Danilo Sánchez Lihón
Stravinski me sacudió de mi letargo cinematográfico:
¡¿Peruano?! ―me dijo― ¡¿Cómo Yma Sumac?!
Y continuó elogiando la garganta tenebrosa
de nuestra cantante.
Jorge Eduardo Eielson
1. Hondas
y soterradas
Yma
Sumac, la cantante peruana de triple coloratura, era poseedora de una
voz que constituía un prodigio y un fenómeno excepcional y único de la
naturaleza humana; y un hecho insólito en la historia de la música.
Voz
que provenía del más luminoso cielo como de las concavidades más
profundas e intrincadas del planeta tierra. O del borbotón de sangre y
de aliento de que estamos hechos.
Voz
bruja, hechicera e hipnótica; que ella misma padecía. Y era la primera
víctima de su influjo, tanto que cuando cantaba entraba en trance.
Y
confesó que entonces se transformaba en ave; en reptil o en felino y
deambulando en estados oníricos. Y siempre ingresando a encarnar esas
realidades a través de los sonidos.
Se transformaba en gorrión o en zorzal; en manatí u otorongo; en grillo o en serpiente.
Voz
pura, pero a la vez desgarrada, voz esencial telúricamente, pero a la
vez imposible. Que no emerge de las cuerdas vocales sino de mucho más
adentro y al fondo del alma; que emerge desde las entrañas de la vida y
el universo.
Porque
las cuerdas vocales en general son muy biológicas, terrenas y
quebradizas para poder sostener el portento que ella desplegaba en
arpegios que parecían naturales pero que eran utópicos y siderales. Voz
que sale de las raíces más hondas y soterradas de la creación.
2. Cultura
mítica
Voz
que para contextualizarla fue necesario e imprescindible situarse en
una dimensión mítica y milenaria y allí sí sentirla, pensarla y
ubicarla.
Y
fue natural entonces considerarla una ñusta andina, una princesa
incaica y, como ella misma lo sostuvo, descendiente en línea directa del
inca Atahualpa.
Que
no era sino una aureola que se imponía por sí misma, por interpretar la
música mágica de los andes, y pertenecer ella misma a un país sagrado y
de fábula como es el Perú.
Un
país mítico y asombroso en donde el hombre construyó sobre los abismos y
logró decantar el alma humana hasta hacerla tan prístina y sublime como
son las cumbres inhiestas de los andes en donde construyera sus
ciudades.
Pero
también se ha criticado mucho la ritualidad de presentarse como tal, y
hasta de los atavíos de que hacía gala en sus presentaciones, pero si se
lo aprecia con ojos sencillos y plenos de identificación con lo
nuestro, toda aquella ritualidad era necesaria por lo que ella
trasmitía; y por el hecho sobrenatural de una voz que solo podía tener
como referente una cultura gloriosa como lo es la del Perú, que es bueno
hacer el esfuerzo por asumir en todas las circunstancias.
3. Oscura
y celestial
Voz
cósmica la suya, sideral y estratosférica. Ritual, totémica, icónica.
Del parto de los mundos, como de la agonía, la explosión y la muerte.
Voz que sintetiza los cuatro elementos de la naturaleza como son el
agua, la tierra, el aire y el fuego.
Voz
que grafica los abismos como las cumbres de los andes del Perú.
Luminosa y diáfana como también oscura y hasta tenebrosa, como bien le
dice Stravinski a nuestro compatriota Jorge Eduardo Eielson.
Voz
arcaica y primitiva como agorera y futurista; y que se hunde en el más
imprevisible porvenir. Del origen del mundo como también sin tiempo
real, hecha de arrullos, balbuceos y alaridos.
Voz
gutural, de bisbiseos y gemidos, de nidos de abejas, de moscardones
sonámbulos, de chasquidos de animales que se aparean ansiosos y ambos
indefensos; de miedos cervales entre las especies que deambulan entre
los árboles.
Voz
animal, vegetal, mineral, de todos los géneros, linajes y las sangres;
de alientos y consuelos, de espantos y arrebatos, voz sideral, oscura y
celestial, de miedo, de percusión, de llamados de guerra y amor, que
nació aquí entre estas tierras, aguas, volcanes, vendavales y cascadas.
4. Cultivó
una voz
Yma
Sumac significa en quechua “Linda flor” y es el nombre artístico de
Zoila Emperatriz Chávarri del Castillo, quien nació, según figura en su
partida de nacimiento y, para asombro de todos, en el Callao que es
límite y extremos, porque es puerto, el día 13 de septiembre del año
1922. El Callao que es las afueras, pero que es centro entre dos
opuestos dialécticos: lo interior y externo.
Pero
quien se crio en Ichocán, en San Marcos, aldea de Cajamarca de donde
era natural su padre, como su madre era de Pallasca en el departamento
de Ancash, región de los chucos muy cerca de mi terruño que es Santiago
de Chuco.
En
su infancia fue pastora de trenza y pollera, de lana y de rueca en el
campo, y niña aún competía y rivalizaba con todo el reino animal y
vegetal en imitar los sonidos que emitían. Y cultivó una voz que
alcanzaba un registro sobrehumano que aún de muerta sigue asombrando a
todos los músicos que saben lo que es eso: voz de 5 octavas y media.
Siendo
el promedio entre las artistas de ópera las 2 octavas y media, con
excepciones como la de María Callas que alcanzaba 3 octavas y nada más.
Ese es el límite terrenal. Lo demás es célico. Para poner un ejemplo: un
piano apenas alcanza el registro de 2 octavas, lo que significa que su
voz estaba hecha más allá del artificio humano. Y si a la voz se agrega
una cultura de asombro, ahí está el prodigio.
5. Aura
sagrada
De allí que Glenn Dillard Gunn, crítico de música del Times-Herald de Washington, D.C., escribió:
“No
hay voz como ella en el mundo de la música de hoy. Tiene una escala más
alta que cualquier voz femenina de concierto u ópera. Se
encumbra dentro de la estratósfera acústica, o aploma al sub-contralto
profundo de tono con igual facilidad. Tales voces sobrevienen sólo una
vez...”
De
allí que diera conciertos en toda Europa y en las salas y auditorios de
mayor reputación, como también en Rusia adonde fue por dos semanas y
tuvo que prolongar su estadía y presentaciones por seis meses,
permanencia en la que tuvo que recorrer ciudades que literalmente
quedaban hechizadas y a sus pies.
Como
también llegó a realizar presentaciones en países tan lejanos y
exóticos como Persia, Afganistán, Pakistán, Birmania, Tailandia,
Sumatra, Japón, Filipinas, Australia, y muchos más; llevando el halo
mágico de representar a una cultura con aura sagrada como es la del
Imperio Incaico. Y todo lo que dicha cultura logró decantar: los valores
más supremos en la vida cotidiana, sobre todo el cariño, el candor, y
la devoción entre los seres humanos.
6. La más grande
revelación
Sin
embargo, el momento más culminante artísticamente de Yma Sumac, no fue
ni en su permanencia en Estados Unidos ni en sus giras alrededor del
orbe, sino aquí cuando ella surgió en los años cuarenta y actuó en el
Perú y después en Latinoamérica en países como Argentina, Chile, Brasil y
México. Fueron los años más espléndidos y cuando su arte más que galas
contenía esencia primigenia y legitimidad humana.
Y
si tuviéramos que elegir, entre esos años, un acto simbólico,
elegiríamos el momento cuando ella se presenta, el año 1942, en Radio
Belgrano de Buenos Aires para grabar junto a Moisés Vivanco en los
estudios del sello Odeón, el repertorio de música andina que es un
portento, como es la Cordillera Blanca de los Andes, en el departamento
de Ancash; y lo hicieron con el repertorio de las canciones del folclore
andino que han resultado clásicas como El cóndor Pasa, Vírgenes del
sol, y Amor indio.
Todo ello suscitó que el diario La Prensa de Argentina el año 1943 expresara con una sola frase, la admiración que suscitaba:
La más grande revelación de nuestros tiempos”.
Fue
su mejor época, y lo hizo solo con recursos propios, nuestros, de aquí,
de entrecasa. Aunque después su arte tuviera una resonancia en el
público que solo puede resumirse con un vocablo: ¡Apoteósico! Y su
nombre se escribiera en el Paseo de la Fama de Hollywood como la primera
latinoamericana que obtuviera dicha distinción y reconocimiento.
7. Artista
universal
Sin
embargo, mientras cantó en el Perú lo que más le importó fue la esencia
y el sentimiento de expresar la grandeza y sublimidad de una música
como la tiene la cultura andina acoplando a ella la voz prodigiosa que
tenía.
Cuando
emigró ya no importó tanto los valores que contenían sus canciones
principalmente basados en nuestro folclor, sino que en este período más
importó el portento de su voz, y la reminiscencia de que pertenecía a un
país mítico.
Emigrante
en los Estados Unidos poco a poco para ella y los demás importó más el
éxito que el cultivo auténtico del folclor musical supremo y
extraordinario como es el de los andes del Perú.
Sin
embargo, junto a otros representantes de nuestro acervo cultural Yma
Sumac tiene el mérito de ser una artista universal con la raigambre de
aquello que pertenece a nuestra cultura, que es de asombro, de
fascinación y maravilla.
El
mundo andino es nuestra más profunda identidad, ese pozo propio
interior, a partir del cual hemos de empezar a irradiar los valores que
el mundo contemporáneo necesita, no solo para enmendar nuestra relación
con la naturaleza sino para nuestra relación entre los hombres, que es
lo primero que en estos momentos se necesita salvar.
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