CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
CALENDARIO DE EFEMÉRIDES
17 DE OCTUBRE
17 DE OCTUBRE
DÍA INTERNACIONAL DE LA ERRADICACIÓN DE LA POBREZA
PLAN LECTOR, PLIEGOS DE LECTURA
HAY QUE SABER DEFENDERNOS
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Por Danilo Sánchez Lihón1.
– ¡Helada! ¡Maldita helada! A mi hijito lo has matado. Pobrecito. Como a una lamparita lo has soplado. Como a la llamita de un candil lo has apagado. Con tu aliento frío lo has consumido. Frío ha quedado, está tendido mi hijito tierno. Y ya no sé cómo abrigarlo.
– Ya no llores, mamita. Deja que pasen ya a acomodarlo.
– Como a un gorrión lo has estrujado en pleno vuelo. Ha muerto mi criaturita. Tan inocente. ¡Qué te ha hecho! ¡Qué culpa ha tenido! A mí me hubieras matado. A mí me hubieras hecho pedazos. No a mi hijito.
– Qué vamos a hacer, señora, así es la vida. Dios a unos los recoge tiernos y temprano. Será porque son buenos.
– Tierno se ha ido. ¿De grande, qué hubiera sido? ¿Cómo hubiera cantado? ¡Nada ha vivido mi hijito! ¡Infame, maldita, maldita helada!
Y llora a gritos desgarradores, jalándose la ropa, arrancándose el cabello.
2.
La señora azota las piedras con el pantaloncito de su hijo. Lo frota luego por su cara y siente que ya no tiene a quién ponerle, mientras adentro en una tosca mesa una vela oscila al lado del cadáver de un niño.
– ¡Pero, cómo ha sido! ¿Cómo ha ocurrido? ¿Y, a qué hora? ¡No hemos sentido nada!
– Tiritando en mis brazos se ha ido muriendo. Yo tratando de abrigarlo, pero mi cuerpo también tiritaba, los dos temblábamos. Pero él se fue quedando frío. Yo lo gritaba para despertarlo. Pero ya no me escuchaba.
– Tome esta agüita señora, esto le va a calmar.
– ¡Ay, ya no me oía mi criaturita, que era quien todo me escuchaba, de todo lado donde estuviera me escuchaba! Fría está ahora y quiero abrigarla. ¡Pero, está helada! ¿Cómo darle mi aliento, mi sangre, mi vida?
3.
La helada anoche ha matado a varias criaturas y también a ancianos. Pero también ha dañado chacras enteras de cultivos. Y han muerto animales y plantas.
Han sucumbido rebaños de ovejas en sus mismos corrales. También alpacas y vicuñas. No hay ni cómo enterrarlas.
La helada ha sembrado desolación, tristeza y desamparo en la tierra.
Quemados aparecen los frutos en las espigas.
Como después de un incendio están los sembríos de papa, de habas, de alverjas que ya estaban crecidos.
Desde las curahuas y tejados cuelgan los tallos yertos, hacia la tierra oscurecida.
¿Qué hacer?
– La helada, niños, va a volver, porque es un fenómeno natural. Y lo que nosotros tenemos que hacer es saber defendernos para que los daños sean mínimos y principalmente no afecte a la vida ni de las personas ni de los animales.
4.
– Conforme. Ya hemos avanzado en esto y vamos a formar tres grupos para elaborar un plan de acción en los tres aspectos que hemos precisado. ¿Cuáles son? Si pudieran dictarme para copiarlo en la pizarra.
– Yo los repito, profesor.
– Techado de corrales y ubicación de pajares.
– Auxilio para acarrear los rebaños.
– Fogatas para proteger plantas y animales.
Muy bien. Pero ahora, antes de empezar los trabajos de grupos, quisiera que repasemos los conocimientos que hemos aprendido, para que ustedes lo difundan y apliquen en sus casas, junto con sus padres y demás familiares y vecinos. ¡Y que no haya más pérdidas de vidas humanas! ¿Lo prometemos?
– ¡Sí, lo juramos y prometemos!, profesor.
– ¡Muy bien! ¿Qué hemos aprendido?
5.
– Que al tener frío el cuerpo humano consume mucha energía para mantener la temperatura normal y entonces bajan las defensas del organismo.
– Que entonces se expone a la acción de los microbios internos y externos.
– Que, por eso debemos mantenernos bien abrigados.
– Que es malo hacer ingresar los animales en las habitaciones donde vivimos y dormimos.
– Que en el afán de protegerlos, ya sea a nuestra vaquita, ya sea a nuestros corderitos, o ya sea el burrito que nos ayuda cargando lo que sea, hacer eso que es muy malo.
– Y lo es porque allí nos contagian sus microbios y cogemos enfermedades que son graves.
– ¿Hay algo más por decir?
6.
– Sí, profesor:
– También hemos aprendido que los corrales donde permanecen los animales deben tener techo donde guarecerse de la lluvia y el granizo.
– Porque sino el suelo donde duermen se moja y eso los enferma.
– Yo digo los otros, profesor: Que los animalitos tiernos mueren porque no tienen todavía defensas en su organismo.
– Pero también, profesor, porque no pudieron llegar, murieron por el camino, bajando de las alturas donde pastorean.
– Vamos, entonces, a organizarnos para correr a las alturas y ayudar a traer a la majada, llevando alforjas para allí cargar y abrigar a los animalitos pequeños. ¿Les parece?
– Sí, profesor.
7.
– Pero hay muchos que también mueren en los corrales.
– Claro, porque estos no tienen techo y los animales al igual que los humanos tienen que consumir mucha energía interior para compensar el frío externo.
– ¿Y eso les hace daño?
– Sí, porque sus defensas bajan y allí es cuando atacan los microbios escondidos.
– Por eso es que tampoco engordan ni se hacen fuertes de músculos.
– ¿Y qué hemos de hacer entonces para protegerlos?
– En algún corral vamos a construir un sitio muy abrigado en donde protejamos a las madres y a sus crías, dándoles calor mediante fogatas de paja, rastrojos y pencas, y calentando piedras que mantengan calor por toda la noche. Y ese lugar va a servir de modelo para que así se hagan otros.
8.
– Bueno, niños, ya recogí sus trabajos, ya estamos organizados, vamos a empezar ayudando a techar una parte de los corrales.
Hoy amaneció lloviendo. En realidad ha llovido toda la santa noche.
Dejó de llover a media mañana y los mismos animales empezaron a balar pidiendo salir a los campos.
Pero de un momento a otro el cielo se ha nublado. Ya se encapotó y la tierra se ha oscurecido. Un frío intenso se expande.
Hasta el agua de la acequia se está escarchando.
– ¡Es nevada! ¡Es la nevada! –Se oye el grito por uno y otro lado.
– ¡Y no han regresado las majadas!
– ¡Helada! ¡Ya está cayendo la helada! –Escuchamos gritar, cuando aún estamos en la escuela.
9.
– ¡Helada! ¡Ya está cayendo la helada!
– ¡Bien, niños! Ya sabemos cada uno lo que tenemos qué hacer. ¡Todos corriendo a sus casas!: ropa abrigada, casaca, chullo, bufanda, pantalones gruesos, medias, zapatos y los que están designados ¡arriba, a las alturas!
– Nos vemos, profesor.
– ¡A ayudar a pastoras y pastores! Aún no han llegado las majadas y deben necesitar ayuda. ¡Buena suerte para todos! Yo estaré en el lugar más visible, para prestar cualquier auxilio. ¿Qué tienen que llevar, además?
– Alforjas, profesor, para traer a los animalitos tiernos.
– ¡Entonces corriendo!
– ¡Huapi! ¡Huapi!
10.
Son las seis de la tarde y por todos lados se escuchan gritos y silbidos de alerta y aliento:
– Yo voy a ayudarle a la Justina.
– Yo a la Florinda, ¡pobrecita!
– ¡Qué ocurre, Justina! ¿Por qué lloras?
– Mi ovejita se ha quedado arriba tiritando. Ya no podía caminar. Quizá ya esté muerta.
– ¡Voy, yo la recojo! Tú avanza, antes que oscurezca más. Mira cómo está el cielo. Ahorita te alcanzo.
– Esta otra también se está quedando.
11.
– ¡Déjala! ¡Yo también la recojo! Por si acaso, aquí tengo otra alforja. Ahí entran abrigaditas, pesan menos y también te abrigan a ti.
– ¡Gracias!
– Ya te alcancé. Aquí la traigo. Está viva, pero estaba dando sus últimas bocanadas de aire. La he abrigado y ahora está respirando tranquila. A la otra también la he recogido.
– Si no hubieran venido ya varias hubieran muerto.
– Y mira allá, el maestro y otros niños, ¡con cuántas otras alforjas!
Los rebaños han llegado completos y han entrado a los corrales que ya tienen parte techada, donde se arremolina el ganado uno junto a otro para darse abrigo.
12.
Otros niños ya han juntado ichu, chamisa, rastrojo y pencas poniendo debajo piedras para que se calienten y abriguen toda la noche el galpón donde se han juntado las ovejas, las alpacas y las vicuñas con sus crías tiernas.
Se ha desatado la tempestad con lluvia, granizo, relámpagos y truenos.
Pero las llamas de la hoguera se levantan pujantes, fogosas, y resplandecientes. Y se desprende de ellas un haz de chispas multicolores.
Por la noche ya todos descansamos. No sé porqué, siendo esta una noche de nevada, yo me siento contento.
13.
Es la primera hora de clases y en el aula hay algarabía. Todos nos miramos sonrientes.
Ingresa el profesor.
– ¡Buenos días profesor!
– ¡Buenos días niños! ¿Cómo están?
– ¡Bien, profesor!
– Haber, vamos a hacer un balance de la actuación de ayer. ¿Hay algún accidentado?
– ¡Ninguno!
– ¿Alguna persona muerta por efecto de la nevada?
– ¡Ninguna!
14.
– ¡Algún animalito muerto o desaparecido!
– ¡Ninguno profesor!
– Entonces hemos superado una situación. Hay todavía mucho por hacer, pero por ahora en lo que nos prometimos cumplir hemos triunfado.
– Tres hurras por nuestra escuela. Jijip:
– ¡Ra!
– Jijip:
– ¡Ra!
– Jijip:
– ¡Ra!
– ¡Gracias a todos ustedes, niños! ¡Bravo! Se han portado con amor, inteligencia y coraje.
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