CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRAConstrucción y forja de la utopía andinaJULIO, MES DEL MAESTRO;DEL SANTUARIO HISTÓRICODE MACHU PICCHU; BATALLADE HUAMACHUCO, LEONCIOPRADO Y FIESTAS PATRIASCAPULÍ ESPODER CHUCO
Danilo Sánchez Lihón1. Las mejoresreferencias
– Muy estimado señor Pedro Paulet... –Le dice Henry Ford ya en un inglés corrido y coloquial, habiendo comprobado que su interlocutor habla perfectamente este idioma.
– Encantado de poder conocerlo y saludarlo, estimado doctor Henry Ford… –Saluda con la misma deferencia y naturalidad Pedro Paulet.
– En primer lugar, quiero agradecerle por haber atendido nuestra invitación para venir y dialogar directa y personalmente aquí en Detroit. Y, más aún, en este agitado año de 1930. Y ojalá que las atenciones, que he dispuesto que se le brinden, hayan sido de su pleno gusto y complacencia.
– Permítame decirle y agradecerle, muy apreciado doctor Henry Ford, que la atención que se me brinda es estupenda. Y que esta mañana he recorrido en una visita guiada maravillosa y aleccionadora la planta Ford de esta pujante ciudad industrial, por lo que le estoy sumamente reconocido.
– ¡Qué bueno que así sea!, y me satisface escucharle. Mis ingenieros me han explicado acerca de sus inventos respecto de los cuales tenemos las mejores referencias, y un vivo interés en llegar a un acuerdo para ver cómo benefician a las industrias que venimos impulsando.
3. Dos
componentes
– Aprecio mucho la atención que cada uno de mis aportes a la ciencia han merecido de usted y del personal que trabaja en este lugar tan prestigioso.
– Pero quisiéramos escuchar de su propia boca, señor Pedro Paulet, una explicación sucinta respecto a dos de sus importantes aportes. Uno de ellos es el motor a combustión liquida. Y el segundo es el combustible mismo, pues con respecto a ambos hallazgos quisiéramos hacerle sendas propuestas.
– Con el mayor placer y trataré de ser lo más conciso posible.
– Se lo agradezco.
– El motor de combustible líquido está construido en base a la energía que lo propulsa, y que es la mezcla de dos componentes, uno de ellos es el carburante y el otro el oxidante.
– Sí. Comprendo.
– Estos dos líquidos fluyen a una cámara común donde combustionan por efecto de una bujía produciendo una fuerza de empuje extraordinaria que supera todos los indicadores alcanzados hasta la fecha en cuando a dinámica de objetos físicos se refiere, ello...
3. Naves
espaciales
– Excelente, con eso basta. ¿Y en cuanto a su innovación del combustible?
– Es una combinación química en base a panclastita, a la cual adiciono disolventes, con el fin de controlar el factor fricción y, sobre todo, el que alcancen desmedidas temperaturas.
– ¡Ah! ¡Extraordinario!
– La diferencia básica con los combustibles conocidos y actualmente en uso, es que estos utilizan hidrógeno como carburante y oxígeno líquido como oxidante. Se logra así...
– Es un portento lo que usted ha conseguido. Y es exactamente lo que constituye nuestro mayor problema. Queremos, y estoy empeñado en darle la mayor potencia a una serie de autos de carrera para las próximas competiciones, en las cuales pretendemos superar todos los récords actualmente alcanzados.
– Son aplicables a todo lo que es propulsión. Sin embargo, los inventos míos Sr. Ford se orientan más bien a la astronáutica. Y a todo lo que es la cohetería y a la fabricación de naves espaciales.
4. Trabajar
para nosotros
– Ciertamente, estoy informado de eso y también de cuáles son sus aspiraciones sueños e intenciones y desvelos señor Paulet, en relación al espacio sideral, y lo felicito por ello. Pues bien quiero proponerle la compra de la patente de su motor a combustión líquida, como también de la fórmula del combustible que usted ha ideado.
– ¿Y cuáles son las condiciones acerca de esta propuesta, señor Ford?
– Le ofrezco un millón de dólares por la patente de ambos inventos que pasarían a ser propiedad de mi compañía. Además, le ofrezco trabajar para nosotros con una única condición, cuál es adoptar la nacionalidad norteamericana.
– He escuchado atentamente su iniciativa Dr. Henry Ford. Y empezaré por lo último. Todo mi sueño desde niño ha sido encumbrar a mi país, el Perú; y a mi pueblo, que es Arequipa. Ello constituye toda la motivación de mis afanes e inquietudes y no podría aceptar el cambio de mi nacionalidad.
– Continúe. Le escucho atentamente.
– Ojalá usted pudiera comprenderme en este sentimiento, en esta postura y en esta convicción mía, que son irrenunciables.
– Lo entiendo perfectamente. Y, ¿lo segundo?
5. Para ser
sincero
– Y lo segundo es que no vendería la patente descartándose mi nombre. Definitivamente estos inventos los he conseguido por una motivación personal y por perpetuar mi nombre. Y por un propósito cuál es la conquista del espacio estelar; concretando un sueño muy antiguo de aportar a la ciencia, indesligable a hacer figurar en ello a mi país.
– Don Pedro. La oferta tiene en realidad dos partes. La primera es comprarle los derechos de la patente, que de tal modo ciertamente pasa a ser propiedad de nuestra compañía. En el segundo aspecto es que le ofrezco seguir trabajando en estos mismos asuntos aquí y con todo lo que usted requiera, pero en la condición de ciudadano norteamericano. Y es que aquí todo deja de tener nombre propio pasando a formar parte de la propiedad de la Compañía Ford.
– En verdad, para ser sincero doctor Ford, mi campo no es el automovilismo sino la cohetería.
– Nacionalícese norteamericano. Es la condición para que sus ideas puedan ser escuchadas y eventualmente acogidas.
– Le agradezco mucho por su deferencia, pero me es imposible aceptarlas, doctor. Muchísimas gracias por la inmensa deferencia que ha tenido conmigo.
6. Todos
tus sacrificios
– ¿Luisa? ¿Dónde estás, mi querida Luisa?
– ¿Ya llegaste, amor? ¿Y cómo te fue? ¡Cuéntame!
– Bueno. En primer lugar, toda una consagración: Henry Ford en persona me recibió, me atendió, me llenó de alabanzas. Y me ofreció un millón de dólares si es que renuncio a mi autoría y a mi nacionalidad. Pero, además, me ofrece un puesto de trabajo en su fábrica de Detroit, pero siempre y cuando renuncie a ser peruano para adoptar la nacionalidad norteamericana. Y lo segundo es que si quiero seguir desarrollando en este campo puedo hacerlo, pero sin figurar, ni mi nombre ni mi pertenencia a todo lo que haga a partir de ahora. Y seguramente dejar la astrofísica para dedicarme al automovilismo.
– ¿Y cuál ha sido tu respuesta?
– Primero, a ver, ¿cuál sería tu consejo?
– ¡Ay, cariño! ¡Siempre lo que tú decidas!
– Dos de nuestros hijos han muerto de malnutrición pese a nuestros desvelos.
– Yo al unirme a ti acepté sobrellevar todos tus sacrificios.
– Gracias amor. Mi respuesta ha sido: ¡No! ¡No! Y, ¡No!
7. Esa es
la consigna
– Le admiro, don Pedro. ¡Rechazar un millón de dólares!
– Creo que lo peor, querido Ramón, sería vendernos. Y vender nuestros sueños y nuestros sentimientos y nuestras conciencias. ¿No te parece?
– Sí. Completamente de acuerdo. Y, ¡me adhiero a lo que defiende, don Pedro!
– Pero, eso sí: ¡seguir luchando con la fortaleza de no haber claudicado nunca!
– No hay nada qué admirar cuando lo que interesa es la verdad por descubrir.
– Mi sueño ha sido y es vencer el infinito del espacio y la línea vertical del universo.
– Y de este modo cumplir con el designio divino que se nos ha asignado cumplir.
– ¡Ese es el tema! ¡Esa es la consigna! Además: mi desvelo es la aeronáutica, el llegar a las estrellas. Sí. Y, ¡lo que importan son los principios y el alma ligada a lo eterno!
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