Danilo Sánchez Lihón
1. ¿Por qué
solo el lunes?
Ahora
bien, en la defensa del cashallurto, que es un plato de mi tierra
Santiago de Chuco, decir y que se nos lo ha expropiado, y hasta se le ha
cambiado de nombre, llamándolo ahora “shambar”, causa sacrosanta en
defender la cual la cual he empeñado mi vida.
Pero, hay otra razón digamos de honor, de por qué combatir y hasta entregar la existencia por su reivindicación.
Ya
que en esta situación se trata de luchar también por la libertad de un
ciudadano que está padeciendo un encierro, un encarcelamiento injusto,
atroz y repudiable, desde todo punto de vista.
¡Porque,
tanto como desconocer el origen y la pertenencia de este plato a
Santiago de Chuco, donde nació en cuna proletaria, estamos llamados a
librar una guerra por su liberación, además porque se lo ha convertirlo
en plato de ricos y señores!
Pero no solo eso sino ¡porque su estado actual es la de un vil encarcelado!
– ¿Cómo? ¿Por qué?
Porque, ahora, ¡solo se lo prepara y se lo come el día lunes! ¡Qué crueldad, señores! ¿Qué injusticia y abuso es ese?
2. Seres
libres
¿Qué tortura, cepo y tormento hemos levantado delante de nuestras bocas?
¿Puede
el alma humana acostumbrarse a estos rigores, compartimentos y
clasificaciones en que hemos convertido los días del mes o la semana?
¡No, señor!
– ¿Tendrá cashallurto, señora? –Pido ahora en mi misma tierra.
– ¡Ay, niño! ¡Cómo lo llama usted! ¡Con su nombre verdadero, como debiera ser! Pero, ¡no hay, niño!
– Y, ¿por qué, señora?
– El día lunes se prepara el cashallurto, niño.
¡Qué es eso! ¡En dónde estamos!
– Y hoy, ¿qué día es?
– ¿Jueves es hoy, diga usted?
– Y, ¿cuánto falta para el lunes? ¡Cuatro días! ¡No puede ser, señora!
¿Qué
burocracia del mal gusto o del estómago se ha instalado en esta parte
inalienable de nuestra independencia y calidad de seres libres y
soberanos?
¡Abajo
con estas patrañas! ¡Abajo estas dictaduras! aunque para mí más que eso
sean claudicaciones! ¡Y este cepo horripilante de que solo se prepara
el cashallurto el día lunes! ¿Qué es eso?
3. Si se lo mira
bien
¡El
cashallurto es libre, señores! ¡Y se come en las ocasiones en que se
nos dé la reverenda gana! ¡Y guiados, además, por nuestro reverendo
antojo y apetito!
¡Cuando decida mi absoluto y real capricho, oiga usted!
Pero es tanto el despotismo de que se le hace víctima que si ordeno prepararlo para el viernes la señora baja la voz.
Y,
aparte, me hace el gesto confidente de que sí me dará el gusto, pero
que no hable. Y me lo dice como si fuera a engañar a su marido. O
cometiendo conmigo un sacrilegio y hasta un crimen. ¿Qué es esto? ¡No,
no puede ser así la vida!
Encima que nos lo han robado y le han cambiado de nombre, lo han secuestrado.
¡Lo inconcebible es que lo han encarcelarlo poniéndolo bajo rejas seis días a la semana!
Y solamente lo dejan libre uno para que salga a las calles ¡Solo los días lunes! ¡Como si fuera alguien que ha delinquido!
¿No
es todo esto, paisanos míos, una innoble afrenta a nosotros que somos
sus creadores? ¡Si se lo mira bien es el peor de los ultrajes!
4. Bando
público
Además,
¡libre solo los lunes, que son los días más fríos del año! ¡En verdad
son días rígidos, administrativos y desalmados, más aún para la comida!
¿Quién quiere gozar un día lunes comiendo? ¡Nadie! Son días más bien que no se come. O se come muy poco, y apurados.
Si
por lo menos le hubieran dejado que su día libre fuera el viernes o el
sábado que sí son de fiesta. O, por último, como es el caso de los
conscriptos, movilizables y soldados, ¡el día domingo!
¡Vean cómo se han perpetrado una verdadera ignominia e iniquidad con el sublime cashallurto!
¡Y
con él se nos ha ofendido a todos nosotros que tenemos fama de
levantiscos, de grandes combatientes y hasta de guerreros indomables y
de subversivos de leyenda!
Y,
ahora, ¿qué? ¡Qué nos pasa, coterráneos! Por eso, consciente de nuestra
responsabilidad histórica yo emito entonces paisanos esta proclama,
este bando público y esta consigna:
5. Les
suplico
Que,
así como felizmente hemos reivindicado la danza de los pallos, que es
nuestra danza y ya lo estaba capturada por otro pueblo vecino, así
también reivindiquemos a nuestro cashallurto.
Denunciando
que para enajenarlo le han cambiado su rijosa pero real denominación,
siendo el nombre lo más sagrado de un ser humano como lo es también de
un plato de comida.
Y
que en ese intento de enajenarlo lo están revistiendo de ropajes que lo
adulteran, que no le pertenecen y que sin duda lograrán dañarlo. Que
este es el mejor plato del mundo y no podemos consentir que nadie nos lo
arrebate, desfigure ni falsifique.
¡Y
mucho menos poniéndole un nombre errado! Nombre además de otro plato
nuestro, también hecho de trigo, pero molido, acompañado con su papa
amarilla y a veces con su pellejón frito o sancochado.
Porque
con los enredos que están haciendo, ¿cómo entonces llamar a lo que es
shambar, como shambar? En verdad nos están hiriendo con dos cuchilladas.
¡No podemos vivir con estas confusiones del lenguaje!, les suplico. ¡Qué claudicación es esa?
6. En pie
de lucha
Nosotros
somos chucos, ¡herederos de quienes marcharon en el Batallón Libres de
Santiago de Chuco, y que salió a reforzar al Brujo de los Andes dándole
alcance en la confluencia de Tres Ríos en la víspera de la Batalla de
Huamachuco!
Y,
siendo todo así, ¿cómo vamos a presentarnos a nuestros mayores en el
cielo cuando muramos o lleguemos allá y nos pregunten por nuestra
tierra? Y cuando nos indaguen directamente: ¿qué pasó con nuestro
cashallurto? ¿Qué les diremos?
– ¿Qué hiciste –nos dirán– por corregir ese atropello y maltrato? ¿De qué manera defendiste lo que es nuestro y te heredamos?
Nos
imputarán. ¡Y no sabremos en dónde esconder nuestros ojos o nuestra
mirada! Por eso, reflexionemos y concretemos acciones en lo siguiente:
Que estemos alertas y en pie de lucha, en asamblea permanente y en Cabildo Abierto.
Que andemos con una tiza en el bolsillo y en todo letrero donde diga Shambar pongamos: Cashallurto de Santiago de Chuco.
7. Acciones
concretas
Que
pasemos y expliquemos a hombres y mujeres presentes y que lo están
saboreando como Shambar, que están cometiendo un despropósito quizá sin
saberlo.
Que expliquemos en toda oportunidad que se nos presente e informemos todo lo que sepamos al respecto.
Que
dispongamos en cualquier día que se nos antoje y en cualquier sitio que
se prepare el cashallurto, ¡sea el día que sea!, incluido el lunes.
Que
esto es cuestión de orgullo y de identidad decirlo: ¡Cashallurto! ¡Y
que no puede ser de otro modo! ¡Que no debemos en esto ni en nada
dejarnos pisar el poncho!
Que
el shambar es trigo partido con su pellejón en que el sebo rezuma su
explosión y sus lágrimas, siendo también un plato, ¡pero de sopa! de
Santiago de Chuco.
Y
que cuando comemos el cashallurto y oprimimos entre los dientes, la
lengua y el paladar las arvejas y pellejones, aunque estemos cometiendo
un acto sacrílego por estar relamiéndonos mejor que los dioses, que en
verdad no teman, que estamos todos dispensados porque es el legado que
nos han hecho a nosotros nuestros ancestros y divinidades.
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