sábado, 21 de septiembre de 2019

21 DE SEPTIEMBRE: DÍA DE LA PAZ - POR DANILO SÁNCHEZ LIHÓN




CAPULÍ, VALLEJO Y SU TIERRA
Construcción y forja de la utopía andina
 

SEPTIEMBRE, MES DE LA PRIMAVERA,
DE LOS DERECHOS CÍVICOS
DE LA MUJER, EL NIÑO Y LA FAMILIA
 
CAPULÍ ES
PODER CHUCO
 

SANTIAGO DE CHUCO
CAPITAL DE LA POESÍA
Y LA CONCIENCIA SOCIAL
 

FOLIOS
DE LA
UTOPÍA
 

ERIGIR
PUENTES
 
 

 Danilo Sánchez Lihón
 
 Nunca ha habido
una buena guerra,
ni una mala paz.
Benjamín Franklin
 
1. Al lado
mío
 
Para hacer posible la paz no se trata de levantar muros ni encerrarnos tras cercas sino hay que erigir puentes.
Y no me refiero tanto a la paz para aliviar las guerras, que son esporádicas, lejanas y peregrinas.
Me refiero más bien a la paz sencilla, cotidiana y de todos los días. Aludo a la paz casera con el vecino, el colega del trabajo, en el hogar entre esposos, como entre padres e hijos.
La paz con el presente, el pasado y el futuro pendientes de una relación cordial con ellos.
Concordia con lo que está al frente, detrás y a mi alrededor.
Paz con el cielo y el mundo bajo las plantas de nuestros pies; con la vid que tengo dentro y al lado mío.
 
2. Llegar
al mar
 
¡Paz con la naturaleza!
Aunque incluso utilizamos los ríos como cercos y fronteras, ubicando al otro lado de la orilla a los que consideramos enemigos.
Pero para exorcizar toda separación hay que tender puentes. Contra las diferencias y contra todos los sufrimientos.
Porque los puentes nos llevan de una a otra orilla; como de lo conocido a lo desconocido e ignoto a fin de al menos escudriñarlo.
Porque las dos orillas de un río nunca se juntan ni siquiera al llegar al mar.
Son la misma esencia pero que nunca se unen salvo con los puentes.
Por eso, lo que más ama el río son los puentes. ¡Y qué importantes que son ellos!
 
3. Llegan
o se van
 
Pero hay formas y clases distintas y variadas de puentes:
Los hay de fierro con figuras moldeadas en sus balaustres, aunque existen otros de cemento y concreto armado, y con cables que se alzan hacia lo alto.
¡Y los más bellos fueron hechos de piedra en los lejanos tiempos!
Se extienden sobre ríos hondos y caudalosos. O sobre lagos sonámbulos, ¡como vigías desvelados e insomnes!
Vistos desde la base hacia lo alto se lo siente etéreos y celestes.
Y mirados desde el aire son lazos que juntan dos cuerpos sobre un tajo abierto.
Mirados desde cerca son bálsamo sobre una herida palpitante y abismal que apenas alivian, superan y finalmente ayudan a atenuar los caminos que llegan o se van.
 
4. Tienden
lazos
 
¡Pero son tan bellos sus arcos detrás de las colinas y de la neblina que los envuelve!
 ¡Y del rocío de la alborada que los exornan en el amanecer de un día propicio!
Hay puentes que unen parajes, islas, continentes. Hay puentes vistosos y otros escondidos.
Como hay miradas puentes, que inician una nueva historia, que juntan destinos que venían por rumbos diferentes. Son miradas puentes.
Hay gestos, expresiones, actitudes que son puentes porque tienden lazos, vínculos y conjunciones.
Hay tantas formas y clases de puentes evidentes e invisibles.
 
5. Entre una
y otra orilla
 
Pero ninguno que no sea hermoso por su significado. Eso sí, hay unos livianos y otros fuertes; unos horizontales y otros curvos.
Y a veces los puentes no se hacen visibles. Son anhelos y pura ilusión; son trazos que uno imagina cuando nada nos une y todo nos separa.
Pero ellos, pese a ser así, sin cuerpo, también nos salvan.
Y hay tantas maneras de ser puentes. El asa de este pocillo en que sorbo el café que me abriga y trata de ponerme contento, es un puente.
Las palabras son en realidad, todas ellas, grandes puentes.
¡Cuán distinto sería si en vez de callar hubiéramos dicho la palabra precisa que tendía un puente entre una y otra orilla!
 
6. En
lo cotidiano
 
¡Cuán distinta sería la vida si hubiéramos tendido los puentes que eran oportunos y exactos!
La paz hay que anhelarla y luchar por ella para que se imponga no sólo en donde hay guerras o conflictos bélicos.
Porque es importante la paz allí donde están erizados los ejércitos. Y la manera de hacerlo es tendiendo puentes.
Pero también es fundamental en el ámbito cotidiano, al interior de cada casa o de una familia. La paz en un centro laboral, vecindad u organización social.
Y mucho más aún en donde hay una aparente paz, una paz de cementerios, y en donde nuestras relaciones están quebradas.
Porque hay desconfianza y hemos elegido ya la perspectiva de la desavenencia, la pugna y el conflicto.
 
7. Atesorarla
como un diamante
 
Por eso hay que tender puentes.
Y entre las palabras puentes hay una que es fundamental, y ella es hermano. Como otra es abrazo.
¿Y qué mejor puente en realidad que abrazarse?
Y entre los puentes más bellos lo es una mano tendida hacia otra mano. ¡Y aún más la mano para sujetar al hermano que caía!
Como hay un puente que hasta ahora nos asusta y que une cielo y tierra, y ella es la muerte.
Hay que verla más bien como puente, grave y difícil es cierto, ¡pero al fin puente! Y puente de paz.
Porque en el fondo la paz no solo hay que sentirla y pensarla sino imaginarla y atesorarla como un diamante, como el bien supremo en el alma y en el universo.



LA PAZ
Y SOLIDARIDAD
DEL MUNDO ANDINO


Danilo Sánchez Lihón


“quisiera yo tocar todas las puertas,
y suplicar a no sé quién, perdón,
y hacerle pedacitos de pan fresco
aquí, en el horno de mi corazón”
César Vallejo


1. De buena
vecindad

En mi escuela mis maestros nos inculcaron el sentido de integración y hermandad con los pueblos de América y el mundo. Y esto más por ser el Perú geopolíticamente un país eje y centro en América del Sur. Por eso con toda emoción y vigor en la explanada de tierra de mi plantel escolar entonábamos fervientes y con voces límpidas aquella canción que dice:
Un canto de amistad, de buena vecindad,
unidos nos tendrá eternamente.
Por nuestra libertad, por nuestra lealtad
debemos de vivir gloriosamente.
Un símbolo de paz alumbrará el vivir
de todo el continente americano.
Fuerza de optimismo, fuerza de hermandad
será este canto de buena vecindad.
Argentina, Brasil y Bolivia,
Colombia, Chile y Ecuador,
Uruguay, Paraguay, Venezuela,
Guatemala y El Salvador.
Costa Rica, Haití y Nicaragua,
Cuba, Honduras y Panamá,
Norteamérica, México y Perú,
Santo Domingo y Canadá.
¡Son hermanos soberanos de la libertad!
¡Son hermanos soberanos de la libertad!

2. Asumir
nuestra identidad

Ya en el colegio y en la Educación Secundaria aprendimos que el mundo andino es cultura de solidaridad, y consecuentemente de paz en armonía con el acendrado sentido de comunidad, que aquí entre nosotros alcanzó a desarrollarse.
Y se hizo hasta el punto de ser no solo política de estado sino de hacerse gesta y epopeya diaria en la construcción de andenes sobre los precipicios y de ciudades asombrosas en la cresta y en lo más empinado de las cordilleras.
Y este espíritu comunitario se da asociado y en coherencia con otro rasgo peculiar del mundo andino, cuál es la soledad como entelequia. Pero la verdadera soledad que no tiene el contenido adverso de aislamiento e incapacidad, sino más bien de autonomía, naturaleza fecunda y creativa, y la ocasión y posibilidad de conocer y asumir nuestra identidad y destino personal y colectivo.
Porque la soledad existencialmente es necesaria a fin de saber quiénes somos hacia adentro, como lo es también para situarnos con firmeza frente al panorama exterior vasto e infinito, alentando un sueño y un ideal que me defina y haga un ser verdadero.

3. Auténticos
y plenos

Reconociendo y valorando a la vez que el mundo andino no es apretujado ni congestionado, como es la trama peculiar y el trasfondo de la sociedad contemporánea, sino al contrario: es abierto, vasto e inconmensurable.
Tampoco es de índole y característica que lo emparente con la masificación, fenómeno contrario a la esencia de lo que es la solidaridad, sino en donde cada quien alcanza a modular su propia voz, a sentirse íntimo, peculiar y entrañable.
De allí que todo lo andino es reconocerse recóndito y secreto, pero a la vez palmario e ilimitado, dando lugar a una toma de conciencia trascendente acerca de los distintos aspectos de la realidad.
Como todo en él es integrador, de manos y brazos extendidos, de un sentido claro y sencillo acerca de lo humano y lo divino, tal cual es la naturaleza; y de signo totalizador, tal cual es la creación de la vida.
Condiciona a la vez a la consideración de sentirse únicos, auténticos y plenos, como personas humanas. Alumbrado todo ello desde una conciencia personal que supera lo contingente, lo individual y el predominio del ego, alentando el espíritu de solidaridad.


4. Íntegras
o sabias

¿No es digno entonces de tomarse en cuenta este desafío del hombre andino ante tanto absoluto de los espacios inconmensurables de la piedra impenitente y del abismo que separa y que se impone como soledad, y que gracias a la acción humana es tornado y convertido todo ello con los andenes, los puentes y caminos, trasformados valerosamente en solidaridad?
Porque en las punas hieráticas y en las montañas inhiestas tenemos no solamente la sensación sino la evidencia de cómo el hombre andino afronta y la supera de manera tan directa entonando el canto de lo que es mancomunado, pero sin perturbar sino haciéndola fecunda la soledad.
Y de cómo la insume y la incorpora dentro de lo que es su sentir, su pensar y su vivir, de cómo la asimila en su expresión y su cultura decantada en hermandad.
¡De cómo convierte la soledad en solidaridad!, sin excluirla sino depurando su carácter excluyente, pero sin que deje de ser venturosa y promisoria incluso en el dolor.
Este asunto podría haber sido demoledor para culturas débiles, o menos profundas y consistentes, o menos íntegras o sabias ante la soledad de lo sumido y encumbrado que aquí se lo troca en proeza de afirmación, en realización contumaz y asombrosa, y en himno de hermandad.

5. Relación
con lo cósmico

Sin embargo, aquí ante la vastedad, lo absoluto y vertical, pasando de lo inhóspito a lo propicio y de lo abrupto a lo tierno, se corrige; sean los rigores del medio circundante y todo lo despiadado y cruel que pudiera tener la soledad, con el clarín de la solidaridad.
Y, en este como en otros aspectos haciéndonos fuertes, austeros y fraternos. Y asumiendo la vida como una manifestación de la heroicidad. Y tanto es así en el hombre andino que este se convierte en un ser que trabaja con estas categorías y elementos; como con otros, para transformarlos y convertirlos en esencias y valores, y con ellos para modificar la historia.
En el caso de la soledad para hacerla solidaridad, como en el caso de una geografía accidentada haciéndola andenes, y con ello graderías en todo lo que es terreno empinado.  Como también en relación con lo cósmico e inconmensurable, con la luna, el sol y las estrellas, que finalmente se lo ha incorporado a su concepción cotidiana del mundo y de la vida.
Todos estos retos y desafíos, que son absolutos existenciales, el hombre andino los ha asimilado y los ha puesto al servicio de su manera de sentir y pensar naturales. Y los resume en una actitud de solidaridad.

6. El lado
opuesto

Dentro de esta perspectiva un factor y presencia que conmueve mucho en este ámbito es el candor y la inocencia como resultado de esta confrontación y asimilación entre el mundo anímico y el espacio exterior, hecho distinto y en contraste con la mala intención, la argucia y la codicia.
Así como, igualmente, la manifestación de la ternura como práctica en el trato comunitario, en contraste con aquello que tanto daño hace desde el lado opuesto, cuál es el abuso, la desigualdad, la indiferencia.
Basta mencionar estos aspectos para concluir que entonces, y acaso, ¿no es grandioso? ¿No es excelso? Y especialmente habiendo puesto como práctica inherente a los hombres y a los pueblos la solidaridad ante todo lo que es intrincado y fragoroso.
Frente a las montañas escabrosas, y a lo que es la apariencia física de nuestro medio ambiente vital abrupto y desértico, inaccesible y accidentado, cerril e impenetrable, solo cabe como respuesta la solidaridad.
Porque, la pregunta que surge es: ¿cómo ante una realidad tan físicamente hosca y hostil, intrincada y tortuosa, puede dar lugar a voces tan entrañablemente tiernas, finas y crédulas como son las que aquí surgieron en el teatro, la música y la poesía?

7. Mujer
niña y madre

Dentro de esa fragosidad, muy pocas culturas tienen el privilegio de mostrar una ternura tan honda y acrisolada, como es la cultura andina. Ternura representada en la mujer niña y madre. Matriz en la acepción no biológica de procrear sino de amparar, adoptar y proteger.
Maternidad que acuna y resguarda la vida y la sostiene entre tanto abismo, fosa telúrica y huecos negros cósmicos que nos acosan. Porque el precipicio de los andes no sólo está hacia abajo sino, y, sobre todo, hacia arriba y hacia adentro. Y como tal es más hondo, desolador e inacabable.
Por eso, “un canto de amistad de buena vecindad” que reza como lema la canción que entonábamos pletóricos en el patio escolar mirando los geranios de las macetas en flor colgadas de los pilares del corredor y puestas en las gradas de la escalera, como las malvas de pétalos blancos en lo alto de los muros y que sobresalen de entre las tejas, símbolo de lo que nos cabe alentar hacia el porvenir.
Para rematar en la estrofa que dice que somos por ello “hermanos soberanos de la libertad”, y que es aquello que el mundo andino lo ha cultivado siempre para finalmente representar el sentido de paz y solidaridad, plenos en el universo.


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