Estimado Julio Solórzano
Sociedad de Escritores del Norte
Ayer leí la carta abierta de Danilo Sánchez Lihón al poeta Alfred Asís de Chile, en una edición de CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA, Construcción y forja de la utopía andina.
Esa carta contiene grandes motivaciones trascendentales no solamente para para el Perú, sino en general para la POESÍA MUNDIAL y los poetas de todo el Orbe, ya que como lo explica el mismo Danilo Sánchez Lihón, une "la magnífica y portentosa culminación de la movilización universal “Convocatoria Mundial Mil Poemas a Vallejo” que tú has propiciado con visión, nobleza y laboriosidad desde Isla Negra en Valparaíso, Chile."
La carta contiene, además, otros argumentos que también otros poetas podrían acreditar, y en otros casos, motivar diversas reflexiones sobre este Mundo que signifíca César Vallejo. Pero tal tarea de realización del poeta Alfred Asís de Chile, no ha sido antes plasmada, y ella es una nueva calidad en cuanto al desarrollo del pensamiento y comportamiento que debe de tener un poeta universal en nuestro tiempo, su compromiso histórico, y antes que todo individualismo y ego contener en su praxis a la Humanidad agredida y marginada.
Ello también lo explica y abarca el ideal de Dánilo Sánchez Lihón en sus puntos de vistas en tanto a la Construcción y forjación de la utopía andina, es decir, la lucha por un ideal Social, Solidario y Humano y trascendental para la Vida y la Integración de nuestros pueblos, pero también hacia el imperativo de conquistar la Paz. Y con ello, su fluir de ideas vallejianas y su mensaje actual, flexible, humano y práctico.
En varias oportunidades he sido invitado a participar por este Maestro y Poeta, y he visto su actuar sencillo pero contundente, su hablar sincero pero que cala más que todos los discursos altisonantes, y en todo ello su savia andina, fresca como un arroyo, pero maciza como una ala del Ande.
Bernau, 26 de enero del 2012
José Pablo Quevedo
Visita telúrica a Santiago de Chuco
(Para Danilo Sánchez Lihón)
Hacia lo azul intenso del día
bajamos por las altas calles santiaguinas,
con sus casas de barro, algunas con balcones.
Hay ladridos de perros y viento que ahuya entero.
Los vendedores sobre burros montados
llevan la alfalfa al mercado.
Mientras vamos con Danilo Sánchez Lihón
hacia la casa de Vallejo,
algunos vecinos que están conversando
ante las puertas de sus casas
con sus costumbres y hablares,
le dan el buen día.
Él ha cantado esa noche,
él ha cantado con el alma,
con la misma emoción de otros días,
para Luis de la Puente Uceda - guerrillero y mártir-,
y en honor de César Vallejo.
Vallejías entona el poeta entre luces y guitarras,
tristíteos dulces de la tierra alta y noble.
Ante una gran puerta nos detenemos.
Y después recorremos: el poyo de la casa,
el zaguán, los corredores,
el lugar en donde se ocultaba el hermano Miguel
jugando a las escondidas entre círculos lunares.
Oímos al viento pasar, ahora adulto, hecho molino,
molino para el pan diario, pan de cebada del Ande
que repartartido va de mano en mano.
El agua que va rompiéndose de una nube
nos invita a despertar con lo soñado.
Y el nuevo encuentro con Santiago de Chuco
queda detenido en nuestro abrazo con Vallejo
hacia la luz que suma y que resta su orilla,
y que es larga hacia los cerros añiles y de oro
de la tarde de venado.
2
Proyección de los Andes
Las piedras adultas del Ande dejan constancia
de sus rostros eternos
entre grandes cerros retratadas.
Ellas permanecen como el alma de un pueblo
cobijado en una de sus alas formidables.
El tuyo Vallejo lo moldeó el mismo viento
orillado por la luz del tiempo,
orillado, tal vez, ese jueves “en que Dios estuvo enfermo”,
y ya no pudo “jugar a los dados eternos”.
Pues Dios se convirtió en hombre en tus versos,
se hizo tierra y arado,
y pintó de añil un cielo y dejó el castigo de lado,
y hecho chacarero hizo la puya y la flor
y dejó cantar a los pájaros para no estar desolado.
Con la frente ancha y en tus pensamientos reposando,
te vemos Vallejo en el centro de los Andes,
y desde sus hondones, el viento compitiendo con la Luna,
y sin cansacio te va cincelando,
su lengua incolora peina permanente tu peinado.
Pues quien la piedra pule y la arena hace en millones de años
-para hacer la memoria de los pueblos-,
también hizo tu rostro en granito.
Fogatas para las noches andinas desde tus ojos se abren.
Bailan coronas de fuego sobre las esferas de la noche,
ellas resplandecen sobre las aguas del río que se las lleva.
"No hay Dios, ni hijo de Dios, sin desarrollo“, escribes César,
tal vez, reclamándole su semejanza a TODOS
y ninguna superioridad para nadie.
Y fluye la imaginación y cualquier proyección intuye
que lo que es verdadero permanente se renueva.
Tu rostro Vallejo queda entre el oro y los añiles
que se extienden con el sol y que las nubes lo llevan.
(Para Danilo Sánchez Lihón)
Hacia lo azul intenso del día
bajamos por las altas calles santiaguinas,
con sus casas de barro, algunas con balcones.
Hay ladridos de perros y viento que ahuya entero.
Los vendedores sobre burros montados
llevan la alfalfa al mercado.
Mientras vamos con Danilo Sánchez Lihón
hacia la casa de Vallejo,
algunos vecinos que están conversando
ante las puertas de sus casas
con sus costumbres y hablares,
le dan el buen día.
Él ha cantado esa noche,
él ha cantado con el alma,
con la misma emoción de otros días,
para Luis de la Puente Uceda - guerrillero y mártir-,
y en honor de César Vallejo.
Vallejías entona el poeta entre luces y guitarras,
tristíteos dulces de la tierra alta y noble.
Ante una gran puerta nos detenemos.
Y después recorremos: el poyo de la casa,
el zaguán, los corredores,
el lugar en donde se ocultaba el hermano Miguel
jugando a las escondidas entre círculos lunares.
Oímos al viento pasar, ahora adulto, hecho molino,
molino para el pan diario, pan de cebada del Ande
que repartartido va de mano en mano.
El agua que va rompiéndose de una nube
nos invita a despertar con lo soñado.
Y el nuevo encuentro con Santiago de Chuco
queda detenido en nuestro abrazo con Vallejo
hacia la luz que suma y que resta su orilla,
y que es larga hacia los cerros añiles y de oro
de la tarde de venado.
2
Proyección de los Andes
Las piedras adultas del Ande dejan constancia
de sus rostros eternos
entre grandes cerros retratadas.
Ellas permanecen como el alma de un pueblo
cobijado en una de sus alas formidables.
El tuyo Vallejo lo moldeó el mismo viento
orillado por la luz del tiempo,
orillado, tal vez, ese jueves “en que Dios estuvo enfermo”,
y ya no pudo “jugar a los dados eternos”.
Pues Dios se convirtió en hombre en tus versos,
se hizo tierra y arado,
y pintó de añil un cielo y dejó el castigo de lado,
y hecho chacarero hizo la puya y la flor
y dejó cantar a los pájaros para no estar desolado.
Con la frente ancha y en tus pensamientos reposando,
te vemos Vallejo en el centro de los Andes,
y desde sus hondones, el viento compitiendo con la Luna,
y sin cansacio te va cincelando,
su lengua incolora peina permanente tu peinado.
Pues quien la piedra pule y la arena hace en millones de años
-para hacer la memoria de los pueblos-,
también hizo tu rostro en granito.
Fogatas para las noches andinas desde tus ojos se abren.
Bailan coronas de fuego sobre las esferas de la noche,
ellas resplandecen sobre las aguas del río que se las lleva.
"No hay Dios, ni hijo de Dios, sin desarrollo“, escribes César,
tal vez, reclamándole su semejanza a TODOS
y ninguna superioridad para nadie.
Y fluye la imaginación y cualquier proyección intuye
que lo que es verdadero permanente se renueva.
Tu rostro Vallejo queda entre el oro y los añiles
que se extienden con el sol y que las nubes lo llevan.
Nota del autor
En mis apuntes: Visita telúrica a Santiago de Chuco, Oct. (22-24) 2011.
Poemas escritos en Berlín, en enero del 2012.
Fotos en Santiago de Chuco durante una velada informativa, literaria y musical /Oct. (22-24) 2011.
Fuente:
Danilo Sánchez Lihón
Presidente de Capulí, Vallejo y su Tierra
Aula Capulí - 6 NOV 2010
.
.