por Addhemar Sierralta
Año 3 No. 139 - Miami 17 de setiembre de 2011
TASTE OF PERU 2011.
UN EVENTO CON LA MARCA PERÚ.
La demostración gastronómica más importante de los Estados Unidos, se lleva a cabo por segundo año consecutivo en el famoso Centro de Convenciones del Aereopuerto de Miami (MACC). La Cámara de Comercio Peruana Americana del Sur de la Florida, es la encargada de promover y difundir cada año en los Estados Unidos, el arte culinario del Perú; en conjunto con el Consulado de Miami, y la Asociación de Restaurantes Marinos ARMAP, quienes cuentan con el sello de la Marca Perú.
Este prestigioso Festival Gastronómico denominado Taste of Peru 2011, albergará una vez más a los más afamados Chefs del Perú y del Instituto Paul Bocuse de Francia, así como de los diferentes estados de la Unión Americana. Para esta segunda versión, se proyecta recibir apróximadamente 10 mil visitantes, en sus dos días, programados para el 12 y 13 de noviembre. Como socios estratégicos además, se cuenta con el apoyo de la USIL (Universidad San Ignacio de Loyola), a través de su escuela de Chefs, San Ignacio de Miami, que promueve la formación de Chefs, como la carrera del momento. Asimismo se sumó la Región de la Provincia Constitucional del Callao.
Taste of Peru 2011, contará con una variada programación de concursos de comida peruana, dentro de las cuales tienen mayor acogida, las categorías "El mejor ceviche" y "La mejor causa". Siendo la competencia de bartenders, por el "Mejor Trago con Pisco", una atracción que ha cautivado la atención de especialistas de todas las nacionalidades en Perú y Estados Unidos, por segunda vez.
La presidenta de la cámara de comercio, Maricarmen Sega, se encuentra dialogando con las diferentes organizaciones en Perú, a fin de brindar el mejor desarrollo del evento. "Estamos muy orgullosos de organizar por segunda vez consecutiva, conjuntamente con la Cámara de Comercio, el exitoso Taste of Perú, de la ciudad de Miami, manifestó Javier Vargas Guimaray, presidente de la Asociación de Restaurantes Marinos y afínes ( ARMAP). "Nuestra misión es seguir promoviendo la cocina peruana al más alto nivel" acotó Vargas. Cabe remarcar que ARMAP cuenta con el récord Guiness, por elaborar el ceviche más grande del mundo.
Este festival gastronómico es parte de un plan de estrategia de promoción comercial del Perú. Para mayor información comunicarse vía correo electrónico al info@tasteofperuusa.com, o a los teléfonos de contactos.
AL PERIÓDICO EL TIEMPO DE BOGOTA.
Transcripción de las declaraciones del expresidente colombiano sobre la situación venezolana. Uribe, por estos días de visita en Arequipa y Lima en Perú, mantiene su crítica acerca de este tema.
“El Presidente Chávez no tiene un sucesor que recoja sus banderas por la vía democrática. Chávez creó unas milicias que solo tienen por objeto mantener la revolución por la fuerza. Lo peor que le podría pasar a Venezuela (y al continente), en este momento, es que Hugo Chávez se muera. Sí, y parece extraño que ese sentimiento aflore después de más de una década de estar anhelando la caída de un sátrapa que ahogó al país más rico de este vecindario en un cáncer que casi ha hecho metástasis en toda la región gracias a sus petrodólares. Sin embargo, el final de Chávez, por lo menos en lo político, es inminente. Lo que en principio parecía ser una estrategia electorera ha resultado ser un grave mal: lo confirman los seis meses que, al parecer, estará por fuera de su país y del poder, practicándose tratamientos que, por lo que se sabe, serán más paliativos que curativos. Por lo tanto, para las elecciones de diciembre del 2012, Chávez tendría que afrontar, si es que sobrevive, un despiadado año de campaña en plena convalecencia y con un precario estado físico.
Y como él no es Dios, en este caso no podrá acudir a sus acostumbrados trucos dictatoriales. Esto no tiene nada que ver con las regulaciones de la Constitución Bolivariana, que él maneja a su antojo, y ni siquiera con "errores fundamentales", como el de descuidar la salud. El famoso gurú Sai Baba, considerado un dios, murió de un paro cardiaco, y Krishnamurti, de cáncer pancreático. Y eso que estos se mantenían meditando, orando y prodigando buenos deseos. Los "errores fundamentales" de Chávez son muchos otros. Uno de los más graves es el de abrazarse a la revolución de los hermanos Castro hasta el extremo de tener solo cubanos en su guardia pretoriana y despreciar a los médicos venezolanos. Según expertos, tratarse en Cuba sería entregarse a la parca porque la cacareada medicina cubana carece de los adelantos que los soñadores de revoluciones le endilgan. Incluso, se rumora que Chávez fue víctima de un mal procedimiento de un cirujano cubano que lo intervino "como si se tratara de un absceso pélvico" y no de cáncer, lo que ha impedido que le apliquen la quimioterapia. Paradójicamente, es en EE. UU. donde tienen los mayores adelantos para su tratamiento y no hay duda de que en la misma Venezuela lo podrían atender mejor. Ahí, donde otros enfermos de cáncer como Alejandro Peña Esclusa, uno de sus presos políticos, aspiran a que el régimen les permita tener acceso a la asistencia médica que hasta ahora se les ha
negado. Pero, ¿qué consecuencias tendría la ausencia repentina de Chávez? De morir en los próximos meses -y que nadie se escandalice, para allá vamos todos- sin haber restañado los odios y rencores que ha sembrado y sin dejar en marcha una salida democrática que sea respetada por sus seguidores, habrá una radicalización de la revolución bolivariana que tendría infaustas consecuencias. Chávez no tiene un sucesor que recoja sus banderas por la vía democrática. Su personalismo omnipresente, por la pretensión de gobernar hasta la eternidad, ahogó todos los liderazgos políticos que pudieron aflorar a su alrededor. La prueba es que Henrique Capriles, el opositor más opcionado, le ganó la gobernación del estado Miranda nada menos que a Diosdado Cabello. De manera que, si Chávez falta y la oposición se une, el Socialismo del Siglo XXI será derrotado en las urnas. Un resultado que los radicales no aceptarán. Sin embargo, Chávez creó unas milicias que solo tienen por objeto mantener la revolución por la fuerza. Su hermano Adán, el más seguro sucesor, acaba de afirmar que la vía armada es una opción válida para garantizar la permanencia de la revolución, cosa que apoyarán los Castro porque Cuba sin Venezuela se hunde. Así que, en ausencia del caudillo, esto terminará en una debacle que solo él podría evitar en un último acto de magnanimidad: o facilita una transición democrática o bajará al sepulcro con la intranquilidad de dejar a su país en llamas. ¿La proximidad de la muerte obrará el milagro?”
OBRA CON ADULTOS MAYORES DE PERÚ
SE PRESENTARÁ EN ARGENTINA.
Por María Elena Mayurí (Perú).
grupoecologico@escenaverde.org
Nuestra primera Escuela de Teatro para la Tercera Edad, Club SAEX (Sabiduría y experiencia de la tercera edad) -que tuve el enorme gusto de dirigir bajo encargo del Patronato LUXMA- desarrolló un hermoso trabajo con la presentación de la obra EN UN LUGAR DEL CORAZÓN sobre la problemática del adulto mayor frente a su propia familia y a la sociedad.
Esta obra se estrenó exitosamente en diciembre del 2010, siendo aplaudida de pie durante las tres fechas de función. La excelente actuación de los abuelitos SAEX, algunos de ellos en proceso de alfabetización, y la enorme motivación generada en ellos por este proceso, ha originado una invitación de la Federación Argentina de Apoyo Familiar –FAAF-, para exponer esta valiosa experiencia, representando al Perú, en la próxima: Asamblea Internacional de la Familia, los días 16,17 y 18 de setiembre, en La Plata, Argentina.
Sin embargo, la invitación cursada por la directora de la FAAF, doctora Ana Mon, solo cubre gastos de hospedaje y alimentación pero no los pasajes, razón por la cual nos queda apelar al generoso auspicio de las instituciones y a la atención de la prensa interesada. La delegación completa sería de veinte integrantes, sin embargo nos esperanzamos en conseguir pasajes para al menos un representativo grupo de ellos y así dar a conocer este maravilloso proceso de arte en la tercera edad.
Por Horacio Vázquez-Rial (Argentina).
El presente texto es una versión abreviada de otro de mayor extensión, titulado Si Israel cae y aparecido en el volumen colectivo En defensa de Israel (Certeza, Zaragoza, 2004), coordinado por el autor, Pilar Rahola y Jaime Naifleisch.
A mis veinte años, cuando yo era aún un hombre de la izquierda tradicional, miembro del Partido Comunista, tuvo lugar la Guerra de los Seis Días. Vivía entonces en mi barrio de adolescencia, el barrio judío de Buenos Aires, el Once. La mayoría de mis vecinos y amigos eran judíos, y buena parte de ellos pertenecía a la misma izquierda que yo. Ya por esa época, la fuerza de la propaganda judeófoba era inmensa y las posiciones antiisraelíes venían avaladas, además de por la prensa general, por la Unión Soviética, comprometida con los regímenes feudo-fascistas de los países árabes. Y la Unión Soviética formaba parte del imaginario utópico de mi generación –que no emprendería su tarea crítica hasta la represión de Praga de 1968– y del de la generación precedente, sobre todo en Buenos Aires, donde una mayoría de judíos rusos huidos de los pogromos del imperio granruso habían querido ver en los sucesos de 1917 una respuesta a sus plegarias, ignorando las terribles consecuencias que a veces tienen las plegarias atendidas. Es decir que, por una parte, uno abría los periódicos y se encontraba con un pestilente vómito antisemita, y hablaba con el vecino judío, progresista y deseoso de justicia, y se encontraba con el terrible argumento del antisionismo y de la fidelidad debida a la causa de los pueblos, como si Israel fuese ajeno a ese concepto. Empecé, pues, a discutir lo que aún hoy discuto. Lo curioso es que en los años sesenta, además de con los antisemitas de siempre, me veía obligado a discutirlo con judíos que estaban contra Israel, y no alcanzaba a comprender por qué.
Ellos tenían los mismos conocimientos que yo acerca de la situación, de la creación del Estado, y de la nefasta y soberbia actitud árabe. Poco antes, Les Temps Modernes, la revista que dirigía Sartre, había dedicado un número, el 233 bis, al conflicto árabe-israelí (nadie hablaba de palestinos, sino de árabes), y ese número había sido traducido al castellano en forma de libro. La historia misma de los acontecimientos entre 1917 y 1967 había sido narrada en incontables ocasiones. Pero yo defendía el derecho de Israel a existir y a desarrollarse, y mis amigos, entre los cuales predominaban los judíos de pensamiento avanzado, no. Probablemente haya sido la cuestión israelí uno de los determinantes de mi alejamiento del comunismo, debido en lo esencial al hecho de que la oposición al Estado judío –a su existencia misma– violaba todas las leyes de la racionalidad. Pero, sobre todo, porque violaba todas las normas de la tradición ético-estética de la que yo me sentía heredero, y que daba al progreso un lugar preponderante.
Los kibbutzim a los que se habían ido algunos amigos de infancia eran la realización de una utopía y, a diferencia los sovjoses de la impenetrable URSS –donde algunos afirmaban que se estaba realizando un sueño con la fe del carbonero–, se los podía visitar, y hasta se podía trabajar en ellos sin ser judío.
Aún no había leído yo a Malraux, que me llegaría un par de años más tarde. No conocía pues, aquella sentencia suya que posteriormente sería norma para mi vida: "Todo hombre lúcido y activo es o será fascista si no tiene una lealtad que se lo impida". Pero está claro que esa lealtad, que para Malraux había sido para con la República Española, era en mi caso para con Israel. Y así seguiría siendo. Aunque no en la misma forma a lo largo de los últimos treinta y cinco años.
En ese lapso pasaron muchas cosas. En la Argentina en la que me crié se sucedieron las dictaduras. De hecho, el ciclo militar ya estaba iniciado en 1967: el general Onganía había dado su golpe de estado un año antes de la Guerra de los Seis Días. El interregno teóricamente democrático entre los generales de los años sesenta y los de los setenta fue cubierto por José López Rega y la Triple A. El antisemitismo formó parte de los programas de gobierno desde Onganía en adelante, y se reforzó con Videla y sus sucesores inmediatos, amparados económicamente por una Unión Soviética ya en plena descomposición, que sustituía a los Estados Unidos de Jimmy Carter en el papel de cliente predilecto desde el momento en que el presidente americano ordenó el embargo del comercio con un gobierno que tan abierta y claramente violaba los derechos humanos.
Los judíos fueron perseguidos y exterminados: el número de ciudadanos judíos entre los desaparecidos y los exiliados es brutalmente desproporcionado en relación con su presencia en la sociedad general. Un sistema perverso de leyes fiscales instaurado a partir de 1976 –el beneficio de la exención total de impuestos para los inmigrantes del sudeste asiático, que así competían con todas las ventajas desde el principio– expulsó a los judíos del pequeño comercio. Durante la etapa menemista, con un presidente corrupto y vinculado familiar y políticamente a Siria, tuvieron lugar dos de los mayores atentados antisemitas previos al 11 de setiembre de 2001: la voladura de la embajada de Israel y la de la AMIA (Asociación Mutual Israelita Argentina), con una cantidad de víctimas aún no precisada, y que contaron con la tolerancia culpable del gobierno y de una parte de los jueces, dedicados a obstaculizar cualquier investigación y a poner pegas de toda clase al dignísimo magistrado instructor, Juan José Galeano. Mis amigos judíos de la adolescencia que no desaparecieron, ni se exiliaron ni fueron asesinados en atentados volvieron a ser judíos, lo que nunca habían dejado de ser a pesar de sus esfuerzos por ser comunistas, antisionistas y hasta peronistas. Y en ese proceso fueron descubriendo los valores de las sociedades abiertas, cuyo conjunto apenas si relativamente homogéneo llamamos Occidente.
En España, mi otro país, cuya nacionalidad poseía por legado paterno, descompuesto el régimen que tenía por enemigo principal una supuesta conjura judeo-masónica, el gobierno del PSOE estableció relaciones con el Estado de Israel porque no le quedaba más remedio si quería tener una imagen de recibo en la Unión Europea. Medió en ello Bruno Kreisky. Pero Felipe González no dio la talla en ningún momento. La cosa no le gustaba. No fue capaz de ponerse una kipá ante el Muro de los Lamentos y, como debía llevar la cabeza cubierta, acabó disfrazándose con una gorra de taxista. El que en aquel momento hacía las veces de presunto sucesor suyo, Javier Solana, acabó estando a cargo de la política exterior común de la Unión Europea, y ni él ni su delegado en Oriente Medio, el señor Moratinos, ocultaron su simpatía por Arafat, a quien, según propia confesión, le escribían discursos. Ni su simpatía ni su amistad, cosa que al menos González disimuló. Es cuando menos curioso que estas gentes, que asumen la representación de Occidente como dirigentes de la Europa comunitaria, no intenten al menos una explicación coherente de su cerril oposición al único Estado democrático de esa parte del Mediterráneo.
En 1991 sobrevino la Guerra del Golfo. Otra oportunidad para definirse. Y lo hicieron casi todos. Desde la izquierda pacifista, con su pretensión de que nadie se defienda, hasta una España miembro de la OTAN que participó a regañadientes y una Unión Europea que cubrió el expediente formal, tal vez porque sus miembros hegemónicos temían que saliera a la luz lo que finalmente, en 2002, salió: que Alemania y otros socios habían estado armando a Irak. Fue un auténtico despliegue de argucias para hablar contra la guerra sin decir lo que, al día siguiente de la invasión de Kuwait, se evidenció como objetivo central de Sadam Husein y puso de su lado a los palestinos: el arrasamiento de Israel, a cargo de los misiles iraquíes y como parte del gran proyecto panárabe de Bagdad.
La apoteosis, desde luego, fue la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York. Muchas barbaridades se habían oído antes de eso, pero las que se oyeron después fueron piezas destacadas de la antología del disparate. Desde las celebraciones palestinas hasta los comentarios de café acerca de lo mucho que habían hecho los americanos del norte para merecer ese desastre, pasando por las declaraciones de los popes de la izquierda, desde Noam Chomsky hasta Eduardo Galeano. Y se puso de manifiesto algo que ya era sabido por los que queríamos saber de esas cosas: que el antiamericanismo reinante en la Europa de hoy, con hegemonía alemana y simpatías proárabes, es una de las formas que adquiere el antisemitismo de siempre. En síntesis, lo que venían a decir las luminarias del pensamiento político no político era que ellos no tenían nada contra los judíos, pero sí contra el sionismo y contra el imperialismo que lo alienta y lo protege. Y sionistas somos todos los que creemos que Israel tiene derecho a existir, y proimperialistas todos los que consideramos que, hasta la fecha, Occidente, con todas sus lacras y sus miserias, representa el nivel de convivencia más alto alcanzado por grupo humano alguno a lo largo de la historia.
Lo que fui aprendiendo por el camino, desde la Guerra de los Seis Días hasta aquí, Malraux mediante, experiencia política mediante, es que este sistema, el pacto que denominamos democracia y el pacto que denominamos Estado como marco de garantías, merece ser defendido contra todas las alternativas concebidas hasta hoy. Que al cabo del tiempo vaya a ser superado es ley de la historia. Pero la idea de que alguno de los regímenes hoy existentes en otras partes del planeta esté llamado a encarnar esa superación pertenece al campo de las perversiones ideológicas, alimentadas por gurúes en nómina del poder. Nadie en su sano juicio puede decir hoy que es mejor la vida en Arabia Saudí, en China o en Cuba que en los odiados Estados Unidos o en la culposa y culpable Europa. Y nadie en su sana moral puede decir que la pervivencia de esos regímenes sea un derecho de los pueblos que los padecen y que, por emplear el término staliniano aún en boga, no se autodeterminan.
Pero Occidente, la suma de los países que viven en el marco de un Estado democrático, la suma de las sociedades abiertas, dista mucho de ser un todo coherente. Europa hizo a lo largo de todo un siglo denodados esfuerzos por apartarse de esa corriente general: el nazismo y el comunismo fueron ante todo grandes movimientos antioccidentales, en los cuales el elemento antidemocrático era sólo una muestra más de deseo de acabar con una cultura y con un estilo de convivencia definido a principios del siglo XX. Se necesitó la intervención de los Estados Unidos en dos guerras mundiales para poner el continente en el camino de las sociedades abiertas, y aun así, los coqueteos germánicos con el mundo islámico, que durante las dos contiendas fueron concretas alianzas, representan un riesgo constante de desvío. La América hispánica, la parte más pobre de Occidente, ha sido y es el escenario propicio para los populismos autoritarios, en general germanófilos, antiamericanos y antisemitas, desde el manifiesto doctrinal de Lugones hasta Hugo Chávez, quien además simpatiza con el islam.
Puesto que hasta los Estados Unidos, potencia paradigmática de un way of life, lo han puesto en peligro en más de una ocasión con apuestas equívocas en su política exterior, visto que Europa e Hispanoamérica han generado una amplia variedad de sistemas de poder enemigos de la convivencia democrática, sólo el resto de Occidente, es decir, Israel, ha venido realizando sin fisuras desde su nacimiento, hace medio siglo, y pese a estar en pie de guerra durante todo ese tiempo, los ideales democráticos occidentales de convivencia y de gobierno. Imagino que no en vano es un Estado en el que, en términos demográficos, predominan los ciudadanos que alguna vez han sido perseguidos por el nazismo, el fascismo, el comunismo, las dictaduras del sur de América y otros freaks de lo que, a falta de un nombre mejor, seguimos llamando pensamiento político. El único Estado, además, en que impera la noción republicana de "un hombre, un voto", con todas las complejidades y complicaciones a que ello da lugar. El pueblo judío, por otra parte, corresponde apuntarlo, es el único que, desde David y los Macabeos hasta 1948, carece de historia militar.
En estos días difíciles de la historia de Occidente, en los que una vez más –la cuarta desde 1870, la quinta desde la Santa Alianza– está en peligro el magro marco de garantías de las que habíamos conseguido dotarnos –la ONU, la OTAN, la UE son organizaciones podridas hasta los huesos–, la solidaridad con Israel es, quizá más que nunca antes, el único compromiso válido con la modernidad, con el pensamiento libre y con la estabilidad democrática.
Hace unos años, yo pensaba que, si caía Israel, el resultado inmediato sería un pogromo planetario, con cosacos y SS de todos los colores en una prolongada matanza, ya no industrial, como en los lager, sino artesanal, hasta acabar con el último judío. Ahora sé que no será así, que no cesará con el último judío, sino con el último lector, el último escritor, el último músico, el último científico, el último hablante. Si Israel cae, la sharia se impondrá en el estilo Pol Pot, con la colaboración de los mismos que miraron con simpatía a los jémeres rojos, víctimas del imperialismo y otras majaderías. Si Israel cae, habrá un Reich de mil años, un terrible retorno a las edades oscuras
Vale la pena ver esta obra, en la cual interviene Jimena Ballèn, sobrina de nuestro amigo Luis Ballèn. Es un tema de reflexión sobre la verdad y la forma de manejarla, ambientada en un geriátrico.
La Asociación Cultural TRÁNSITO – Vías de Comunicación Escénica y Hatuchay Tower Machu Picchu Hotel están presentando el montaje teatral “Después que pase el tren”, de Jimena Ballén Tallada.
Sara, Zulema e Isabel son tres mujeres que viven en un geriátrico de Lima, ellas han olvidado dónde están y cómo llegaron a ese lugar. Lorena, la enfermera que las cuida, y Ramiro, un joven voluntario, entran en conflicto cuando éste intenta contarles la verdad. ¿Será mejor hacerlo y decirles que se encuentran abandonadas en un geriátrico? ¿O deberán mantener su ilusión de estar en un hotel de lujo?
En un momento en el que nuestro país sale de un proceso electoral que dividió a sus ciudadanos, debido a las diferentes ideologías y perspectivas políticas. Esta obra nos invita a reflexionar acerca de la verdad e invita al espectador a cuestionar aquello que considera una verdad absoluta y a dialogar con las distintas formas de mirar una realidad, ¿son los hechos como los vemos?
La obra se presenta de jueves a domingo desde el 15 de setiembre hasta el 9 de octubre en el Teatro Auditorio Miraflores y contará con la participación de un equipo de reconocidas actrices como Sonia Seminario, Gabriela Billotti y Lola Guerra, acompañadas de talentosos jóvenes actores como Jimena Ballén y Carlos Casella. La dirección está a cargo de Katiuska Valencia.
Para mayor información, contactarse con Gabriel de la Cruz Soler al teléfono 996539977 / 102*5106 o al correo electrónico gabriel@transito.com.pe
(Narración).
Por Armando Alvarado Balarezo “Nalo” (Perú).
Thory, uno de los recordados personajes de mi infancia, fue un ser humano de vida dichosa en Chiquián, chupaba caña noche y día. Muchas veces "dormía la mona" en la plaza de toros de Jircán, acompañada de una botella de chinguirito sabrosón.
Cierta mañana de vacaciones de julio visitó mi casa de Chiquián 'Lipat pot pot', también conocido como 'Upa vivo'. Él acababa de llegar de Huaráz.
Cuando salíamos a la calle después de saborear un rico pari y un jugoso jamón, vi a Thory pasando por la acera: sobria y reluciente, como nunca. Ante esta magnífica oportunidad quise jugarle una broma a Lipat, haciéndola pasar por una dama mojigata de la alta sociedad de Pampám, pues me había insistido durante el desayuno, que le presente una buena gila para llevarla a estudiar al colegio Santa Rosa de Viterbo.
- Lipat te presento a Thory, es una distinguida dama de Pampám, le dije -él la saludó:
- ¿Cómo se conserva usted?
- ¡Rachísgata shay! -como no entendía quechua, Lipat optó por besar la mano de Thory y sonriente me dijo al oído:
- Qué suerte, hasta una bilingüe he hallado, gracias hermano, que Dios te lo pague, ahorita mismo la llevo de shoping al baratillo de Cleofé.
Y se fueron tomados de la mano, tarareando La Cucaracha...
Durante el resto del día y parte de la noche los busqué por todas partes: donde Penco, Gáchipa Juliana, Capulipata, Cruz del olvido, Huarampatay, Alto Perú, Quihuillán, Alqococha, Shulu, Parientana, Lirioguencha, Umpay, Aguamirón, Cochapata, Oropuquio, Puente Cantucho... en fin, visité todos los parajes, rincones y cantinas. A poco de desistir de mis intentos por encontrarlos, pasada la medianoche los hallé en una chacra cercana al cementerio, totalmente adormecidos y con visibles síntomas de haber tenido una lucha febril con chinguirito, masajes y algo más. Al ver este cuadro de 'cupido cross', exclamé:
- Imatan timpukana asnanki, kusa warmin payqa, kusatan, tinki takin tusun ima -Lipat, al escuchar abrió los ojos y sin comprender lo que le decía, me contestó muy a lo francés, como para no despertar a su amada:
- Shay Nalo, j´al froid. Mettez-moi une autre couverture.
Cuando me disponía a traerles una almohada, dos frazadas y un edredón, observé a Shaprita plantado como estatua tras una pirca, con su abrigó gris... había estado observándolo todo, bañado en lágrimas. Me le acerqué y sentí su corazón a punto de romperse, por lo que le pregunté con acento medio inglés:
- ¿Qué pasa dear Shapra?.
- Nalito este huarasinito seguro ha seducido con mentiras a mi Thory. Yo siempre la he respetado, ni siquiera su shaprita he tocado.
- Te creo, pero de repente se aman y ha sido la primera prueba de amor... una quiñada como adelanto de matrimonio, tú sabes, la vida es así -le dije intentando tranquilizarlo.
- ¡Nooooo! -me dijo -la vida no debe de ser así, pero júrame que cuando seas grande lo vas a meter preso para que lo violen -retrucó.
- Ya Shaprita, haré lo que me pides, pero ahora acompáñame a mi casa para traerles un par de frazadas antes de que les de la helada.
A nuestro retorno no encontramos a nadie; y vagamos por el pueblo casí dos horas buscándolos. Ya cerca del amanecer fuimos a la casa de Lipat.
Toqué una y otra vez el portón con una monedita pero nadie contestó. Entonces Shaprita desesperado agarró una piedra de la calle y golpeó fuerte.
- ¿Quién es? -preguntó doña María desde el segundo piso.
- Soy Nalito, señora ¿se encuentra Lipat?
- No hijito, hace un ratito se ha ido con su papá Simón en un camión minero a Conococha y de allí a Huaráz. Tienen que vender lámparas en la feria de Nicrupampa.
- ¿Y se ha ido con su papá solamente? -gritó trémulo Shaprita.
- Si, los dos únicamente -y Shaprita se despidió de la señora con un ¡graaacias! emocionado.
Levanté la mirada hacia la carretera y pude ver los faros de un carro que se perdía en la curva de Caranca. 'Lipat se ha ido sin despedirse, ya será otra vez... pensé... pero Shaprita, no satisfecho con la respuesta, me dijo:
- ¡Vamos a buscarla Nalito!.
Luego de visitar media docena de cantinas sin resultado favorable, por fin llegamos donde Penco y encontramos la puerta cerrada.
Shaprita pegó su oreja derecha a la puerta, escuchó la voz de Thory y volvió a la vida, me abrazó riéndose como un loco y susurró emocionado hasta el llanto:
- Ahora sí me voy a dormir tranquilo, que Dios te lo pague Nalito.
Y pasaron los años... Shaprita siguió viviendo en Chiquián respirando el mismo aire que su amada, contentándose con verla de lejos y escuchando su voz tras la puerta de las cantinas.
Ya en el verano de 1982, después de varios inviernos en Quihuillán, visité a Lipat en su cebichería 'La Chinichalhua' del barrio de Zarumilla, y le jugué otra broma:
- ¿Qué sabes de tu hijo con Thory?
- ¿Hijoooo?, de qué hablas shay, si esa noche hubo sangre en la arena -y se rieron a carcajadas con su carnal Genaro de Jupash.
Entonces me puse a reflexionar: 'Lipat se alegra porque hubo sangre en la arena, otros respetan esa circunstancia y optan por una chicuelina o una manoletilla o lo que la corrida les ofrece en suerte”. Sonreí, lo abracé fuerte y le grité ¡SUERTE MATADOR!, y sentí su corazoncito romperse en pedacitos, igualito al de Shaprita en aquella noche de corneada.
Hoy SHAPRITA descansa en paz al lado de su amor platónico en el cementerio de Chiquián... nadie les lleva flores, tampoco oran por ellos, aunque todos nos acordamos de ambos durante las tertulias vespertinas de agosto; pero Dios, que todo lo ve, hace crecer yerbabuena y cardón cimarrón sobre sus tumbas, junto al mausoleo de Luis Pardo.
Paris, OCT 1984
THIAGO VUELA CON LAS HOJAS
(Narración).
Publicada en El Correo de Salem, esta narración de Eduardo Gonzáles Viaña es muy conmovedora, a propósito del 11 de setiembre trágico que ocurrió en New York hace más de diez años.
De regreso a casa, un domingo por la tarde, sabía que me iban a estar esperando, tendidas en el jardín como una baraja, las hojas que en estos días el otoño está dispersando por el mundo, y así fue.
Lo único que rompía el conjunto y acaso el paisaje y el poema- era una prosaica pero brillante y motorizada cortadora de césped, de esas que usan los jardineros profesionales o los más avezados amos de casa. Se me ocurrió que pertenecía a alguno de mis vecinos, pero no era así.
Por la noche, me fui a dormir pensando que el misterio se resolvería durante el fin de semana o acaso a la primera hora de trabajo del lunes en que un vendedor muy cortés me llamaría para preguntarme si ya la había probado, e indagar qué me parecía hacerme dueño de ella por una módica suma mensual que empezaría a cobrarse a partir de octubre del próximo año.
La verdad es que, por momentos, me entraron ganas de acabar con mi renuencia a esos trabajos, típicos del “American life style”, aceptar la oferta y convertirme en propietario de una de esas máquinas que hacen el delirio de los niños y el de los adultos que, como yo acaso, no terminan por completo de serlo.
Muchas veces a través de casi una década, Thiago Joseph Miranda de Melo, el jardinero brasilero, había insistido en que yo debía cortar el césped y dejarle a él los trabajos más especializados. No sé cómo recuerdo ahora su nombre completo porque generalmente lo llamaba Pepe o simplemente, amigo, pensando en Pepe Carioca o en el “amigo de la onza”, dos personajes de ficción que siempre me evocan la inagotable simpatía de mis amigos del Brasil.
”En silencio es cuando crecen las plantas”, me había explicado en portugués y empleando una de las numerosas metáforas vegetales de las que estaba poblada su sabiduría. Inmigrante pobre y casi analfabeto, Thiago había hecho muchos progresos y tenía una empresa propia, pero nunca abandonó los proverbios que había aprendido en la universidad de la vida y del jardín: “El invierno llega rápido a los jardineros perezosos”, ”La confianza es una planta de crecimiento lento”, “Las manzanas ajenas son las más dulces”, “La fe nos hace sembrar, no la vista” “Nuestros cuerpos son jardines, nuestras obsesiones son los jardineros” “Las hojas llegan antes que la tormenta, pero la tormenta se lleva las hojas”
De esas frases estaban compuestos nuestros diálogos, y debo confesar que más de una vez me sirvieron para afrontar un problema, desechar alguna preocupación o iniciar con alegría una semana de trabajo. Nuestro aprecio era mutuo porque, en una ocasión, yo había escrito una carta de recomendación para que su hijo Thiago pudiera ingresar a una universidad en Nueva York, y es justamente allí donde se encuentra Pepe desde hace un mes, o por lo menos eso es lo que yo creía.
En agosto de este año, al cumplir los 70, Thiago Miranda se jubiló, y decidió que su vida se repartiría cada año en visitar a su hija Karina Aparecida que es abogada de inmigración en Miami, a Thiago que pronto terminaría sus estudios de ingeniería de cómputo y por fin a María Elena que ejerce la medicina en Oregón. Sería la primera vez que tendría vacaciones “porque las plantas no las tienen” y también la primera vez que haría tantos viajes, ya que solamente se había subido en un avión tres o cuatro veces en toda su existencia porque, según él, “los árboles no se mueven y las hojas no viajan en avión”
¿Qué andaría haciendo Thiago, allá en la isla de Manhattan, en estos días difíciles? Y ¿de quién será la podadora de césped?: son las dos preguntas con que me desperté este sábado. A las 8 de la mañana, tuve la respuesta.
El 11 de septiembre, muy temprano, Thiago y su hijo salieron de Queens y fueron al centro de la isla, a las Torres Gemelas que el muchacho quería hacerle conocer las torres al mismo tiempo que invitarle un desayuno en la cafetería de uno de esos edificios en la que trabajaba para financiar sus estudios universitarios.
María Elena me acaba de llamar para decirme que el aparato que brilla en mi jardín es mío. Al jubilarse su padre, vendió la maquinaria, pero reservó algunas de las herramientas para obsequiarlas a los clientes que más estimaba.
Iba a dármela a su regreso de Nueva York, pero no va a regresar de allí porque “las hojas no viajan en aviones” y porque Thiago y su hijo se han transformado en hojas y en recuerdos que darán vueltas, vueltas y vueltas por el universo, y tan solo habrán de regresar cuando la muerte sea derrotada, y otra vez esté aquí la primavera.
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Fuente:
TIEMPO NUEVO
Addhemar SierraltaAño 3 No. 139
Miami, 17 SET 2011