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TIEMPO NUEVO
Internacional
por Addhemar Sierralta
Año 10 Nº 331
Miami, 20 de julio de 2018
PUNTO DE VISTA.
Por Addhemar H.M. Sierralta (Perú).
NUEVA CRISIS DE CORRUPCIÓN EN PERÚ.
En
esta ocasión una nueva crisis remece al Perú. Engloba corrupción en el
Poder Judicial e involucra al Consejo Nacional de la Magistratura
Peruana y la obligada renuncia del Ministro de Justicia. Todo fue
originado al darse a conocer audios acerca de la mala actuación del
magistrado Hinostroza. Luego otros audios que ponían en evidencia a
políticos terminó de impactar a la ciudadanía.
La
crisis en que se sume el país puede tener consecuencias muy delicadas.
Si bien el Poder Ejecutivo está tomando ciertas medidas, estas no
parecieran que serían las más adecuadas.
Muy lamentable esta situación pero ya advertíamos de la debilidad del presidente Vizcarra y sus titubeos.
Esta
crisis viene, posiblemente, a tapar acciones más preocupantes en las
que se está siendo muy permisivo. El ejemplo es la poca decisión para
combatir a los terroristas del VRAEM, a los narcotraficantes y a la
minería informal. A ello se puede agregar las metidas de pata en la
exploración petrolera.
Esperemos que no se precipite una mayor crisis.
REUNIÓN DE TRUMP Y PUTIN SIN RESULTADOS CONCRETOS.
La
reunión del último lunes 16 en Finlandia entre los gobernantes de
U.S.A. y de Rusia, Donald Trump y Vladimir Putin concitó mucha
expectativa pero pareciera ser que no se concretó en resultados
efectivos, salvo que se abrió una puerta para próximas reuniones.
Sobre
el tapete están los problemas de la injerencia rusa en la elecciones
norteamericanas de 2016, la situación final de Crimea y Ukrania, el
problema de Siria, los convenios con Irán, así como aspectos vinculados
con Corea del Norte y China. Esperemos que pronto se pueda llegar a
avances serios en estos temas.
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CON EVENTO DE ESCRITORES EN MIAMI CELEBRARÁ FIESTAS PATRIAS
INSTITUTO DE CULTURA PERUANA.
Con
diversas actividades el Instituto de Cultura Peruana Inc. (ICP)
Celebrará los 197 años de la independencia del Perú. Asimismo, dentro
del marco de estas celebraciones se llevará a cabo el evento “Perú al
pie del orbe” que viene organizando con la institución cultural peruana
Capulí, Vallejo y su tierra, del 27 al 29 de este mes. Se espera
asistencia de escritores peruanos tanto de U.S.A. como llegados
especialmente de Perú.
Adjuntamos la invitación del ICP:
Instituto de Cultura Peruana, Inc.
Tiene el honor de invitar a Ud. y familia a la celebración del 197º Aniversario de la Independencia del Perú.Ingreso libre. Actividades:
Entrega de premios del XXVII concurso literario del ICP en homenaje a
César Vallejo y Georgette Philippart de Vallejo. Viernes Cultural de la
Calle Ocho, 27 de julio, 7– 9 pm. Futurama Building, 1637 SW 8 St. Miami, 33135.
Informes: 305 794 0695.
Adhesiones y colaboraciones son bienvenidas. Ricardo Calderón, presidente del ICP, le agradece de antemano su asistencia.Informes: 305 794 0695
CRISTINITA, ¿OTROS US$ 5.000 MM?
Por Enrique Guillermo Avogadro (Argentina).
"La historia la juzgará.
Pero tiene el mejor de los abogados:
el olvido".
Roberto Fontanarrosa
A veces, como todo el mundo, me he preguntado, al
enterarme de las enormes fortunas que han acumulado algunas personas en
el mundo, para qué quieren más; es el caso de algunos megamillonarios,
futbolistas, especuladores y, sobre todo, funcionarios políticos que han
robado hasta el hartazgo. Gracias a Dios, América Latina y Europa están
llenas de ejemplos de estos últimos que hoy miran la realidad desde el
otro lado de las rejas.
Argentina, como todos sabemos, es la excepción -como
en tantas otras cosas negativas- en la inmensa ola de represión a la
corrupción que está recorriendo el planeta y que, con ella, trajo
significativos cambios en los regímenes políticos, por la presión civil
que las sociedades mantienen sobre sus dirigencias; en la región, los
últimos ejemplos son, claro, la ensangrentada Nicaragua, Guatemala y,
desde hace una semana, México.
Pero hubo una noticia que, en medio del mundial de
fútbol y la crisis cambiaria que se desató aquí, pasó absolutamente
desapercibida: un fondo especulativo, Burford Capitals, que ¿compró? los
derechos del grupo Petersen a litigar contra nuestro país por la
expropiación del 51% de YPF, porque no se ofreció comprar todo el resto
de las acciones, demandó a la Argentina ante el mismo Tribunal del
fallecido Juez Thomas Griesa, en Nueva York, por la suma de US$ 3.000 MM
que, con los gastos y costas, puede llevar el total a la cifra
mencionada.
La historia: ¿quién es el grupo Petersen? Un
conglomerado perteneciente, al menos en teoría, a la familia Ezkenazi.
Por si no la recuerda, éstos son los dueños del Banco de Santa Cruz, sí,
¡el mismo que operó los fondos desaparecidos de la Provincia cuando don
Néstor era Gobernador!; esos dineros faltantes surgieron de la
privatización de YPF.
Carlos Menem ofreció a los gobernadores de las
provincias petroleras una fórmula que recalculaba las regalías que les
correspondían, pero condicionó su aplicación a la aprobación de la ley
que habilitaba la venta de la empresa; el famoso "pelo." Oscar Parrilli
fue el miembro informante de la ley, Kirchner llegó al extremo de enviar
el avión sanitario para permitir a un legislador del norte llegar al
Congreso para la sanción definitiva, y la norma fue aplaudida de pie,
por "patriótica", en el recinto. La Provincia de Santa Cruz recibió
entonces más de US$ 600 MM, y acciones de la compañía privatizada, que
había comprado Repsol.
Luego, don Néstor vendió esas acciones, con lo cual
se hizo de otros US$ 500 MM y, todos sumados, se fueron a pasear por los
bancos del mundo, en cuentas a nombre ¡personal! del Gobernador, y
nunca regresaron. La Legislatura provincial, bajo su control, aprobó
permanentemente sus sucesivas explicaciones, a pesar de los alaridos de
los escasos opositores.
Y comenzó el segundo acto de la tragedia. Para
entender por qué la califico así baste recordar que, cuando los
pingüinos llegaron a la Casa Rosada, Argentina era exportadora neta de
energía, y había construido varios gasoductos para exportar el fluido a
Chile y a Uruguay, y líneas de alta tensión para enviar electricidad a
nuestros vecinos orientales y a Brasil.
Don Néstor comenzó a apretar, vía un populista
congelamiento de tarifas, a las empresas que generaban, extraían,
destilaban, transportaban y distribuían energía en el país; se llegó al
extremo de pagarle a Repsol, por el gas que obtenía en el sur argentino,
un tercio del precio que se le reconocía por el mismo gas que producía
en Bolivia.
Esa política produjo nefastos resultados: la
producción de hidrocarburos cayó en picada y obligó al Gobierno a
invertir el sentido de los flujos de los ductos para importar
electricidad y gas licuado, otra fuente de "negocios" para los
funcionarios, incluyendo las operaciones con Venezuela, "arregladas" con
el socio Hugo Chávez. Y, en el caso, llevó a los españoles a mirar con
buenos ojos la posibilidad de irse del país.
Alguien les acercó entonces una idea muy original:
vender una importante proporción del capital social de YPF (15% + 10%) a
una familia local, lo cual sería muy bien visto por Kirchner; por si no
lo imagina, se trató de los mismos Eskenazi. Nada importaba que éstos,
de la industria petrolera, lo único que sabían era cómo cargar
combustible en sus automóviles. Pero, además, los banqueros carecían del
dinero necesario para pagar las acciones que compraron así que,
"naturalmente", la propia Repsol les prestó los fondos necesarios y, por
si fuera poco, les cedió la administración de la compañía.
Los españoles, encabezados por Antonio Brufau, no
eran tontos. Exigieron que el préstamo otorgado fuera pagado por los
Eskenazi distribuyendo como dividendos, como mínimo, el 95% de las
utilidades de YPF, y que el contrato fuera firmado por don Néstor y por
Guillermo Patotín Moreno.
En la industria del petróleo, ninguna empresa distribuye más del
30/35%, porque el resto debe destinarse a exploración de nuevos
yacimientos; o sea, YPF dejó de buscar y, nuevamente, cayó la
producción. Y, por cada US$ 100 que repartió, Repsol se llevó los US$ 75
que le correspondían por sus propias acciones, y los otros US$ 25 como
pago de la deuda familiar. ¡Todos de fiesta, salvo la Argentina!
Muerto su marido, Cristina Elisabet Fernández logró,
sin esfuerzo, una ley, también aplaudida de pie y por idénticos
principios, que le permitió expropiar las acciones que quedaban en manos
españolas; cuando éstas protestaron (no sólo no se les pagaría sino que
se les cobrarían daños ambientales), la noble viuda envió a Axel
Kiciloff a negociar a Madrid y el Ministro, iniciando un hábito que
luego ratificó con el Club de Paris, le tapó la cara a billetazos. ¡Le
pagó US$ 10.000 MM!, y sus compatriotas, agradecidos, construyeron un
monumento a Brufau.
Es decir que la compulsión de los Kirchner por robar
no solamente implicó que Argentina perdiera el autoabastecimiento
energético y requiriera importar ingentes cantidades de electricidad y
gas, sino que esas operaciones significaron un drenaje monumental de
divisas, lo cual llevó al default, al cepo cambiario y a la terrible
inflación que hoy padecemos.
Las acciones que habían "comprado" los Eskenazi
fueron puestas a nombre de dos compañías con nombres similares -Petersen
algo- radicadas en España y que, a su vez, pertenecían a otra empresa,
también llamada así, creada en Australia. No se sabe -y nadie se ha
preocupado por averiguarlo- quiénes son los dueños reales de esta última
pero, como soy malpensado, presumo que su apellido comienza con K.
Si acierto en mis sospechas, Cristina y sus hijos no
perdieron su vocación por el saqueo, no les basta con los dineros
acumulados en las Seychelles y en Angola, y hoy van por más, mucho más;
si el Senado sancionara la demorada ley de extinción de dominio, y el H°
Aguantadero permitiera el desafuero de la jefa y de Máximo, seguramente
otro sería el cantar.
Bs.As., 7 Jul 18
LAS DULZURAS DE KUMARA.
Por Alfonsina Barrionuevo (Perú).
Los
Andes recibieron con alegría los finales del Pleistoceno. Las capas de
nieve que los cubrían iniciaron su retirada. Pachamama, la madre
tierra, estaba allí acurrucada, hibernando, en una larga espera. De
haberla visto hubieran pensado que era una niña. Cuando el mar comenzó a
bajar y vinieron los deshielos ella bajó a los valles llevando los
alimentos.
Eran
muchísimos pero cabían apretados en sus brazos. Las papas tenían el
tamaño de una pasa, los frijoles eran como un grano de trigo, los
tubérculos de la yuka y el camote también muy pequeños.
Hace
unos diez mil años los primeros recolectores hallaron papas de finísima
piel casi a ras de tierra y la agregaron a su dieta de mariscos y
peces. En el caso de kumara, camote o batata en México y Centroamérica,
les fascinó sus raicillas ligeramente gorditas que resumían dulzuras. A
estas alturas del tiempo muy poco se piensa del proceso de
domesticación. Ahora que en el mundo se consumen “nuevas especies del
Ande como la kihura o kinua y la kiwicha, se olvida la hazaña de los
domesticadores. Los primeros cultivares deben haber resultado de un
juego. Hacían un hueco con un dedo, sacaban la tierra con la uña como si
fuera una lampa diminuta y colocaban los pequeñísimos frutos.
Al
principio fue en tierra áspera, árida, y se murieron. Buscaron lugares
más propicios, húmedos, y se malograron. Al cabo los irrigaron con
cuidado y brotaron hojitas verdes que protegían a nenes papa, frejol,
yuka, pallar o calabaza.
Nuestros
pueblos deberían levantar monumentos a los antiguos agricultores de
Perú que siguen dando primicias a la Humanidad a través de sus
descendientes.
Kumara,
desdeñada por los españoles, siguió la aventura del resto de nuestros
alimentos. Acompañó al hombre de una altura a otra, se solazó en los
espacios fértiles, absorbió la dulzura del agua, se diversificó y lo
ayudó a vivir. Se conoce al camote blanco, un poco seco, delicioso; al
camote amarillo, de carnes más sueltas propias para el ceviche; al
camote morado, de las watias, también muy querido por las señoras chef
de las distintas regiones, y debe haber una gran cantidad de variedades
por conocer.
La
historia del camote llega escuetamente través de los arqueólogos, como
una curiosidad. Su laboratorio se pierde al igual que los demás en las
páginas amarillentas de los milenios. El registro de restos encontrados
lo incluye y hace unos cuatro mil años a.C. expediciones que hacían
trabajo de campo entre 1962 y 1988 en grupos arqueológicos encuentran
especímenes enteros o fragmentados.
Qué
habría avizorado el inteligente observador prehistórico para advertir
su buen sabor parcialmente carbonizados por fuegos (rayos) caídos del
cielo. En la Pampa de Llamas, Casma, Thomas y Sheila Pozorski
descubrieron camotes del precerámico a un metro de profundidad junto a
conchales al lado de palta, ciruela del fraile, frijol, pallar,
achira, lúkuma, yuka, maní, ají y zapallo.
En
el valle de las Tortugas, también en Casma, los investigadores Donald
Ugent y Linda W. Peterson vivieron después su propia experiencia,
trabajando en Waynuma a unos cuantos kilómetros.
Mama
Aqsu y Mama Kumara fueron creciendo mediante los experimentos casuales o
deliberados. Si la semilla cae y germina junto a una cabeza o cola de
pez crece más, adquiere arrogancia y llena de placer los estómagos
hambrientos. Si se les riega con cuidado las plantas se levantan con
mayor prontitud, como si llegaran a una pubertad insospechada.
En
Pachakamaq aproximadamente mil años d.C. ya tenían una personalidad
contundente. En el Cerro Las Tres Ventanas, en Chilca, Frederic Engel
encontró camote con aji y tuna, además de los otros alimentos conocidos.
En la Waka La Centinela, dentro del reino Chincha, Ugent y Peterson
hicieron excelentes hallazgos. Los chinchas eran mercaderes y llevaron
por el litoral y el interior las cosechas para los trueques.
Más
abajo, en Parakas, otros estudiosos los encuentran como ofrendas en los
fardos funerarios de sus gobernantes. Ya han dado un paso a la
eternidad en otro nivel, como alimentos para la otra vida.
El
Centro Internacional de la Papa le ha dado un lugar al camote, como
especie alimenticia básica. Según la tradición las mujeres prehispánicas
tenían preferencia por este tubérculo que mantenía la lozanía de su
piel, el brillo de sus cabellos y su disposición al amor. Otro regalo de
los Andes.
MOMENTOS EN LA VIDA.
Por Norka Brios Ramos (Perú).
Contemplando el jardín en
esta mañana fría de invierno, el limonero preñado de limones regordetes
que caen al suelo, pájaros picoteando las guayabas y aguaymantos rodando
cual bolitas doradas adornando el pasto, es un otoño que se apresuró en
llegar; en un paisaje frío que queda en la memoria es una realidad que
parece un sueño de espejos, ya en otoños del tiempo que tienen alma de
ausencia, pero... algo falta.
Escucho una antología en
la radio Te extraño tanto, "es una canción que llega al alma", me dijo el
paisano don Alejandro Aldave Montoro, creo que tiene razón se escuchó
en algún momento donde la soledad ronda en las sombras.
Bajo esta luz tenue nadie
lo ve ni nadie lo oye más nadie habla es sólo sombra que ronda al
vacío de una nada que habitan nombres y miradas en nubes grises.
La tarde va pasando, mi
pensamiento vuela al ayer en un sueño de manantiales, y una silueta en
sombras se disuelve en la niebla, la sombra se levanta al
vacío y el viento se desliza en quietud de ichus que se menean como
olas con el viento sobre el agua de la laguna de Conococha, donde el
frío muerde el alma.
Volverá como vuelve la primavera con cielos azules y aves que trinan; mariposas de colores adornando las rosas de mi jardín.
Volverá como el verano de
cielo azul con reflejos dorados, con gaviotas que vuelan alegres y olas
de mar que susurran al oído las melodías más sublimes de la vida, con
cálidas brisas que acarician la piel y noches estrelladas en San
Bartolo.
Volverá el otoño con
fragancias a cerezas y capulí, con caminos adornados de hojas doradas y
secas, juguetes del viento que vuela y vuelan a la deriva sin destino.
Son vientos andinos que susurran al oído en un lejano eco del recuerdo
de un adíos.
Volverá como vuelven a
este cielo las nubes grises sin pájaros, y a esta oscura llovizna, la
bóveda nocturna sin estrellas, el invierno con su niebla salobre, bajo el
agua invertida se desangra una rosa en la orilla del camino con la
tristeza gris de las tardes de invierno.
BAJO LA LLUVIA.
Por Nalo Alvarado Balarezo (Perú).
De
niño, como una manera de relajarme de la tensión escolar, iba al
arroyuelo de Shapash para caminar por la orilla sintiendo las
piedrecillas bajo mis pies desnudos.
La
tarde del sábado 8 de diciembre de 1962, cuando estaba haciendo un mini
safari entre los abrojos y las sacuaras del escarpado, retumbó el
trueno y el cielo se tornó gris. Minutos después empezó a llover con
rayos y relámpagos iluminando la blanca silueta del Huayhuash.
Me puse los zapatos a la volada e inicié el retorno al pueblo.
No
sé cuántas veces caí durante el pedregoso ascenso, lo cierto es que
llegué todo empapado al barrio de Tranca cerca del anochecer. Allí me
cobijé bajo un umbral, quedándome dormido. Una samaritana que caminaba
por ahí se apiadó de mí e ingresó a mi sueño. Aquí, el episodio onírico:
Era
una mujer de 35 abriles, rostro ovalado, labios carnosos y dientes
perfectos. Me invitó a su casa para que mi ropa se seque al calor del
fogón. Acepté complacido, y caminamos por el sendero que va a la
plazoleta de Quihuillán. En su cocina puso mi ropa cerca del fuego y
abrigó mi desnudez con su pañolón. Luego entramos a su cuarto, se quitó
el faldellín y se metió a la cama, diciéndome:
- Siéntate en ese quncu hasta que tu ropa esté seca, y te vas a tu casa. No te olvides de cerrar la puerta del zaguán.
Como
a los quince minutos de estar sentado en el qunqu me quedé dormido,
perdí el equilibrio y rodé al piso. Al oír el ruido se levantó y me
recostó en su cama.
Minutos
después, los rayos plateados de la luna que entraban por la ventana
pusieron al descubierto sus contornos de mujer junto a mi cuerpo
impúber. Ni corto ni perezoso aproveché la mágica visión que me brindaba
el destino y acaricié su cáliz; por fortuna, sin reproche alguno... De
pronto el sonido de herrajes en el empedrado de la calle ahogó su
gemido, y exclamó:
-Es el caballo de mi marido, agarra tus cosas y vete por la chacra del costado.
En
un santiamén salté del tálamo, trepé la pirca y corrí hacia la
plazoleta de Quihuillán con la ropa en la mano, mientras la lluvia
seguía cayendo...
Fuente:
Libro de bolsillo "Relatos del más acá", de Nalo (Pág. 169). Ediciones Cachizada 1981
NO SIEMPRE ES MALA LA TORPEZA (Fantasía).
Por Andrés Fornells (España).
Rosendo Cuesta había
demostrado su notable torpeza mucho antes de nacer. A su madre habían
tenido que hacerle una cesárea porque siendo todavía un feto
Rosendo cambio la posición que le convenía a la buena mujer que lo
llevaba en sus entrañas, y en lugar de venir de cabeza, que habría sido
lo favorable, él vino de nalgas.
Una vez nacido, Rosendo, desde un principio, procuró a sus familiares con unas explosivas muestras de hilaridad tan exageradas el temor de que pudiera asfixiarse, pues se quedaba exhausto, sin aliento, al borde del colapso.
De quienes lo criticaban por aquellos desmesurados ataques de risa, su madre lo defendía:
—No le regañemos. Es bueno que sea tan alegre mi niño.
Rosendo tardó casi dos años en aprender a gatear, y cuatro en ser capaz de andar. Y cuando por fin caminó, eran tan torpes sus pasos que tropezaba continuamente, causándose hematomas, rasguños y hasta algunas heridas.
Todo el mundo le pronosticó que sería muy desdichado. Todo el mundo menos su madre que llena de fe lo defendía siempre:
—Mi niño es muy bueno. Tendrá suerte en la vida, ya lo veréis.
Quienes la escuchaban no la contradecían, se limitaban a mirarla con lástima y a mover la cabeza en sentido negativo, evidenciando que no compartían su optimista parecer.
Pero ocurrió que un día, mientras caminaba con su torpeza habitual, Rosendo tropezó nada menos que con la felicidad, se abrazó a ella con todas sus fuerzas y nunca más la ha soltado.
Y con esta ingenuidad me despido durante todo el tiempo que sea capaz de mantenerme abrazado a la sensatez.
Un poblado al que nunca quisiéramos llegar y el que es mostrado en un relato cuasi espeluznante.
La
historia de Warmipata, una pequeña y olvidada población enclavada en
las alturas de los andes, sigue siendo hasta hoy un gran misterio.
Por
aquellos días, de mi primer viaje desde la costa hasta la selva
amazónica, quedan recuerdos lejanos como las nebulosas cubriendo en las
mañanas el cielo del camino, los gorjeos de las aves al amanecer, y el
vaivén del camión saltando las irregularidades de la vía más escondida
de la sierra.
Mi
madre dormida sobre costales de harina y yo acurrucado contra la
baranda de madera y abrazado a mi fiel cachorro "Tuerto" tratábamos de
pegar los ojos pero era imposible conciliar sueño alguno y menos
descansar. Pero allí avanzábamos lento pero seguro. Al segundo día de
viaje nos sorprendió una tormenta que nos adelantó la noche. No se veía
nada a dos palmos de narices y el chófer decidió detenerse para, pegado
al cerro y algo lejos de los acantilados, asegurar el vehículo hasta que
pasará el mal tiempo.
Ahora
mi madre, el perro y yo éramos uno solo de abrazos. Como el camión se
detuvo, en un lugar aparentemente seguro, tratamos de dormir y vaya si
lo hicimos. No se cuántas horas dormimos pero cuando despertamos era un
día resplandesciente. Claro que todo no saldría tan bien como
comprobamos en pocos minutos. El chófer nos dijo que el camión no
arrancaba y que teníamos que caminar hasta una zona cerca al río, al
fondo de un valle singularmente hermoso por su verdor y aroma a frutas y
flores, donde se divisaban algunas casas.
-
En ese pueblo, señora, conseguiremos algo de comer y quizás alguien que
me ayude para proseguir el viaje, le dijo el chófer a mi madre.
- Esta bien- contestó ella.
Y como nuestros cuerpos y ánimo amanecieron recuperados emprendimos la marcha muy dispuestos y algo curiosos.
Lo
que parecía una distancia pequeña no lo fue tanto. Si bien nos
entretuvimos recogiendo algunas tunas para comer demoramos cerca de unas
dos horas hasta llegar a aquella villa.
Ya
siendo como el mediodía nos extrañó no ver a nadie por las calles. No
había automóviles, ni gente, ni animales. Era un pueblo solitario
aparentemente. Casi a unas siete cuadras de la entrada al pueblo
arribamos a una placita, que debía ser la más importante, porque allí
estaba ubicada una iglesia, una comisaría, y un colegio, además del
edificio del municipio.
Nos
acercamos para leer lo que decía un destartalado anuncio y pudimos
descubrir que el poblabado se llamaba Warmipata. Pero tampoco
encontramos a nadie. En una de las esquinas otro letrero indicaba que
allí funcionaba una bodega. Como el estómago nos tenía llamando a
alimento nos dirigimos allí con la esperanza de encontrar algo de
comer. La puerta del local abierta nos emocionó pero adentro tampoco
encontramos a nadie. Gritamos hicimos el mayor ruido posible y hasta
"Tuerto" nos hizo coro con múltiples ladridos. Pero ninguna respuesta.
Era
el silencio de las tumbas. Divisamos algunas bebidas gaseosas en los
anaqueles, unos chocolates y una lata de galletas. Decidimos tomarlas y
colocamos un billete de 20 soles sobre el mostrador como pago por ello.
Sentados
en una banca de piedra de la plaza ingerimos gaseosas, chocolates y
galletas, que nos supieron a manjar de dioses por el hambre que
saciamos. Luego nos dirigimos hacia la iglesia que tenía su puerta
abierta como invitándonos a visitarla. Al interior tampoco había nadie.
Ni siquiera ubicamos al cura por más que lo llamábamos a grito pelado.
Rezamos algunas oraciones y salimos en busca de alguien que nos dijera
dónde encontrar ayuda para arrancar el camión. Nuevamente no hallamos
alma alguna.
Si
mi memoria me ayuda recuerdo que recorrimos todo el pueblo sin
encontrar vestigios de sus pobladores. Y el sol se escapaba tras los
picachos andinos. Antes que diera la noche regresamos a la bodega. Allí
estaban los veinte soles sobre el mostrador. Volvimos a comer algo más,
felizmente ubicamos unas conservas en frascos de vidrio, eran aceitunas y
mermelada. Con las gaseosas y galletas tuvimos algo para comer y
después cerramos la puerta de la bodega y nos acurrucamos detrás de los
mostradores. Intentamos dormir pero presentíamos que algo ocurría
afuera. Unos murmullos y de cuando en cuando risas se dejaban escuchar
por la ventana de la bodega.
El chófer miró su reloj pulsera y nos dijo :
- Es ocho de la noche.
- Pero
se nota luz como si fuera temprano- replicó mi madre, mientras todos
salíamos de detrás de los mostradores para ver con asombro el resplandor
como si fuera el mismo mediodía.
De
pronto se abrió la puerta de la bodega y apareció un hombre barbiblanco
seguido de una multitud. Lo curioso era que, a excepción del barbudo,
los seguidores vestían de blanco. Blancas sus ropas, blancos los zapatos
o sandalias, también blancos sus cabellos. Sería como unos doscientos
que se detuvieron detrás de aquel extraño hombre que al frente nuestro
exclamó :
- ¡ Quién les autorizó para estar aquí ! - dijo a viva voz y con adusto gesto y levantando las manos sobre sus hombros.
El
chófer explicó lo que había sucedido y mi madre corroboró aquello. Yo y
"Tuerto" permanecíamos escondidos detrás de mi madre. El perro ni
siquiera emitió ladrido y ni un gruñido, también estaba sorprendido como
todos. Chófer y can desaparecieron en un instante. Nos llenamos de
asombro.
Después
de este encuentro el barbiblanco, aparentemente comprendiendo la
situación, nos invitó a sentarnos en unas sillas que trajo del bar que
estaba en una habitación situada a la derecha de la entrada, separada
por las tradicionales puertas batientes de los bares antiguos.
- Bueno, pueden quedarse aquí hasta que termine el día, indicó el barbiblanco que parecía el líder o la autoridad en ese pueblo.
-
Pero -replicó mi madre con curiosidad- si llegamos por el mediodía y ya
nos aprestábamos a pasar la noche cuando ustedes irrumpieron. El chófer
me dijo que era las ocho de la noche y todo estaba muy oscuro y, de
pronto, desapareció con "Tuerto". Y apenas en minutos aparecen ustedes y
traen nuevamente la luz del día. No entiendo nada.
-
Ahora me toca explicar lo que ocurre. Este pueblo, es un lugar de
tránsito y ustedes al comer de los víveres de la bodega recién pueden
ver lo que ocurre aquí. El efecto se da a las ocho horas de haber
ingerido dichos alimentos. Por ello es que temprano no pudieron ver
absolutamente nada. Pero lo más importante es que los días son distintos
a los que ustedes tienen por costumbre medir ...- nos decía el
barbiblanco.
Y
mis memorias solo me dejaron recordar de aquello que aconteció hasta
esta última intervención del viejo. Luego sabría que mi madre y yo
despertamos en la Clínica Lozada, que "Tuerto" había desaparecido y el
chófer tenía una semana de enterrado. Murió cuando el camión se
desbarrancó y se precipitó hasta el pueblo de Warmipata. De allí nos
recogerían para llevarnos de emergencia y salvarnos la vida. Habíamos
permanecido sin sentido varios días. Conversando luego de lo ocurrido
con mi madre, no había duda, estuvimos en carne y hueso en Warmipata.
Indagando
sobre lo ocurrido durante nuestra permanencia en la clínica supimos que
fuimos trasladados a Lima agonizantes. "Tuerto" había desaparecido en
aquel poblado. El chófer falleció instantáneamente. Mi madre y yo
estuvimos en estado de coma, nos dieron los Santos Óleos y pensaban que
moriríamos.
Ya
fuera de peligro, y varios años después, conocí a una chica que -como
nosotros- estuvo en estado de coma a consecuencia de un accidente de
tránsito en la misma ruta. Cuando narré lo que nos pasó ella dijo muy
sorprendida :
- Lo mismo me ocurrió ... me acuerdo del viejo de la barba blanca y de la gente que lo rodeaba.
- No puede ser -exclamé.
- Es cierto y me dijo lo mismo ... lo de las ocho horas y lo de que era un lugar de tránsito.
Ante
esta coincidencia decidimos marchar a Warmipata el próximo fin de
semana. Tal vez encontraríamos respuestas. Muy temprano el sábado
siguiente emprendimos el camino. Estando muy cerca del poblado y casi al
mediodía estacionamos nuestro auto a un lado de la carretera y nos
aprestamos a cruzar para marchar caminando al pueblo.
Y
nuevamente llegamos a Warmipata. Ocurrió lo mismo ... la plazuela ...
el bar ...las ocho horas ... y apareció el viejo nuevamente. Cuando se
volvió a presentar llamé a mi amiga Martha pero ella no estaba. La grité
para que me escuchara por si hubiera ido a la otra habitación. Pero de
pronto ocurrió algo increíble :
-
Aquí estoy dijo - mientras ella se aproximaba hacia el bar caminando
desde atrás de la gente . Vestía de blanco y tenía el cabello
completamente cano.
- No estabas conmigo, dije.
- Estaba, pero ahora solo estas tu en tránsito.
Y dicho esto sentí que una enfermera, vestida de blanco, y que estaba tomándome el pulso me dijo :
- Al fin ha despertado, gracias a Dios.
- Despertado de qué -pregunté.
- Del coma en que estaba sumido a consecuencia del accidente en la carretera.
- ¿ Dónde estoy?
- En el Hospital del Empleado en Lima.
Al
costado, mi madre me sonreía ... y Martha ¿ dónde está ? ... una mirada
cómplice entre la enfermera y mi madre ... un silencio ... a ustedes
los atropelló un camión y ella murió en el accidente dijeron casi al
mismo tiempo.
Las
lágrimas rodaron por mis mejillas. Y ya tenía la respuesta : Warmipata
-si existió algún día- era el tránsito hacia la muerte.
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TIEMPO NUEVO INTERNACIONAL
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Addhemar Sierralta
Año 10 Nº 332 de 20 de julio de 2018