jueves, 19 de septiembre de 2019

19 DE SEPTIEMBRE: NACE ANTONIO RAIMONDI - FOLIOS DE LA UTOPÍA: EL PERÚ COMO VOCACIÓN Y DESTINO - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


 


Construcción y forja de la utopía andina
 
 
SEPTIEMBRE, MES DE LA PRIMAVERA,
DE LOS DERECHOS CÍVICOS
DE LA MUJER, EL NIÑO Y LA FAMILIA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO


SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL


 
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PARA AMAR ELIGIÓ EL PERÚ


Su vocación, desde que naciera, fue el Perú. Soñó siempre en conocerlo y vivir en él. Y el nacionalizarse y ser genuinamente peruano. Y no era su desvelo lo que ese país pudiera darle a él, sino lo que él podía ofrendar al Perú.
 Vino a la edad de 24 años; pero, si por él hubiera sido, habría venido antes. No se había enamorado antes de nada ni de nadie, sino del Perú. Y estando ya aquí sí quiso querer y enamorarse.
Y lo hizo de una mujer andina en el recodo más entrañable de nuestro país, como es Huaraz. Pero, igual estaba enamorado de la naturaleza, de la flora y de la fauna, de cada terrón y de cada corpúsculo de luz.
Como también estaba enamorado de su historia, de los ancestros de cada localidad, de su arqueología. De las riquezas minerales, de las fuentes de agua, de cada brizna del paisaje, y de los recursos naturales de cada región.
Y se dedicó a caminar cada palmo de tierra, recogiendo muestras en dibujo de cada ave, insecto, hojas de hierbas, y hasta de piedras. El Perú fue su gran amor, su musa y su pasión. Solo que no era poeta sino científico.
Y se consagró en cuerpo y alma a donarle todo lo que el conocimiento científico de su época pudiera expresar acerca del ser inherente de cada manifestación recogida acerca del Perú, y que se pudiera procesar.
¿Se puede amar tanto, desde lejos, desde cerca y desde la eternidad en donde él ahora habita con su Perú en el alma?
DANILO SÁNCHEZ LIHÓN


 
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19 DE SEPTIEMBRE
 
NACE
ANTONIO
RAIMONDI



FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 
EL PERÚ
COMO VOCACIÓN
Y DESTINO

 Danilo Sánchez Lihón
 
 
"En el libro del destino del Perú,
está escrito un porvenir grandioso".
Antonio Raimondi
 
 
1. Rigor
y consagración
 
Antonio Raimondi, quien nació en Milán, en Italia, el 19 de septiembre del año 1826, tuvo al Perú como el país que le fascinó desde niño, y lo eligió para venir y consagrarse completamente a él, en conocerlo y darlo a conocer al mundo.
Y desde que lo soñó supo cómo concretar esa adoración. ¿De qué modo? Estudiándolo y proyectando al mundo la riqueza de aquella cultura, cuna de civilizaciones extraordinarias. Y que sin embargo permanecía oculto, misterioso e indescifrable.
Nadie precisa dónde adquirió sus admirables y hasta asombrosos conocimientos sobre la naturaleza en casi todos los campos del saber. Así: en la botánica, la zoología y la geología. Ni cómo pudo acumular tanta sabiduría en química, física, mineralogía. Así como en otras disciplinas incluida la biología, la medicina e incluso llegando a tener vastos conocimientos sobre el cosmos.
Ninguna universidad ni centro especializado de su época registra su nombre, concluyéndose que toda su formación era la de un autodidacta, quien investigaba por sí mismo con un rigor y una consagración totales y únicos, pero para que todo confluyera en un solo punto: el Perú.
 
2. País que él
soñó y amó
 
Su dedicación al estudio del mundo de la naturaleza solo tenía un asidero en su mente y en su espíritu: el Perú. Cualquier otra realidad le parecía superflua, o que no le incumbía.
Había programado antes de embarcarse hacia el país de sus sueños, ubicado en la América del sur, consagrar dos años de estudios exhaustivos dedicados solo al Perú.
La guerra que vivía Italia en ese momento se lo impidió. Y su viaje se fue posponiendo, no tanto por el conflicto mismo sino por la causa que él defendía como miliciano alistado en el movimiento de resistencia popular.
Luchaba por la libertad de Italia frente a la invasión y tropelía cometida por las tropas austriacas, comandadas por el Mariscal Radetzky, a las cuales se opuso la heroica defensa, encabezando las huestes patriotas los legendarios líderes Mazzini y Garibaldi.
Sin embargo, Antonio Raimondi tenía claro su destino cuál era el Perú. Eso jamás lo puso en duda. Y nunca cuestionó esta elección, naturalizándose peruano, en donde fue un ciudadano fervoroso, con devoción por nuestro país, consagrado a estudiarlo y venerarlo, país que él soñó y amó entrañablemente hasta el final de sus días.
 
3. Su cuerpo
y su alma
 
Él cuenta que aún niño había un cactus peruano que él solía abrazar y hasta conversar con él cuando visitaba ese espacio.
Era un cactus con toda su imagen majestuosa, hierática y solemne, símbolo de nuestra cultura indomeñable.
No era una figura lírica sino épica. No era aquel cactus representativo de lo poético sino de lo dramático. No era una imagen de lo dulce ni complaciente sino de lo fuerte, agreste y doloroso.
Cuenta que un día encontró que estaban mutilando a aquel árbol gigantesco. Le afectó mucho este hecho, como si lo hicieran con su propio cuerpo y con su propia alma.
Cuenta que esto le causó una profunda impresión y estuvo todo el tiempo pendiente de cada detalle.
Y permaneció todo el día vagando por los senderos del recinto sin acordarse de comer ni de todo lo que tenía que hacer.
 
4. Le atenazó
una angustia
 
Finalmente, a principios del año 1850, cuando frisaba los 24 años de edad, pudo embarcarse hacia el Perú partiendo desde Génova en el bergantín La Industria.
Arribó al Callao seis meses después el 28 de julio del año 1850, estando en el gobierno en aquel momento de la historia de nuestro país don Ramón Castilla, viviéndose un período de gran estabilidad y bonanza.
Desde que llegó se olvidó de todo, incluso de su equipaje que solo lo recogió días después, dedicándose a caminar las calles, avizorando cada manifestación del paisaje; enamorado, deslumbrado como si pisara rosas.
Vivía cada detalle y rasgo que se presentaba, pleno de emoción, la misma que cada día se fue acrecentando fascinación que lo acompañó en cada momento de su vida hasta morir en San Pedro de Lloc el 26 de octubre del año 1890, a los 64 años de edad.
Solo le atenazó una angustia: no culminar su obra sobre “El Perú”, que él proyectó en 20 volúmenes y que solo alcanzó a publicar apenas el primero
 
5. Sanguínea
y visceral
 
¿Cuál es su tema permanente? ¿Cuál su contenido, su asunto y su obsesión? El Perú, ese es su sueño y su vocación, que no la descubre al final ni al medio de su vida sino al principio, en su infancia en donde siente la atracción por nuestra cultura, a la vez realidad concreta pero también mítica; a la vez natural como mágico.
Pero también porque le da la impresión que hay aquí un tesoro oculto y por descubrir, un punto que es clave para cambiar o rediseñar la historia y a fin de que el hombre y la civilización cambien y sean mejores.
Elección del Perú que era consciente, lógica y explícita, como también instintiva, sanguínea y visceral. Y fue con ese aliento que se dedicó a viajar durante veinte años por todos los pueblos y lugares despoblados, por caminos y lugares unos habitados y otros desérticos, de nuestro país.
Solo para mencionar un detalle asombroso: fue el primero después de ser habitado por los Incas que llegó a Machu Picchu, razón por la cual Hiram Bingham le rinde su homenaje.
 
6. Hasta los libros
y muebles
 
Fueron incontables los descubrimientos de Raimondi en flora, fauna y mineralogía, siendo sus estudios la clave para el desarrollo de la geología y la minería del Perú contemporáneo.
Sus aportes en el campo de la arqueología y antropología son enormes, siendo quien descubrió y la trajo a Lima a la Estela de Chavín, que a partir de entonces lleva su nombre y que es básica para el estudio de la cosmovisión andina.
Lamentablemente su obra que él mismo empezó a editar quedó trunca por la desgracia que significó la invasión de Chile a nuestro país, en donde se derrumbaron todos sus proyectos, se perdieron la mayoría de sus materiales recolectados, y se clausuraron los programas que él venía desarrollando.
Fue en esa circunstancia que se frustrara la edición completa de su obra y se suspendiera su labor en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos en donde venía trabajando, la misma que fue saqueada y hasta los libros y muebles fueron embarcados rumbo al país del sur como botín de guerra.
 
7. En el libro
del destino
 
Raimondi, refiriéndose a su último viaje al interior del país, señala:
"Heme aquí, después de infinitos peligros, llegando sano de cuerpo y espíritu al puerto de salvación. Aquí heme, por fin, rico de materiales y conocimientos sobre el país, tesoro para mí de incalculable valor, recogidos puedo decirlo así a costa de mi sangre y de mi juventud. Actualmente una sola idea me atormenta y es la continua duda de que no me alcance la vida para dar cima a mi atrevida empresa, ¿cuál es esta?: dar a conocer el Perú a los peruanos y al mundo".
Su fe en el Perú, su convicción de que hay un signo providencial reservado para este suelo es grandiosa.
Si bien su obra no alcanzó a ser culminada su fervor inquebrantable por el Perú es extraordinario, además de su contribución científica.
Su confianza en los días que vendrán es un valioso legado moral de parte de quien escribiera esta frase que debe estar puesta en cada puerta y en cada frente nuestra: "En el libro del destino del Perú, está escrito un porvenir grandioso".
 
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