Danilo Sánchez Lihón
Augusto soberano de la melancolía
señor de la tristeza, monarca del dolor.
Serafina Quinteras
1. Y hasta
venerado
¿Quién
de nosotros no ha modulado al menos, o canturreado apenas con los
labios, o quizá cantado a pulmón lleno por calles y plazas, el vals “El
Plebeyo”? Y cuyas notas dicen:
La noche cubre ya con su negro crespón
de la ciudad las calles que cruza
la gente con pausada acción.
La luz artificial con débil proyección
propicia la penumbra que esconde
en su sombra venganza y traición.
Después de laborar, vuelve a su humilde hogar
Luis Enrique, el plebeyo, el hijo del pueblo,
el hombre que supo amar.
Y que sufriendo está esta infamante ley
de amar a una aristócrata siendo plebeyo él.
Canción
compuesta por Felipe Pinglo Alva, llamado también: “El bardo inmortal”,
“Padre de la música criolla”, “El Maestro”, “El cantor de los
humildes”, “Felipe de los pobres”, y muchas otras fases encomiásticas
más, autor querido y hasta venerado por quienes tuvieron el privilegio de conocerlo y ser sus amigos.
2. Corazón
del criollismo
Canción
que al final ¿a qué apela? ¡Al amor! Que es lo que todo lo ordena, da
sentido y legitima. Sin embargo, esta canción se prohibió que fuera
propalada por las radios limeñas, medida que se dictaminó a través de un
comunicado titulado “Orden, paz y trabajo” del gobierno de Oscar R.
Benavides, vetada junto a otras canciones de Felipe Pinglo, como son:
“La oración del labriego”, “Mendicidad”, “El canillita”, “El huerto de
mi amada”, “Sueños de opio” y “Pobre obrerita”.
Su
autor, fue un hombre que, pese a que vivió solo hasta los 36 años de
edad, dejó una obra intensa, significativa y profusa; acervo que alcanza
aproximadamente a las 300 composiciones.
Quien nació en las Barrios Altos de Lima, el 18 de julio del año 1899, en pleno corazón del criollismo,
pero quien tuvo la desgracia de que a los 8 días de nacido perdiera a
su madre quien murió de uremia al darlo a luz, a quien era su primer
hijo, hecho que fue el que seguramente determinó su carácter
melancólico.
4. Otorgar
sentido
Su
padre era maestro y de un linaje proveniente del departamento de Piura.
Felipe tenía el don providencial de expresarse en música, a lo cual
sumaba otra virtud, cuál era su pleno dominio del lenguaje verbal, con
una terminología cultista y enjoyada. Era prodigiosa su capacidad y
talento para componer. Le brotaban naturales y espontáneos los versos
convertidos en música, asociados tanto la melodía como la letra, con su
lenguaje a la vez sencillo y depurado. Era zurdo y tocaba la guitarra a
la inversa.
A
quien las imágenes lo registran como un hombre noble y hasta candoroso,
de inmensa sensibilidad; enamorado de la vida y enamorado del amor.
Quien su primer vals lo compuso a los 18 años, y se denomina “Amelia”.
Es digno también destacar en él su autenticidad de artista, que no
componía para ganar dinero, ni para hacerse de una posición económica o
social; y ni siquiera para obtener reconocimiento. Él componía para
compartir con sus amigos, para vivir intensamente y para otorgarle a su
vida sentido, sin contaminar su arte con algo espurio ni ilegítimo.
4. Bellas
flores
Sus
canciones únicamente como letra, aunque sin la melodía, se leen como
poemas, es decir tienen valor literario autónomo, así como son versos
plenos de sabiduría, como cuando dice en su canción “Abuelito”:
Un anciano es un libro viviente,
donde se hallan consejos de bien,
la experiencia que por sí atesora
dan a sus palabras verdad y saber.
Un anciano es el fin de la vida,
es la antorcha que se va a extinguir,
es el reto del dolor humano
que llama a la muerte para no sufrir.
Y así como cantó a la mujer y al trabajo, cantó a las flores:
Llegó el invierno con sus rigores
ellas marchitas, llenas de penas
al fin tuvieron que sucumbir
las azucenas leales y bellas
a los claveles vieron morir
y las magnolias se deshojaron
llorando a solas su triste fin.
5. De sentir
y de pensar
Pero
lo más importante es haber abierto la canción como un espacio en donde
se hace justicia, así como un ámbito de reflexión, de toma de conciencia
y sensibilidad social. Y es que él supo cómo identificarse con los
pobres y humildes de la tierra, con la masa trabajadora y, sobre todo,
con la clase obrera.
Supo
darle a la canción contenido humano y trascendencia. Hizo que una Lima
muy dada a la frivolidad se humanizara a través de sus canciones,
torciéndole el cuello a la vanidad y a la soberbia, descubriendo la
dignidad del hombre pobre y de condición humilde.
Le
dio alma a Lima en muchos aspectos superflua y desalmada. Le puso vida a
lo inerte y mecánico. Fue puente. Hizo que Lima se torne romántica y
sea capaz de conmoverse, deje tanta presunción y soberbia, de allí que
Felipe Pinglo entre nosotros sea leyenda viva.
Su
alma endulzada en el néctar del amor, hizo que el vals se convierta en
sentimiento y emoción. Su identificación con los pobres, y con el pueblo
llano, ayudaron a configurar una época, con una manera de ser, de
sentir y de pensar.
6. Y llegaba
el amanecer
Sin
embargo, como persona, en el ambiente artístico de su época, él en vida
fue un marginal y no tuvo ningún reconocimiento. Y tampoco lo buscó. Su
pasión era cantar, estar con sus amigos, amanecerse cantando. Y vivía
al descubierto, expuesto, con todos sus sentimientos a flor de piel. Y
todo le llegaba, lo hería, pues tenía la sensibilidad palpitante y
temblorosa.
Fue
un hombre noble, de concordia y de bien, quien antepuso a todo la
relación fraterna entre los seres humanos. Su vida transcurrió entre
amigos, con amores intensos y variados. Se casó, tuvo hijos. Sufrió y
supo afrontar los dolores de una vida que en muchos aspectos estuvo
signada por el infortunio.
En
las reuniones era incansable haciendo acordes con la guitarra y
cantando entre sus amigos. Y esto fue lo que finalmente lo enfermó.
Pasaba horas y llegaba el amanecer, y él seguía cantando. Y hacerlo frecuentemente, ¿qué cuerpo lo resiste?
7. Y hasta
de gloria
De
allí que muriera temprano, probablemente de tuberculosis, efecto de las
malas noches y amanecidas. Y es que no había familia quien no quisiera
tenerlo en casa para algún cumpleaños o fiesta, la misma que animaba con
canciones cuyas letras tocaban fibras profundas.
No
murió de improviso. El proceso de deterioro de su salud fue largo y
lento, duró varios años. En todo este tiempo fue consciente del
desenlace que se avecinaba.
Al
expirar lo hizo a las 5 de la mañana, hora en que también terminaban
las jaranas en las cuales participaba. Y murió con los ojos fijos en la
imagen de la Virgen del Carmen, patrona del criollismo, que había hecho
colgar en su habitación.
Siendo
la suya una muerte prematura, se diría que fue una vida fulgurante,
intensamente vivida, cabal, fecunda y plena de sentido. Y hasta de
gloria.
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