesional han sabido desempeñarse y mostrarme su agradecimiento.

Yo tengo la buena suerte de que mis alumnos no me han olvidado. Ellos siempre han sido gratos conmigo. Y siempre que me encuentro con ellos en la calle o en algún otro sitio se acercan a saludarme con mucho afecto y me hacen manifiesto su cariño.

Me abrazan y me muestran su reconocimiento. Para mí eso es algo que me llena el alma, porque generalmente el maestro es olvidado cuando deja las aulas.


8.

Lo que yo más anhelo ahora, ya que me ha gustado siempre escribir, es publicar un libro, por lo menos un libro y lo voy a hacer, si es que Dios me da vida. Si puedo más, bueno. Pero por lo menos un libro, que es lo que he debido hacer hace tiempo.

Así como he soñado también en conocer España para recorrer la estepa castellana, pernoctar en cada fonda en que pasó la noche don Quijote de la Mancha, reconocer sus pasos por las aldeas y por los pueblos por donde él pasó queriendo hacer el bien a toda gente que padeciera.

Así como quiero visitar los pueblos en donde nacieron esos escritores sobre los cuales me he pasado la vida enseñando acerca de sus vidas y sus obras, como Fray Luis de León, Calderón de la Barca, Luis de Góngora y Argote, como de los más recientes Azorín, Juan Ramón Jiménez y Federico García Lorca.

Así como anhelo visitar la tumba de César Vallejo en París. Admiro a César Vallejo, desde niño. Yo tenía en mi cuarto de estudiante, donde me preparaba para dar mis clases al otro día, la fotografía de mi padre, la de mi madre y, al centro, la de César Vallejo. Ojalá la vida me alcance para cumplir esos sueños.


Colofón

Mi tío Javier no alcanzó a concretar ese libro, ni viajar a España ni visitar la tumba de César Vallejo en París, pero la vida nos da el privilegio de que los hijos completemos los sueños de los padres, así como los alumnos completen los sueños de sus maestros.

Todo aquel alumno suyo que edite un libro, visite España y pueda estar al pie de la tumba de César Vallejo en París, que eleve una oración en nombre de este egregio maestro.

Tío Javier, descansa en paz.




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