Danilo Sánchez Lihón
1. Lucha
de contrarios
Al lado y al fondo
de toda esa galería de juguetes de que está poblada la poesía de José
María Eguren, hay debajo o detrás de ella, inherente, una sensación y un
sentimiento de desolación, de asombrosa tristeza y hasta de horror
frente al vacío y a lo tenebroso de la existencia.
Así como Cervantes
con el genial Don Quijote de la Mancha ama y se burla de la vida
caballeresca, como también llora y ríe con sus leyes, códigos y
avatares, así José María Eguren hace del mundo cortesano.
Aquella realidad o
espectáculo de los señores y las damas, de los roles y las formas, de
las cosas y los fantasmas, de lo serio y de lo que es juguete, lo
sumerge en el baño despiadado de lo que le produce cariño y burla, de lo
que gana su afecto y a la vez su efecto, de lo que gana y pierde
quedándose únicamente con el asombro de haberlo inventado y hundido otra
vez en las aguas o en los mares aciagos.
Como todo gran creador es de antítesis, es dialéctico, es centro e infierno de lucha de contrarios.
2. Paquita
danza y llora
¡Pobre, pobre marionnette que la van a sepultar!
con silente poesía
va un grotesco Rey de Hungría
y los siguen los alanos;
así toda la jauría
con los viejos cortesanos.
Y en tristor a la distancia
vuelan goces de la infancia,
los amores incipientes, los que nunca han de durar.
¡Pobrecita la muñeca que la van a sepultar!
Melancólico el zorcico se prolonga en la mañana,
la penumbra se difunde por el monte y la llanura,
marionnette deliciosa va a llegar a la temprana
sepultura.
En la trocha aúlla el lobo
cuando gime el melodioso paro bobo.
Tembló el cuerno de la infancia con aguda melodía
y la dicha tempranera a la tumba llega ahora
con funesta poesía
y Paquita danza y llora.
3. Pero
no era eso
Ridícula
procesión liliputiense. De muñecos, juguetes excéntricos que
caricaturizan un mundo socavado, esperpéntico y aristocrático.
Crítica simbólica de una realidad pasada. Galería despiadada en tono alegórico, figurado y contraído.
Se
le criticó que era raro, curioso y chocante. Y sorprendente. De cómo en
una realidad tan dramática y socialmente tan urgida de soluciones de
carácter práctico, él alentara una voz tan apegada a la fábula, al
deliquio de soñar despierto en reinos de ensueño y extravío.
Pero
en verdad no se reducía a eso. En su poesía él está a la casa que en
ese mundo algo funcione mal. Que algún mecanismo se malogre, que se
produzca una falla que dejara ver el vacío y el hueco en el cual se
actúa.
En
donde la crítica cáustica y mordaz es presentarlo todo con rasgos
grotescos y de ridiculización en donde reyes y cortesanos tienen taras y
defectos o rasgos de horror, como caballos sin cabezas que forman el
cortejo de cómicos y farsantes que asisten al entierro de la muñeca.
4. Tres
nombres
Y
en ello quizá radica el mensaje mayor de José María Eguren, cual es
presentar la fractura del mundo real mediante la quebrazón del mundo
imaginario.
Así
como dijimos: Cervantes adoptó el mundo de la caballería para burlarse
de él. De igual modo Eguren se burla de la endeble fantasía, tan querida
a su alma infantil, pero tan falta de sentido en una realidad tan
áspera, dolorosa y fatal como es la nuestra.
Por eso, cometemos un error de encasillar a Eguren con el rótulo de poeta puro, exótico e irreal.
Y
lo confinamos, inclusive, como un hombre sin geografía, sin pertenencia
a la tierra y sin localización posible; quien pudo nacer en Noruega, en
Australia o en la Cochinchina, pero que nació aquí, en el Perú
convulso, conturbado y violento; donde él pudo vivir en otros mundos
pero que fue entre estas calles en donde él pudo establecer su vivienda
como un anacoreta.
Respecto
a todo esto, creámosle lo que nos dicen de Eguren, por lo menos a tres
hombres que sabían mucho de la realidad peruana, porque la estudiaron
profundamente y la valoraron en todas sus perspectivas y dimensiones.
Ellos
son, sólo por citar tres nombres, aunque la lista podría engrosarse
abundantemente: José Carlos Mariátegui, Gamaniel Churata, cuya figura
trascendental se la está reivindicando últimamente, y José Jiménez
Borja.
5. En sus ojos
de infante
José
Carlos Mariátegui, sin contradecir para nada su ideario socialista, ni
su apuesta por un Perú de justicia y libertad, comprendió a Eguren como
un poeta auténtico.
Quien
no es que realizara una excepción, ni que hiciera un paréntesis en lo
que eran sus visiones y concepciones del mundo y la realidad, para
admirar a Eguren, sino como parte fundamental de su doctrina e ideario
socialista involucra a Eguren en su proyecto social:
“Queremos a toda costa incluirlo en nuestra esperanza, afirmando que no solo es pasado sino futuro”
Aseveró el Amauta en el homenaje que le dedicó la revista que él dirigía.
Y dice de él en su panorama de la literatura, en sus 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana:
Toda
su poesía es una versión encantada y alucinada de la vida. Su
simbolismo viene, ante todo, de sus impresiones de niño. No depende de
influencias ni de sugestiones literarias. Tiene sus raíces en la propia
alma del poeta... En sus ojos deslumbrados de infante, está la
explicación total del milagro.
Pero
podríamos hasta cuestionar a Mariátegui diciendo que él finalmente era
un intelectual socialista con inclinaciones literarias y con formación
en la vanguardia europea.
6. Eguren,
su indianidad
Por
eso, veamos lo que dice Gamaniel Churata, quien hizo de lo andino y
ancestral peruano un ideario de vida y de lucha. Veamos a este
indigenista radical lo que dice de Eguren, manifestando el propósito de
escribir nada menos que acerca de la indianidad de este poeta:
“Ofrece
–escribe en referencia a “Los ángeles tranquilos” de Eguren– una linda y
fresca poesía aymara. Poesía de tierra empapada, remojada por lluvias
tempestuosas de verano; poesía de ala húmeda, de corazón esponjado, de
sierra y de andinismo”.
Esto escribe en el número 21 de Amauta con el título: “Valores vernáculos en la poesía de José María Eguren”.
Pero
hay algo más. En una carta a José Carlos Mariátegui, Churata expresa su
deseo de escribir un ensayo sobre lo que considera “más fundamental en
Eguren, esto es: su indianidad”. Y expresa:
El
tema es temerario; pero así me agrada. Desde las primeras lecturas que
gocé del poeta, y ya ello corre por más de quince años, siempre lo sentí
andino, por sobre la apabullante razón de su costeñismo. Creo que me
robustezco en la presunción, y me halago pensando que podría decir mucho
en ese sentido.
7. Voz
de quena
José
Jiménez Borja desarrolla toda una tesis buscando vínculos entre el
mundo mágico de Eguren y los ancestrales pintores de Nazca, los
escultores de Moche y los milenarios tejedores de Paracas.
Sencillamente increíble en un académico de la talla científica de don José Jiménez Borja.
La
pintura de Eguren es paisajista. El poema es un cuadro y se puede
adivinar o ver a un lado la paleta de colores que él ha empleado.
Pero el mismo José María Eguren escribió, en relación con esta correspondencia con el ancestro que cada persona o poeta guarda:
“Ahora
me pregunto: ¿si en la tristeza permanente de matices prestigiosos; si
en las sombras lunares; si en el cúmulo de acentos siempre dulces,
siempre doloridos: no hay una voz de quena, una voz prolongada que en
todos los lugares hemos oído desde la niñez y cuyas vibraciones nos
acompañan siempre en los remotos parajes de la tierra?
8. Los poetas
somos
Como
una reparación tardía a un poeta que sufrió una existencia desamparada e
incomprendida, y por aquellos que se erigieron como voceros
generacionales, la Academia Peruana de la Lengua en 1941 lo elige como
miembro de la misma.
Sin embargo, ya estaba cansado y enfermo, y sin hacerse presente meses después moriría.
Pero, nadie más esencialmente esteta que Eguren, y nadie más tocado por la idea y la esencia de la belleza que él.
Nadie más exacto, puro, cabal a lo que es el prototipo de la poesía misma.
Él había escrito lo siguiente:
“Los poetas somos peregrinos
que vamos siempre solos por vías
infortunadas; aunque, a veces, cambiamos
voces de aliento en nuestra noche”
9. Las voces
más altas
Murió José María Eguren el 19 de abril de 1942.
Expiró
esta figura etérea que tuvo tan presente a la muerte en su vida y en su
obra, pero que hizo de la muerte algo transparente.
Personalidad
transida por el arte y la belleza, siempre con un aura interior que fue
perfilando la irradiación incandescente y a la vez sombría de sus
sueños.
Días antes de morir había escrito, como previendo su deceso:
“y en su trémulo azul voló un alma
tranquila a los cielos.
ya sus ojos no ven la tiniebla
ven la aurora de Dios en el cielo”.
José María Eguren y César Vallejo se conocieron y depararon una mutua admiración, simpatía y calidez intelectual.
Y
hasta tuvieron la percepción y la conciencia, al estar uno frente al
otro, de que eran los picos mayores, nuestras montañas tutelares y las
voces más altas de la poesía peruana de todos los tiempos, pero q
quienes el destino también les tenía deparado el raro privilegio de
sufrir la incomprensión, el sacrificio y el infortunio que sufren los
grandes hombres.
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