Mariscal Andrés Avelino Cáceres: "Esta Tierra es nuestra y siempre debe serlo. Ciegos son los que no ven que el Perú tiene el ideal más excelso que puede tener una nación digna y libre: la reintegración y la grandeza de la Patria. La Patria integra, la Patria intangible: He aquí el ideal que debe enardecer a nuestras almas, robustecer nuestro esfuerzo y aumentar nuestra acción. El que tenga Patria que la honre”
HUAMACHUCO, MÁS PRESENTE QUE NUNCA
Resulta importante y necesario en las actuales circunstancias que vivimos, el traer a la memoria tanto los hechos heroicos del 10 de julio de 1,883 como lo vivido en días y meses previos a tan magna gesta por las lecciones y enseñanzas que nos dejan, las mismas que nos imponen un actuar individual y colectivo de unión nacional, más aún en tiempos de crisis y pandemia, nos obligan y exigen el sobreponer los intereses nacionales sobre los personales y grupales, es por ello, que aun cuando resulte extenso, una vez más quiero acudir a la historia patria y en base a ello decir,
¡Huamachuco, tu batalla, tu ejemplo y enseñanzas están más presentes que nunca!
Es pertinente recordar que previo a Huamachuco, en la hacienda Montan en Cajamarca, en un manifiesto del 31 de agosto de 1,882 se aceptaron los términos y condiciones del enemigo rompiéndose la unidad y la resistencia nacional por lo que Cáceres no tiene otra opción que dejar el centro del país y dirigirse al norte, como nos relata, .." las razones que me obligaron a retirarme a la zona del Norte, siguiendo la opinión de la junta de guerra que convoque en vista del avance de considerables fuerzas enemigas que venían por todas direcciones con el fin de destruir las pequeñas fuerzas de mi mando.... El 19 de mayo salí de Tarma cuando el enemigo dominaba ya la ciudad...".
Una vez más acudo a la pluma de Abelardo Gamarra, huamachuquino y famoso como “El Tunante” quien nos cuenta la ruta y el recorrido de Cáceres y sus breñeros para llegar a la ciudad de Huamachuco: “…El 10 de Junio se acampó en una aldea llamada Huayruro, el 11 el ejército ingresa en Chavín y el 13 se continuó la marcha hasta la estancia de Arhuaycancha, y el 15 de junio se ingresó a la ciudad de Huaraz después de 23 días de penosas marchas. Allí se tuvo noticia, que una parte de las fuerzas chilenas había llegado a Recuay, y que la otra tramontaba la cordillera de Chavín. Siguió la marcha el día 17 de junio sobre Yungay, adonde llegó el ejército del centro el 18 y se reunió con las fuerzas del coronel Recavarren; se acordó en una conferencia el continuar la marcha hacia Cajamarca haciendo creer al enemigo el retorno hacia Junín, para ello se debía atravesar la elevada cordillera de Yanganuco, a más de 20,000 pies sobe el nivel del mar, no existe para pasar al norte, partiendo de Yungay, más que esta vía. Así fue que el día 20 de Junio se llegó a la estancia Antuco, teniendo a la vista la imponente masa de los andes, el 21 se dio principio a la ascensión de aquella gigantesca y majestuosa cordillera, por una senda escabrosa, angosta que fatigó inmensamente a la tropa a causa de la excesiva rarefacción del aire, casi irrespirable.
Sin embargo, nuestra entusiasta y viril tropa dominó la cumbre del imponente y enhiesto Yanganuco, sin doblarse a la fatiga, ni presentar un solo soldado acometido del soroche y todos en estado de empeñarse en un combate. Pocos ejércitos en el mundo habrán atravesado una montaña de la elevación del Yanganuco. Entretanto, los chilenos sufrieron inmensamente al pasar las cordilleras de Recuay y Chavín de solo 15,000 pies de altura.
Mientras el ejército peruano continuaba su marcha llegando a la provincia de Pomabamba, los chilenos, después de ocupar Huaraz el 18, destacaron sobre Yungay una descubierta de caballería, a cuyo jefe se le dijo por los vecinos del pueblo: que el ejército peruano llevaba el plan de contramarchar sobre Junín después de pasar la cordillera, porque así lo propaló intencionalmente el General Cáceres, los chilenos afectados en su moral y su disciplina ante la aterradora perspectiva de la formidable montaña de nieve de esa parte de la cadena de los Andes, y porque la tropa se resistió a continuar la marcha decidieron regresar a Junín por donde habían venido, dejando a la división Gorostiaga, que el general Lynch, al saber que Recavarren debía dirigirse a Cajamarca, había destacado al norte en apoyo de Iglesias, ésta habíase movido de Huamachuco hacia el sur en busca de Recavarren, ignorando su reunión con el ejército del centro, y se hallaba ya en Corongo, de donde había enviado una vanguardia a preparar raciones en Siguas, a 6 leguas únicamente de Pomabamba, ocupado a la sazón por las dos fuerzas peruanas reunidas retirándose Gorostiaga rápidamente sobre Huamachuco, pidiendo refuerzos a Lynch.
El 27 de junio después de un día de descanso, se prosiguió la marcha en pos de la fuerza chilena que huía. Se acampó en una hacienda llamada Chuillín, de allí, se pasó por Andaymayo, Urcón, Vaquería y Tambo del Inca, se llegó a Conchucos el 2 de julio, teniendo que dejar en Urcón una gran parte de las municiones de guerra con 70 mulas.
El día 4 se avanzó a Pampas y el 5 a Tulpo hasta llegar a la cumbre de Tres Cruces a las 5 ½ p.m., la tropa no estaba menos fatigada ni en las condiciones en que llegó a Huaraz: había perdido mucho de su aliento y entereza. Tenía hechas hasta allí cerca de 200 leguas desde su salida de Tarma.
El General Cáceres, que se había adelantado con su escolta, pudo distinguir, desde la cima de Tres Cruces, a las 2 p.m., bajar a la pampa de Yamobamba y en dirección a Huamachuco, unos 700 soldados enemigos, del refuerzo que se enviaba desde la costa a la división Gorostiaga, y los cuales venían por el camino de Santiago. Concluido el día, y llegada la noche se principió a bajar la escarpada cuesta de las Tres Cruces, con el fin de sorprender al refuerzo chileno que debía acampar en Tres Ríos a 3 leguas de Tres Cruces y a 5 de Huamachuco. Se anduvo toda la noche hasta llegar a las 4 de la mañana del día 7 al punto de Tres Ríos, sin encontrar el refuerzo del enemigo, cuyo jefe aceleró y continuó la marcha sin detenerse hasta llegar a Huamachuco.
El ejército peruano llegó sumamente fatigado a Tres Ríos al amanecer el 7 de julio, en cuyo día se resolvió en junta de guerra y por unanimidad, marchar sobre el enemigo, Así se efectuó el 8, levantando el campo a las 6 de la mañana con 1,000 plazas efectivas del ejército del centro y unos 400 que conservaba el del norte, la marcha sobre el enemigo, ya tan próximo, produjo en la tropa y oficiales el más vivo entusiasmo y alegría, así fue que en menos de dos horas se tramontó el contrafuerte que domina a Huamachuco por la parte sur, y se hizo alto a una legua y al pie de la colina que oculta la ciudad. El general Cáceres, en unión de los coroneles Secada y Recavarren y el comandante Portugal hicieron un reconocimiento marchando a pie hasta colocarse en la mitad del cerro Cuyulga, desde donde se domina todo el campo y se divisa la población, en cuyas calles no se veía una sola persona, ni indicios de la existencia de tropas en ella…”
Sigue relatando Abelardo Gamarra: “…los chilenos sufrieron una sorpresa con la aparición súbita del ejército peruano, pero no tan completa que no tuvieran tiempo de sacar su artillería y colocarla sobre el Sazón..., la fuerza del Coronel Recavarren atravesó la ciudad, evacuada ya por el enemigo, en medio de los fuegos de la artillería peruana, y trabó combate con fuerzas enemigas colocadas en el panteón (noroeste de la ciudad). Llegada la noche, cesaron los fuegos de una y otra parte. El enemigo pasaba de 2,000 con el refuerzo de 700 que le había llegado".
"El 9 se reconoció el flanco izquierdo del enemigo, que era el único punto vulnerable de su línea atrincherada sobre el Sazon, al mediodía del 9 de julio llegaron al campo de batalla 200 voluntarios de Santiago de Chuco con un convoy de víveres para abastecer las tropas del Gral. Cáceres, aquel gesto patriótico les valió después terribles represalias contra ese heroico pueblo”.
La Batalla de Huamachuco
El 10 de julio de 1,883, uno de los centinelas anunció a las 6 am la presencia de unas guerrillas del enemigo, que se dirigían sobre el flanco derecho del ejercito atravesando la llanura....Las compañías desprendidas eran cinco… más que menos quinientos hombres, las que avanzando por la pampa iban cargándose hacia la derecha bajo los fuegos de la artillería peruana que comenzó a operar...El batallón Junín al mando del coronel Juan Viscarra, protegido por el batallón Jauja, al mando del coronel Emilio Luna...salieron al encuentro de las fuerzas chilenas....Pronto quedó definitivamente empeñado el combate, nuestras tropas de la derecha descendían a la llanura cargando con denuedo, el Batallón Tarapacá recibió orden para comenzar a batirse. ..Los batallones Jauja, Junín, San Jerónimo, Apata, Concepción, Marcavalle, Zepita descendiendo de sus posiciones avanzaron resueltamente hacia nuestra derecha, donde arreció la batalla de una manera encarnizada. Acosado el enemigo por todas partes; viendo caer sus soldados, en multitud heridos o muertos, emprendió la fuga, procurando protegerse en el mampuesto llamado la Cuchilla..... En los momentos de los más recio de la pelea nuestros soldados atacaron con un denuedo y bizarría singulares, en el que compitieron con el de sus jefes y oficiales…".
El Jefe del Estado Mayor chileno reporta: "El enemigo con su arrojo a toda prueba, trataba de apoderarse del cerro Conochuco, donde hube de concentrar todas nuestras fuerzas para proteger la artillería y caballería que teníamos allí; el cholo peruano peleó esta vez como nunca..."
Abelardo Gamarra continua: "Arrollado el enemigo hasta la cumbre del Sazón, fugando ya en dirección de Condebamba; descendiendo su artillería para rodar desordenadamente, dueño el ejército peruano de la línea ¡disminuyeron repentinamente sus fuegos!... Faltaron municiones y cesando el denodado ataque ofensivo comenzó a defenderse...... Apercibido el enemigo de lo débil de nuestros fuegos, volvió a envalentonarse y reorganizado cargó sobre la izquierda de nuestra línea, teniendo los soldados peruanos que defenderse a culatazos, pues sus rifles carecían de bayonetas....En los momentos más supremos, comprometidos en el choque ya todas nuestras fuerzas, el ultimo Batallón que llego para entrar en acción fue el Tarma. Al llegar el Batallón Tarma adonde se hallaba el General que, con serenidad y talento, observaba los más insignificantes incidentes de la batalla,
" Hijos míos", les dijo, con aquella cariñosa familiaridad que ha acostumbrado con su tropa, " Ha llegado el momento de la prueba: tócame acompañaros, como recordareis que lo ofrecí: ¡Valientes tarmeños vuestra divisa ha sido siempre: vivir con Honra o sucumbir con Gloria!: ¡Adelante! ¡A cumplir con nuestro deber! ¡Viva el Perú!
Eran las doce en punto del día 10 de julio de 1883. La derrota se había declarado".
Jorge Basadre resalta que "las palabras que la Historia del Perú debe recoger entre las más bellas que sus páginas pueden registrar: " es el parte que hace el Gral. Cáceres al Presidente Montero el 12 de Agosto de 1883 desde Ayacucho dando cuenta de la Batalla de Huamachuco:
" El Ejercito de mi mando sucumbió valerosamente. El desastre, lejos de abatir mi espíritu, ha avivado más, si cabe el fuego de mi entusiasmo".
Quisiera finalizar trayendo a nuestra memoria lo expresado por el Tayta Cáceres el 27 de Noviembre de 1916:
"Esta Tierra es nuestra y siempre debe serlo. Ciegos son los que no ven que el Perú tiene el ideal más excelso que puede tener una nación digna y libre: la reintegración y la grandeza de la Patria. La Patria integra, la Patria intangible: He aquí el ideal que debe enardecer a nuestras almas, robustecer nuestro esfuerzo y aumentar nuestra acción. El que tenga Patria que la honre”.
Honor y Gloria a los héroes del 10 de Julio de 1,883.
General EP Fernando Leoncio Acosta Rodríguez.
Fuente:
General PNP Luis Coquis Coz