Danilo Sánchez Lihón
1. Exacta
y cabal
Antes
de la aparición de la imprenta con caracteres móviles en el viejo
continente, la reproducción de los libros era trabajo paciente y
laborioso de los copistas quienes de manera manual copiaban ejemplar
tras ejemplar elaborando cada libro a pulso y manuscrito, quehacer que
en algunos casos duraba varios años para culminar la transcripción de un
solo libro.
Cuando
se introdujo en Europa la imprenta, tarea que le cupo cumplir a
Johannes Gutenberg, alrededor del año 1450, teniendo como sede la ciudad
alemana de Maguncia, lugar que fue donde se instaló y se echó a
funcionar la primera prensa, acto con el que cambiaría no solo la
historia cultural de nuestras sociedades, sino la civilización y al
destino del mundo.
Fue
en aquella época, a mitad del siglo XV, que se acuñó para esta nueva
función, como es la actividad editorial, una frase que la define bien y
cuál es: “Madre de todas las ciencias”, expresión que resulta exacta y cabal, pues editar en general es impulsar el conocimiento y la ciencia en cualquier especialidad como en cualquier ámbito y época.
2. Año
auroral
Ahora
bien, la conquista española de gran parte de nuestro continente fue
guiada principalmente por el afán y la codicia de posesionarse de
tesoros y bienes materiales, de obtener metales preciosos y
posteriormente tierra y propiedades para acumular riqueza y dinero.
Sin
embargo, debemos reconocer un hecho extraordinario y es que apenas a
trece años después de la batalla de Otumba que fue el comienzo de la
aventura de Hernán Cortez en México, ya el Obispo Fray Juan de Zumárraga
apela ante Carlos V a fin de establecer una imprenta y un molino de
papel en la Nueva España.
Que
tan pronto se establece en México la primera imprenta de América en
1539, la travesía de este rústico y maravilloso aparato, pero sobre todo
aliento, soplo o espíritu, traza una línea directa, infalible y sin
apelaciones hacia Lima.
Cuál
era la capital del fabuloso Virreinato del Perú, ciudad áurea y
legendaria ubicada en esta inmensa geografía común, y después soñada
como la Patria Grande latinoamericana, que conjunciona una variedad de
pueblos y culturas como es la América del Sur.
3. Su ilusión
a bordo
Es
en esta capital, en la ciudad de Lima, que en aquel entonces se erige, y
después se consolida por varios siglos como la más importante ciudad
del imperio español en América del Sur.
Y
en donde se recibe, establece y afianza la imprenta, en el año de 1580
auroral para nuestro proyecto histórico como nación, llamada a
desempeñar un rol fundamental en el concierto latinoamericano.
Este
artefacto y sus caracteres móviles fueron traídos por un impresor
italiano llamado Antonio Ricardo, natural de Turín y arraigado después a
nuestro suelo en donde vivió hasta morir en Lima en el año 1605, quien
antes trabajó como tipógrafo dependiente en la que fuera la ciudad de
los emperadores aztecas.
Por
esta acción Antonio Ricardo ha conseguido un sitial de honor en la
historia de nuestro país y su cultura por traer la imprenta a la América
del Sur y más concretamente al Perú, aunque llegando hasta nosotros en
forma casi furtiva transportando hasta nuestras costas sus aparejos y su
ilusión a bordo del barco "Santa Lucía".
4. Maquinaria
de ensueño
Por
haberlo hecho así es un abanderado puesto que actuaba en un sector
clave para la transformación de la sensibilidad y la conciencia de las
personas y los pueblos y en la formación de una conciencia social y
política como es aquella que se genera y se forma a través de la prensa
escrita.
Y
porque la edición de libros y otros tipos de impresos intervienen en el
campo de las emociones primigenias y de las ideas que recién nacen,
como de los impulsos de lo que puede ser posible urdir en la trama de
los días y de la historia.
Lo
acompañaba en este trajín a Antonio Ricardo otro iluso en estas artes,
como fue Pedro Pareja, compañero de oficio y auxiliar suyo en el manejo
de los caracteres móviles con que funcionaba toda imprenta en aquella
época.
Sin embargo, las dificultades que encontraron y tuvieron que vencer aquí para hacer funcionar su maquinaria de ensueño y quimera fueron trabas inmensas y por momentos parecían insalvables.
Pero,
al fin, al comenzar el año 1581 habían logrado instalar su tipografía,
aunque ignorando que una Real Orden prohibía en el Virreinato la
impresión de libros en esta región del mundo a la cual ya se le
denominaba América.
5. Inatajable
esperanza
Antonio
Ricardo se valió entonces del Cabildo y del claustro universitario
solicitando su intervención para conseguir la licencia indispensable de
funcionamiento.
La
Real Audiencia de Lima recién cuatro años después el 12 de agosto de
1584 emitió la autorización para que pudiera imprimir. Y se lo hizo
editando el primer libro que alcanzó a imprimirse en la América del Sur,
y cuál fue:
…la
Doctrina Christiana y catecismo para instrucción de los indios y las
demás personas, que han de ser enseñadas en nuestra santa fe...
traducida en las dos lenguas generales de este reino quechua y aymara:
Ciudad de los Reyes, Antonio Ricardo 1584.
Que
es como reza el epígrafe de la primera edición del primer libro dado a
luz en esta tierra de quebrantos e infortunios, pero a la vez de inatajable esperanza y promisión como es la América del Sur.
Pero
antes de esta fecha oficial, de manera subrepticia se imprimieron
naipes, estampas, calendarios y diversos grabados; algunos a pedido
inclusive de las mismas instituciones oficiales encargadas de impedir su
ejercicio.
6. Enseña
moral
Tales
fueron algunas hojas sueltas y folletos irresolutos que han sido
recogidos y archivados. ¿Qué nos demuestra este hecho furtivo y
encubierto?
Algo
muy serio: que la imprenta siempre se sale con las suyas, que conspira,
enfrenta lo establecido y subvierte el orden vigente.
Fue
entonces este aventurero italiano que luego adquirió por vocación y
destino nuestra temblorosa y arrebatada peruanidad, quien transportó
alucinado la imprenta al Perú, cargando sus aparejos desde México, y que
aquí tuvo que luchar primero con toda la burocracia.
Y
lo importante en esta parábola es reconocer que aquel era un trabajador
autónomo y libre, a quien ahora llamaríamos un ambulante, un informal o
un trabajador callejero. Ni más ni menos que un pirata de las
ediciones.
Es
él quien fue el portador de este maravilloso artefacto y de todo este
cúmulo de sueños que se aglutina en torno a una imprenta; y a quien
debemos la dimensión imaginaria y utópica de nuestro destino. Y en el
fondo una enseña moral que hay que saber desentrañar para nuestras vidas.
7. Todo acto
o voz genial
Lo
revelador y significativo es que no fue ningún estamento público del
orden instituido, quien más bien estaba ahí para obstaculizarlo, ni
tampoco fue de la idea ninguna entidad dentro del aparato oficial, ni
fue tampoco ninguna dependencia del gobierno.
Ni
siquiera de las órdenes religiosas omnímodas e imperantes en aquella
época las que tomaron la iniciativa, las mismas que en apariencia se
afanan en señalar cuáles son los rumbos que debe tomar la sociedad. No
son quienes ahora puedan ostentar ser quienes trajesen la imprenta al
Perú.
Y
quede entonces constancia y claro, hoy que se persigue tanto y sataniza
a los informales del libro, que no fue la autoridad política ni
religiosa ni académica de aquella época, ni de ninguna otra, quienes
trajeron la imprenta a estos reinos y comarcas conturbadas.
Y
que no hay nada oficial que pusieran el cimiento y la raíz de nuestro
acontecer editorial, sino que la autoridad hizo más bien todo lo posible
por impedir su ingreso primero y su funcionamiento después, y que fue
el impulso de la vida que nace desde el fondo y desde abajo lo que logró
hacerlo que ella brote.
De allí que tenga razón César Vallejo cuando dice:
“Todo acto o voz genial viene del pueblo
y va hacia él, de frente o trasmitidos”.
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