GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ, MARIO VARGAS LLOSA Y LA UNI
Por Fransiles Gallardo
Parafraseando al Ing° Héctor Gallegos Vargas, ex
Decano del Colegio de Ingenieros del Perú, “los primeros en llegar a los
lugares más apartados e inhóspitos de todos los lugares del mundo son el
sacerdote, cuya misión es adoctrinar, el maestro para enseñar y el ingeniero
para construir”.
Tal vez por eso, es que mis relatos tengan la
certidumbre de lo vivencial, del “yo estuve allí” y sean parte de la historia
de nuestra patria, la cual no ha sido realmente escrita, pero si voceada; relatada
pero no registrada.
En sucesivas reuniones culturales en el Consejo
Nacional y en el Consejo Departamental del CIP, sólo pretendemos demostrar que
el mito de que los ingenieros no leen, que a los ingenieros no les gusta la
cultura, que no les agrada el arte es consustancial, pero no real.
Tratamos de descuadricular el paradigma y la hipótesis
de que los Ingenieros solamente saben de operaciones matemáticas, de suelos y
geología, de ecuaciones diferenciales, fierros, moléculas, ladrillos, voltios,
cemento, planos, fluidos, estructuras y asfaltos.
Que a los ingenieros no les gustan las letras. Es una
media verdad y una media verdad es también una media mentira.
Que son entonces las ecuaciones de primer y segundo
grado y las cuadráticas con las que se resuelven los más elementales problemas de
la humanidad.
Hay una pregunta que los poetas y escritores me la
hacen siempre.
¿A los ingenieros les gusta la literatura?. Obstinadamente
creo que sí.
Y para demostrarlo vamos a ubicarnos en el año 1967 y
porque específicamente este año dirán ustedes.
Y, para esta respuesta es importante remontarnos casi
cinco décadas atrás. Cuánta agua ha transcurrido bajo el puente de mi
existencia y sin melancolías vayamos al fondo del asunto.
En 1967, 23
muchachos con doce años de edad, fundamos el Colegio Secundario de mi pueblo de
Magdalena y gracias a esa especial situación, es que pude continuar estudiando
y así acceder a la Universidad Nacional de Cajamarca y con huelgas y todo egresar
de la Facultad de Ingeniería Civil para modestamente, ser el profesional e
ingeniero que ahora soy.
En 1967 el Arquitecto Santiago Agurto Calvo, Rector de
la Universidad Nacional de Ingeniería UNI y el Ingeniero Mario Samamé Boggio,
Decano de la Facultad de Ciencias de la UNI invitan al español, jesuita,
filósofo, historiador y posteriormente dos veces Rector de la UNI nuestro
querido José Ignacio López Soria a escribir la Historia de esta gran Universidad,
casa matriz de los ingenieros del Perú.
En 1967 en la UNI se publica la Revista Amaru,
dirigida por el gran poeta Emilio Adolfo Wesphalen con el apoyo del maestro
Abelardo Oquendo, uno de pensamientos literarios más lúcidos de la literatura
peruana.
En 1967, el crítico literario José Miguel Oviedo es
designado Director de Extensión Cultural de la UNI y tuvo la feliz iniciativa de
realizar el memorable encuentro entre el colombiano Gabriel García Márquez, el
Gabo, autor de Cien años de Soledad y el Amor en los tiempos del cólera y
nuestro compatriota Mario Vargas Llosa, autor de Conversación en la Catedral,
la Guerra del Fin del Mundo y la Ciudad y los Perros. Ambos actualmente Premios
Nóbel de Literatura, creadores del boom literario y orgullo latinoamericano.
Ese encuentro fue memorable, trascendental y único en
la literatura peruana.
Quiero transcribir textualmente lo que dice José
Miguel Oviedo en su libro: Una locura razonable, memorias de un crítico
literario:
"En setiembre de 1967, sabiendo que nadie se atrevería
a objetarlo ideológicamente, se me ocurrió organizar un diálogo sobre la novela
de Gabriel García Márquez aprovechando que estaba de viaje en Lima y Mario
Vargas Llosa, quien se encontraba también en Lima, tras el nacimiento de su
hijo Gonzalo.
El campus de la UNI estaba en una zona alejada de
Lima, rodeada de barriadas miserables y feas construcciones industriales; el
único lugar disponible era el auditorio de la facultad de Arquitectura, con
duras sillas de madera, un suelo polvoriento y paredes pintarrajeadas.
Sabía que, pese a todo eso, habría mucho público
estudiantil, especialmente de ingeniería; pero no estaba preparado para lo que
realmente ocurrió.
Yo había instalado a Gabo en el Hotel Crillón,
entonces floreciente hotel capitalino y pasé a recogerlo con antelación.
Cuando nos acercamos al auditorio, había una inmensa
multitud expectante e inquieta por este encuentro. La expectativa era muy
grande.
Cuando entramos, el ambiente hervía. No había un solo
sitio libre, además algunos asistentes habían traído sus propios bancos o
taburetes y bloqueaban entradas y salidas. No había defensa civil.
Algunos atléticos estudiantes se habían puesto en
puntas de pies en el borde de los bancos para alcanzar con las manos una viga
de la cual se sostenían, y así estuvieron durante dos horas.
Dentro del bullicio presenté brevemente a Mario y Gabo
y los dejé frente a frente.
Allí Gabo pudo hacerme una confidencia que nunca he
revelado: Mario no es mi amigo; es mi Hermano”, me dijo. Pero los hermanos
también pelean y a veces para siempre y dura hasta después de muertos.
Salieron entre
vítores y aplausos”.
Ese gran número de expectantes espectadores, eran
estudiantes de ingeniería y por ende futuros ingenieros del Perú.
En 1967 en el número 1 de la revista Amaru, Gabriel
García Márquez publicó “Subiendo al cielo en cuerpo y alma de la Bella Remedios
Buendía” parte de la universal novela
Cien Años de Soledad.
Es decir, esa generación setentina gustaba de la
literatura. José Miguel Oviedo lo registra y lo confirma.
Que ha pasado posteriormente. Hay un largo debate de
por medio.
Sucede que a diferencia de los Arquitectos, los
Ingenieros no publicamos lo que hacemos, no escribimos nuestras vivencias
profesionales ni artísticas, no registramos lo que nuestras experiencias
personales almacenamos.
De escribir, escribimos; allí están los miles de
Cuadernos de Obra; pero eso es otra cosa.
Si en las Universidades y Facultades de Ingeniería
volvieran a darse este tipo de encuentros intelectuales, con toda seguridad
tendríamos una mayor cantidad de ingenieros amantes del arte y la literatura.
Solo un dato. Somos más de 170 mil ingenieros
colegiados en todo el país; de ellos no más de 10 practicamos la literatura,
hemos publicado y alcanzado algún reconocimiento.
En consecuencia, a los ingenieros y estudiantes de
ingeniería si les interesa la literatura.
El tema y la agenda pendiente es: Que hacer, como
hacer y que responsabilidades tienen las Facultades de Ingeniería de las
Universidades del país y los Colegios Departamentales de Nuestro Colegio de
Ingenieros del Perú.
Bar del Hotel Bolívar, Lima, Perú Enero 20,
2015;
donde saborearon interminables pisco sours:
William Faulkner y Ernest Hemingway; Cantinflas
y Ava Gardner:
Clark Gable y Yul Brinner; Mick Jaegger y
Keith Richardas;
Andre Malraux y Pablo Neruda.
Andre Malraux y Pablo Neruda.