Danilo Sánchez Lihón
1. Jugando
como un niño
El
poemario “Machu Picchu” de Inti Illapa, mi paisano y coterráneo, que
motiva esta aproximación, fue editado en Lima el año 1974, y lo componen
998 pies de versos que hacen de él un libro íntegro, que fue editado
hace 40 años y del cual no se dijo absolutamente nada, en ninguna parte,
como tampoco se comentó nada de su autor quien es Inti Illapa,
seudónimo literario de Santiago Pereda Hidalgo, quien nació y vivió en
Santiago de Chuco; y quien fuera maestro, músico, poeta y prócer que
alentaba a vivir de acuerdo a los valores del mundo andino.
El
texto está dedicado cariñosamente a Inti Túpac, su hermano entrañable,
quien vivió a su lado practicando la vida en valores como en el
Tahuantinsuyo, y al cual saluda, entre otros atributos, como a educador y
poeta.
Son
estos versos de ritmo acompasado, febriles, de gran aliento; de tono
inflamado, de exaltación y epopeya, como conviene por el referente a
quien alude, en donde el lenguaje fluye con armonía y solemnidad:
Cimentada con las moles de todos los Torbellinos,
encuadrada por definidos e indefinidos caminos,
levantada con la Arcilla de todas las Canteras
cuyo nombre es Nada, sin Tiempo, sin Eras;
de cuyo Barro y Lodo,
jugando como un Niño diste vida al Todo,
oh Machu Picchu!
Al
punto que nos preguntamos sorprendidos: ¿Cómo es que un libro así ha
podido permanecer oculto, ignorado y sin referencias en las antologías
dedicadas a la ciudadela sagrada? ¿Y sin menciones ni siquiera en los
panoramas de literatura nacional, como tampoco en el ámbito regional ni
local?
2, Abismo
insondable
¡Y
pese a su grandeza! ¿Cómo es que tanto tiempo se lo ha negado? Panorama
en el cual, quizá el único consuelo sea, que ha ocurrido tal y como
estuvo vedado y sumido en el arcano el propio santuario de Machu Picchu.
Esto prueba una coherencia más entre esta obra y el tema que lo
inspira. Lo que vuelve a demostrarnos que el Perú es grandioso hacia
adentro. Lo que nos demuestra que lo que está al fondo, debajo o al pie
de nosotros mismos es inconmensurable rico, inmenso y eterno.
Lo
que también nos indica que como este libro todo el Perú es recóndito,
escondido y secreto. Y que valemos mucho más de lo que aparentemente
somos. Porque esta es poesía en donde no importan ya tanto los lectores,
ni los comentarios de la prensa, ni el éxito y publicidad que alcance
el discurso que lo conforma, sino que vale porque está escrito cara a lo
absoluto, porque son otras esencias las que lo justifican.
Porque
este libro su primera edición data de 1974, fecha de su entrega a la
imprenta, siendo más de cuarenta años cuya morada han sido la penumbra;
pero quizá mucho más, ya que posiblemente estaba escrito mucho antes,
donde la palabra cava y extrae sentidos de este modo:
Y la Sombra, la Oscuridad, tenebrosas,
engendraron el Terror, el Horror, la Agonía,
en lo Existente y lo Inexistente de todas las cosas
y en la Quietud y la Inquietud en que todo se estremecía
en el Vientre fatal del Abismo insondable.
3. Qué
luz
Poesía
cosmogónica, inescrutable, sustentada sobre la base de ejes filosóficos
y metafísicos, que convoca a las fuerzas de la naturaleza: los vientos,
las tempestades, el cierzo; quienes resultan siendo personajes como
aquellos otros relacionados y emblemáticos de la cultura incaica que
construyera y erigiera Machu Picchu. Poesía sideral, cósmica, de una
concepción estelar y galáctica. Donde se juntan lo telúrico y astral,
que así se expresa:
Tú encendiste entonces tus Galaxias y tus Quásares;
¡hiciste la Luz con todos sus avatares,
para que sean hechos los ojos
para alegría de tu Ciudad,
y te conozcamos por Ella,
¡Señor del Instante y de la Eternidad!
Poesía
a la vez somática y conceptual, terrena y metafísica, íntima y
espectral. Poesía retada con lo divino y sagrado, donde se siente el
aliento devoto y religioso, y lo ilimitado que corresponde a Dios. Donde
la proeza es situar los cimientos de Machu Picchu, como corresponde
reconocerlo en el principio de todo, porque lo hizo una cultura sublime,
para expresar lo cual se recurre al juego desafiante de oxímoros que
dicen:
Qué rumor infinito, hasta cuajarse en sordera!
¡Qué Actividad tan tremante, hasta llegar a Inercia!
Qué Luz tan intensa, hasta hacerse Ceguera!
4. El vivir
y el morir
Poema
compulsivo, de aquellos que se imponen que se escriban. Que son
providenciales, que se desbocan y allanan. Que exigen se lo grabe en
piedra, porque es imposible olvidarse y ocultarnos de él, ni poder
quedarnos callados. Poesía donde es ineludible que las palabras afloren y
se impongan. Que obligan al poeta a decidirse a plasmarlos.
Y
es que Machu Picchu predispone a la inspiración plena y total, por su
altivez y por su carácter impoluto y etéreo. Por su índole inmarcesible,
en donde se acumula y luego estalla el relámpago:
Ciudad tuya, y también mía y de todo lo Inmenso
y de todo lo ínfimo;
del hombre y la hormiga, y de lo Inextenso;
de las Estrellas y las Nebulosas;
de los Soles y de los virus;
de las algas y de las rosas ...
Que
son versos en donde se reúne y concentra toda la sabia cosmovisión del
mundo andino, la mitología incaica, como la concepción religiosa y moral
del Tahuantinsuyo.
Ciudad Eterna donde palpita todo:
la Línea Recta, lo Sinuoso, el Recodo:
el ser y el Noser;
el No Querer y el Querer;
el No Sufrir y el Sufrir;
el No Amar, el No Luchar, el No Procrear;
el Vivir y el Morir.
5. es increíble
el vuelo
Poesía que abarca y se sumerge en la creación del cosmos como también cuando el mundo agoniza, se acaba y desaparece.
Y ya solo flotan, en algún océano impávido de nebulosas ignotas, algunas imágenes rotas y algunas voces ya a la deriva.
Poesía
que abraza el antes, el ahora y el después de nuestra historia y de
nuestra existencia, a la vez frágil pero también prodigiosa:
Pero al lado de todo lo Mudo, de todo lo Estático,
las Fuerzas, la Lucha, la Actividad Infinita,
el Amar;
el multiplicar las estrellas del Cielo
como las piedras del Río y como las aguas del Mar.
Poemario
titulado simplemente Machu Picchu, y que es lo más grande que se ha
escrito ahora sobre aquella sinfonía de Piedra extasiada ante las
estrellas y la eternidad en aquellos farallones sobre el río Urubamba en
la selva del Cuzco, donde es increíble el vuelo y la sustentación de
que se insufla la piedra como aquí la palabra.
Al
apoyarse, engarzarse y rutilar entre los quásares, como si la fundación
de Machu Picchu no fuera sideral sino la más ardua de las utopías en el
universo posible e imposible.
Porque Machu Picchu es sencillamente la más increíble de las nebulosas, galaxias y luceros.
6. Sin volver
jamás
Así:
y en sus Misteriosas Raíces, la Velocidad, la Energía;
los Protones y los Neutrones;
el Antiprotón, el Deutériun; los Electrones;
el Átomo, imagen del Universo, el Principio;
el Dinamismo y lo Inerte;
la Materia y la Antimateria;
y la Vida y la Muerte!
Poesía
elevada más allá de la existencia y la nada, que abarca el principio y
el fin, poesía de exaltación y de júbilo; poesía absoluta, mística, en
la dimensión de la construcción y forja de la utopía andina que
reivindica y preconiza Capulí, Vallejo y su Tierra.
Donde
en el texto ya no hay el problema del tiempo, donde el tiempo es uno
solo, donde se vuelve unidad el devenir de los días, pasado, presente y
futuro.
Poesía
que nos muestra que antes de César Vallejo en su pueblo recóndito hay
alguien. Que al lado de César Vallejo hay alguien. Que después de César
Vallejo hay alguien. Bien sea individuo, generación, pueblo,
colectividad o multitud.
Oh Infinitesimal; Oh Inmensidad!...
Oh Vacío lleno, rebosante de Algo, hasta la Ubicuidad,
donde el Alma puede vagar y vaga
por las Vías Lácteas y por los Quásares;
por las enormes Calles Interestelares;
por todo lo Finito y por todo lo Infinito;
sin hallarte nunca!, sin volver jamás!...
7. Ser
misterio
Y
en donde a propósito de Machu Picchu y sin dejar de referirse a él, se
pintan a grandes trazos los factores esenciales de lo que fue la cultura
incaica, de sorprendentes y grandiosas realizaciones a nivel de la
civilización universal.
Y
que gracias a Dios son valores que permanecen vivos en la cultura
andina, formando parte del borbotar y emocionante fluir de nuestra
propia sangre.
Mil veces arrollaron a los escuadrones imperiales,
más que los conquistadores, sus caballos;
y asimismo los blancos, en nada superiores sino iguales,
mil veces fueron arrollados por los Incas;
regando con su sangre y con su vida,
la tierra, en busca de colmarse, los unos de oro y plata,
y los otros
en busca de una libertad perdida.
Pero,
¿se conoció este texto? ¡Porque fue publicado hace más de cuarenta
años! Pero, ¿dónde permaneció escondido? ¿Hasta qué punto se puede urdir
tanto silencio?
Pero
que esto ya no nos duela. En realidad, ya no debemos quejarnos si es
que queremos aprender la lección que nos enseña Machu Picchu mismo, cual
es que nuestro reto no es con la eventualidad ni lo contingente sino
con lo intacto e indeleble que es principio y esencia de nuestra
cultura.
Y,
porque hay que concluir que lo mejor del Perú es aquello que permanece
oculto, como estuvo oculto por siglos Machu Picchu. Y lo mejor en él es
lo que aún permanece escondido todavía. Y permanecerá así por los siglos
de los siglos, porque su esencia es ser eternidad y misterio.
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