Danilo Sánchez Lihón
el bien
de sér
César Vallejo
1. Ser
felices
Rodrigo,
mi hijo, un día trajo su libreta de notas del colegio donde estudia,
con la nota desaprobatoria de 08 en conducta. Naturalmente, me preocupé
mucho. Sin embargo, tenía confianza en él. Es una persona feliz, alegre y
generosa. Así que me apersoné a ver lo que ocurría. El regente silbó de
satisfacción. Y oí que le decía:
– Ya ves pues. ¡Ha tenido que venir tu papá!
E
invitándome a su oficina. Tenía una estantería repleta de rumas de
papeletas perfectamente ordenadas por mes, días y secciones. Buscó
alfabéticamente en los casilleros, y me mostró un bloque de papeletas
sujetas con un agarrador de metal que tenía empezando por el apellido el
nombre de mi hijo. Era impresionante el grosor y el orden de aquel
legajo.
– ¿Cuáles son sus faltas? –Pregunté suspirando.
–
Aquí están, totalmente ordenadas. Se las voy a mostrar una por una, con
día y hora de ocurrencia, señor. Aquí está, la primera: “Por reír en
clase”. Esta otra: “Por jugar”. Aquí, lea: “Por salir del salón”. La
siguiente: “Por hablar”. Aquí otra: “Por cantar”. A continuación: “Por
conversar con su compañero”. “Por corretear en el aula”. “Por escribir
sin permiso en la pizarra”.
2. Mutuo
respeto
– ¡Bueno! –Repliqué–. ¿Todas son así? Entonces, me voy contento, señor.
– ¿Por qué?
–
Porque tengo un hijo que ríe, que juega, que sale del salón, que habla,
que canta, que conversa, que corre. Es decir, ¡está vivo! Le agradezco
mucho señor por un informe tan loable y positivo”.
Todo
lo que se condenó en Rodrigo y se lo estampó como falta es su don y su
capacidad de comunicación. La misma que no se cumple ni es lo mismo a
que “hablemos con él”.
Porque
muchas veces hablamos para darle lecciones, pontificar acerca de las
cosas, obligarlo a hacer algo que nosotros queremos que haga, hechos que
indudablemente no son comunicación.
Mucho
menos comunicación es llevar el curso de Comunicación Integral o
Lenguaje, para cumplir con el programa de estudios establecido.
Porque
la comunicación es una relación horizontal, de mutuo respeto; que nos
coloca en la situación de expresar nuestras ideas y aceptar las ideas
del otro.
¡Eso no hacemos! ¡Ni soportamos que se haga!
3. Y,
es más
Nuestra
relación o conversación con el niño es de consejeros, de “personas
mayores y experimentadas” que van a prevenirle de algo, prepararlo para
la vida, de “advertirle de los peligros en que puedan caer”.
De estos asuntos el niño está harto. Son peroratas que desprecia y abomina porque hemos perdido en el fondo autoridad, ante él.
Porque
conoce más que nadie nuestras dobleces y nuestras miserias; porque sabe
que la ley es la del embudo: él debe ser bueno y correcto, pese a que
los adultos nos portemos como patanes.
El
niño necesita comunicación, aunque él demuestre no quererla, de ser ya
ese erizo enconchado en sí mismo, cerrado y no dispuesto a soltar prenda
de lo que le embarga y atormenta.
Hace
esto porque muchas veces tiene miedo, se espanta y teme establecer esa
comunicación; porque ahí en su delante encuentra un abismo entre él y
nosotros, abismo que los adultos ya no vemos ni reconocemos, porque solo
sabemos endilgar reproches.
4. Derecho
a la imaginación
¿Nos importa ese miedo? ¿Nos incumbe? ¿Nos desvela, siquiera? No.
Y, es más: Si lo sabemos, no lo aceptamos, ni reconocemos, porque tenemos también el prejuicio que todo miedo es debilidad.
Y porque queremos hacer del niño un ser duro, sin escrúpulos, porque tememos que sea agredido, maltratado y hasta explotado.
Y en esa inquietud hacemos de él un ser agresivo y un explotador. Hacemos de él un pandillero.
– “Que triture, pero que no sea triturado”.
Ese
es nuestro lema; tornándolos en esos seres llenos de púas, espinas y
cuchillos, como llenos de escondrijos, recovecos y guaridas, tanto que
nosotros mismos retrocedemos al verlos cuando ya son jóvenes.
Pero
hay otro aspecto de suma importancia y que guarda relación con este
tema y es la otra expulsión, confinamiento y marginación.
Él es el derecho a la imaginación, a la ilusión y a la utopía.
5. “¡Viva
la ilusión!”
Este
derecho de la persona humana lamentablemente no está considerado
todavía en ninguna declaración de principios de los Derechos del Hombre y
que tampoco está reconocido en ninguno de los instrumentos siquiera
formales que abogan por los derechos del niño.
Y
que es, justamente, aquello que caracteriza y define al niño. Y que no
reconocerlo es como no darle carta de ciudadanía al niño, porque un niño
fundamentalmente es ciudadano de todo lo que es ideal.
Tal
derecho a la imaginación es contrario a los esquemas, a los programas
preestablecidos, a las organizaciones verticales, como son los sistemas
educativos actuales en nuestras sociedades.
La
imaginación es contraria a la miseria, sólo en parte determinada por la
precariedad económica; porque la otra es la precariedad peor: la de las
concepciones del mundo y la vida.
Todo eso es lo que hizo gritar a Mark Twain: “¡Viva la mentira! Que era lo mismo a decir: “¡Viva la ilusión!”.
6. Que
amanezca
La
imaginación es contraria a la pobreza estructural en que vivimos
coaccionados por el sistema. Es opuesta a este régimen de ordenamiento
en el hogar, en la escuela y en la sociedad, en que ahora nos debatimos.
Porque
aquella es creatividad, es vida, es generosidad; contraria al modelo de
familia, a los padres y al mundo en que vivimos, y que es obligación
hacer promesa y juramento de cambiar, hasta si es posible morir en el
intento.
De
allí que prometámonos hacer una sociedad que adquiera los valores de la
infancia, viviendo en la transparencia de su encanto, en la nobleza del
espíritu que la anima, y en valores como la ternura y la felicidad que
en ellos aún no está inerte ni contaminada.
¡Y que lo mejor de nosotros amanezca reconocida en la sonrisa de los niños, esa es la prueba!
Prometámonos
por eso: Hacer del mundo un paraíso, donde el hombre se sienta niño sin
recelos. Prometámonos llenarlo de ilusión, de sonrisas de sinceridad;
en donde las calles sean claras y reluzcan como fuentes.
7. Moradas
del amor
En
donde se aprecie que es una gracia y un don divino el vivir confiando
el uno en el otro. confiando el uno en el otro. Donde todo sea lozano y
bello.
Donde la gente confíe pasar una al lado de la otra; donde todos nos sintamos personas buenas y hermanadas.
¡Soñemos
un país mejor! y marchemos con los niños hacia las vastas, dulces y
frescas regiones de la utopía. ¡Que ellos nos guíen hacia esa tierra
prometida!, buscando la forma de hacerla posible ajustando las cargas en
el camino.
Soñemos
un país mejor; donde sobre lo valioso que es, construyamos lo valioso
que falta, sin que necesariamente tengamos que destruirlo todo.
Un país en donde a cada paso entonemos el canto a la vida. Y será así porque con ellos hemos vuelto a ser niños.
Y
lo somos y seremos eternamente cuando sonriamos. Porque sólo siendo
felices y niños podremos sentir la aurora, y enarbolar y construir en lo
más cimero las moradas del amor, la esperanza y la utopía.
PRÓXIMAS ACTIVIDADES
DE CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
PARTICIPACIÓN
FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO
DE COCHABAMBA, EN BOLIVIA
CONFERENCIA MAGISTRAL:
“ANDENES DE LECTURA.
PRODUCCIÓN DE TEXTOS
EN EL AULA DE CLASES”
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
PRESENTACIÓN DEL LIBRO
“EL NIÑO Y SUS DERECHOS”
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
VIERNES 13 Y 14 DE OCTUBRE
FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO
DE COCHABAMBA, EN BOLIVIA
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PRESENTACIÓN DEL LIBRO
“EL NIÑO Y SUS DERECHOS”
DE DANILO SÁNCHEZ LIHÓN
PANEL DE PRESENTADORES
PROFESORES:
MIGUEL INGA
ANA MARÍA VILCHEZ
ESTHER VELARDE
JUEVES 26 DE OCTUBRE
6:30 PM.
AUDITORIO
FACULTAD DE EDUCACIÓN
UNIVERSIDAD NACIONAL
MAYOR DE SAN MARCOS
CIUDAD UNIVERSITARIA
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