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15 DE
JULIO
HOY DÍA
SE IZA LA BANDERA
EN LA
FIESTA DEL APÓSTOL SANTIAGO
EMPIEZA
LA FIESTA
DEL APÓSTOL
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
LA BANDERA
CON UNA CINTA
DE ARCO IRIS
Danilo Sánchez Lihón
1. Flamea
airosa
Él demora en bajar. Vemos que se da tiempo, porque lo
hace lentamente, deteniéndose a ratos, como contemplando el paisaje, la campiña
y los huertos y tejados de las casas. Pero ya todos estamos felices y ufanos.
La bandera ha sido izada y eso nos fortalece.
El joven, descendiendo por el madero, cada vez está
más cerca de nuestras manos que intentan ayudarlo.
Ya en el suelo agradece las palmadas que le dan en el
hombro y se abraza con su compañero, vecino y seguramente amigo del alma, con
quien habrán crecido y correteado juntos; y estudiado ambos en la misma
escuelita del caserío.
Al no poder hablarle yo me acerco. Pero él no se da
cuenta de que un niño roza sus dedos en el tocuyo de su camisa, llenándosele de
emoción el alma y los ojos.
Después que todos le expresan de una y otra manera su
admiración y su simpatía, se retiran agradecidos. Los dos amigos cruzan la
plaza. Yo los sigo hasta la esquina del campanario donde se detienen y voltean,
mirando con ojos brillantes la bandera blanca y roja que flamea airosa en el mástil.
2. El fondo
albo
– ¿Y por qué te quedaste inmóvil como si te hubieras
desmayado? ¡Pensamos que te habías
muerto!
Le reprocha cariñosamente el que lo ha esperado abajo,
tenso y conmovido.
– ¡Ah! ¿No se ve desde aquí?
– ¿Qué? ¿Qué ha de verse?
– Prendí la cinta del cabello de mi Dorila en la
bandera.
– ¿De mi hermana?
– ¡Sí! Por eso me detuve.
– Y ¿dónde la prendiste?
– Mírala pues, ahí está. En el fondo blanco de la
bandera. En el borde de arriba. Mírala bien, desde aquí se nota.
– ¡Ya la vi! Pero estás loco para haber hecho eso.
– Mírala, mírala si no es bella esa cinta de todos los
colores en el fondo albo, como el arco iris resaltando sobre el blanco de las
nubes.
3. Lo que hay
en el mundo
– ¿Ella misma te dio?
– Sí. Se desamarró su pelo y me dio esta cinta que yo
la he puesto en la bandera.
– ¿Cómo pudiste
prenderla?
– Está sujeta con espinas de pencas. Por eso me he
demorado, porque las espinas no querían entrar en la tela y se incrustaban en los
dedos de mis manos. Míralos, están sangrando.
– ¿Por qué has hecho eso? ¿Es una promesa?
– No Ignacio, es una despedida. Hoy me voy de Santiago
de chuco.
– ¿Adónde te vas?
– Muy lejos. Me voy muy lejos.
– ¿Por qué? ¿Qué ocurre?
– Yo tengo que ir a ver lo que hay en el mundo,
Ignacio. Tengo que conocer; tengo que dar la vuelta a todo. Y después regresar,
pero sabiendo qué es lo que hay afuera. Dorila es muy niña para ir conmigo. Y
yo soy muy joven para quedarme.
4. Es
cuando
– Ella, ¿sabe?
– No. Está esperando que hoy vuelva.
– ¿Sabes que anoche pidió permiso a mi madre y estuvo
rogando en la capilla para que no te ocurra nada de malo al subir a colocar la
bandera?
– Sí. Creo que a partir de ahora si me quiere irá a
rezar más a la capilla cada día.
– ¿Dudas que te quiere?
– No. Pero, cuéntale Ignacio: Dile que mire dónde yo
he puesto la cinta de su cabello, en el blanco de la bandera que es como los
pétalos de una rosa o de una flor, y que en ello sepa cuánto yo la adoro y la
venero.
– Eso ella lo sabe.
– Pero dile que sólo la fuerza de su amor me hizo
capaz de llegar hasta la cima. ¿Alguien más lo hubiera podido hacer? Jamás.
¡Nunca! ¡Nadie! Dile que ahora es cuando más necesito su ayuda, que me acompañe
con su cariño. Que me dé valor por los caminos.
5. Mi vida
se queda
– Dile que yo resistiré hasta el final y venceré, así
muera en el intento, porque la llevo conmigo y la tendré siempre a mi lado.
“Dile que llevo sus ojos en mi alma y con ellos
cruzaré barreras, precipicios, océanos.
“Dile que no esté triste, que venga a la fiesta y que
vea en la bandera lo que es suyo y lo que es mío, juntos; reunidos y flameando
en lo alto.
“Dile que yo ya no soy cuerpo. ¡Tú habrás visto! Mi
sangre hoy se ha derramado y ha caído. ¡En realidad he muerto!
“Que si sigo vivo es por ella. Ahora soy viento y
quizá destino. Y entonces así, para siempre, estoy a su lado.
“Dile que mire la bandera; que si ella flamea en lo
alto es porque las fuerzas me las dio ella. Dile que he salido vivo, pero de
otra manera y para siempre.
“Dile todo eso, Ignacio, en mi nombre. Dile que me
duele en el alma dejarla. Y que mi vida se queda con ella.
6. Dile
todo eso
En ese momento se acerca un hombre que lo palmea
efusivo y fervoroso:
– Felicitaciones, muchacho. ¡Eres valiente! ¡Todo un
hombre! Yo, al ver el mástil tan alto creí que era imposible izar la bandera
este año. He apostado cien a uno a que nadie podía subirlo. He perdido dinero,
pero estoy contento, feliz, en realidad dichoso, porque da coraje saber que hay
hombres intrépidos como tú en nuestro pueblo. Ha valido la pena esperarte. Pero
ahora vamos. Los pasajeros ya están impacientes. Despídete ya. Para mí será un
gusto llevarte hasta Trujillo.
Y se adelanta. Pero aún lo espera al pie del carro que
bufa encendido.
– ¡Adiós! Dile que así como izar la bandera hay que dar
la vuelta al mundo, cueste lo que cueste.
Abraza otra vez a su amigo a quien se le humedecen los
ojos y los sollozos ahogados sacuden su espalda.
– ¡Ignacio! ¡Dile todo eso a tu hermana!
7. El cielo
infinito
– Le diré, le diré.
– Dile, Ignacio, que si nunca vuelvo es porque nunca
me he ido.
Corre para alcanzar al vehículo y de un salto entra
por la puerta que luego se cierra.
El ómnibus avanza a toda velocidad por la calle
empinada y desaparece al voltear una esquina.
Hay gente que circula. Hay comercios que recién se
abren.
Hay mujeres que vienen del mercado cargadas las
canastas de verduras y frutas. Niños que van camino a la escuela.
El sol ya ha bajado y dora las paredes de las casas y
las espigas de los sembríos en la curva de La Piedra Bruja.
Más arriba de la torre del campanario y del reloj que
da las horas, más allá del vuelo de las palomas, en el fondo del cielo infinito
flamea la bandera, con una diminuta cinta de colores en el borde blanco.