Danilo Sánchez Lihón
Fue
muy significativo para mí, cuando conocí a José Pablo Quevedo, hace ya
muchos años, encontrar en él a un escritor peruano que hacía décadas
que se había alejado del país para vivir en Alemania, pero que mantenía
una visión cálida, floreciente y llena de luz acerca del mundo andino.
¿Cómo
es posible, me decía yo, que él estando en Europa y ya hacía tantos
años desvinculado del Perú, pudiera mantener tan viva y militante
su noción del mundo andino, siendo él un costeño peruano, pues nació en
Piura y, además, con una relación tan plena como él mantenía con la
cultura europea? ¿Cómo era dable que se encuentre lejos, pero a la vez
mantenga tan viva, fresca y actuante a la cultura
andina?
Esto
me maravilló y me sigue maravillando. Y es que él, en contraste con lo
que encontró en Europa, supo encontrar en su genética un referente
valioso con lo cual hacer frente a todo lo deformado que había
constatado que se daba en el viejo mundo. Ahora es más todavía: que en
sus palabras se siente el viento tenue del amanecer serrano. Como
también el viento impetuoso y huracanado de su verbo y de
su mensaje sustentado y arraigado totalmente en el mundo andino.
Esa
es su bandera, esa es su ideología y su consigna; es ahora su filosofía
en quien ha sido profesor de estas materias en una de las universidades
más prestigiosas del mundo, como es la Universidad Humboldt de Berlín.
Aprendamos de él acerca del mundo andino, hacia donde viene
frecuentemente, además trayendo delegaciones de ciudadanos alemanes,
hombres y mujeres, la mayoría de ellos hombres de ciencia
y artistas que admiran este mundo nuestro que frecuentemente nosotros
estando aquí, y siendo nuestro desestimamos y hasta desechamos. Por eso,
nada mejor que conversar con él y más bien escucharlo. DSL
DSL:
José Pablo: decir mundo andino significa mirar y reflexionar nuestra
realidad, pero desde otra perspectiva, desde la orilla opuesta a la del
sistema dominante y dentro del cual vivimos,
que rige y pautea nuestras vidas. Es mirar desde la otra vertiente, si
es que reconocemos que entre nosotros hay dos orillas muchas veces en
conflicto y todavía irreconciliables: por un lado, el mundo hispano,
occidental y capitalista. Y el mundo andino comunal,
ancestral y originario, puesto que surgió y alcanzó pujanza, de estas
tierras. A eso se suma que hay lo andino anterior y milenario, y hay lo
andino actual y presente. Ese “otro mundo”, que está más bien cerca o
dentro del ande, en qué medida es vigente y
tiene futuro. Y, al respecto, también quisiera conocer tu opinión en
relación a otro punto importante: ¿de qué manera consideras tú que el
mundo andino tiene elementos que pueden ayudarnos a resistir el fenómeno
deshumanizante de la globalización?
José
Pablo: En efecto, Danilo, el capitalismo no es la última palabra en el
desarrollo de la historia de la humanidad. El capitalismo está en una
crisis
permanente de valores materiales y espirituales, pues ha creado esos
dos polos extremos, como lo ha creado entre la riqueza y la pobreza, un
mundo que pertenece a los grandes monopolios, que es un grupo de
privilegiados, por un lado y, por otro, grandes masas
de trabajadores pauperizados y muchos otros que carecen de trabajo y
que están aún en peores condiciones. Como ha creado las guerras, la
producción de bienes innecesarios como las armas, el consumismo, la
destrucción de la naturaleza y la enajenación del hombre,
cuáles son todos ellos contenidos y realidades decadentes.
Por
el contrario, el mundo andino, ha permanecido resistente y armónico
frente a la naturaleza y la vida humana, pues ha sido un ámbito que está
adherido
a estas manifestaciones, en lo que corresponde a la producción de
bienes y valores materiales y espirituales, con sus expresiones frente
al trabajo colectivo, la cooperación, la propiedad comunal como forma de
garantizar la vida y la existencia de los otros
seres vivientes.
Y
comprendiendo ello hasta con el reparto equitativo de los bienes; amen
de tomar precauciones en lo que llamamos la solidaridad frente a las
catástrofes
y sequías naturales, frente al trabajo de los viejos y los jóvenes y
también el a la distribución preventiva de los productos; y,
además, inculcando valores espirituales de índole comunal, creando con
ello una psiquis de coherencia y de armonía en el grupo
social y con la naturaleza circundante en particular.
DSL:
Tú mejor que nadie, José Pablo, sabes que el mundo andino es aquel por
el cual luchamos desde el movimiento cultural Capulí, Vallejo y su
Tierra, para quienes el mundo andino constituye
una filiación y una fe inquebrantable por el cual ejercemos una
militancia efectiva, reconociéndolo como utopía real y efectiva,
inatajable y moral, y que hemos de sostener a costa de nuestra propia
vida.
Mundo
andino que identificamos con lo íntimo y entrañable, así como en
coherencia con lo universal y hasta cósmico. Que es, además, aquello que
no se vende, que no tiene precio en el mercado
ni comercializa; que no entra en el esquema de lo mercantil. Y por ser
así, por mantener este esquema, como por sus contenidos y sus valores es
lo único que puede hacerle frente al fenómeno de la globalización que
lo identificamos como una amenaza para la
civilización y hasta para la humanidad.
En
donde ha surgido el hombre lobo del hombre. Que, además, cava su propia
sepultura, puesto que todo lo destruye y aniquila en aras de su
voracidad, de su insaciable consumismo, atentando
en contra del medio ambiente y demoliendo el planeta donde vivimos, que
es otro de los grandes problemas del mundo contemporáneo. Yo te
pregunto: ¿el mundo andino qué enseñanzas nos prodiga a este respecto?
JPQ:
En el mundo andino la naturaleza fue y es un Dios sagrado, al cual
había y hay que respetar, pues era y es el Dios creador y protector de
todas las
cosas. La naturaleza era y es venerada por todos los hombres. El mundo
de arriba, como los astros, y el de abajo como las fuentes de agua era y
es reverenciado, así como las aguas de superficie, los manantiales, el
mar, los cerros, las montañas, y muchos animales
y hasta las plantas. Un legado de esos valores espirituales está
impreso en la piedra en una simbología de ese mundo en muchas culturas
ancestrales, pero también en la misma conducta actual del hombre andino.
Y por eso, se ha dicho en él que el hombre no puede
dominar la naturaleza, como piensan y actúan las civilizaciones
industriales, sino convivir con ella y complementarla.
El
pensamiento del mundo capitalista nos está poniendo al borde de grandes
abismos frente a las catástrofes del descongelamiento de los polos, de
las grandes
cloacas de plásticos existentes en el mar, y de la contaminación del
aire y de la tierra, en donde vemos la mano del llamado "hombre
civilizado" y del capitalismo salvaje, los cuales consideran al
consumismo y la ganancia como sus únicos valores. Es notorio
pues, ver estos dos mundos antípodas en estos días, en el cual hay que
valorar más al mundo andino y contradecir lo que el capitalismo viene
creando.
DSL: Ahora bien, el mundo occidental pareciera apabullar y sojuzgar a los pueblos y arrasar con otras culturas,
por la contundencia de su arte, su ciencia y su técnica que relumbran de una manera fantástica.
Pero,
sobre todo, por las hazañas de su tecnología, uno de cuyos efectos
contraproducentes es que está convirtiendo
a los hombres en robots. Lo vemos incluso ahora en los entretenimientos
y pasatiempos de niños y jóvenes edades hacia las cuales ha invadido
esta tendencia, quienes están pendientes más bien de sombras e imágenes
que se dan en esos juegos que son los Nintendo
y PlayStation.
En
cambio, el mundo andino mantiene unos principios de vida, en su arte y
en su ciencia que no nos desvinculan ni
atentan en contra del mundo natural; que es arte, ciencia y técnica, en
vínculo armonioso con la naturaleza y la vida. Para ti, José Pablo,
¿qué consideraciones y que trascendencia nos enseñan el arte y la
ciencia del mundo andino?
JPQ:
Las obras del mundo andino son imperecederas en el tiempo y el mismo
espacio,
como lo son los hombres que las fomentaron. Y es que son grandes
contribuciones a la humanidad, pues son obras de gran acabado,
creatividad y hasta de genialidad. Ellas están resistiendo en sus
columnas y bemoles ante los ojos del mundo que las admira, y ante
la Europa que se considera el "Viejo Continente". Pues cuando nos
adentramos a este arte, vemos su originalidad en su creación, distinta,
acaso, de los acabados de otras civilizaciones, desde sus etapas
sui-géneris.
Y
en ellas, he visto las formas de su pensar y de su filosofía natural,
su "panteísmo",
por ejemplo, en la producción de sus trabajos. He visto también la
laboriosidad de los alfareros en la creación realista de los huacos
(fotos-retratos); en la creación de los tejidos de lana y de algodón y
en los trabajos en la piedra y entre los sueños del
San Pedro, que nos hacen recordar los motivos mágicos y hasta
surrealistas.
También
el colorido dado a los vasos y utensilios, y en otros casos,
manteniendo
los colores de la tierra. Y aún más, sus obras monumentales, de gran
acabado, de técnica, de experimentación y hasta de majestuosidad; obras
inimitables y que la humanidad no podría reproducir, aún, con una
técnica de vanguardia más avanzada y que muchos artistas
modernos toman como ejemplo estos motivos para visualizar su arte.
Como
su ciencia y su técnica son grandiosas, y aún más, recientemente
estudiada
en forma científica e interdisciplinaria, y que fueron objeto para ver
las formas variadas del trabajo para la construcción de bienes
materiales y espirituales, sea de canales y acueductos, sea de la
construcción de terrazas, casas, almacenes, templos y caminos,
hechas como obras monumentales de ingeniería. No hay pues, nada que
envidiar al mundo moderno, con estas obras que estuvieron también
adjudicadas en provecho de los hombres en comunidad y para la felicidad
de los mismos.
DSL:
Ahora nos acorrala y atenaza otro fenómeno, cuál es el de la
corrupción; ante la cual tenemos la culpabilidad de que si somos así
nuestra índole y naturaleza es que estamos dañados,
y entonces somos malos y perversos, cuando esas lacras han sido traídas
desde afuera.
El
mundo andino jamás fue corrupto. Estos no son problemas que nosotros
los hayamos inventado. Son problemas que nos vienen de afuera. No es
invento nacional, es el capitalismo que nos
lo impone. Esta no es nuestra cultura.
Europa
siglo tras siglo ha sido invadida por este mal. En Norteamérica del
siglo pasado está documentado cómo se compraban votos. Fueron procesos
judiciales que son públicos de cómo el
cabildero Felps compró votos de legisladores para detener leyes
restrictivas a la venta de medicamentos falsos.
Nada
de lo inicuo y aberrante es invento nuestro. Pero eso sí, mientras sea
oportuno actuemos frente a toda corrupción de manera implacable. Y decir
¡no a la delincuencia!, ¡no al delito!
No podemos ser impasibles, y tiene que haber reacción de los buenos y
basados en el mundo andino, frente a los males. Para ti, ¿cuáles son las
perspectivas, José Pablo, para una cultura de la resistencia frente al
fenómeno de la globalización y sus prácticas
de corrupción?
JPQ:
Resistir es siempre construir algo nuevo, pero también construir con
los elementos
y valores necesarios y permanentes para el hombre. Para ello es
necesario desarrollar no una negación mecánica de la vida y de la
sociedad, sino dialécticamente, de superación, pues de esos elementos
del pasado han quedado enseñanzas valiosas, materiales y
espirituales a las cuales debemos de acudir con nuestras
consideraciones adecuadas.
No
queremos hacer una copia de la copia, sino algo diferente, no queremos
hacer
el eterno retorno de lo mismo, sino el retorno de algo renovado, de
algo que contenga el legado más valioso de la creación humana. Con ello,
no se trata de idealizar la vida solamente en su totalidad, sino en las
partes constituyentes que sustentan la vida
misma en aras de un mundo futuro y mejor para todos, es decir, en una
sociedad en donde no exista la opresión y la explotación del hombre por
el hombre.
En
donde no peligre la existencia de los mismos hombres, donde no esté
amenazada
por la pobreza; donde la naturaleza no sea el objeto de explotación por
unos cuantos monopolios y usufructuada por algunos hombres; en donde no
existan las diferencias abismales entre clases sociales, pero tampoco
el hombre sea enajenado y viva sin derecho
a la libertad o dentro de las leyes del consumismo. Donde es necesario
tener una vida para la reproducción y para el tiempo libre.
Resistir
culturalmente, significa valorar el trabajo en dignidad que hace a los
hombres casi como hermanos dentro de un Estado social y solidario; en
democracia verdaderamente consultativa y participativa de sus miembros; y
sin permitir la corrupción y la existencia de mafias organizadas, caso
que se da en las sociedades capitalistas.
Resistencia,
significa: Superación y valorización del mundo andino, pero es también
integración de los hombres y de intelectuales dentro de un colectivo
con nuevas ideas creadoras, significa dar nuevos pasos adelante,
relacionando el pasado con el presente, pero teniendo objetivos claros
hacia el futuro. Significa tener en alto las banderas
de sus grandes precursores, mártires e intelectuales, para integrar
esas ideas con otros intelectuales de vanguardia dentro de las luchas
contra el liberalismo, el capitalismo y la dominación.
Que el escritorio nos sirva para
fecundar las ideas y que esas ideas nos sirvan para ligarlas a nuestra
praxis. El escritorio, la idea y la praxis sean esa unidad de lucha de
resistencia del mundo andino frente al mundo globalizado
y la corrupción.
DSL: Tú sabes, José Pablo, que nosotros nos apasionamos e identificamos plenamente con el mundo andino, también
porque es opuesto al sistema ahora dominante, que no lo acata y, es más: lo subvierte.
Ahora bien, el mundo globalizado está tan cohesionado que pareciera caber en una sola mano; se ha vuelto y se ha
tornado pequeño, y se lo puede conocer y dominar muy pequeñamente.
Se
ha reducido. Antes todo era distante y lejano. Y había ámbitos
impenetrables. ahora todo es cercano y asequible,
y hasta inmediato. Las comunicaciones son instantáneas y se viaja
constantemente por todo el mundo. Los transportes y las comunicaciones
son tan eficaces que ya la nuestra es una aldea, en donde sin embargo lo
que se han agigantado son los problemas, hasta
el punto de volverse monstruosos.
Pareciera
que a los problemas y a los males le hubieran crecido mil cabezas.
Parecen esperpentos mitológicos en
un ámbito que se ha empequeñecido. Donde, sin embargo, lo que se hace
mal cada día pareciera amenazar la propia supervivencia humana sobre la
faz de la tierra. ¿Qué tenemos que hacer?
JPQ:
He referido que el mundo andino y el mundo capitalista son dos mundos
históricos
en confrontación. Uno que va al lado de la vida, de la armonía con la
naturaleza y hasta de la felicidad del hombre y, el otro, que viene
creando el consumismo, la enajenación mental del hombre, la creación de
fuerzas destructivas, la destrucción ambiental,
y el recalentamiento del planeta. Ello conlleva a integrar también a
los intelectuales y relievar los valores que han permanecido vigentes en
el mundo andino, e integrarlos en un programa de lucha para mejorar el
mundo y avanzar hacia otro mejor. Y dentro
de ello cabe:
a)
Un trabajo integrador y creador y reflexivo de los intelectuales en
donde se
destaquen objetivos del trabajo colectivo (de piña) y que vayan hacia
objetivos humanos, solidarios y trascendentes. Ello nos conlleva a un
programa de acción realista, el cual nos diga también que, en este
trabajo no se anula la personalidad del autor, sino
que, en este trabajo colectivo, cada individualidad destaca con su
propia personalidad creativa, se cuantifica y se consolida.
b)
Un trabajo que, debe de ser integral y solidario frente a las tareas
que tenemos
en relación a los grandes problemas de nuestro tiempo, ya que se dan de
manera global y que no podemos solucionarlos en forma individual. En
ello, los intelectuales debemos de contribuir creando esa consciencia de
un mundo sensibilizado, no pesimista o fatalista
o solamente consumista de la vida; sino creando en el lector las
imágenes de esclarecimiento de una vida sana, humana, en armonía con la
naturaleza y de solidaridad. Con ello promover una consciencia de la
actividad consciente tanto en el intelectual como
en el lector.
c)
Buscar la integración de los intelectuales;
ya que, en un mundo globalizado, también esa integración debe de ser
global, integrando con ello, a otros intelectuales de otros países con
fines comunes, para hacerles comprender las enseñanzas que tiene el
mundo andino, que son afines y tratar de insertar
el contenido del mismo dentro de sus programas en la lucha actual.
Ellas podrían ser incluidas en la llamada Aldea Global de los
intelectuales, en la cual vienen trabajando muchos intelectuales
europeos de la actualidad. En todo ello, como expresaba César
Vallejo, “hay hermanos humanos, muchísimo qué hacer”.
*****
Los textos anteriores pueden ser
reproducidos, publicados y difundidos
citando autor y fuente
dsanchezlihon@aol.com
danilosanchezlihon@gmail.com
Obras de Danilo Sánchez Lihón las puede solicitar a:
Editorial San Marcos: ventas@editorialsanmarcos.com
Ediciones Capulí: capulivallejoysutierra@gmail.com
*****
DIRECCIÓN EN FACEBOOK
HACER CLIC AQUÍ:
*****
Teléfonos Capulí:
393-5196 / 99773-9575
capulivallejoysutierra@gmail.com
Si no desea seguir recibiendo estos envíos
le rogamos, por favor, hacérnoslo saber.