EL ABRAZO DE MESSI Y NEYMAR
Escribe Ángel Gavidia
Se ha escrito mucho sobre el fútbol, ese deporte que convoca a multitudes, multitudes apasionadas, y que lleva, para muchos en los que me inscribo, el símbolo del desquite de la vida, el ánimo de una justicia que va más allá de la cancha y de esos veintidós. Sucedió, por ejemplo, en 1986, en la celebrada derrota de Inglaterra ante Argentina, cuatro años después de la Guerra de las Malvinas. Es un deporte que apuesta por el trabajo en equipo pero, curiosamente, estimula y aplaude el brillo de sus individualidades. Es un juego, por ratos, de triunfos inesperados en los cuales la lógica es un ave mezquina o inexistente, gitanería le dicen algunos, otros encuentran en ello un correlato con el trajín humano y sus imponderables.
Bueno, hemos tenido fútbol estos últimos días. Fútbol que llegó para amainar, aunque sea temporalmente, “las furias y las penas” frente al panorama político peruano. Y al final, el abrazo de Neymar y Messi como un faro.
Messi y Neymar son amigos, compañeros de lucha durante gloriosas tardes en el Barcelona. Y como amigos se desean lo mejor. Y era imposible, el 10 de julio, cumplir ese deseo. Uno tenía que terminar besando la alfombra verde. Y fue Neymar. Lloró como los hombres. Pero después, se dirigió al argentino y se abrazaron los dos. Supongo que en el corazón de Messi palpitaba la tristeza de que el brasilero no hubiera celebrado. Y sospecho, también, que en el de Neymar, frente a esa tristeza, se sobreponía la satisfacción de que su amigo fuera el vencedor o quizás acudía a los brazos de su hermano en busca de consuelo. No lo sé. Ortega y Gasset decía “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Ante esta circunstancia Neymar y Messi se erigieron como excelentes seres humanos, como ejemplos de solvente humanidad.
La bronca que yo tenía contra el carioca por haber fingido una falta que nos llevó a pagar un penal se ha esfumado. Lo mejor de la Copa América ha sido este final, este gesto, este par de seres humanos transitando ese espacio de emociones tan difícil por intrincado y contradictorio, pero ambos caminaron por él con la lealtad y el cariño de los hombres verdaderos.
Bien por ellos, bien por la humanidad. ¡Todos hemos ganado!
Trujillo, 12 de julio del 2021