“DULCE MUERTE”
Rodolfo Ascencio Barillas
¡Oh! Muerte de mi eterno sueño sin retorno
quiero cantar en la hora que visitas
y me vistas con tu lúgubre crespón.
La muerte es el comienzo de la vida
y la vida es el inicio de la muerte.
Cuando la muerte visite mi casa
y lentamente cierre mi boca
y me apague con el aliento que provoca
después del dolor en la pena espante,
aunque los suspiros se alejen
y la primavera se va con el infortunio,
con el llanto de los ojos iracundos
¿Dónde estas dulce muerte mía?
¿Quién escuchara tus lamentos?
¿Por qué te aborrecen las voces del canto?
¿dónde brotan manantiales de llanto?
y asomas la luz de tu rostro,
allá en las estrellas sombrío firmamento
cuando tus pasos lanzas al viento
y mis gritos sollozan lamentos,
este pan que yo parto fue trigo,
molino de mi garganta,
harina de mis tristezas.
Hoy es alegría en mi espanto,
son semillas de mi huerto
y frutos de mi dolor,
que agonizan en mi tormento
y le dan luz a mi corazón.
¡Oh! Bello paraíso de mis instintos,
yo me deleito en el oasis de tus desiertos
y respiro en el silencio de tus aposentos.
¿Quién eres plegaria de mis costillas?
y agua de mi propias travesías,
¡que bello es recibir tus brazos!
¡Hermosos caminos de tu enseñanza!
guarida de mis tristes añoranzas,
después de los dominios de tus tormentas
que nadie se atreve a cruzar
el río de tu dulce sonrisa inerte;
dicha de la muerte,
de tu incomparable vientre
¡Oh! Dulce muerte de mis espejos,
en el fuego de llamas indolentes,
tú que todo lo concientes
aún después que oprimir lo que viertes
en la solitaria montaña de tu callado
despiertas en los universos de mi mente…