CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
2012, AÑO DE LA DEFENSA DEL AGUA, LA VIDA
Y CONSTRUCCIÓN DE LOS ANDENES NUEVOS
ENERO, MES DE LA DEFENSA DE LIMA
DEL NACIMIENTO DE ARGUEDAS, HERAUD Y
LAS LECCIONES QUE NOS DA MACHUPICCHU
PRÓXIMAS ACTIVIDADES DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA:
DOMINGO 8 DE ENERO, 11 AM
ROMERÍA A LA TUMBA DE GEORGETTE DE VALLEJO,
EN EL CEMENTERIO DE LA PLANICIE, EN EL ANIVERSARIO DE SU NACIMIENTO
SÁBADO 14 DE ENERO. 7 PM
PRESENTACIÓN DEL LIBRO “ESCRIBIR PARA TODOS” DE LUIS YÁÑEZ
SEMBLANZA DEL AUTOR: ROSA DEL CARPIO, EN EL AULA CAPULÍ
DEL 18 AL 20 DE MAYO
CAPULÍ 13, VALLEJO Y SU TIERRA
Santiago de Chuco - Foto: Nalo Alvarado Balarezo
PEREGRINACIÓN A SANTIAGO DE CHUCO TIERRA DE VALLEJO
FESTIVAL TRILCE DE LA CANCIÓN, LA POESÍA Y DANZA ANDINAS
Aula Capulí: Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 3 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República
Planta de capulí, florece a la entrada del Aula Capulí
Teléfonos Capulí: 420-3343 y 420-3860
capulivallejoysutierra@hotmail.com
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CALENDARIO DE EFEMÉRIDES
LA ADORACIÓN DE LOS REYES MAGOS
PLAN LECTOR PLIEGOS DE LECTURA
HOY VISITAMOS NACIMIENTOS
Por Danilo Sánchez Lihón
1. Es día grande
– El día 6 de enero los Reyes Magos adoran en su pesebre al Niño Dios, ¿di mamá?
– Sí. Es Pascua de Reyes, día grande de devoción, cuando los Reyes Magos que vienen de oriente guiados por una estrella refulgente se inclinan ante el Niño Dios, significando que las idolatrías se prosternan ante el altar del señor.
– ¿Y, cuántos días faltan, mamá?
– Menos de una semana. Hoy, ¿qué día es? ¡Ay, Dios mío! Es pasado mañana.
– Pero, ya ahora solo falta un día, porque mañana es 6 de enero, y visitamos nacimientos, ¿no es cierto?
– Sí, así es, e irás con tus hermanos. Saludarán primero y pedirán permiso con mucha cortesía a los señores de las casas donde se han hecho nacimientos.
– ¡Y vestiré mi terno azul, mi camisa de popelina, mi corbata de jaspes rojos y amarillos! Y mis zapatos nuevos que están guardados, ¿no mamá?
– Sí. Pero vamos a revisar lo que van a ponerse mañana tú y tus hermanos, para que todo esté bien y quede listo. ¿Dónde están tus hermanos? Llámalos para que cada uno aliste su ropa y vea lo que falta. ¡Vamos!
2. Juntar las alas
– Ya todo quedó listo. Únicamente hay que rogar que mañana no llueva.
– ¡Diosito que mañana no llueva! Si llueve no se puede salir. Y mucho peor si es tempestad.
– Cuando sea grande, mamá, haré un techo como una cúpula gigantesca que cubra a todo nuestro pueblo.
– Hacia abajo será oscuro por las tejas.
– Será de cristal, con muchos pararrayos para que no lo tricen ni horaden las tormentas.
– Armar y desarmar el techo será muy laborioso. Todo un año en construirlo y todo un año en desmontarlo.
– No, porque apretarás un botón y se extenderá. Volverás a apretar y se recogerá.
– ¡Que estruendo que hará si es de cristal!
– Ninguno. Al guardarse cada cristal quedará suavemente uno sobre el otro, como cuando una paloma después de volar y posarse junta sus alas recogiéndose suavemente una sobre otra.
3. Día intenso
– ¡Deja de soñar! Revisa más bien si te falta algún broche o cierre. Mira si hay algo qué coser, alguna mancha que sacar de tu saco, camisa o pantalón.
– Todo está bien, mamá.
– De ti, Rosita, ¿la altura de tu falda está bien o hay que bajarla?
– Está bien.
– ¿Ya vieron cómo están los zapatos? De todos modos hay que lustrarlos.
– ¡Fíjate hijo si hay pomada marrón! Si no hay que ir corriendo a la tienda a comprarla, ahora que todavía es temprano y está abierta.
– ¡Sí hay mamá, aunque poca y reseca, pero hay!
– Y fíjate también si hay cautín para los zapatos blancos de tu hermana.
– También hay, mamá.
Desde hace días toda la expectativa es la llegada del 6 de enero, día tan intenso como la Navidad, porque este día se reparten juguetes a los niños, se visitan las familias y nos juntamos para comer. Hay misa en la iglesia y los niños visitan los nacimientos que se han armado en las casas.
4. La lluvia en el tejado
Solo que Santiago de Chuco ha anochecido con los cielos anubarrados. Es enero y turba una amenaza de aguacero.
Ya arrebujados en nuestras camas escuchamos descargase los truenos como si los cielos se quebraran o rompieran, y luego el estruendo de la lluvia.
De madrugada yo abrí los ojos y los volví a cerrar, y aún estando dormido oía el tamborileo de la lluvia en el tejado. Pero ahora mamá ya está en pie.
– ¡Dios mío! ¡Cómo ha llovido anoche! Las calles están anegadas y parecen ríos. –Dice mi madre.
Sobreviven las casas después de esta noche de naufragio. Ya la lluvia ha cesado, pero gotean las tejas que han resistido la arremetida de la tempestad, dejándonos una sensación de atroz abatimiento.
Ni los gallos cantan, ni nada se anima ni despierta ni se mueve, cohibidos por los relámpagos y truenos que anoche se han descargado implacables.
5. Ya sus campanas
De la tierra se eleva un olor a arcilla atónita y desflorada, a raíces viejas y recientes, mezclada a cáscaras de árboles, a hierbas estancadas y a légamo de flores.
He aquí cómo el mundo tirita, se estremece cavilante y renace. El patio luce translúcido.
Y aquí, delante de mis ojos, la neblina ya se eleva.
Ha llovido y hay voces que se escuchan y voces que se apagan, que de seguro se esconden y se olvidan. Muchas que se deja que se vayan y desaparezcan.
Pero hoy es Pascua de Reyes. Y es visita a los nacimientos que las familias con ilusión han preparado.
Y hay misa en la iglesia matriz que ya las campanas de las torres convocan cristalinas y humedecidas.
El desayuno es leche espumosa y fresca.
6. Tierra prometida
Mamá sabe que hoy es fiesta importante y ha descolgado relleno y salchicha, que al freírlos hacen un chasquido que nos llenan de algazara, y nos abrigan.
No todo entonces está perdido.
Las lenguas de fuego lamen las ollas y la cazuela. Papá siempre luce tierno y confiado. Mira el patio y los tejados, embelesado como si así le gustaran más.
Cortamos y abrimos el pan, donde introducimos aquello que queremos comer. Cerramos y mordemos un bocado. Combinamos con la leche fresca y endulzada.
Y ya sea la hora matinal, ya sea las campanas que vuelven a sonar con sus repiques, ya sea la mesa servida, sentimos que el espíritu de los Reyes Magos está aquí, que han llegado y están con nosotros. Y sonreímos.
– Papá, ¿cómo era la tierra prometida, que nos leíste una vez?
– El país del pan, la leche y la miel.
Justo lo que ahora saboreamos.
Poco a poco todo tiene brillo, luz, aureola. En la lejanía, se dibujan las cadenas de montañas verdecidas.
7. De azafrán y retama
Repentinamente llega como un soplo, un golpe sin ruido, un aliento que se exhala y se propaga.
Y todo de repente se aclara. Y una lámina espléndida de sol ingresa por la ventana y prende su luz radiante de azafrán y retama en la pared, dorando los objetos que están colgados y otros sin colgar, y la mesa donde nos servimos.
– ¡Llegó el sol! –Es el grito unánime.
Mamá sale a la puerta:
– ¡El sol! ¡Ya salió el sol! –Exclama–. ¡Va a ser buen día!
– ¡El sol! –Es el griterío de todos.
– ¡Este sol evapora el agua que ha caído y deja la tierra justo para transitar! ¡Y así hoy hará un día espléndido!
– ¡Aún alcanzamos a llegar a la misa!
– ¿Qué hora es?
– Aún falta veinte minutos para las ocho.
– ¡Vamos!
– Enciendan la plancha para darle la última desajada a las camisas.
8. Todo brilla alrededor
El sol luminoso, y ya cálido, se hace sentir atravesando el tejado. Y todos los sonidos del mundo antes dormidos ahora se expanden: el piar de las aves, el ladrido de los perros, el rumor de las acequias, el cacareo de las gallinas, las voces de la gente que pasa por la calle.
– Son los Reyes Magos, que han llegado con el sol de la mañana.
El sol es el oro. El incienso es la leña que arde en el fogón y el aroma de los árboles que desprende.
– ¿Y la mirra?
– ¿Qué es la mirra, papá?
– La mirra la llevaron los Reyes Magos en ofrenda a Jesús como un bálsamo. Se extrae también de un árbol, pero significa la gracia de la vida como si fuera una bendición.
– Y aquí en la casa, ¿dónde puede estar?
– En nuestros corazones, si es que están contentos.
Todo brilla alrededor. Y todo tiene fulgor. Y de las quebradas empieza a levantarse un vaho de hondas fragancias.
9. El suelo lagrimeante
Ya la banda de músicos de don Luis Valderrama interpreta compases de fiesta en el atrio de entrada de la iglesia, húmeda pero airosa y abierta de par en par.
Todos los tronos de los santos están adornados de clavelinas, margaritas, rosas y nardos de nuestras huertas y campiña.
En el altar mayor, erigido a base de ichu y rastrojos de las jalcas, se ha construido el nacimiento con todos sus misterios puestos.
En medio del oficio religioso de hoy, que es la misa de aguinaldo, con tocar de pífanos, panderetas y cascabeles, han llegado en caballos enjaezados los Reyes Magos.
Apeándose a la entrada del templo han ingresado lujosamente ataviados al estilo de los árabes de aquella época, mientras la banda atruena con sus clarinetes, trompetas, bajos y trombones; son jóvenes de la ciudad a quienes apenas reconocemos detrás de sus atuendos.
Después de los cánticos de acción de gracias, salimos a visitar nacimientos, esparciéndonos por los cuatro barrios del pueblo.
Allí vamos, los varones apenas asentando los pies en el suelo lagrimeante, intentando que nuestros zapatos nuevos no entren ni se aneguen en un charco.
10. Mira José
Y las mujercitas, siempre primorosas, con sus vestidos de bombachos que se abren como pétalos de flores, llevan en sus hombros abrigos de paño y hasta chales de vivos colores, yendo de la mano con sus hermanos por las calles empedradas.
Mientras, las señoras o señores que tienen nacimiento esperan sentadas en sus sillas delante de sus puertas.
Lo primero es saludarlas, tal y cómo nos han enseñado en nuestras casas. Lo segundo es pedirles comedidamente su permiso para visitar el nacimiento que han hecho:
– Buenos días señora, buenos días señor. ¡Felices Pascuas de Reyes! ¿Serían tan amables de permitirnos visitar su nacimiento?
– ¿Ustedes son hijos de...? ¡Ah! ¡Ustedes son mis sobrinos! ¡Nosotros somos familia!
– ¡Buenos días, tía! ¡Buenos días, tío!
– ¡Mira, qué grandes y guapos están los hijos de Danilo y Elvira! Y bien educaditos, como tenía que ser. De tal tronco tal rama. ¡Somos sus tíos, hijitos! Familia muy cercana somos.
11. Ahora pienso
– ¿Tú eres...?
– Juvenal.
– Y tú Fredy. Hasta ustedes me acuerdo.
– ¿Y tú...?
– Rosita.
– ¿Y tú?
– Jaime.
– ¡Cuánto han crecido! De regreso saluden a sus papacitos. Pasen, hijitos, pasen.
– Gracias tíos, gracias.
– Al salir le dicen a Mercedes que les de una bolsa llena de pasteles. O mejor yo misma voy a prepararles. Pero pasen hijitos, pasen.
Ahora pienso que estas costumbres de mi pueblo eran una manera de educarnos, porque íbamos a cada casa y teníamos que desenvolvernos solos.
Y nos enseñaban a ver y apreciar todo lo que teníamos que ver y apreciar en cada nacimiento.
12. Le brindan su aliento
Así por ejemplo, en este de la familia Miñano, del barrio Santa Mónica, en donde ahora estamos. Así:
El cielo que cubre la bóveda de vigas torcidas, tachonado de luceros sobre un telón de raso azul.
Y una estrella inmensa y brillante que extiende su estela de hilos de oro y plata hasta la cuna del Niño Dios.
Muy cerca del niño, María su madre y José su padre adoptivo, contemplan extasiados mientras el buey y el asno le brindan su aliento, porque dice la profecía:
“El buey reconoció a su dueño
y el asno el pesebre de su amo”
Hacia un costado se yergue la ciudad de Belén, soberbia, ufana y cerrada, porque no tuvo sitio para dar techo ni alero a María ni a Jesús aún en el vientre de su madre, razón por la cual nació en el establo.
¡Y cómo este niño, que no tuvo abrigo, salvo el aliento del buey y del asno, es el Dios verdadero!
Hemos salido y hemos cruzado la plaza porque la alegría es encontrarnos también con otros grupos de niños.
13. La Buena Nueva
Y ahora visitamos el nacimiento de la familia Ruiz en el barrio Santa Rosa, en la colina de Andamarca, donde destaca la escena de la adoración de los pastores.
Ellos están inclinados delante del Redentor del Mundo. ¿Puede haber algo más enternecedor?
Otros bajan con todas sus ovejas corriendo por los apriscos.
Otros se demoran en cruzar un riachuelo. En nuestra imaginación escuchamos el rumor del agua y el balido de las ovejas.
Cada rebaño o hato tiene sus pastores, que llevan a un carnerito o a una oveja tierna en sus brazos o en la espalda.
Todos respondiendo al llamado de la Buena Nueva del Reino de los Cielos y de la salvación.
Hay pastores convocando a todos los hombres de buena voluntad, con sus cuernos en lo alto de cada montaña. Hay varias cuevas esparcidas y en una de ellas ha nacido el Niño Dios. ¡Qué historia más admirable y subyugante!
14. Con las alas abiertas
Hemos visitado ya varios nacimientos que tienen cada uno un detalle que resalta.
Este otro ocupa la mitad de la sala, de pared a pared. Y destaca el rito de la Anunciación de la Virgen María por el Ángel San Gabriel.
Yace ella inclinada y bendecida entre todas las mujeres de la tierra, con su belleza sencilla, con su pureza y virtud que conmueven y nos llenan de fervor.
Elegida para ser madre dolorida de un ser que la llenó de inmensa grandeza y eternidad, pero a costa de dolores y quebrantos sin límites.
¡Cómo duele reconocerla así, señalada por un destino de sacrificio y holocausto!
Ahí está el ángel con las alas abiertas y ella recibiendo ese destino singular y ese cáliz de dolor en sus entrañas:
Dar cobija al ser más excelso que ha existido sobre la faz de la tierra, ¿no es un sublime misterio? Aquel niño que le brotó en su vientre, ¡es un ser puro, que por las verdades que encarna ha de morir en la cruz!
Nos abruma tanta razón y sinrazón.
15. Se baten al viento
Pero he aquí un portento de nacimiento que es el del Club Progreso casi en el centro de la ciudad. Destaca en él la representación de los Reyes Magos que vienen galopando por la aridez de un desierto y hacia el fondo aparecen las cuevas en una de las cuales ha nacido Jesús.
Cada pliegue de los atuendos pareciera que flamean o se mueven con la agitación de las cabalgaduras, apurados en llegar a tiempo, con el semblante arrobado en cada Rey Mago.
Subidos en sus camellos trotan por el arenal con sus vestimentas que relumbran, de colores verdes, rojos, amarillos, azules, dorados. Nos pareciera escuchar el retumbar de los cascos de los camélidos al galope.
Y sus luengas barbas se baten al viento. Uno de ellos negro, Baltazar, quemado por los soles del desierto, quien porta oro. El otro de piel cobriza, Gaspar, quien lleva incienso. Y el otro blanco y rubio, Melchor, quien lleva mirra.
Hacia una colina y al fondo se perfila el palacio de Herodes el infame que mandó degollar inocentes por el temor a que el Rey de Reyes lo destrone.
16. Un camino
Al salir, encontramos en la calle grupos de niños que ya retornan a sus casas. Entramos a ver este último belén y en él nos alzan al Niño para que lo adoremos en su túnica y en sus pies.
Me ha dado ganas también de alzarlo, de acurrucarlo en mis brazos, de rozar mis labios en su piel de lirio de sus brazos y sus hombros, hechos de arcilla.
Total, todos somos de arcilla, de barro y hasta de lodo. Y eso nos ha llenado de una sensación muy honda y de un gozo supremo.
Después, ya caminando de subida me he preguntado: ¿qué es lo opuesto a llorar, como sensación de alegría?
¿Reír? No.
Y pienso que no hay una expresión cabal y espontánea para la alegría como es llorar para la tristeza. Reír no es estar alegre.
Como si hubiera nacido algo en nuestras vidas, algo maravilloso, una sensación de dicha, que justifica todo lo duro que pueda ser una misión y un camino.
17. Es verdad
Al voltear la esquina, está ahí. Es ella. Viene con sus hermanos, también de visitar nacimientos.
Con su falda de niña, pero también de madre profunda. Todo en ella es candor. Todo en ella es arrobamiento y pudor.
¿Es el ángel que anuncia a la virgen transida? ¿Toda timidez, toda recato? No, el ángel es resuelto, confiado y vivaz en anunciar el prodigio.
¡Es la virgen misma! Lo prueba su vestido de falda blanca combinada al celeste, su rostro armonioso y sus trenzas indefensas.
Yo volteo y ella está allí. En la calle, translúcida. Una espiga donde se resumiera el sol, la luna, las estrellas. Límpida y sensitiva.
Así debió ser la virgen bella. Y la escogió entre todas las mujeres de la tierra para ser madre de su hijo, que había de ser luz del mundo.
¿Por qué la escogió? Por su lealtad, su virtud, su ternura.
Qué bella es, cada gesto, cada pliegue de su traje es verdad. Y yo tiemblo.
18. Todas sus lámparas
Subimos la cuesta de nuestra calle. Agobiados de tanto misterio Y de tanta gravedad en el alma.
Hemos vuelto, cuando el sol ya desaparece en el cielo de la tarde.
Es el mundo que ha rodado. Es la vida que ha cobrado el máximo sentido.
Y lo he tenido entre mis brazos. Y me he enternecido con él. Lo he tenido cerca de mis labios. Y lo he besado.
Tal y como cuando nos nace un hermanito en nuestra casa. ¿Qué más pedir? ¿qué más extrañar en la vida?
Ya nos recogemos bajo los aleros de la casa y también bajo el misterio de la noche con la luz extinta en el firmamento que se llena de luceros.
Anoche hubo tempestad y ahora el infinito luce tachonando la bóveda sideral con todas sus lámparas y teas encendidas.
Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente
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Instituto del Libro y la Lectura: inlecperu@hotmail.com
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– El día 6 de enero los Reyes Magos adoran en su pesebre al Niño Dios, ¿di mamá?
– Sí. Es Pascua de Reyes, día grande de devoción, cuando los Reyes Magos que vienen de oriente guiados por una estrella refulgente se inclinan ante el Niño Dios, significando que las idolatrías se prosternan ante el altar del señor.
– ¿Y, cuántos días faltan, mamá?
– Menos de una semana. Hoy, ¿qué día es? ¡Ay, Dios mío! Es pasado mañana.
– Pero, ya ahora solo falta un día, porque mañana es 6 de enero, y visitamos nacimientos, ¿no es cierto?
– Sí, así es, e irás con tus hermanos. Saludarán primero y pedirán permiso con mucha cortesía a los señores de las casas donde se han hecho nacimientos.
– ¡Y vestiré mi terno azul, mi camisa de popelina, mi corbata de jaspes rojos y amarillos! Y mis zapatos nuevos que están guardados, ¿no mamá?
– Sí. Pero vamos a revisar lo que van a ponerse mañana tú y tus hermanos, para que todo esté bien y quede listo. ¿Dónde están tus hermanos? Llámalos para que cada uno aliste su ropa y vea lo que falta. ¡Vamos!
2. Juntar las alas
– Ya todo quedó listo. Únicamente hay que rogar que mañana no llueva.
– ¡Diosito que mañana no llueva! Si llueve no se puede salir. Y mucho peor si es tempestad.
– Cuando sea grande, mamá, haré un techo como una cúpula gigantesca que cubra a todo nuestro pueblo.
– Hacia abajo será oscuro por las tejas.
– Será de cristal, con muchos pararrayos para que no lo tricen ni horaden las tormentas.
– Armar y desarmar el techo será muy laborioso. Todo un año en construirlo y todo un año en desmontarlo.
– No, porque apretarás un botón y se extenderá. Volverás a apretar y se recogerá.
– ¡Que estruendo que hará si es de cristal!
– Ninguno. Al guardarse cada cristal quedará suavemente uno sobre el otro, como cuando una paloma después de volar y posarse junta sus alas recogiéndose suavemente una sobre otra.
3. Día intenso
– ¡Deja de soñar! Revisa más bien si te falta algún broche o cierre. Mira si hay algo qué coser, alguna mancha que sacar de tu saco, camisa o pantalón.
– Todo está bien, mamá.
– De ti, Rosita, ¿la altura de tu falda está bien o hay que bajarla?
– Está bien.
– ¿Ya vieron cómo están los zapatos? De todos modos hay que lustrarlos.
– ¡Fíjate hijo si hay pomada marrón! Si no hay que ir corriendo a la tienda a comprarla, ahora que todavía es temprano y está abierta.
– ¡Sí hay mamá, aunque poca y reseca, pero hay!
– Y fíjate también si hay cautín para los zapatos blancos de tu hermana.
– También hay, mamá.
Desde hace días toda la expectativa es la llegada del 6 de enero, día tan intenso como la Navidad, porque este día se reparten juguetes a los niños, se visitan las familias y nos juntamos para comer. Hay misa en la iglesia y los niños visitan los nacimientos que se han armado en las casas.
4. La lluvia en el tejado
Solo que Santiago de Chuco ha anochecido con los cielos anubarrados. Es enero y turba una amenaza de aguacero.
Ya arrebujados en nuestras camas escuchamos descargase los truenos como si los cielos se quebraran o rompieran, y luego el estruendo de la lluvia.
De madrugada yo abrí los ojos y los volví a cerrar, y aún estando dormido oía el tamborileo de la lluvia en el tejado. Pero ahora mamá ya está en pie.
– ¡Dios mío! ¡Cómo ha llovido anoche! Las calles están anegadas y parecen ríos. –Dice mi madre.
Sobreviven las casas después de esta noche de naufragio. Ya la lluvia ha cesado, pero gotean las tejas que han resistido la arremetida de la tempestad, dejándonos una sensación de atroz abatimiento.
Ni los gallos cantan, ni nada se anima ni despierta ni se mueve, cohibidos por los relámpagos y truenos que anoche se han descargado implacables.
5. Ya sus campanas
De la tierra se eleva un olor a arcilla atónita y desflorada, a raíces viejas y recientes, mezclada a cáscaras de árboles, a hierbas estancadas y a légamo de flores.
He aquí cómo el mundo tirita, se estremece cavilante y renace. El patio luce translúcido.
Y aquí, delante de mis ojos, la neblina ya se eleva.
Ha llovido y hay voces que se escuchan y voces que se apagan, que de seguro se esconden y se olvidan. Muchas que se deja que se vayan y desaparezcan.
Pero hoy es Pascua de Reyes. Y es visita a los nacimientos que las familias con ilusión han preparado.
Y hay misa en la iglesia matriz que ya las campanas de las torres convocan cristalinas y humedecidas.
El desayuno es leche espumosa y fresca.
6. Tierra prometida
Mamá sabe que hoy es fiesta importante y ha descolgado relleno y salchicha, que al freírlos hacen un chasquido que nos llenan de algazara, y nos abrigan.
No todo entonces está perdido.
Las lenguas de fuego lamen las ollas y la cazuela. Papá siempre luce tierno y confiado. Mira el patio y los tejados, embelesado como si así le gustaran más.
Cortamos y abrimos el pan, donde introducimos aquello que queremos comer. Cerramos y mordemos un bocado. Combinamos con la leche fresca y endulzada.
Y ya sea la hora matinal, ya sea las campanas que vuelven a sonar con sus repiques, ya sea la mesa servida, sentimos que el espíritu de los Reyes Magos está aquí, que han llegado y están con nosotros. Y sonreímos.
– Papá, ¿cómo era la tierra prometida, que nos leíste una vez?
– El país del pan, la leche y la miel.
Justo lo que ahora saboreamos.
Poco a poco todo tiene brillo, luz, aureola. En la lejanía, se dibujan las cadenas de montañas verdecidas.
7. De azafrán y retama
Repentinamente llega como un soplo, un golpe sin ruido, un aliento que se exhala y se propaga.
Y todo de repente se aclara. Y una lámina espléndida de sol ingresa por la ventana y prende su luz radiante de azafrán y retama en la pared, dorando los objetos que están colgados y otros sin colgar, y la mesa donde nos servimos.
– ¡Llegó el sol! –Es el grito unánime.
Mamá sale a la puerta:
– ¡El sol! ¡Ya salió el sol! –Exclama–. ¡Va a ser buen día!
– ¡El sol! –Es el griterío de todos.
– ¡Este sol evapora el agua que ha caído y deja la tierra justo para transitar! ¡Y así hoy hará un día espléndido!
– ¡Aún alcanzamos a llegar a la misa!
– ¿Qué hora es?
– Aún falta veinte minutos para las ocho.
– ¡Vamos!
– Enciendan la plancha para darle la última desajada a las camisas.
8. Todo brilla alrededor
El sol luminoso, y ya cálido, se hace sentir atravesando el tejado. Y todos los sonidos del mundo antes dormidos ahora se expanden: el piar de las aves, el ladrido de los perros, el rumor de las acequias, el cacareo de las gallinas, las voces de la gente que pasa por la calle.
– Son los Reyes Magos, que han llegado con el sol de la mañana.
El sol es el oro. El incienso es la leña que arde en el fogón y el aroma de los árboles que desprende.
– ¿Y la mirra?
– ¿Qué es la mirra, papá?
– La mirra la llevaron los Reyes Magos en ofrenda a Jesús como un bálsamo. Se extrae también de un árbol, pero significa la gracia de la vida como si fuera una bendición.
– Y aquí en la casa, ¿dónde puede estar?
– En nuestros corazones, si es que están contentos.
Todo brilla alrededor. Y todo tiene fulgor. Y de las quebradas empieza a levantarse un vaho de hondas fragancias.
9. El suelo lagrimeante
Ya la banda de músicos de don Luis Valderrama interpreta compases de fiesta en el atrio de entrada de la iglesia, húmeda pero airosa y abierta de par en par.
Todos los tronos de los santos están adornados de clavelinas, margaritas, rosas y nardos de nuestras huertas y campiña.
En el altar mayor, erigido a base de ichu y rastrojos de las jalcas, se ha construido el nacimiento con todos sus misterios puestos.
En medio del oficio religioso de hoy, que es la misa de aguinaldo, con tocar de pífanos, panderetas y cascabeles, han llegado en caballos enjaezados los Reyes Magos.
Apeándose a la entrada del templo han ingresado lujosamente ataviados al estilo de los árabes de aquella época, mientras la banda atruena con sus clarinetes, trompetas, bajos y trombones; son jóvenes de la ciudad a quienes apenas reconocemos detrás de sus atuendos.
Después de los cánticos de acción de gracias, salimos a visitar nacimientos, esparciéndonos por los cuatro barrios del pueblo.
Allí vamos, los varones apenas asentando los pies en el suelo lagrimeante, intentando que nuestros zapatos nuevos no entren ni se aneguen en un charco.
10. Mira José
Y las mujercitas, siempre primorosas, con sus vestidos de bombachos que se abren como pétalos de flores, llevan en sus hombros abrigos de paño y hasta chales de vivos colores, yendo de la mano con sus hermanos por las calles empedradas.
Mientras, las señoras o señores que tienen nacimiento esperan sentadas en sus sillas delante de sus puertas.
Lo primero es saludarlas, tal y cómo nos han enseñado en nuestras casas. Lo segundo es pedirles comedidamente su permiso para visitar el nacimiento que han hecho:
– Buenos días señora, buenos días señor. ¡Felices Pascuas de Reyes! ¿Serían tan amables de permitirnos visitar su nacimiento?
– ¿Ustedes son hijos de...? ¡Ah! ¡Ustedes son mis sobrinos! ¡Nosotros somos familia!
– ¡Buenos días, tía! ¡Buenos días, tío!
– ¡Mira, qué grandes y guapos están los hijos de Danilo y Elvira! Y bien educaditos, como tenía que ser. De tal tronco tal rama. ¡Somos sus tíos, hijitos! Familia muy cercana somos.
11. Ahora pienso
– ¿Tú eres...?
– Juvenal.
– Y tú Fredy. Hasta ustedes me acuerdo.
– ¿Y tú...?
– Rosita.
– ¿Y tú?
– Jaime.
– ¡Cuánto han crecido! De regreso saluden a sus papacitos. Pasen, hijitos, pasen.
– Gracias tíos, gracias.
– Al salir le dicen a Mercedes que les de una bolsa llena de pasteles. O mejor yo misma voy a prepararles. Pero pasen hijitos, pasen.
Ahora pienso que estas costumbres de mi pueblo eran una manera de educarnos, porque íbamos a cada casa y teníamos que desenvolvernos solos.
Y nos enseñaban a ver y apreciar todo lo que teníamos que ver y apreciar en cada nacimiento.
12. Le brindan su aliento
Así por ejemplo, en este de la familia Miñano, del barrio Santa Mónica, en donde ahora estamos. Así:
El cielo que cubre la bóveda de vigas torcidas, tachonado de luceros sobre un telón de raso azul.
Y una estrella inmensa y brillante que extiende su estela de hilos de oro y plata hasta la cuna del Niño Dios.
Muy cerca del niño, María su madre y José su padre adoptivo, contemplan extasiados mientras el buey y el asno le brindan su aliento, porque dice la profecía:
“El buey reconoció a su dueño
y el asno el pesebre de su amo”
Hacia un costado se yergue la ciudad de Belén, soberbia, ufana y cerrada, porque no tuvo sitio para dar techo ni alero a María ni a Jesús aún en el vientre de su madre, razón por la cual nació en el establo.
¡Y cómo este niño, que no tuvo abrigo, salvo el aliento del buey y del asno, es el Dios verdadero!
Hemos salido y hemos cruzado la plaza porque la alegría es encontrarnos también con otros grupos de niños.
13. La Buena Nueva
Y ahora visitamos el nacimiento de la familia Ruiz en el barrio Santa Rosa, en la colina de Andamarca, donde destaca la escena de la adoración de los pastores.
Ellos están inclinados delante del Redentor del Mundo. ¿Puede haber algo más enternecedor?
Otros bajan con todas sus ovejas corriendo por los apriscos.
Otros se demoran en cruzar un riachuelo. En nuestra imaginación escuchamos el rumor del agua y el balido de las ovejas.
Cada rebaño o hato tiene sus pastores, que llevan a un carnerito o a una oveja tierna en sus brazos o en la espalda.
Todos respondiendo al llamado de la Buena Nueva del Reino de los Cielos y de la salvación.
Hay pastores convocando a todos los hombres de buena voluntad, con sus cuernos en lo alto de cada montaña. Hay varias cuevas esparcidas y en una de ellas ha nacido el Niño Dios. ¡Qué historia más admirable y subyugante!
14. Con las alas abiertas
Hemos visitado ya varios nacimientos que tienen cada uno un detalle que resalta.
Este otro ocupa la mitad de la sala, de pared a pared. Y destaca el rito de la Anunciación de la Virgen María por el Ángel San Gabriel.
Yace ella inclinada y bendecida entre todas las mujeres de la tierra, con su belleza sencilla, con su pureza y virtud que conmueven y nos llenan de fervor.
Elegida para ser madre dolorida de un ser que la llenó de inmensa grandeza y eternidad, pero a costa de dolores y quebrantos sin límites.
¡Cómo duele reconocerla así, señalada por un destino de sacrificio y holocausto!
Ahí está el ángel con las alas abiertas y ella recibiendo ese destino singular y ese cáliz de dolor en sus entrañas:
Dar cobija al ser más excelso que ha existido sobre la faz de la tierra, ¿no es un sublime misterio? Aquel niño que le brotó en su vientre, ¡es un ser puro, que por las verdades que encarna ha de morir en la cruz!
Nos abruma tanta razón y sinrazón.
15. Se baten al viento
Pero he aquí un portento de nacimiento que es el del Club Progreso casi en el centro de la ciudad. Destaca en él la representación de los Reyes Magos que vienen galopando por la aridez de un desierto y hacia el fondo aparecen las cuevas en una de las cuales ha nacido Jesús.
Cada pliegue de los atuendos pareciera que flamean o se mueven con la agitación de las cabalgaduras, apurados en llegar a tiempo, con el semblante arrobado en cada Rey Mago.
Subidos en sus camellos trotan por el arenal con sus vestimentas que relumbran, de colores verdes, rojos, amarillos, azules, dorados. Nos pareciera escuchar el retumbar de los cascos de los camélidos al galope.
Y sus luengas barbas se baten al viento. Uno de ellos negro, Baltazar, quemado por los soles del desierto, quien porta oro. El otro de piel cobriza, Gaspar, quien lleva incienso. Y el otro blanco y rubio, Melchor, quien lleva mirra.
Hacia una colina y al fondo se perfila el palacio de Herodes el infame que mandó degollar inocentes por el temor a que el Rey de Reyes lo destrone.
16. Un camino
Al salir, encontramos en la calle grupos de niños que ya retornan a sus casas. Entramos a ver este último belén y en él nos alzan al Niño para que lo adoremos en su túnica y en sus pies.
Me ha dado ganas también de alzarlo, de acurrucarlo en mis brazos, de rozar mis labios en su piel de lirio de sus brazos y sus hombros, hechos de arcilla.
Total, todos somos de arcilla, de barro y hasta de lodo. Y eso nos ha llenado de una sensación muy honda y de un gozo supremo.
Después, ya caminando de subida me he preguntado: ¿qué es lo opuesto a llorar, como sensación de alegría?
¿Reír? No.
Y pienso que no hay una expresión cabal y espontánea para la alegría como es llorar para la tristeza. Reír no es estar alegre.
Como si hubiera nacido algo en nuestras vidas, algo maravilloso, una sensación de dicha, que justifica todo lo duro que pueda ser una misión y un camino.
17. Es verdad
Al voltear la esquina, está ahí. Es ella. Viene con sus hermanos, también de visitar nacimientos.
Con su falda de niña, pero también de madre profunda. Todo en ella es candor. Todo en ella es arrobamiento y pudor.
¿Es el ángel que anuncia a la virgen transida? ¿Toda timidez, toda recato? No, el ángel es resuelto, confiado y vivaz en anunciar el prodigio.
¡Es la virgen misma! Lo prueba su vestido de falda blanca combinada al celeste, su rostro armonioso y sus trenzas indefensas.
Yo volteo y ella está allí. En la calle, translúcida. Una espiga donde se resumiera el sol, la luna, las estrellas. Límpida y sensitiva.
Así debió ser la virgen bella. Y la escogió entre todas las mujeres de la tierra para ser madre de su hijo, que había de ser luz del mundo.
¿Por qué la escogió? Por su lealtad, su virtud, su ternura.
Qué bella es, cada gesto, cada pliegue de su traje es verdad. Y yo tiemblo.
18. Todas sus lámparas
Subimos la cuesta de nuestra calle. Agobiados de tanto misterio Y de tanta gravedad en el alma.
Hemos vuelto, cuando el sol ya desaparece en el cielo de la tarde.
Es el mundo que ha rodado. Es la vida que ha cobrado el máximo sentido.
Y lo he tenido entre mis brazos. Y me he enternecido con él. Lo he tenido cerca de mis labios. Y lo he besado.
Tal y como cuando nos nace un hermanito en nuestra casa. ¿Qué más pedir? ¿qué más extrañar en la vida?
Ya nos recogemos bajo los aleros de la casa y también bajo el misterio de la noche con la luz extinta en el firmamento que se llena de luceros.
Anoche hubo tempestad y ahora el infinito luce tachonando la bóveda sideral con todas sus lámparas y teas encendidas.
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