CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
AÑO DE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS
.
José María Arguedas - Imagen: Nalo A.B
SEPTIEMBRE:
MES DE LA PRIMAVERA, DE LOS DERECHOS CÍVICOS
DE LA MUJER, EL NIÑO Y LA FAMILIA
SÁBADOS 7 PM. AULA CAPULÍ:
Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 3 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República
CONFERENCIAS Y SIMPOSIOS SOBRE CULTURA ANDINA
PRÓXIMAS ACTIVIDAD:
VIERNES 9 DE SEPTIEMBRE
PRESENTACIÓN DEL LIBRO: “EL BRILLO DE TU AUSENCIA”
DE DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
EN EL ICPNA DE MIRAFLORES
PROGRAMA:
Panel de presentación:
OMAR ARAMAYO
CARLOS GERMÁN BELLI
ELVIRA ORDÓÑEZ
Lectura dramatizada de poemas:
GERARDO ANGULO
Animación:
ERIBERTO GALINDO
FLORENCIA ROLDÁN
MANUEL RUIZ PAREDES
7 pm. ICPNA DE MIRAFLORES
Entre Av. Arequipa y Angamos.
Ingreso libre.
Se agradece su gentil asistencia
CALENDARIO DE EFEMÉRIDES:
9 DE SEPTIEMBRE
HOY NACE MANUEL SCORZA
PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA
MANUEL SCORZA, EL GUERRERO
Por Danilo Sánchez Lihón
AÑO DE JOSÉ MARÍA ARGUEDAS
.
José María Arguedas - Imagen: Nalo A.B
SEPTIEMBRE:
MES DE LA PRIMAVERA, DE LOS DERECHOS CÍVICOS
DE LA MUJER, EL NIÑO Y LA FAMILIA
SÁBADOS 7 PM. AULA CAPULÍ:
Tacna 118, Miraflores.
Cuadra 3 de la Av. Angamos Este
Entre Av. Arequipa y Paseo de la República
CONFERENCIAS Y SIMPOSIOS SOBRE CULTURA ANDINA
PRÓXIMAS ACTIVIDAD:
VIERNES 9 DE SEPTIEMBRE
PRESENTACIÓN DEL LIBRO: “EL BRILLO DE TU AUSENCIA”
DE DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
EN EL ICPNA DE MIRAFLORES
PROGRAMA:
Panel de presentación:
OMAR ARAMAYO
CARLOS GERMÁN BELLI
ELVIRA ORDÓÑEZ
Lectura dramatizada de poemas:
GERARDO ANGULO
Animación:
ERIBERTO GALINDO
FLORENCIA ROLDÁN
MANUEL RUIZ PAREDES
7 pm. ICPNA DE MIRAFLORES
Entre Av. Arequipa y Angamos.
Ingreso libre.
Se agradece su gentil asistencia
CALENDARIO DE EFEMÉRIDES:
9 DE SEPTIEMBRE
HOY NACE MANUEL SCORZA
PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA
MANUEL SCORZA, EL GUERRERO
Por Danilo Sánchez Lihón
1. Tenía abrazado su último libro
Fue su vida fulgurante, mítica, ígnea; la de un Prometeo liberado, encadenado primero de amor y adhesión a su pueblo; un arco voltaico de arrebato por la existencia.
El siempre jugó todo a una sola baraja. Y, con frecuencia perdió. "Oh jugador y al dar la suerte entera...", dice Vallejo. Y cito a Vallejo sabiendo que él, Guamán Poma y José María Arguedas son sus piedras y rocas fundamentales en las cuales apoya sus pies y hasta hunde su cabeza y enlaza sus raíces.
Sus días fueron de altos y bajos por ser un apasionado de la vida, que ora está arriba, ora está abajo, al arbitrio de sus humores, de sus estallidos y de sus cóleras. ¿Quién no apuesta mal y se equivoca cuando se entusiasma?
Su deceso mismo es una muestra de este juego. Un hachazo, un golpe del destino que ciega y cercena la vida, la luz, la alegría cuando él lo tenía todo, muerte que acontecía en el instante más vivo y pleno de su existencia, cuando el 27 de noviembre de 1983 el Boeing 747 de Avianca se estrella en Mejorana del Campo, cerca ya al aeropuerto de Barajas en Madrid. Apenas frisaba los 55 años y reconocieron su cadáver, regado por el campo en las colinas de Fuentesecada, porque tenía abrazado su último libro: “La danza inmóvil”.
2. Alturas de Rancas
¿No es, acaso, este juego adverso y atroz de las cartas volteadas?, congelando la risa, el abrazo, el deseo. Una muerte atroz para una gran vida. Pasaba en esos momentos por la travesía más intensa, feliz y fecunda de su obra creadora. Tenía la luz radiante que invade ya no solo la sombra sino la más negra y espesa tiniebla. Tenía en sus labios la palabra armada que protege y defiende a los más débiles.
A Manuel Scorza se le puede acusar de mil veleidades, menos de no ser sincera, profunda y total su identificación biológica, racional, emocional e ideológica con los vencidos, los torturados, vejados y maltratados de siempre, con los comuneros y los indígenas, la gente de bayeta y de pollera.
Aquellos a quienes se los ha azotado, flagelado y hacia quienes se ha aplicado siempre la política de la horca, del cuchillo y del balazo. Por eso, ni bien descendía del avión corría a cualquier pueblo donde se iniciaba una protesta, a juntarse en el camino a una caravana de sacrificio a fin de evitar que los soldados masacren a la gente, poniendo su pecho delante de bayonetas y fusiles.
Cuando supo que 500 efectivos del ejército iban a invadir las comunidades y a enfrentarse a los campesinos de Yanahuanca, subió a su automóvil y manejó toda una noche con su madrugada solo, hasta las alturas de Rancas.
3. ¿Cómo matarlo?
Allí, enfrentándose al comandante le hizo saber lo ineluctable:
– Comandante: pasarán sobre mi cadáver antes de ingresar a Rancas.
– Doctor Scorza, no se arriesgue. De todos modos vamos a entrar, porque es una orden que viene desde Palacio de Gobierno. Usted no tiene que ver nada con este problema. Por favor, retírese.
– Se equivoca, comandante, los comuneros son mis hermanos. Este es mi pueblo. Tendrán que matarme.
Al ver que era tajante su resolución se comunicaron primero con Cerro de Pasco y después con Lima. Y no entraron esa vez. Y es que Manuel Scorza estaba en el auge de su fama. Entonces, ¿cómo matarlo? Sería encender una hoguera. Dieron la orden de replegarse y suspender la invasión por ahora. Semanas después Manuel Scorza viajaba a París. Ahora ya no con quinientos sino con mil policías de todos modos invadieron.
De allí que el entierro de Manuel Scorza, luego del fatídico accidente ocurrido cerca a Madrid cuando el avión de Avianca, que lo traía junto a Ángel Rama, Martha Traba y otros escritores al Encuentro Cultural Hispanoamericano en Bogotá, fue multitudinario.
4. Causa genuina
En el cortejo que acompañó sus restos mortales en Lima estaban presentes obreros, estudiantes campesinos y lógicamente una inmensa multitud venida de las comunidades de Cerro de Pasco, Yanahuanca y de Rancas que él consagró en su saga novelística La balada de los runas.
En ese momento él era dueño de todo y al instante ya no tenía nada; poseía una capacidad asombrosa para transfigurarse al igual que los personajes de sus novelas; optar por algo y al rato renunciar y dejarlo todo.
Solo una causa no olvidó nunca, la causa del pueblo, el hacerse responsable animoso no de la dicha propia sino del destino común y colectivo de todos.
Y eso lo salva, redime y dispensa todo. El amor al pueblo. Todas las imperfecciones son pequeñas frente a este contenido inmenso cual es la adhesión sincera, militante y concreta a la causa genuina del hombre y su anhelo de construir aquí una utopía.
Cualquier debilidad es perdonada cuando anima nuestros actos el verdadero y auténtico amor al pueblo.
5. Contingente de runas
Todo lo pule y lo allana luchar por los derechos esenciales del hombre: la frivolidad, el orgullo y la misma vanidad quedan perdonados cuando anima a una persona la emoción de América y su destino, brega por una sociedad mejor en la cual Manuel Scorza es indómito e integérrimo.
En el fondo su gloria y su drama es el de anhelar la felicidad para sí y para todos. La felicidad que él quiere y anhela no es la felicidad individual, ser rico y feliz él solo. Incluso los últimos años y meses de su vida cuando escribe "La danza inmóvil" discute la ardua elección de elegir amar en París a una mujer, escribir obras de éxito editorial, y la otra guerrear en la selva amazónica del Perú hasta decirse oír o gritar: "Hacer la revolución es amar" o "Amar es hacer la revolución".
La felicidad de Scorza es la misma que la de César Vallejo: ser felices todos, entonar el himno de la solidaridad universal, de la comunión humana; de allí su adhesión y filiación con Vallejo y Arguedas. Pertenece al contingente de runas, a la caravana de los desheredados y desposeídos de siempre, a la de los luchadores que algún día consigan y obtengan –nosotros entre ellos– el ideal vallejiano de sentarnos a desayunar una mañana todos juntos. Mientras tanto es él un soldado puesto y enfilado al lado de los vencidos.
6. Una voz ineludible
En unas páginas que son una confesión y una autobiografía publicada con el título "Manuel Scorza, Testimonio de Vida", que está elaborada sobre la base de una entrevista que le hiciera Roland Forgues al autor de "Redoble por Rancas", cuenta éste que tuvo una elección difícil de tomar en algún momento de su vida.
¿Cuál fue? Seguir la carrera militar, en la cual destacó ocupando siempre los primeros puestos en el escalafón de méritos entre los alumnos del Colegio Militar Leoncio Prado, hecho que le aseguraba el ingreso directo a la Escuela Militar de Chorrillos, inclinación en pugna con la otra alternativa, cual era seguir el camino de las letras, horizonte desde el cual sentía el llamado de una voz ineludible.
Esta duda y conflicto respecto a su elección la expresa pensando que tal vez de haber continuado en la otra perspectiva pudo desempeñar un papel fundamental como Comandante de un Ejército Popular, de un gobierno revolucionario, socialista y libertario.
Esta perspectiva la prefiguraba mucho más al constatar que sus compañeros del Colegio Militar Leoncio Prado, con los cuales conformaba el grupo de élite, llegaron a ser todos ellos generales del Ejército Peruano. Él, piensa que, más que ningún otro pudo serlo con la orientación y el signo radicalmente opuesto al orden y al sistema imperante.
7. Una victoria total
Siempre en el plano de las probabilidades y haciendo una proyección al mundo de lo posible, cabe imaginar ¡qué distinta hubiera sido la historia del Perú con Manuel Scorza como Comandante General del ejército que conduzca un movimiento de transformaciones y libertades en el Perú del siglo XX!
Capacidad de líder y organizador lo tenía: él comandó, el movimiento editorial más grande que ha tenido el Perú a lo largo de toda su historia: cuales fueron los Festivales del Libro y los Populibros que desde el Perú proyectaron e irradiaron su acción a varios países de América Latina.
Es este el motivo por el cual queríamos hablar ahora de Manuel Scorza, en el día en que conmemoramos la fecha de su nacimiento; esa razón es: el frente de guerra de la cultura, en el cual él nos dio una victoria total y categórica.
Nunca el Perú invadió a tantos países de América Latina con libros propios, de nuestro país y de nuestra América convulsa y transida.
Obras cuyas ediciones no habían pasado de las mil copias se imprimieron esta vez hasta en tirajes de medio millón de ejemplares. Y fueron decenas de títulos de lo mejor de las letras continentales.
8. Objetivos estratégicos
Era un hombre de armas tomar. Mientras era estudiante del Colegio Militar Leoncio Prado dos veces esperó pertrechado de armas, en las gestas apristas de los años 40, listo para recibir la orden para asaltar el cuartel de su propio Colegio, que él conocía bien, razón por la cual comandaba la operación.
En dicho asalto se apoderarían de 15,000 fusiles y municiones en gran cantidad, material que debían ser puestos en manos de militantes entrenados a fin de servir para capturar otros objetivos estratégicos en Lima, Callao y balnearios. La orden nunca llegó.
Tampoco llegó en otra ocasión, cuando estuvo listo a capturar el Pabellón de Armas de la Escuela Militar de Chorrillos, operación que tenía como jefes a Manuel Scorza y a Carnero Roque.
Fue debido a que esas órdenes de asalto no llegaron que le quedó muy claro que la dirigencia de dicho partido político le engañaba. Y lo peor, que era capaz de enviar al matadero y sacrificar toda su gente de base con tal de propiciar condiciones para hacer arreglos.
Y todo aquello a fin de ganar ventajas en la estructura del poder con los representantes de los sectores, estructuras y sistemas tradicionales del Perú que en los discursos de plazuela se decía combatir.
9. Quien sabe querer y sabe amar
Convencido de esta situación y ya expatriado en México renunció al APRA quedándole evidente, a él más que a nadie, de la traición y componendas de la dirigencia de dicho partido.
Ha llegado a declarar que de haber seguido la carrera militar hubiera llegado a ser general, ya sabemos de qué signo, pero se interpuso un misterio: la poesía, la palabra alucinada, los mundos imaginarios e irreales –tejidos con el hilo de la realidad– de las novelas.
Pero, en verdad, Manuel Scorza nunca dejó de ser un guerrero, con una particularidad además de estar entrenado para la lucha ardorosa, cual es decir lo que piensa y lo que cree con total convicción, sin titubeos ni vacilaciones.
Las suyas no solo son declaraciones sino arengas, manifiestos, verdades absolutas que defienden al hombre, a la justicia y a su causa.
De allí que su verbo sea exclamativo, enfático y, compacto. Sus declaraciones firmes, contundentes, crudas. Su palabra estallante, sin vacilaciones, reticencias ni tapujos. Sentimos que lo que dice lo hace con total verdad, no importando incluso que sea un equívoco, con la fuerza y convicción de quien sabe querer y sabe amar.
Texto que puede ser reproducido citando autor y fuente
Teléfonos:
420-3343 y 420-3860
planlector@hotmail.com
inlecperu@hotmail.com
daniloydanilo@hotmail.com
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Fue su vida fulgurante, mítica, ígnea; la de un Prometeo liberado, encadenado primero de amor y adhesión a su pueblo; un arco voltaico de arrebato por la existencia.
El siempre jugó todo a una sola baraja. Y, con frecuencia perdió. "Oh jugador y al dar la suerte entera...", dice Vallejo. Y cito a Vallejo sabiendo que él, Guamán Poma y José María Arguedas son sus piedras y rocas fundamentales en las cuales apoya sus pies y hasta hunde su cabeza y enlaza sus raíces.
Sus días fueron de altos y bajos por ser un apasionado de la vida, que ora está arriba, ora está abajo, al arbitrio de sus humores, de sus estallidos y de sus cóleras. ¿Quién no apuesta mal y se equivoca cuando se entusiasma?
Su deceso mismo es una muestra de este juego. Un hachazo, un golpe del destino que ciega y cercena la vida, la luz, la alegría cuando él lo tenía todo, muerte que acontecía en el instante más vivo y pleno de su existencia, cuando el 27 de noviembre de 1983 el Boeing 747 de Avianca se estrella en Mejorana del Campo, cerca ya al aeropuerto de Barajas en Madrid. Apenas frisaba los 55 años y reconocieron su cadáver, regado por el campo en las colinas de Fuentesecada, porque tenía abrazado su último libro: “La danza inmóvil”.
2. Alturas de Rancas
¿No es, acaso, este juego adverso y atroz de las cartas volteadas?, congelando la risa, el abrazo, el deseo. Una muerte atroz para una gran vida. Pasaba en esos momentos por la travesía más intensa, feliz y fecunda de su obra creadora. Tenía la luz radiante que invade ya no solo la sombra sino la más negra y espesa tiniebla. Tenía en sus labios la palabra armada que protege y defiende a los más débiles.
A Manuel Scorza se le puede acusar de mil veleidades, menos de no ser sincera, profunda y total su identificación biológica, racional, emocional e ideológica con los vencidos, los torturados, vejados y maltratados de siempre, con los comuneros y los indígenas, la gente de bayeta y de pollera.
Aquellos a quienes se los ha azotado, flagelado y hacia quienes se ha aplicado siempre la política de la horca, del cuchillo y del balazo. Por eso, ni bien descendía del avión corría a cualquier pueblo donde se iniciaba una protesta, a juntarse en el camino a una caravana de sacrificio a fin de evitar que los soldados masacren a la gente, poniendo su pecho delante de bayonetas y fusiles.
Cuando supo que 500 efectivos del ejército iban a invadir las comunidades y a enfrentarse a los campesinos de Yanahuanca, subió a su automóvil y manejó toda una noche con su madrugada solo, hasta las alturas de Rancas.
3. ¿Cómo matarlo?
Allí, enfrentándose al comandante le hizo saber lo ineluctable:
– Comandante: pasarán sobre mi cadáver antes de ingresar a Rancas.
– Doctor Scorza, no se arriesgue. De todos modos vamos a entrar, porque es una orden que viene desde Palacio de Gobierno. Usted no tiene que ver nada con este problema. Por favor, retírese.
– Se equivoca, comandante, los comuneros son mis hermanos. Este es mi pueblo. Tendrán que matarme.
Al ver que era tajante su resolución se comunicaron primero con Cerro de Pasco y después con Lima. Y no entraron esa vez. Y es que Manuel Scorza estaba en el auge de su fama. Entonces, ¿cómo matarlo? Sería encender una hoguera. Dieron la orden de replegarse y suspender la invasión por ahora. Semanas después Manuel Scorza viajaba a París. Ahora ya no con quinientos sino con mil policías de todos modos invadieron.
De allí que el entierro de Manuel Scorza, luego del fatídico accidente ocurrido cerca a Madrid cuando el avión de Avianca, que lo traía junto a Ángel Rama, Martha Traba y otros escritores al Encuentro Cultural Hispanoamericano en Bogotá, fue multitudinario.
4. Causa genuina
En el cortejo que acompañó sus restos mortales en Lima estaban presentes obreros, estudiantes campesinos y lógicamente una inmensa multitud venida de las comunidades de Cerro de Pasco, Yanahuanca y de Rancas que él consagró en su saga novelística La balada de los runas.
En ese momento él era dueño de todo y al instante ya no tenía nada; poseía una capacidad asombrosa para transfigurarse al igual que los personajes de sus novelas; optar por algo y al rato renunciar y dejarlo todo.
Solo una causa no olvidó nunca, la causa del pueblo, el hacerse responsable animoso no de la dicha propia sino del destino común y colectivo de todos.
Y eso lo salva, redime y dispensa todo. El amor al pueblo. Todas las imperfecciones son pequeñas frente a este contenido inmenso cual es la adhesión sincera, militante y concreta a la causa genuina del hombre y su anhelo de construir aquí una utopía.
Cualquier debilidad es perdonada cuando anima nuestros actos el verdadero y auténtico amor al pueblo.
5. Contingente de runas
Todo lo pule y lo allana luchar por los derechos esenciales del hombre: la frivolidad, el orgullo y la misma vanidad quedan perdonados cuando anima a una persona la emoción de América y su destino, brega por una sociedad mejor en la cual Manuel Scorza es indómito e integérrimo.
En el fondo su gloria y su drama es el de anhelar la felicidad para sí y para todos. La felicidad que él quiere y anhela no es la felicidad individual, ser rico y feliz él solo. Incluso los últimos años y meses de su vida cuando escribe "La danza inmóvil" discute la ardua elección de elegir amar en París a una mujer, escribir obras de éxito editorial, y la otra guerrear en la selva amazónica del Perú hasta decirse oír o gritar: "Hacer la revolución es amar" o "Amar es hacer la revolución".
La felicidad de Scorza es la misma que la de César Vallejo: ser felices todos, entonar el himno de la solidaridad universal, de la comunión humana; de allí su adhesión y filiación con Vallejo y Arguedas. Pertenece al contingente de runas, a la caravana de los desheredados y desposeídos de siempre, a la de los luchadores que algún día consigan y obtengan –nosotros entre ellos– el ideal vallejiano de sentarnos a desayunar una mañana todos juntos. Mientras tanto es él un soldado puesto y enfilado al lado de los vencidos.
6. Una voz ineludible
En unas páginas que son una confesión y una autobiografía publicada con el título "Manuel Scorza, Testimonio de Vida", que está elaborada sobre la base de una entrevista que le hiciera Roland Forgues al autor de "Redoble por Rancas", cuenta éste que tuvo una elección difícil de tomar en algún momento de su vida.
¿Cuál fue? Seguir la carrera militar, en la cual destacó ocupando siempre los primeros puestos en el escalafón de méritos entre los alumnos del Colegio Militar Leoncio Prado, hecho que le aseguraba el ingreso directo a la Escuela Militar de Chorrillos, inclinación en pugna con la otra alternativa, cual era seguir el camino de las letras, horizonte desde el cual sentía el llamado de una voz ineludible.
Esta duda y conflicto respecto a su elección la expresa pensando que tal vez de haber continuado en la otra perspectiva pudo desempeñar un papel fundamental como Comandante de un Ejército Popular, de un gobierno revolucionario, socialista y libertario.
Esta perspectiva la prefiguraba mucho más al constatar que sus compañeros del Colegio Militar Leoncio Prado, con los cuales conformaba el grupo de élite, llegaron a ser todos ellos generales del Ejército Peruano. Él, piensa que, más que ningún otro pudo serlo con la orientación y el signo radicalmente opuesto al orden y al sistema imperante.
7. Una victoria total
Siempre en el plano de las probabilidades y haciendo una proyección al mundo de lo posible, cabe imaginar ¡qué distinta hubiera sido la historia del Perú con Manuel Scorza como Comandante General del ejército que conduzca un movimiento de transformaciones y libertades en el Perú del siglo XX!
Capacidad de líder y organizador lo tenía: él comandó, el movimiento editorial más grande que ha tenido el Perú a lo largo de toda su historia: cuales fueron los Festivales del Libro y los Populibros que desde el Perú proyectaron e irradiaron su acción a varios países de América Latina.
Es este el motivo por el cual queríamos hablar ahora de Manuel Scorza, en el día en que conmemoramos la fecha de su nacimiento; esa razón es: el frente de guerra de la cultura, en el cual él nos dio una victoria total y categórica.
Nunca el Perú invadió a tantos países de América Latina con libros propios, de nuestro país y de nuestra América convulsa y transida.
Obras cuyas ediciones no habían pasado de las mil copias se imprimieron esta vez hasta en tirajes de medio millón de ejemplares. Y fueron decenas de títulos de lo mejor de las letras continentales.
8. Objetivos estratégicos
Era un hombre de armas tomar. Mientras era estudiante del Colegio Militar Leoncio Prado dos veces esperó pertrechado de armas, en las gestas apristas de los años 40, listo para recibir la orden para asaltar el cuartel de su propio Colegio, que él conocía bien, razón por la cual comandaba la operación.
En dicho asalto se apoderarían de 15,000 fusiles y municiones en gran cantidad, material que debían ser puestos en manos de militantes entrenados a fin de servir para capturar otros objetivos estratégicos en Lima, Callao y balnearios. La orden nunca llegó.
Tampoco llegó en otra ocasión, cuando estuvo listo a capturar el Pabellón de Armas de la Escuela Militar de Chorrillos, operación que tenía como jefes a Manuel Scorza y a Carnero Roque.
Fue debido a que esas órdenes de asalto no llegaron que le quedó muy claro que la dirigencia de dicho partido político le engañaba. Y lo peor, que era capaz de enviar al matadero y sacrificar toda su gente de base con tal de propiciar condiciones para hacer arreglos.
Y todo aquello a fin de ganar ventajas en la estructura del poder con los representantes de los sectores, estructuras y sistemas tradicionales del Perú que en los discursos de plazuela se decía combatir.
9. Quien sabe querer y sabe amar
Convencido de esta situación y ya expatriado en México renunció al APRA quedándole evidente, a él más que a nadie, de la traición y componendas de la dirigencia de dicho partido.
Ha llegado a declarar que de haber seguido la carrera militar hubiera llegado a ser general, ya sabemos de qué signo, pero se interpuso un misterio: la poesía, la palabra alucinada, los mundos imaginarios e irreales –tejidos con el hilo de la realidad– de las novelas.
Pero, en verdad, Manuel Scorza nunca dejó de ser un guerrero, con una particularidad además de estar entrenado para la lucha ardorosa, cual es decir lo que piensa y lo que cree con total convicción, sin titubeos ni vacilaciones.
Las suyas no solo son declaraciones sino arengas, manifiestos, verdades absolutas que defienden al hombre, a la justicia y a su causa.
De allí que su verbo sea exclamativo, enfático y, compacto. Sus declaraciones firmes, contundentes, crudas. Su palabra estallante, sin vacilaciones, reticencias ni tapujos. Sentimos que lo que dice lo hace con total verdad, no importando incluso que sea un equívoco, con la fuerza y convicción de quien sabe querer y sabe amar.
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