domingo, 15 de septiembre de 2019

15 DE SEPTIEMBRE: DÍA DE LA DEMOCRACIA - EL MÁS ALTO CARGO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN




DÍA DE LA DEMOCRACIA



EL MÁS
ALTO CARGO
DE UN CIUDADANO




Danilo Sánchez Lihón


“El más alto cargo
que un ciudadano puede
desempeñar en una democracia
es el de maestro de escuela”
José Antonio Encinas



Se pueden
encarcelar los cuerpos,
pero nunca
las ideas, ni mucho menos
los hechos;
y jamás las convicciones.
DSL.


1. Claro y directo

Diputado brillante elegido por el departamento de Puno en 1919, a los 31 años de edad, con inmenso prestigio en la población, el maestro José Antonio Encinas fue llamado un día por el presidente de turno, Augusto B, Leguía.
Dada la relevancia que tenía José Antonio Encinas por su brillantez intelectual, Leguía quería hacerlo parte integrante de un comité de trabajo con objetivos aparentes sociales, aunque el trasfondo escondido era implementar la reelección presidencial.
– He querido personalmente invitarlo a Ud. a ser parte de nuestro proyecto político y social
En esa ocasión Encinas también quiso ser claro y directo delante del gobernante, encarando una temática que ya se hacía notar. Encinas le manifestó su total y terminante oposición al intento de permanecer en el poder, y que a todas luces alentaba el mandatario.
Fue la ocasión en que le dijo:

2. Añoranza de regresar

“Yo he sido elegido por mi pueblo para defender sus derechos cívicos, no para propiciar reelecciones, señor. De modo que no puedo asumir ningún compromiso para su reelección, que sin duda traería graves consecuencias para el Perú”.
Estas palabras le parecieron insolentes y ofensivas al presidente que ni bien terminó la entrevista llamó a su secretario y le dictó una orden de captura.
La detención fue inmediata y el encargo de indagar minuciosamente las actividades de aquel personaje a fin de aducirle alguna culpabilidad.
Se le confinó en el penal de El frontón, y después fue deportado a Panamá. Así se inicia el calvario de 25 años de deportado y de sucesivos intentos frustrados de regresar al Perú.
Y su consecuente añoranza de regresar al Perú, siendo tres las ocasiones en que fuera expatriado maestro tan noble e insigne. ¿Qué oculta desgracia hay para el Perú en estos hechos?

3. ¡A quién buscan!

 De cómo fue la detención me contó así su hermana Aurora: Que al siguiente día de la entrevista con Leguía ni bien amanecía, a las seis de mañana, se presentaron en su casa cuatro hombres, dos de ellos estaban vestidos de civil y dos con uniforme de la policía.
Al abrirles la puerta las empujaron y a empellones quisieron ingresar a la casa, intentando rechazarlos enérgicamente ella, su madre y la empleada, las mismas que indignadas unas y otras exclamaban:
– ¡Qué les ocurre! ¡A quién buscan! 
– ¡Retírense! ¡Vamos a pasar!
– ¡Oiga! ¿Por qué? ¡Qué pasa!
– ¡Déjenos pasar, señora!
– ¡Qué derecho tienen para golpearnos de ese modo!
– ¿Acaso esta es su casa? ¡Nosotras vivimos aquí!
– ¡Tenemos orden de detener a un individuo!
– ¿A quién? ¡Somos mujeres, más respeto señores!
– ¿Vive aquí un tal José Antonio Encinas?

4. ¿Cuál es el motivo?

Este altercado lo escuchó José Antonio desde el segundo piso, quien inmediatamente salió e imponiéndose con la voz preguntó:
– ¡Señores, por favor, qué se les ofrece!
– ¿Es usted José Antonio Encinas?
– Sí, señor, yo soy. ¡De qué se trata!
– Debe acompañarnos a la Prefectura de Lima.
– ¿Y cuál es el motivo?
– Usted ha sido muy hiriente con el Presidente de la República. Dice aquí: ofensa al presidente de la República. –Explicó quien tenía el rango de teniente.
  – No es contra él, señores, sino contra su pretensión de violar la Constitución del país, auto postulándose a una reelección desde todo punto de vista inconstitucional. –Respondió.
– ¡De eso no sabemos nada! Tenemos orden de llevarlo detenido.
– Pues bien. Espéreme un momento. Yo me alisto y salgo con ustedes. No es necesario hacer escándalo ni actos de fuerza, caballeros. –Concluyó.

5. Pañuelos blancos

– Señor, ¡no podemos permitir que usted escape! ¡Tenemos que detenerlo!
– Fíjense. –Les dijo dándoles la cara y hablándoles calmadamente–. Si yo fuera culpable de algo ya hubiera escapado: aquí hay puertas, ventanas y techos por donde huir. Sería fácil librarme de ustedes. Pero yo no soy un delincuente y tampoco nunca voy a parecerlo. Yo en esta ocasión soy diputado, pero en esencia soy un maestro de escuela.
– Sí, señor, pero las órdenes que aquí tenemos son muy estrictas, cuáles son que después de verlo por ningún motivo dejarlo ir a algún sitio ni perderlo de vista.
– Les comprendo, pero díganme ustedes: ¿han visto acaso alguna vez a un maestro de escuela corriendo como un ladrón por la calle? ¡Nunca! ¡Jamás! ¿Han visto a un maestro de escuela ser abusivo con sus semejantes?
– ¡No!
– Y es porque el maestro de escuela forma hombres, modela caracteres y voluntades. Forma para el bien y es piedra fundamental de la democracia. Así que siéntense tranquilos, amigos, y los acompañaré tan pronto me aliste. E iré adonde ustedes quieran llevarme.

6. Llevar rosas

Fue tan firme y convincente al hablarles de ese modo que los doblegó totalmente. Se sentaron tranquilos en la sala. Nosotras afanadas no sabíamos qué hacer.
– ¿Qué llevas? ¿Qué te hará falta? –Le preguntamos.
– Pañuelos. Pañuelos blancos.
Buscamos pañuelos por todos sus cajones. ¿Y tu ropa?
– No, nada. Nada más. –Nos dijo.
Solo pañuelos. Y todos se los puso al bolsillo. Y al poco rato salió. Había cogido únicamente como equipaje varios pañuelos blancos.
– ¿Y para qué eran los pañuelos? –Le interrogo.
– Eso yo misma me pregunto hasta ahora. Iba a la cárcel, que es un lugar hosco, sucio y temible. Y lo único que quiso llevar fue pañuelos blancos. Siempre me he puesto a pensar en cuál es el significado de esos pañuelos blancos.
– Es como llevar rosas a una cárcel.
– Es como llevar luz ante tanta oscuridad. Es llevar limpidez, pureza y candor.

7. Poder morir

La madre y la hermana quisieron acompañarlo, pero él no les permitió. Eso sí, fueron tras de él a la Prefectura, adonde lo llevaron primero y luego al Panóptico de Lima. A los ocho días lo trasladaron a la isla de San Lorenzo, a la temible cárcel de El Frontón. Y a la celda más cruel llamada La lobera. Allí se le encerró en la celda más fría y húmeda, a consecuencia de lo cual enfermó gravemente de los bronquios, y en donde tiritaba enfebrecido.
La familia, a través de Germán Leguía y Martínez, pariente de los Encinas y también primo hermano del presidente de la República, consiguió una entrevista con él, quien fue acompañado del médico Constantino Carvallo, el que hablando profesionalmente y dando un diagnóstico del recluso ante el presidente de la República, le dijo a Augusto B. Leguía:
"Presidente: ese hombre tiene pulmonía y puede morir de un momento a otro. Y eso va a ser un serio problema para su gobierno, porque mucha gente está pendiente de su destino."
De este modo obtuvieron el canje de la cárcel por la deportación. Llevando esa orden, la madre y la hermana se embarcaron en una lancha en el muelle del Callao hacia la temible isla, viaje que Aurora Encinas recuerda como una travesía de espanto, dolor e indignación.
 



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