Mi
padre. Guillermo Mauro Sánchez Lihón, murió hoy día, 29 de julio del
año 2017, a la edad de 63 años. Fue encontrado por mi madre sentado en
su silla, sin pulso. Para el momento en que llegaron los paramédicos, él
ya se había fallecido.
Murió
en paz, mientras dormía. Él fue diagnosticado de ALS después de
desmayarse el año pasado. Después de abandonar el hospital él sabía que
la vida no iba a ser la misma: sus músculos estaban muriendo, su cuerpo
debilitándose, dependía de una máquina respiratoria para poder absorber
oxígeno necesario para activar sus funciones vitales. A pesar de todo,
estaba contento de estar en casa con su familia.
Mi
padre podría ser descrito como el típico hombre latino: ruidoso,
orgulloso y muy afectivo; quien siempre puso a su familia por delante de
todo, y como prioridad en su vida. A pesar de que a veces teníamos
desacuerdos sobre cosas triviales, la unión y el amor que nos teníamos
era incuestionable. Él era amado, era querido y será extrañado.
Mi
padre amaba su país de nacimiento, el Perú. Él siempre solía contar
historias sobre su infancia, sus aventuras de niño y era inclinado a
recordar a las personas que conoció en su pueblo. Su sueño era un día
volver a su lugar de nacimiento, que es Santiago de Chuco. Él tenía
muchos otros sueños y deseos que quería cumplir.
Muchos
que no pudo desarrollar y muchos que nuestra familia no le pudo dar,
pero podemos cumplir el último que albergó en lo más vibrante de su
corazón, cuál era ser enterrado en su terruño, y volver a mirar así su
naturaleza y su paisaje y estar entre los seres con los cuales nació,
creció y que han de mirarlo y nuevamente protegerlo.
Por
eso, su cuerpo va a ser trasladado a su tierra, acompañado por mi madre
con quien estuvo casado por más de treinta años. Ella será responsable
de su traslado, y lo cuidará en su viaje desde Estados Unidos hasta su
última morada y descanso en su pueblo natal.
SANTIAGO SÁNCHEZ PIZANGO
El hijo mayor
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ÉL VIVE EN EL CORAZÓN
DE TODOS QUIENES LE AMARON
Apreciada familia Sánchez Lihón:
Enterados,
hoy día, de la súbita desaparición física de vuestro hermano Guillermo,
los amigos, paisanos y sobre todo los miembros de Capulí, Vallejo y su
tierra, tanto de Santiago de Chuco como de Trujillo, hemos quedado
consternados y al mismo tiempo queremos enviar a la familia Sánchez
Lihón nuestras condolencias y al mismo tiempo les pedimos resignación
por tan irreparable pérdida.
Guillermo,
ha muerto lejos, pero su memoria esta cercana a los recuerdos de
nuestro Santiago de Chuco querido, que son únicos y pervivirán por
siempre. Su recuerdo será eterno en todos los amigos que lo conocimos de
cerca. Igualmente, su legado vivirá en vuestra familia. Siendo así
Guillermo no ha muerto, él vive en el corazón de todos quienes le
amaron.
Santiaguinamente,
CARLOS CABALLERO ALAYO
Presidente
Capulí, Vallejo y su Tierra. Trujillo
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30 DE JULIO
DÍA
DE LA
AMISTAD
FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
LA AMISTAD
Y CÉSAR
VALLEJO
Danilo Sánchez Lihón
1. Tocó
y cambió sus vidas
César
Vallejo Ciertamente, llegó a exprimir los jugos últimos de los limones
amargos del dolor humano, pero supo también sentir, vivir y proyectar lo
dulce, lo cálido y feliz.
Y,
en la misma profunda dimensión, aquello que cataliza la orfandad, como
son entre otros aspectos el cariño, la adhesión afectuosa y ¡la amistad!
Y
como eje y trasfondo de todo, la esperanza; porque es ella la
palpitación que alienta al fondo de todo lo creado y existente cuando el
signo que lo anima es el don de vida.
César
Vallejo tuvo, así, amigos fieles, devotos y totales; quienes en vida
estuvieron a su lado siempre. Y otros que lo rodearon en su lecho de
muerte en París.
Y
aún más, después de haber él dejado este mundo son fieles a su legado y
se volvieron apóstoles de su mensaje. Porque casi todos sus amigos se
volvieron voceros del Evangelio Vallejo. A todos transformó, tocó y
cambió en lo esencial de sus vidas.
2. Y
mucho más
Sería
largo e interminable referir los múltiples amigos y momentos
culminantes de esa amistad, los mismos que se pueden ubicar en el
espacio de Santiago de Chuco, Huamachuco, Trujillo, Lima, París, Madrid.
Baste recordar para ello a sus compañeros del grupo “Norte” con quienes
tuvo una camaradería plena, intensa y fecunda.
Y
una hermandad que lo modeló, le dio impulso y lo sobrevivió. Donde se
juntaron personalidades destacadas de las letras peruanas. Además de
Antenor Orrego, Alcides Spelucín, Francisco Xandóval, Eulogio Garrido,
Juan Espejo Azturrizaga, Oscar Imaña, entre otros. En Lima baste
mencionar la amistad con Abraham Valdelomar, Adán Felipe Mejía y
Crisólogo Quezada.
En
París la amistad con Ernesto y Gonzalo More, Juan Domingo Córdova, Juan
Luis Velásquez, Juan Larrea y Pablo Abril de Vivero, este último un
verdadero mecenas y protector, quien lo ayuda constantemente y mucho más
en los momentos difíciles con respeto y devoción admirables. Y
amistades en Madrid como: Rafael Alberti, Gerardo Diego, Fernando
Ibáñez, Federico García Lorca
3. Bastaba
mirarlo
Sus
amigos no solo eran personajes ilustres, ni sólo eran escritores y
artistas de gran relieve intelectual sino seres sencillos, comunes y
corrientes.
Como
la relación tan cordial que tenía con el portero de la Legación del
Perú en París, un español llamado José, a quien Vallejo tendía la mano,
se detenía a conversar y hasta intimaba con él.
Personas
que daban de sí incluso el riesgo de su vida, como lo hizo Julio
Gálvez, a fin de apoyarlo, hecho que sólo lo alcanza a conseguir un ser
que nos conmueve profundamente por su verdad, sinceridad y nobleza.
Como
se producía al conocer y tratar a César Vallejo a quien bastaba mirarlo
para confiar totalmente en él, como ocurrió con Domingo Sotil quien, al
conocerlo, cuando apenas tenía 18 años de edad, le confió la
instrucción y tutoría de sus hijos en Acobamba, en el departamento de
Huánuco.
4. ¿A
esa edad?
Pero
queremos escoger un hecho entre muchos otros que nos pueden dar una
idea del aprecio que suscitaba César Vallejo. Y esto ocurrió en la
ciudad de Trujillo donde se lo coronó a él como el Poeta de América.
Fue
en un círculo difícil de concebir e imaginar un hecho extraordinario
como este, no tanto por el sitial en que se lo colocaba, que ya es de un
nivel inusitado, sino porque entre jóvenes, es difícil obtener un
consenso como este.
Y
mucho más entre artistas y escritores, o que pretenden serlo, como era
el caso de la mayoría de todos ellos, entre quienes es casi imposible
que se allanen voluntades y se depongan prejuicios y egolatrías, parcos
en reconocer méritos y más bien anhelantes de que se reconozcan los
suyos propios.
A
esa edad lograr un reconocimiento unánime y en una simpatía sin
ambages, tapujos ni cortapisas, es un caso rarísimo. Sin embargo, se ha
documentado este hecho que ocurrió el 10 de febrero del año 1916, cuando
se difundió la noticia de la muerte de Rubén Darío ocurrida el 6 del
mismo mes en la ciudad de León, en Nicaragua.
5. Nos apena
y nos conmueve
Se
produjo entonces una gran conmoción entre sus devotos lectores del
Grupo Norte de Trujillo, entre ellos César Vallejo cuya admiración por
el poeta de Nicaragua era incondicional, intensa y sin reticencias; y
que no cambió con el transcurrir del tiempo.
Se
reunieron en Trujillo entonces a rendirle homenaje en un acto en el
cual entre otros muchos participaba Antenor Orrego quien en realidad fue
el convocante y en donde estaban casi todos los integrantes de dicha
agrupación.
Hay varios discursos y al final, como orador de fondo, diserta Antenor Orrego.
Luego que hablara incluso César Vallejo, nuevamente tomó la palabra Antenor, para expresar lo siguiente:
“Ha
muerto Rubén Darío, el representante más alto y superior de América
ante el universo entero. Nos apena y nos conmueve. Lo hemos expresado
con sinceridad suma”.
6. Solo atinó
a llorar
Y continúa:
“Pero
muerto Darío el Rey, surge al trono otro rey, mucho más joven por
supuesto, pero igual o mucho más grande que él: ¡César Vallejo!”
Todos vitorearon, asintieron y fueron grandes los aplausos de la concurrencia que se puso de pie.
A
Vallejo se le hizo subir al escenario. Tenía un nudo en la garganta y
Víctor Raúl Haya de la Torre le impuso la corona que improvisó
haciéndola con algunas ramas del jardín de la casa, diciendo:
“Ha muerto Rubén Darío, ¡Viva César Vallejo como el Poeta de América!”
Actuación
espontánea después de la cual se dieron vítores y aplausos. Al
principio César Vallejo, a quien lo había tomado de sorpresa la
situación, solo atinó a llorar.
– ¡Pero que hable! –Reclamaron unos y otros en el salón.
– ¡Sí, que hable! –Insistieron ya todos.
7. El apunte
visionario
Y
como el reclamo se hizo insistente, tomó la palabra y recitó de memoria
“Los heraldos negros”, que fue aún más aplaudido que instantes antes.
Entonces Antenor Orrego le musita al oído:
– Además de haber declamado tienes que decir algunas palabras.
Vallejo se enjuga las lágrimas de los ojos y dice con un convencimiento absoluto:
– ¡Hermanos! ¡Gracias! Darío es Darío. Pero yo soy yo. Aquí llegamos a cero, y vamos a contar de nuevo.
Y
aún tenía los ojos humedecidos al decir estas palabras proféticas,
porque ciertamente se cumplieron exactamente, cual es comenzar de cero y
de nuevo, desechando de plano el continuismo.
Vemos
así cómo ya en Trujillo el Grupo Norte le prodigó tanto afecto,
adhesión, y también el apunte visionario que tuvieron acerca de hasta
dónde llegaría él.
8. Lo tuvo
y lo tiene
En
cambio, otro es el sentido y la circunstancia cuando Rubén Darío es
recibido en León en Nicaragua; quien antes de despedirse de sus
paisanos, como últimas palabras, les dice:
– Siempre viviréis en mi corazón, si vivo aquí en la vida, y si no, en la inmortalidad.
Pero,
volviendo al cauce de lo que decíamos, se comprueba en los hechos que
hemos referido cómo César Vallejo fue un hombre muy querido y amado y en
el Perú. Y aquello de que fuimos ingratos con él es parte de la mala
espina que blandimos siempre en contra nuestra y la clavamos cada día en
el centro de nuestro corazón. Ya en París, cuando Armando Bazán le
pregunta que caracterice e identifique qué es para él la bohemia, la
define de este modo, seguramente recordando a sus amigos de Trujillo:
– ¡Buen humor en la pobreza! –Palabras también certeras que recogen el espíritu de os jóvenes de aquel grupo.
Pero
la deducción principal y más importante que quisiéramos entresacar de
estos hechos es el significado del grupo y de la amistad para la
realización de un destino prominente como lo tuvo y lo tiene para
siempre César Vallejo.